Verdadera movilización ética mundial

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ONU

Audiencia con Ban Ki-moon y unos 50 dirigentes reunidos en Roma para el consejo ejecutivo anual: «No a la economía de la exclusión». El secretario le habló sobre Corea del Sur.
Por Iacopo Scaramuzzi- Vatican Insider
Papa Francisco invitó al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon y a los demás dirigentes de las Naciones Unidas, que fueron recibidos en el Vaticano, a promover «una verdadera movilización ética mundial» que «difunda y aplique un ideal común de fraternidad y de solidaridad, especialmente hacia los más pobres y los excluidos», y que se oponga a la «economía de la exclusión», a la «cultura del descarte» y a la «cultura de la muerte».
Jorge Mario Bergoglio recibió en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico al Consejo de los líderes ejecutivos del sistema de las Naciones Unidas, organismo del que forman parte unos 50 miembros oficiales del sistema de las Naciones Unidas (desde el presidente del Banco Mundial hasta el de la Organización Mundial de la Salud) y que se reunió en su cita anual en Roma. La audiencia se llevó a cabo a pocos días de la audición de la Santa Sede ante el Comité anti-tortura de la ONU de Ginebra, a principios de la semana, durante la que la delegación vaticana fue sometida a numerosas preguntas sobre los abusos sexuales en el clero en contra de menores. Entre la audición y el encuentro de hoy con el Papa «no hay absolutamente ningún nexo», dijo el portavoz de Ban Ki-moon, Stephane Dujarric.
«Gracias a todos ustedes, que son los principales responsables del sistema internacional, por el gran esfuerzo realizado a favor de la paz mundial y del respeto de la dignidad humana, de la protección de la persona, especialmente de los más pobres o más débiles, y del desarrollo económico y social armonioso», dijo en su discurso pronunciado en español el Papa argentino, que también elogió los resultados de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, «especialmente en términos de educación y disminución de la pobreza extrema». Pero el Papa subrayó que «no se debe perder de vista en el mismo tiempoque los pueblos merecen y esperan frutos aún mayores», pues «una parte importante de la humanidad continúa excluida de los beneficios del progreso y relegada, de hecho, a seres de segunda categoría’». Los futuros Objetivos de Desarrollo Sostenible deben ser formulados, según Francisco, «de modo que efectivamente lleguen a incidir sobre las causas estructurales de la pobreza y del hambre, consigan mejoras sustanciales en materia de preservación del ambiente, garanticen un trabajo decente y útil para todos y den una protección adecuada a la familia, elemento esencial de cualquier desarrollo económico y social sostenibles. Se trata, en particular, de desafiar todas las formas de injusticia, oponiéndose a la “economía de la exclusión”, a la “cultura del descarte” y a la “cultura de la muerte”, que, por desgracia, podrían llegar a convertirse en una mentalidad pasivamente aceptada».
Animando a la junta directiva de la ONU, Bergoglio invitó a todos los miembros a «continuar en este trabajo de coordinación de la actividad de los Organismos internacionales, que es un servicio a todos los hombres, les invito a promover juntos una verdadera movilización ética mundial que, más allá de cualquier diferencia de credo o de opiniones políticas, difunda y aplique un ideal común de fraternidad y solidaridad, especialmente con los más pobres y excluidos». Francisco concluyó su discurso bendiciendo a Ban Ki-moon y a los demás miembros de la ONU.
El Papa también recordó ante todos los presentes «un episodio de hace alrededor de 2000 mil años, narrado en el Evangelio de Lucas», «el encuentro de Jesucristo con el rico publicano Zaqueo, que tomó una decisión radical de justicia cuando su consciencia fue despertada por la mirada de Jesús». Según Jorge Mario Bergoglio, «hoy, en concreto, la conciencia de la dignidad de cada hermano, cuya vida es sagrada e inviolable desde su concepción hasta el fin natural, debe llevarnos a compartir, con gratuidad total, los bienes que la providencia divina ha puesto en nuestras manos, tanto las riquezas materiales como las de la inteligencia y del espíritu, y a restituir con generosidad y abundancia lo que injustamente podemos haber antes negado a los demás».
El Papa recordó al principio de su discurso, las muchas visitas que llevó a cabo Juan Pablo II a las Organizaciones de Roma y sus viajes a Nueva York, Ginebra, Viena, Nairobi y La Haya. El secretario de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, volvió a invitar a Papa Francisco a visitar la sede de la ONU en Nueva York. «Papa Francisco –había dicho el secretario de la ONU a los micrófonos de la Radio Vaticana después de la audiencia personal en abril del año pasado– es un hombre de paz y de acción, es voz para quienes no tienen voz. Espero poder proseguir con nuestra conversación. Con este espíritu, y siguiendo la tradición de sus predecesores, tuve el honor de invitar a Papa Francisco a que visite las Naciones Unidas apenas le sea posible». Entre las zonas de crisis que fueron mencionadas por Ban Ki-moon, destacó sobre todo su Corea del Sur, que visitará el Papa en agosto, para tratar de ayudar en el proceso de paz entre ambas Coreas.

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