Un día antes de la asamblea, el nuevo nuncio apostólico, el estadounidense James Patrick Green, le anunció a Rubio en su despacho de Jesús María que, a pedido expreso del mismo Bertone, la Conferencia Episcopal nombraba como sus representantes a los tres obispos que finalmente asistieron.
Monseñor Cipriani se puso en contacto con Rubio cuando su hija falleció tras una penosa enfermedad, lo que coincidió exactamente con la elección de Piñeiro. “Me mandó una carta de condolencia y dijo que quería verme”, reveló el rector a CARETAS. “Fui a su casa en una visita completamente privada y tuvimos una conversación de media hora que no tuvo nada que ver con los conflictos sino con mi situación personal de duelo. Tengo que reconocer que el cardenal se portó muy bien personalmente conmigo, y un poco que se restableció un contacto que tal vez nunca se debió haber perdido”.
Cipriani y Rubio se volvieron a encontrar la semana pasada en el avión que los trajo de vuelta de Roma. Allí sí charlaron sobre la situación de la Universidad por alrededor de una hora.
Las circunstancias no han mellado el buen humor de Rubio. “Ya ve, si hubiéramos firmado los cambios no estaríamos conversando ahora”, le bromeó a Monseñor Panizza al entregarle de regalo un pequeño cofre de madera, luego de culminar las casi cinco horas de sesión extraordinaria del martes. Panizza es el secretario ejecutivo de la Conferencia Episcopal mientras que el obispo Del Río, integrante de los neocatecumenos, es su vicepresidente.
“Hay que ver cómo conversamos”, insiste Rubio. “Vamos a dialogar con la jerarquía de la Iglesia como ella considere para encontrar una fórmula de solución. Ellos dirán si es con el cardenal Cipriani, con el presidente de la Conferencia, con el nuncio, o con los tres juntos”.
“Negociar es hablar”, responde tras una larga pausa. “Yo no sé si va a haber un punto medio, aunque indudablemente hay una voluntad por encontrarlo. Voy a poner todo mi esfuerzo por llegar a él, dentro de los límites que me da la asamblea”.
Fuente: Revista CARETAS.
“No hay ninguna dificultad para que los estatutos puedan ser adecuados porque no van contra la Constitución Política del país ni contra la Ley General de Universidades o del ordenamiento legal vigente”, dijo Javier Del Río Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Peruana, en diálogo con RPP.
“En el marco del acuerdo internacional entre la Santa Sede y el Perú está la posibilidad de que la Iglesia Católica lleve instituciones educativas a distintos niveles, adecuándose a sus propias normas internas, que no son contradictorias con las del país”, agregó.
Comunicado de Prensa de la Santa Sede
“Su eminencia el Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado, ha recibido esta mañana al Doctor Marcial Rubio Correa, Rector de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
El Secretario de Estado ha hecho referencia al asiduo y generoso empeño con el que varios exponentes de la Universidad se dedican a la formación cualificada de los estudiantes, así como a la amplia gama de disciplinas que la PUCP ofrece a los jóvenes.
A continuación el Cardenal Bertone ha comunicado al Doctor Rubio Correa las conclusiones a las que ha llegado la Santa Sede después de un intenso diálogo y de numerosos encuentros llevados a cabo en el arco de muchos años entre el actual Gran Canciller, sus predecesores y la Universidad, como también durante la visita apostólica a la misma, realizada por el Cardenal Peter Erdö, Arzobispo de Esztergom-Budapest, los días del 5 al 11 de Diciembre de 2011.
Dichas conclusiones han tenido en cuenta, de manera particular, los resultados de la visita apostólica y la propuesta, presentada por el Rector al final de la misma.
El Eminentísimo Secretario de Estado ha notificado al rector Rubio Correa la petición de la Santa Sede de que los estatutos de la PUCP sean regularizados cuanto antes, adecuándolos a la constitución apostólica ‘Ex Corde Ecclesiae’ para el bien de la misma PUCP y de la Iglesia en Perú. Dada la importancia evidente de salvaguardar la identidad católica de la Universidad, el Eminentísimo Secretario de Estado ha pedido consiguientemente que las autoridades académicas competentes presenten, antes del próximo 8 de abril, domingo de Pascua, los estatutos con las enmiendas indicadas a la Universidad el 16 de Julio de 2011, para su aprobación.
Por último, el Eminentísimo Cardenal Bertone ha expresado su deseo de que la comunidad académica acoja cuanto señalado, de manera que la PUCP pueda realizar cada vez más su misión de ofrecer a las nuevas generaciones una sólida formación, enraizada en la fidelidad al Magisterio de la Iglesia, como garantía de la gran contribución que la Universidad está llamada a ofrecer al País”.
El Código de Derecho Canónico señala que ninguna universidad, aunque sea católica de hecho, podrá usar este título sin el consentimiento de la Iglesia. Con lo cual, es el Vaticano la autoridad única para nombrar a una casa de estudios como “católica”.
También se indica que las Conferencias Episcopales deben procurar que “con respeto de su autonomía científica” se investiguen y enseñen disciplinas “de acuerdo con la doctrina católica” en estas universidades.
Los profesores que dicten ahí deben “destacar” por la rectitud de su “doctrina e integridad de vida” y quienes no cumplan con ello deben ser “removidos de su cargo” por la “autoridad competente según los estatutos” de la casa estudios.
También se menciona que en las universidades católicas debe existir una cátedra de Teología, también para estudiantes laicos. Asimismo, deben impartirse clases en que se traten cuestiones teológicas en conexión con materias propias de las facultades. En ambos casos, los profesores deben contar con “mandato de la autoridad eclesiástica competente”. En la PUCP, existe un departamento de Teología y se dictan cursos sobre el tema en relación con otras disciplinas en estudios generales y en otras facultades.
El código también exige que en la universidad exista una parroquia para procurar una cura pastoral para los estudiantes. De hecho, en la PUCP hay una capilla y existe el Centro de Asesoría Pastoral Universitaria (CAPU), donde se realizan una serie de actividades extracurriculares sobre la fe católica.
La Secretaría de Estado del Vaticano convocó a Marcial Rubio Correa, Rector de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) con el propósito de comunicarle las decisiones tomadas tras la visita del enviado especial Cardenal Peter Erdö.
La información fue difundida por la Nunciatura Apostólica en el Perú, a través de un comunicado de prensa, en el que se recordó que la visita del representante papal fue para mediar en el conflicto entre el Arzobispado de Lima y las autoridades universitarias.
En aquella oportunidad, y tras la cita, el Rector de la PUCP calificó de positiva la reunión con Erdö y sostuvo que existía “disposición” para resolver el conflicto.
El Nuncio se reunió con el Cardenal Juan Luis Cipriani, quien manifestó que el Papa Benedicto XVI desea que haya mucha paz en el país y que pronto se resuelva este conflicto.
El Vaticano habría decidido darle a la Universidad Católica la oportunidad de adecuar sus estatutos a la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae. Caso contrario, se presume que mediante decreto papal, como el de 1942 –que la erigió como Pontificia– sería suprimido dicho título y el nombre de Católica.
La Vicerrectora de la PUCP, Pepi Patrón, indicó que todo lo que proponga El Vaticano será discutido como recomendaciones en la Asamblea Universitaria. En setiembre del año pasado, la Asamblea Universitaria se reunió y decidió rechazar el pedido hecho por la Santa Sede para modificar sus estatutos vigentes. El Rector Rubio Correa retornará a Lima para convocar a una asamblea universitaria extraordinaria e informar de la posición del Vaticano.
“El Papa ha dado ya su palabra y los católicos tienen que respetarla y acatarla. De lo contrario, el Secretario de Estado habrá informado al Rector cuáles pueden ser las consecuencias de no seguir la sugerencia”, señaló Fernán Altuve.
En tal sentido, el Vaticano podría disponer que la PUCP pierda los títulos de “Pontificia” y “Católica” porque la Iglesia “es dueña de su propio nombre”, dijo Altuve. En tal sentido, ante la eventual pérdida de los títulos, los bienes de José de la Riva Agüero -que permitieron la fundación de la PUCP- dejan de pertenecer a la casa de estudios, opina Altuve; y “revierten al Arzobispado de Lima”.
Ello porque se empieza a dar un uso al bien diferente al fin para el cual fueron donados.
Lo cierto es que la universidad continuaría cumpliendo con su labor educativa, en el mismo marco en que lo ha venido haciendo desde su nacimiento, a pesar de perder los títulos. Pero no se trataría de “educación católica”, fin para el cual se donaron los bienes, afirma Altuve.
“Si usted no es una universidad católica y no tiene el reconocimiento del Vaticano no puede usar eso para fines de educación católica. Entonces, usted tiene que devolver esos bienes (…) El tema es si la universidad da educación católica y es el Vaticano el que lo determina”, apuntó.
Fuente: Diarios El Comercio, La República y Perú21.
Dr. Marcial Rubio Correa entrevistado por Balo
Cuando uno acepta un cargo como el que has aceptado, ¿cuáles son los pensamientos inmediatos que te hacen decir sí o no?
A mí me llamó Valentín Paniagua el 24 de noviembre a las 3 de la tarde y me dijo: «Estoy pensando para ti como ministro de Educación, pero quiero decirte con toda franqueza que no eres el único, porque quisiera poner a una persona de provincias y si me dice que sí, la pongo, y a ti te pongo en otro ministerio, porque yo te conozco…» Yo le dije «Mira, Valentín -nos conocemos desde hace 31 años, somos bastante amigos-, yo en realidad no tengo ninguna aspiración, tú decide como quieras, yo te ayudo. Me acuerdo de que le dije, porque le dio risa: «si necesitas un chofer de confianza yo me voy a manejarte el carro, porque vale la pena; pero yo me siento cómodo en Educación, porque en los otros sitios veo que hay gente competente». Ya se voceaba a otras personas. Entonces me dijo: «déjame tu teléfono». Entonces le dí mi teléfono celular, que yo siempre lo tengo apagado, como a ti te consta; pero ese día lo tuve todo el día prendido. Hablé con el rector y le dije, «bueno, me han ofrecido esto, ¿qué hago?», porque yo tengo un cargo elegido en la Universidad que no debo dejar. Me dijo: «No, la situación del país es tan difícil que si te llaman, vas». En eso quedó la cosa. Al día siguiente era la juramentación. Llegó el mediodía, nadie me llamaba; me dije «habrá aceptado esta persona de provincia». Me senté ante el televisor a ver la juramentación. De repente a las 12:10 suena mi teléfono y me llama un primo hermano mío, primo hermano doble, además, que es diplomático; me dice: «Oye ¿qué haces en tu casa?» Y yo le respondo: «¿Cómo que qué hago en mi casa?, estoy en mi casa». Me dice: «estoy colaborando con el secretario general del Ministerio en la juramentación de los ministros y tengo aquí en mi mano la resolución de tu nombramiento como ministro de Educación». «Pero a mí nadie me ha dicho nada», le digo. Entonces me responde, «espérate un ratito». Y me pasa a don Javier Pérez de Cuéllar. «Marcial, cómo está usted, está usted de ministro, ¿dónde está usted?» «En La Molina; uy, en La Molina, ¿y cuánto le demora venirse?» Bueno, agarré mi carro, me puse la corbata caminando y salí en el carro. Tenía una custodia porque yo en ese momento era el representante de la sociedad civil en la Comisión del Servicio de Inteligencia Nacional. Ahí estaban los tenientes que me cuidaban. Nos subimos al carro mi mujer, mi hija -mi hijo estaba en otro sitio-, los dos tenientes y yo. Entonces, manejando, el teniente ya se comunicó a través de su sistema de Seguridad del Estado, y supimos que me iban a esperar. Yo estaba atorado a las 12 del día un sábado en la Javier Prado, tratando de llegar a Palacio de Gobierno. Entonces me dice: «Salga por Circunvalación, que allí lo va a esperar una camioneta». Salimos por Circunvalación, por Camacho y llegamos al peaje de la Circunvalación… y ahí había un camionetón con un capitán que dijo, «señor ministro, pase adelante». Y yo, como no estaba acostumbrado, miré a los costados, y después me dí cuenta de que el ministro era yo, que todavía no me había acostumbrado a que me dijeran ministro. Entonces le dí la llave del carro al teniente, me subí con mi mujer y mi hija a la camioneta y salimos a 160 kilómetros por hora, con dos motociclistas… y llegué a la juramentación. Me metí a la juramentación prácticamente haciéndome el nudo de la corbata. Allí juramenté y después del saludo se armó el despelote porque vino un montón de gente; los de seguridad nos metieron por una puerta a la parte de atrás de la oficina del presidente y de ahí subimos al segundo piso… y tuvimos un Consejo de Ministros que duró desde las 2 hasta las 10 de la noche, de donde salió un Comandante General, entró otro, se repuso a uno y bueno… En realidad, recién me dí cuenta de que era ministro cuando estuve sentado en ese Consejo de Ministros a las 3 de la tarde, y me dije: «¿qué diablos hago acá sentado?».
Fuente: Abelardo Sánchez León-Revista Quehacer DESCO.
Estado de Derecho, autoridad y autonomía
Por J. Eduardo Ponce Vivanco
Estas son las categorías conceptuales que deben presidir cualquier juicio sobre la situación de la PUCP y la controversia que está mellando su prestigio y tradición. El 19 de julio de 1980 el Perú y la Santa Sede suscribieron el tratado que actualmente rige sus relaciones y que, según la propia Constitución, prevalece sobre ella y la legislación nacional -como es el caso de todos los acuerdos internacionales. La frase inicial de su artículo primero estipula que “La Iglesia Católica en el Perú goza de plena *independencia* y autonomía”. Después de 17 cláusulas referentes a temas menos cruciales, el artículo XIX del mismo tratado dispone que “La Iglesia tiene plena libertad para establecer centros educacionales de todo nivel, de conformidad con la legislación nacional, en el ámbito de la educación particular”. Por su contenido y ubicación en el tratado, es evidente que esta alusión a la legislación nacional se refiere al cumplimiento de requisitos de orden administrativo pues, de no ser así, la norma específica estaría modificando el régimen general de “plena * independencia* y autonomía” que preside todo el acuerdo. Lo evidencia el mismo artículo XIX cuando precisa que para un acto de poca entidad como el “nombramiento civil de profesores de Religión Católica” se necesita que el Obispo respectivo los presente, y añade que el profesor se mantendrá en el cargo “mientras goce de la aprobación del Obispo”.
Más allá de la lógica con que fue negociado el acuerdo, su cumplimiento está sujeto a principios tan fundamentales como el respeto a los tratados y al Estado de Derecho, ambos garantizados por nuestra Constitución. Por ello es indispensable tener presente, también, que en el artículo sobre solución de controversias (XXI), el tratado establece que “Las eventuales diferencias que pudieran presentarse acerca del contenido del presente acuerdo u otros puntos que pudiesen darse se resolverán amistosamente entre las partes”.
Como los Estados no pueden tomar estas situaciones a la ligera y están obligados por las normas que rigen la responsabilidad internacional en caso de incumplimiento de la palabra empeñada entre ellos, la instancia jurisdiccional competente para resolver las controversias que no se superen por la negociación sería el arbitraje o el recurso a la Corte Internacional de Justicia.
El hecho de que el rector de la PUCP haya sido convocado por el Secretario de Estado del Vaticano y que la Santa Sede haya emitido un comunicado oficial “notificando” su posición a la universidad son claras manifestaciones de la autoridad del Papa y su determinación de ejercerla en base al acuerdo bilateral vigente con el Perú y a la normatividad que la Santa Sede aplica a las universidades católicas y pontificias. Dado el caso, el gobierno peruano no se podrá poner de costado porque es la contraparte del acuerdo bilateral (y en la actual coyuntura vecinal no podemos arriesgarnos a que se nos acuse de no respetar los tratados internacionales que hemos firmado).
Si las autonomías se definen necesariamente como facultades acotadas por su relación a una autoridad principal sustentada en normas jurídicas obligatorias, es lícito comparar el caso de la PUCP con el del gobierno regional de Cajamarca u otros que interpretan sus autonomías relativas hasta el extremo de desconocer la autoridad del gobierno central.
Como exalumno de la PUCP, hago votos para que la bonhomía, la inteligencia y la autoridad del doctor Rubio prevalezcan sobre las actitudes personales y políticas que animan a sus asesores jurídicos y a la presidenta de la FEPUC. Deberían revisar la página web de la universidad y releer el documento “Espíritu Católico” que incluye. Fue escrito por el exrector laico Guzmán Barrón, expresando una profesión de fe vibrante y respetuosa.
Su lectura sería especialmente útil a la lideresa estudiantil, cuya actitud no parece muy prometedora para dialogar con un Cardenal al que trata de “señor Cipriani” (o con SS al Papa, a quien seguramente se dirigiría como “señor Ratzinger”).
PUCP en el corazón de la Iglesia
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