Mea culpa
Entrevista a Jorge Avendaño, ex decano de la Facultad de Derecho de la PUCP.
¿Qué está pasando en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) con respecto a la reciente inscripción de las siglas ante el Indecopi?
Estamos usando más las siglas PUCP, pero los títulos profesionales están saliendo y van a seguir saliendo como Pontificia Universidad Católica del Perú.
¿Qué es lo que ha hecho la iglesia desde que vía decreto quitó el título de Pontificia a la Universidad?
La iglesia no ha hecho nada contra nosotros ni puede hacerlo. No concibo qué es lo que puede hacer para ejecutar ese decreto que dio Roma.
¿Cuál es la posición de los ex alumnos?
Ellos están muy preocupados porque quieren que se les asegure que su universidad es la misma de siempre. El asunto está tranquilo. Ya el Poder Judicial ha resuelto en dos oportunidades firmes que con el primer amparo que perdimos en el Tribunal Constitucional no acabaron los juicios de la PUCP con el Arzobispado por la herencia de Riva Agüero.
¿Usted considera que la estrategia de plantear una demanda de amparo ante el Tribunal Constitucional fue la más correcta para la PUCP?
Yo habría escogido la vía ordinaria y lo discutimos mucho con el entonces vicerrector Marcial Rubio (ahora rector de la PUCP). En eso cometimos un error.
¿Cuál es la explicación?
En ese momento el Tribunal Constitucional tenía muy buena conformación, estaba Javier Alva Orlandini y otro miembro destacado, y nosotros confiamos en la idoneidad de esas personas. Luego, cambió el tribunal y ya no es muy idóneo hoy en día, tanto que sus miembros se están perpetuando en el cargo.
¿El Arzobispado ganó en la demanda de amparo?
No. Nosotros perdimos el caso, que es muy diferente; jurídicamente es muy clara la diferencia entre ambas situaciones.
Fuente: Diario Gestión.
Una voz clama en el desierto
En su visita a la ciudad de Chiclayo, el nuncio apostólico en Perú, monseñor James Patrick Green manifestó que en el caso de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), se pueden aún adecuar los estatutos para que la santa sede le pueda devolver los títulos de Pontificia y Católica.
“Vamos a ver. Hay esperanza en este tema (…) es cuestión de seguir las instrucciones de la iglesia, de la santa sede y vivir como todas las universidades. De esta forma creo que se pueden recuperar los títulos“, declaró.
James Patrick Green añadió que es muy importante la labor de educación y formación en las universidades para evitar que se esté adoctrinando a los jóvenes con tendencias violentistas.
“Tenemos que respetar los demás derechos humanos, y dar testimonio como lo hizo San Francisco, que es una muestra de paz, debemos llevar una vida de paz, la violencia no conduce a nada y desde las universidades esto se puede lograr“, precisó.
El representante del papa en el Perú, llegó a la Ciudad de la Amistad para presidir la celebración eucarística que dio inicio al XVI Encuentro de la Organizaciones de Rectores de Universidades Católicas de América Latina y El Caribe (ODUCAL), donde participan 80 rectores de estas casas superiores de estudios.
En la cita intercambiarán experiencias en torno al conjunto de acciones de colaboración orientadas a mejorar la calidad de la oferta educativa y fortalecer las actividades de investigación y de servicio.
¿Y qué pasa ahora en la PUCP?
Por Mario Castillo Freyre- Profesor Principal de la Facultad de Derecho PUCP
Por una solución armoniosa al conflicto entre sus autoridades y la Iglesia
Escribo este artículo con el mejor ánimo de aportar a la solución de los problemas que persisten intactos entre la PUCP y la Iglesia católica, y con la convicción de que es absolutamente legítimo discrepar de las autoridades de cualquier institución a la que uno pertenece. La inmensa mayoría de profesores, alumnos, egresados, graduados y personal administrativo (que ante la opinión pública -y por razones que no me corresponde ahora analizar- constituyen una mayoría silenciosa) esperan que la relación de convivencia, armonía y recíproca colaboración con la Iglesia católica se mantenga, con el respeto que la Iglesia siempre tuvo hacia la autonomía de la propia universidad y con la fidelidad que la PUCP siempre profesó hacia la institución que la creó, a través del padre Jorge Dintilhac (Sagrados Corazones).
Quiero hacer un llamado a la reflexión, para que las autoridades de mi universidad adopten una actitud en pro de la solución del problema, retomando las conversaciones con la Iglesia, a efectos de reformar el estatuto, adecuándolo a la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae, en los términos que, prácticamente, ya habían sido acordados hace algunos meses.
Me apena sobremanera que, sin mayor explicación ni horizonte, los documentos oficiales de la universidad, su papelería, así como la publicidad y hasta su propia página web, vayan dejando aceleradamente su antiguo nombre de la Pontificia Universidad Católica del Perú por la simple sigla PUCP, la misma que de por sí no significa nada, salvo que se tenga el verdadero interés de que cada una de las letras que la integran conserven (o recobren) el significado que siempre tuvieron. A la gran mayoría de la comunidad universitaria le ha sorprendido el surgimiento de un grupo de profesores que han adoptado una posición francamente secesionista para que la universidad, de una vez por todas, rompa cualquier vínculo con la Iglesia católica.
Esto, naturalmente, tomando ellos el control de la universidad e ignorando la voluntad testamentaria de don José de la Riva Agüero y Osma. Ello significaría no solo ignorar la historia de la universidad, repudiar sus orígenes, transformar su esencia y traicionar la voluntad de su principal benefactor, sino también violar gravemente el ordenamiento jurídico y eclesiástico.
La Asociación de Egresados y Graduados de la PUCP ha adoptado semanas atrás un acuerdo unánime para fomentar el que se retomen las negociaciones con la Iglesia. De otro lado, un grupo numeroso de profesores nos hemos organizado con el mismo objetivo que la asociación, a efectos de que prime la razón sobre las pasiones. Ni la asociación ni este grupo de profesores estamos solicitando la renuncia de las actuales autoridades de la universidad (pedido que yo sí hice a título personal y del cual no me arrepiento, pues si los ministros renuncian por un fracaso político, no debería extrañar que lo hagan un rector y tres vicerrectores). Ambos grupos apuntamos a ayudar a que el rector de la Universidad Católica sienta que tiene el apoyo de sus colegas y amigos (que no comparten el rumbo institucional emprendido por él), y que nuestro rector, legítimamente elegido, no se sienta cercado por quienes quieren que la Católica se convierta en una universidad distinta de la que ha sido siempre. Que mi antiguo profesor Marcial Rubio sepa que no somos sus enemigos y que queremos a la Católica tanto como él, pero que quede claro que la queremos como siempre la conocimos y vivimos.
Debemos apostar, entonces, por la adecuación de nuestro estatuto a la Constitución Apostólica, lo que no afectaría la autonomía institucional y tradicionalmente democrática de la PUCP. Ello conllevaría -estoy seguro- a que el Estado Vaticano nos restituya -en breve plazo- los títulos de pontificia y católica. Luego -y siempre dialogando- se podrá solucionar el segundo problema, que es el relativo a la interpretación del testamento de Riva Agüero y así poner fin a los diversos procesos judiciales que nunca debieron iniciarse. Solo el diálogo y la buena voluntad salvarán a la PUCP. Que así sea.
Fuente: Revista Correo.
¿Cómo debería ser el futuro de la PUCP?
Por Mario Castillo Freyre- Profesor Principal de la PUCP
Mucho se ha escrito acerca de las controversias surgidas entre la PUCP y la Iglesia Católica. Sin embargo, es poco lo que se ha expresado en torno a qué universidad queremos en el futuro.
Lo primero a decidir es si la PUCP seguirá siendo católica. No me queda duda alguna de que ella debería adecuar su Estatuto a la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae. Lo contrario sería traicionarse a sí misma y destruir su propia esencia.
El segundo tema es el de su normativa. La PUCP tiene naturaleza dual. Es una institución eclesiástica, sometida a los mandatos de la Santa Sede; pero como asociación civil se rige también por el ordenamiento jurídico peruano; y su sistema de gobierno interno, absolutamente democrático, debería mantenerse, lo que concuerda con la ya citada Constitución Apostólica. Sí creo que la Santa Sede debería escoger al rector y a los vicerrectores, de entre una terna propuesta por la Asamblea Universitaria. Es obvio que alguien que fuese enemigo de la Iglesia no podría ser rector o vicerrector de una universidad, precisamente, católica.
Un tercer punto es abordar la problemática entre fe y razón. Toda universidad católica se rige por la libertad de pensamiento, de cátedra y de investigación, como siempre ha ocurrido en la PUCP. En este caso, la labor de la Iglesia dentro de la PUCP debería ser la de enseñar, acompañar y aconsejar, salvo -obviamente- que los contenidos de una cátedra estén dedicados a atacar los principios de la propia Iglesia Católica. Por lo demás, todo alumno y todo profesor, cuando recién empiezan su vinculación con la PUCP, se compromete a respetar estos principios.
En cuarto lugar, la PUCP debería seguir respetando -como establece la Constitución Apostólica- la libertad de credo y pensamiento de todos sus miembros. Tampoco podría separar a alguno de ellos en razón de su vida privada; a menos, claro está, que los actos cometidos constituyan ilícitos penales dolosos con carácter de cosa juzgada o que impliquen situaciones escandalosas que afecten la imagen y el prestigio de la propia institución.
En quinto lugar, la PUCP no debería inmiscuirse en temas políticos o partidarios; mucho menos, comprometiendo a sus más altas autoridades en estos empeños. Recordemos que la imagen de la PUCP se vio muy cuestionada en el caso de la CVR.
Así, la PUCP debe concentrar todos sus esfuerzos en mantener el liderazgo que hoy ostenta en lo académico y en la investigación, pero también debe destinar todas sus energías y recursos para ser más competitiva a escala internacional. En ese terreno aún falta mucho por recorrer.
Por otra parte, la crisis presente debe hacer que al interior de la universidad reflexionemos en el sentido de aceptar la discrepancia como algo absolutamente natural. Toda universidad es como un país, con diferentes sectores de pensamiento. Donde hoy gobiernan unos, es normal que mañana gobiernen otros, y como manda la democracia, se debe tolerar -y no satanizar- al que discrepa de uno.
Por último, en lo que atañe al aspecto eclesiástico, la PUCP no pertenece a ninguna orden religiosa. Cuando fue fundada por el R.P. Jorge Dintilhac (Sagrados Corazones), él siempre quiso que la Universidad Católica estuviese al servicio de toda la Iglesia y del Perú y no solo de su propia congregación. Me queda claro que hoy en día la Iglesia sigue pensando igual, por lo que “el piso está parejo“.
Imaginar una PUCP desvinculada de la Iglesia sería ajeno a su propia esencia. La PUCP podrá acordar con el Estado Vaticano una de las tantas formas de interrelación que existen con las universidades católicas de todo el mundo, garantizando su naturaleza eclesiástica y civil, así como su prestigio, y sin dejar de respetar -en armonía y confluencia recíproca- su autonomía e identidad.
Fuente: Diario El Comercio.
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