Bien merecido

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Conciencia

Por Alfonso Baella- Diario Expreso
A 12 días de la consulta popular -y en momentos en que el voto comienza a cristalizarse, es decir, a tomar una posición definida e inmodificable – es bueno preguntarnos ¿por qué llegamos a esta situación o, mejor aún, cuándo se originó el actual proceso político?
Los NOs señalan a García, Castañeda, Marco Tulio, la mafia, los corruptos, las empresas que buscan los jugosos contratos con la municipalidad, etc. También responsabilizan a la ignorancia de los vecinos y a algunos –pocos– errores de comunicación de la comuna limeña. Hugo Otero señalaba en una conferencia hace poco: “Cuando un político no sabe tomar decisiones y no se hace responsable, culpa a la comunicación y a la publicidad”.
El 77, 66, 65 y 60 por ciento de rechazo a la gestión de Susana Villarán en Villa María del Triunfo, Comas, San Juan de Lurigancho y Ate –distritos que suman millones de electores– , respectivamente, no se origina en ignorancia o poca información. Estos distritos son sólo ejemplos de lo evidente: No hay obras ni gestión edil. Existe, eso sí, una creciente frustración. La revocatoria, que hoy tiene en la guillotina política a Villarán y sus 40 regidores empezó, por eso, el día en que ella y sólo ella confundió política con vendetta, gobierno con beneficio de un grupo, eficiencia y experiencia públicas con curriculums vitaes de gente que no supo ni cómo llegó allí.
¿Qué errores políticos cometió Villarán para merecer ser revocada?
Primero, debió reconocer la soledad y precariedad de su triunfo y debió tender puentes. Ella no ganó en virtud de una maquinaria partidaria propia, articulada y afiatada. La alcaldesa, por el contrario, se aisló y menospreció la política, entendida, como acercamiento, debate constructivo, compartición del poder o administración del mismo. Ella y su grupo creyeron que este era “su” triunfo y “su” municipalidad, y no de la gente que votó con esperanza para que las obras continúen.
Segundo, debió alejarse de la soberbia para reconocer las obras y todo lo bueno –que es mucho- que su antecesor dejó. Si, al igual que Humala, hubiera tan solo puesto el piloto automático jamás hubiera existido la posibilidad de una revocatoria. Las obras, cuando son buenas, no son del que las hace, son de la gente. Pretender cambiarle de nombre, el color de la pintura o querer desmerecerlas o peor aún paralizarlas, es ir hacia una colisión popular sin salvación. Esos intercambios viales, esas miles de escaleras, esa red de hospitales de la solidaridad y esos clubes zonales están en el corazón de millones. Castañeda puede haber cometido muchos errores, como cualquier autoridad, pero hay que ser políticamente bien torpe para meterse con su fastuosa obra pública. Lima Norte, Sur y Este, han modificado su fisonomía, su infraestructura y su autoestima. Esto explica por qué la gente sigue queriendo que “el mudo” vuelva.
Tercero, sucumbió a la seducción de grupos con proyectos políticos bien claros que nada tienen que ver con inversión, desarrollo ni democracia. Debió sacudirse y trazar una línea para redibujar la cara de una izquierda popular, moderna y globalizada. Prefirió Patria Roja, Tierra y Libertad, MAS de Gregorio Santos, el SUTEP y a los Ciudadanos por el Cambio donde están los mismos que ya fueron expectorados del gobierno nacional pero que siguen queriendo aplicar la anacrónica “Gran Transformación”. En lugar de mirar hacia el futuro, Villarán miró hacia el pasado.
La revocatoria hubiera sido imposible sin la provocadora performance de Villarán. Jamás podrá sustraerse a su responsabilidad. Ella es el origen y, si las urnas confirman lo que dicen los cerros, los arenales y la calle, ella será el final.
Ni todo el genio de García, la tesón de Castañeda, el ánimo de Marco Tulio, ni todas las fábricas de fideos y galletas, hubieran podido lograr lo que Villarán consiguió construyendo, ella misma, esta revocatoria desde el primer día que entró al municipio. Esa es la verdad. Hoy todavía sigue buscando culpables porque no ha sido capaz de mirarse en un espejo. No existe asesor, campaña o dinero suficientes en el mundo que puedan cambiar lo que ella como política no supo hacer.

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