El 31 de mayo fue ordenado sacerdote el diácono Juan Carlos De Piazza. La ceremonia, que contó con la asistencia de alrededor de 800 personas, estuvo presidida por Monseñor Garlatti. También concurrieron numerosos diáconos y sacerdotes de la arquidiócesis de Bahía Blanca.
Asimismo, estuvieron presentes las autoridades civiles y representantes de las fuerzas armadas, policía y cuerpo de bomberos.
Durante la misa de ordenación, luego de la imposición de manos, el padre Juan Carlos fue revestido con los ornamentos sacerdotales por parte de su hijo y el diácono de la comunidad de Villa Ventana.
Monseñor Garlatti dirigió una breve homilía en la que comenzó haciendo referencia a la esencia de la vocación al diaconado permanente. Destacó que es una vocación matrimonial y que, sin duda, Juan Carlos (viudo) no habría ejercido su ministerio diaconal sólo, sino acompañado por su esposa. Y añadió que seguramente ella está contenta con el paso que está dando. Esto último robó algunas lágrimas de los familiares del nuevo sacerdote, que estaban visiblemente emocionados.
No deja de llamar la atención la edad del padre Juan Carlos (73), y su experiencia de vida. Atento a esto, monseñor Garlatti aludió a la parábola de los obreros de la viña (Mt. 20, 1-16) para recordar que el llamado de Dios puede manifestarse en cualquier momento de nuestra existencia. También se refirió al generoso trabajo que Juan Carlos prestó durante varios años como secretario de Monseñor Rómulo García (arzobispo de Bahía Blanca entre 1991 y 2002).
Partiendo de la epístola a los Hebreos, indicó que, en el sacerdocio, es fundamental la cercanía con la gente; y señaló que, en este sentido, el ex diácono ha demostrado un gran entusiasmo durante su ministerio anterior.
Prosiguió enumerando una serie de deberes y obligaciones pastorales propias del presbítero. Junto con esto, destacó cualidades de Juan Carlos entre las que se cuentan su generosidad y actitud de servicio, características propias de su espiritualidad franciscana. En relación a esto último señaló que la Paz y el Bien que proclamó San Francisco con su vida deben estar presentes en el corazón de cada uno de los cristianos.
Sobre el final, recordó unas palabras que oyó del propio Juan Carlos en un reportaje esa misma mañana: cada uno de los cristianos somos portadores de una alegría que no nos podemos guardar, sino que debemos contagiarla.
El arzobispo concluyó su reflexión encomendando el ministerio del nuevo sacerdote a Nuestra Señora de Tránsito, patrona de la Parroquia de Saldungaray.
Antes de la bendición final, se dio lectura al decreto en el cual se lo designa párroco de Nuestra Señora del Tránsito de Saldungaray.
Más tarde, Juan Carlos agradeció sencillamente, sin nombrar a nadie en particular. “A cada santo le debo una vela”, se excusó, provocando risas entre los asistentes.
Terminada la ceremonia religiosa, se realizó un almuerzo del que participaron cerca de 500 personas.
Juan Carlos De Piazza
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