Multiplicación de los panes

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San Vicente de Paul

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Compasión, acción y colaboración, son la clave que explica el milagro de la multiplicación de los panes por Jesús (Mt 14,13-21). Lo explican y configuran cuanto Él hizo en su vida. En los domingos pasados Jesús nos habló del Reino de Dios por medio de parábolas, poniendo de relieve algunos de sus aspectos más importantes para nosotros. Hoy, con el milagro de los panes, Jesús nos quiere hace ver que ese Reino es ya una realidad entre nosotros. Y que, además de saciar el hambre de miles y de ser un signo del Reino, es una señal de que Jesús es el Mesías (Jn 6, 14) y de que está decidido a darnos su cuerpo en comunión como Pan de Vida (Jn 6, 51). Digamos algo de cada una de esas tres palabras-fuerza.
Ante todo, la compasión. Ser compasivo, es, debe ser,  parte fundamental del ser humano y lo que hace que lo sea, de modo que nada ni nadie nos resulte ajeno. En Jesús la compasión fue siempre mucho más que la reacción ante el sufrimiento del otro, algo pasajero. Constituyó su modus vivendi, algo permanente, como corresponde a quien vivió en estado de compasión (Mt 9,36; 14,14; 15, 32; Mc 6,34; 8, 2). Su condición y la del cristiano es ser compasivo. Lo que implica estar atento a las necesidades de los demás, ir con los ojos bien abiertos para ver donde hay alguien que llora o sufre (hambre, enfermedad, soledad…). O simplemente prever su necesidad, como en el caso del evangelio: vio a la muchedumbre y sintió compasión de ellos. Hay que meterse en los zapatos del otro, solemos decir.
La acción es, debiera ser, el elemento complementario de la compasión. Infaltable para que ésta no se convierte en pura novelería y alharaca. En algo estéril y, muchas veces, insultante. Es por ello que Jesús la acompaña siempre con la acción, como en el caso del evangelio: comieron todos hasta quedar satisfechos. Podremos alegar que nos faltan los recursos necesarios. Ciertamente no tenemos el poder de hacer milagros como Jesús, pero tan poco se trata de hacer milagros sino de dar y hacer cada uno -y muchas veces juntos-, lo que podemos. Acción puede ser una sonrisa, una mano tendida que saluda o abraza, un rato de escucha… Además, lo que no podemos hacer por nuestra cuenta lo podemos hacer en colaboración con otros. Es la gran lección que nos da el milagro de la multiplicación de los panes.
La colaboración es necesaria para hacer más y mejores cosas. Y en mucho o en poco todos podemos colaborar. Es por ello que Jesús la pide permanentemente. Al ciego que le pide ver, le pedirá que colabore poniendo fe. En el caso de la muchedumbre con hambre, que sigue a Jesús, pedirá a los apóstoles que les den ellos de comer, y luego que les repartan los panes y los peces. ¿Hubiera hecho Jesús el milagro si no le llevan aquellos 5 panes y 2 peces? El hecho es que sólo hizo el milagro cuando le entregaron esos panes y peces. No es mucho, pero para Él fue suficiente. Si ponemos algo de nuestra parte, Dios pondrá el resto. Pero quiere que colaboremos con algo.

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