Los misterios de Norah
Por Miguel Gutiérrez y Elías Navarro (Ayacucho)- Diario La República
Años después de la misteriosa muerte de Augusta La Torre Carrasco, la primera esposa de Abimael Guzmán, fundadora y dirigente de Sendero Luminoso, salen a la luz nuevos pasajes de su vida antes de su matrimonio con el hombre que concibió y condujo una guerra que causó miles de muertos en el Perú. La Torre conoció a Guzmán por intermedio de su padre, quien también era comunista. Cuando vio por primera vez al profesor Guzmán, esta hermosa huamanguina apenas tenía 16 años y era una aplicada estudiante de religión. Dos años después se casaron…
El tres de febrero de 1964, Carlos La Torre Córdova y Delia Carrasco Galdós celebraban un especial acontecimiento en su casa del jirón Tres Máscaras Nº 312, a pocos metros de la plaza de Armas de Huamanga. Su hija menor, Augusta La Torre Carrasco, se unía en matrimonio con el catedrático Abimael Guzmán Reinoso. Ignoraban todos los presentes que la unión con ese desconocido profesor de filosofía conduciría a su esposa a una muerte cuyas causas todavía se mantienen en el misterio.
Desde el inicio de la guerra, el 17 de mayo de 1980, hasta poco antes de su fallecimiento, el 14 de noviembre de1988, Augusta La Torre, su marido Abimael Guzmán, y Elena Iparraguirre Revoredo, los tres únicos miembros del Comité Permanente de Sendero Luminoso, fueron los responsables de cientos de directivas que costaron la vida de millares de civiles y de miembros de las fuerzas armadas y policiales.
Sin embargo, a muchos consultados que conocieron a La Torre antes de ingresar en la clandestinidad absoluta, les cuesta creer que ella pudo haber participado en la dirección de aquella descomunal ola de violencia.
Augusta La Torre nació en Huanta en 1946. Sus padres fueron Carlos La Torre Córdova, un reconocido ex militante del Partido Comunista Peruano, y Delia Carrasco Galdós, una profesora de educación primaria. Augusta era la tercera de cuatro hermanos: Carlos, Boris y Gisela. Estudió la primaria y secundaria en el colegio de monjas María Auxiliadora de Huanta. En 1962 se mudó con sus padres a Huamanga para estudiar en la Escuela Normal de Mujeres de Ayacucho, un centro de enseñanza bajo las normas de un internado y al que sólo accedían las jovencitas de familias con dinero o que tenían un excelente nivel académico. Augusta alcanzó el cuarto puesto en el examen de ingreso, lo que le dio derecho a gozar de una beca. De otro modo los magros ingresos de sus padres habrían sido insuficientes para pagarle la escuela.
Sus amigas que compartieron con ella un dormitorio en la Escuela Normal la recuerdan por su aspecto físico y su sencillez. “Lo que llamaba la atención de Augustita era su particular belleza. Sus ojos eran preciosos. Era una chica introvertida, pero muy buena e inteligente”, relató una ex compañera que no solamente compartió la misma aula sino también las silenciosas noches en el dormitorio colectivo.
Las jóvenes se preocupaban por verse bonitas y a la moda. A Augusta La Torre, por el contrario, no parecía importarle el maquillaje o resaltar su belleza. “Calzaba 38. Era una chica zapatona”, dijo otra amiga íntima, muy ocurrente, por cierto.
CAMBIO RADICAL
En la exigente Escuela Normal la máxima nota era 15 y la desaprobatoria un 11. Augusta la Torre obtuvo el más alto promedio al final del año y, curiosamente, la asignatura en la que obtuvo la mejor calificación fue Religión.
Sin embargo, no pasó más de un año en la Escuela Normal de Huamanga. Un mediodía de marzo de 1963, días previos al inicio de su segundo año en la escuela, una de sus buenas amigas se encontró con Augusta a pocas cuadras del centro de enseñanza. Su aspecto físico estaba cambiado un poco. Había subido de peso.
“Nos abrazamos y besamos con mucha alegría. Le pregunté si ya se había matriculado. Me dijo que no continuaría con nosotras en la Normal. Se había inscrito en el departamento de Educación de la Universidad San Cristóbal de Huamanga”, contó la amiga. Nunca le preguntó si fueron sus padres o ella quien tomó esa decisión y por qué, pero recordó bien que aquella vez “Augustita” le mencionó a quien dos años después se convertiría en su esposo. “Fue entonces que me habló por primera vez de Abimael Guzmán y su proyecto de matrimonio con el catedrático”, dijo. Eso lo decía todo.
Para sus amigas de la Normal es posible que Augusta lo conociera desde que asistía a las charlas académicas y culturales organizadas por la Universidad San Cristóbal de Huamanga. El centro de estudios había reabierto sus puertas en 1959 luego de casi 100 años de cierre. Las nuevas autoridades tenían serias intenciones de convertirla en un faro intelectual del sur andino y por tal motivo buscaron atraer a lo más destacado de la docencia universitaria del país.
Los primeros encuentros de Augusta La Torre con Abimael Guzmán se remontan a 1962, cuando ella estaba en el internado. Su padre Carlos La Torre mantenía una estrecha amistad con quien sería su profesor en la universidad. Pese a sus iniciales diferencias en la línea ideológica (La Torre defendía una facción comunista liderada por Moscú, mientras que Guzmán era totalmente entregado al pensamiento de Mao), ambos departieron varios fines de semana en tertulias en las que también participaba Augusta La Torre.
Es difícil determinar con precisión si lo que atrajo más a Augusta La Torre fue el trato afectuoso o el lado intelectual de Guzmán. Quienes la conocieron señalan que hubo cierta devoción entre el profesor y la alumna para que ambos decidieran unir sus vidas dos años después del primer encuentro. En el matrimonio de la pareja estuvieron presentes los padres, los tres hermanos y los testigos Delia Cabrera Carrasco y Hugo Carrera Carrasco, quienes eran los propietarios de la casa de Tres Máscaras. Después del casamiento, la Augustita que todos recuerdan quedó atrás, e ingresó en una espiral política de la cual nunca salió.
Eran los años sesenta y la ciudad de Ayacucho vivía un ambiente político extraordinario. La universidad estaba politizada. Fue en medio de esa situación agitada y bajo la influencia de Guzmán que Augusta asumió posiciones políticas que cambiarían poco a poco su apacible vida de muchacha provinciana. “Fue una chica inteligente con mucho ánimo de hacer cosas, aunque era muy reservada. Siendo su familia muy politizada, no me extraña que ella haya asumido posiciones ideológicas radicales”, afirma el arqueólogo Luis Guillermo Lumbreras, quien le enseñó en Huamanga. El poeta Antonio Cisneros, quien también trabajó en la universidad como asistente, empieza a recordarla: “Todos asumían una posición de izquierda. Lo más audaz y llamativo habría sido ser de derecha”, refiere: “Augusta La Torre era una muchacha bonita, no estoy muy seguro si intelectualmente destacable”.
ROJO AMANECER
El profesor Guzmán tuvo un papel activo en la transformación de Augusta. La convirtió en dirigenta del Movimiento Femenino Popular (MFP), un órgano de la facción maoísta del Partido Comunista Peruano. Más tarde, ella partió con Guzmán a China a recibir instrucción política y militar. Como dijo Abimael en algún momento, con Augusta organizaron Sendero Luminoso al mismo tiempo que su vida marital.
Manuel Fajardo Cravera, abogado de Abimael Guzmán y vecino y amigo de Augusta La Torre, recordó que al regresar de China la pareja intervino en las movilizaciones políticas de Huamanga. “En las nutridas asambleas de los estudiantes, en su mayoría hombres, sobresalía Augusta. Ella mostraba mucha serenidad y aplomo en momentos como aquellos“, dijo. La investigadora norteamericana Robin Kirk en su libro “Las mujeres de Sendero Luminoso” analizó la relación de La Torre con Guzmán: “Si Abimael hubiera sido médico, ella habría sido su enfermera; si se hubiera dedicado a los negocios, le habría llevado las cuentas. Como era comunista, se convirtió en camarada, seguidora y fiel discípula”.
Pero Augusta La Torre no solamente fue una seguidora. Ella terminó convertida en la fundadora y conductora de Sendero Luminoso. Guzmán ha reconocido en la “entrevista del siglo” y ante la Comisión de la Verdad que la dirección central senderista estuvo compuesta por él, Augusta La Torre y Elena Iparraguirre. Guzmán admitió que dicha dirección decidió y planificó la acción militar de la organización. Y fue esa “dirección de a tres” la que ordenó la masacre de 67 personas, hombres, mujeres y niños, en el poblado de Lucanamarca, en venganza por haber dado muerte a una columna senderista liderada por Olegario Curitomay. A quienes conocieron a Augusta La Torre les resulta difícil creer que ella dictó semejante orden.
LA MUERTE PASA FACTURA
En 1991, la policía antiterrorista halló un revelador video. Las imágenes mostraban el cuerpo de una mujer envuelto en una banderola roja con la hoz y el martillo. El cadáver velado por Guzmán y otros dirigentes correspondía a Augusta. Policías y senderistas están de acuerdo en que su muerte se produjo el 14 de noviembre de 1988. En el video Guzmán pronuncia unas palabras mientras contempla a su difunta esposa y levanta el puño derecho golpeando el aire con fuerza. “Ella fue capaz de aniquilar su propia vida para no levantar la mano contra el partido. Ella, en su lamentable confusión, en su enfermedad nerviosa, prefirió aniquilarse antes de golpear al partido“. Guzmán se refería claramente a un suicidio.
Al descubrirse documentos internos de la organización terrorista, se halló un acta de marzo de 1989 que consignaba que durante la realización de la tercera sesión del primer congreso los dirigentes aprobaron, a pedido de Guzmán, que La Torre fuera considerada “heroína de la revolución”. La directiva se cumplió. Repentinamente, aparecieron cánticos y consignas escritas en paredes de universidades y prisiones presentando a la “camarada Norah”, como se hacía llamar Augusta La Torre, como el símbolo de “heroicidad” senderista.
Nadie, sin embargo, supo al interior del partido las causas reales de la muerte de La Torre. Su cuerpo fue colocado en un ataúd y enterrado en el jardín interior de una casa en Comas. Un año después, la desenterraron y trasladaron a un lugar desconocido. Los documentos senderistas incautados y la posterior declaración de Óscar Ramírez Durand (a) “Feliciano” indican que las interrogantes también se sembraron en la dirigencia senderista, al punto que un grupo promovió la formación de una comisión para investigar el fallecimiento de “Norah”. Pero nadie se animó a formar parte de la iniciativa.
Carlos Tapia, antiguo dirigente de la izquierda legal y experto en temas de subversión, dice estar de acuerdo con la opinión del coronel PNP(r) Benedicto Jiménez, uno de los hombres que organizaron la captura de Guzmán. Jiménez asegura que La Torre se dejó morir por una enfermedad: “Augusta sufría una enfermedad renal y definitivamente ella necesitaba salir de la clandestinidad para ser tratada, pero eso ponía en peligro a toda la dirección senderista. Habría decidido entonces seguir en la clandestinidad”, afirma Tapia.
En su libro “El megajuicio de Sendero”, Óscar Ramírez relata que a fines de noviembre de 1988 fue convocado a Lima por la dirección del partido para que ocupara el puesto vacío dejado por Augusta La Torre. Guzmán e Iparraguirre, según “Feliciano”, le dijeron inicialmente que “Norah” se había suicidado ahorcándose con una soga. Feliciano no les creyó. Para él “Norah” pudo haber sido asesinada por varias razones. La primera, porque ella no estuvo de acuerdo con la militarización y el aniquilamiento de campesinos, calificados como “mesnadas” por Guzmán. Una segunda razón tiene que ver con el triángulo amoroso que se formó en la dirección senderista con Guzmán, La Torre e Iparraguirre. En todo caso, es sólo una versión que ahonda más el misterio de su muerte y que se mantendrá hasta que Guzmán y Elena Iparraguirre decidan finalmente contar lo que pasó realmente veinte años atrás.
“MAS CHÚCARA QUE UN VENADO”
Poco antes de que Augusta La Torre Carrasco conociera a Abimael Guzmán tuvo un novio adolescente, recuerda una de sus amigas de la infancia en Huanta. Probablemente el único anterior a Guzmán. “El río Cachi dividía la hacienda Iribamba de la familia La Torre de la hacienda Santa Rosa, donde vivía el joven. Recuerdo que todas las mañanas él pasaba a caballo frente a la hacienda y que el tío de Augusta siempre le pedía quedarse un rato para almorzar o tomarse un té. Fue así que se conocieron”, relató a La República la amiga de La Torre.
Contó que Augusta le confió que una vez su madre, doña Delia, la reprendió al descubrir la relación. Es que el chico venía a ser tío de Augusta. “Su mamá no quería que saliera con él. Pero ella le dijo: ‘Mamá, me invita al cine, me invita a tomar café’. Su madre le advirtió: ‘Él no es tu primo, él es tu tío. Eres una jarjacha (incestuosa)’.
Ubicamos al antiguo enamorado, pero prefirió mantenerse en el anonimato. “Augustita era más chúcara que un venado. No usaba pantalones, solo faldita. No usaba zapatos sino chaplas, pero ella era linda, ingenua y buena persona hasta que se topó con Abimael Guzmán“, dijo el ex novio.
Relató que se molestó al enterarse del matrimonio de Abimael Guzmán con Augusta porque no lo invitaron. “Él era un tipo que andaba siempre con un libro en el sobaco y se vestía con un saco que le quedaba todo el tiempo muy grande. Era un personaje pintoresco. No puedo creer que se trata de la misma persona que hizo todo lo que hizo”, expresó.
Elena Iparraguirre
José Luis Pérez Guadalupe, jefe del INPE, confirmó la visita conyugal que hizo Elena Iparraguirre a su esposo Abimael Guzmán el pasado 21 de diciembre del 2011.
La pareja que contrajo matrimonio en agosto del 2010 por la vía civil, pasó un día entero junta al interior de la celda donde purga cadena perpetua el “camarada Gonzalo” en el Centro de Reclusión de Máxima Seguridad de la Base Naval del Callao (CEREC).
Iparraguirre, de 63 años, y Guzmán, de 75, no habían tenido una “luna de miel”, por lo que recién a fines del año pasado, lograron consumar su unión tras la nupcias.
Más allá del encuentro conyugal, ambos cabecillas de Sendero Luminoso (SL) pudieron hablar largo y tendido sobre la situación que enfrenta el movimiento que lideran y sobre la denominada “deposición de armas” y “amnistía general” solicitada por el camarada Artemio.
Guzmán estaba dispuesto a aceptar la amnistía general, pero a deponer las armas solo cuando se concrete la libertad de los camaradas. Sin embargo, la camarada Miriam se mostró en contra de la propuesta de Artemio, a quien considera un traidor a la ideología del “pensamiento Gonzalo”.
Fuente: RPP Noticias.
Misteriosa muerte de Augusta La Torre
¿Asesinaron a “Norah” con cianuro como sostienen quienes investigaron su deceso?
ELLA SE HABÍA CONVERTIDO EN UNA AMENAZA AL LIDERAZGO DE ABIMAEL GUZMÁN
Por CÉSAR REÁTEGUI- Diario Expreso.
Nunca se sabrá a qué se debió la muerte de Augusta La Torre “Norah” porque Abimael Guzmán y su siniestra cúpula se encargaron de desaparecer el cadáver y así facilitar que el cabecilla de la banda maoísta pudiera casarse con Elena Iparraguirre Revoredo (a) “Miriam”.
A continuación una serie de hechos poco conocidos sobre la extraña desaparición de la mujer que en la década de los 70 fue la activista de mayor arraigo y que impulsó el denominado “Movimiento de Iniciación de la Lucha Armada (ILA)”, que dio origen a Sendero Luminoso, la organización terrorista más sanguinaria del siglo XX.
Son diversos los testimonios que revelan que Augusta La Torre fue ejecutada por orden de Abimael Guzmán en complicidad con Elena Iparraguirre, quien en aquel entonces era su amante.
La principal razón –conforme a declaraciones de senderistas interrogados en marzo de 1992 en el Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE)- indica que se debió a que “Norah” le estaba restando liderazgo al cabecilla de Sendero Luminoso.
No es cierto entonces lo que dijo Guzmán en la “Entrevista del Siglo” que publicó “El Diario”, que la matanza de Lucanamarca se debió a una decisión de la dirección central de SL que planificó la acción. Dicho estamento estaba compuesto por Abimael Guzmán, “Norah” y “Miriam”.
Quienes conocieron a “Norah” aseguran que ella jamás estuvo de acuerdo con la siniestra matanza que arrasó con todo un pueblo incluyendo a los recién nacidos.
La masacre en mención suscitó largas y acaloradas discusiones entre Abimael y Augusta La Torre quien fustigó con dureza a su esposo. Además, ella tenía discrepancias en torno al concepto que utilizaba Guzmán Reynoso para definir lo que se consideraba como “la dictadura del proletariado”, según reveló Tito Valle Travesaño.
Otro de los puntos de controversia en la pareja giraba en torno a la interpretación de la obra “El Leninismo”, de José Stalin. Los aspectos de cómo dirigir y mantener la conducción de Sendero Luminoso daban lugar a tertulias cuyo final era siempre incómodo para ambos cabecillas, según revelaron terroristas arrepentidos cuando fueron interrogados.
A criterio del exjefe del SIE, coronel del Ejército Peruano en situación de retiro Alberto Pinto Cárdenas, Abimael Guzmán- henchido de vanidad- abusaba de la retórica; pero el “cerebro” era Augusta La Torre.
Posiblemente, como lo sostienen numerosos analistas, al ver que el control de su organización criminal se le escapaba de las manos, Abimael se habría coludido con “Miriam” para sacar del camino a quien amenazaba arrebatarle el liderazgo.
“Norah consideraba que los militantes no podían continuar entregándose incondicionalmente a tareas, disciplinas y estrategias por la sola orden del presidente Gonzalo cuyas tácticas operacionales no siempre eran las más adecuadas”, advirtieron senderistas arrepentidos cuyos testimonios forman parte de los archivos del SIE.
EL VIDEO
El 31 de enero de 1991 agentes de la Dirección contra el Terrorismo (Dircote) encontraron un revelador video al incursionar en un inmueble de la avenida Buena Vista en Chacarilla del Estanque, lugar donde durante largo tiempo se ocultó Guzmán.
Las imágenes mostraban a una mujer cubierta con una banderola roja con la hoz y el martillo. El cadáver de Augusta La Torre era velado por el llamado “presidente Gonzalo” y su cúpula.
En un momento, el genocida contempla a su difunta esposa, alza el puño derecho y exclama: “ella fue capaz de aniquilar su propia vida para no levantar la mano contra el Partido. Ella, en su lamentable confusión, en su enfermedad nerviosa, prefirió aniquilarse antes de golpear al Partido”. Con esas palabras deslizó la posibilidad del suicidio; pero quienes la conocieron afirman que era una mujer muy segura de sí misma.
Por su parte, Óscar Ramírez Durán (a) “Feliciano” en su libro “El Mega juicio de Sendero”, narra que a fines de noviembre de 1988 fue citado a Lima por Guzmán para remplazar en el cargo a “Norah”.
Cuenta que le dijeron que ella se había suicidado ahorcándose con una soga y que no les creyó. Para él, Augusta la Torre pudo ser asesinada por dos motivos: primero, porque no estuvo de acuerdo con la militarización y el aniquilamiento de campesinos a los que Abimael despectivamente tildaba de “mesnadas”; y por el triángulo amoroso que propició “Miriam” en el seno de la dirección senderista.
¿CUÁNDO MURIÓ?
Nadie sabe a ciencia cierta cuándo murió “Norah”. Para Benedicto Jiménez, exjefe del Grupo Especial de Inteligencia (GIN), habría fallecido el 14 de noviembre de 1988. De otro lado, versiones dadas al SIE por terroristas arrepentidos en abril de 1992, revelan que su deceso se produjo durante el primer congreso de Sendero Luminoso en febrero de 1988.
“Norah” falleció en circunstancias en que se elaboraba el documento denominado “Programa General de la Revolución Democrática” que consideraba la destrucción de las estructuras del Estado y del sector productivo; así como la confiscación de propiedades privadas y el apoyo a grupos terroristas en otros países.
Documentos senderistas incautados y la confesión de “Feliciano” confirman que la extraña muerte de “Norah” dio lugar a que un grupo de subversivos, encabezados por Elvia Nila Zanabria Pacheco (a) “Juana”, exigieran la formación de una comisión investigadora para indagar sobre el hecho.
Guzmán no se negó pero cuando su amante pidió los nombres de quienes la integrarían nadie se atrevió a conformarla. Inmediatamente “Miriam” obligó a los miembros del comité central a que realicen un manifiesto por escrito censurando a los dirigentes que apoyaron la iniciativa de “Juana” y dando lugar a una crisis partidaria.
Zanabria Pacheco fue castigada por haber tenido el atrevimiento y descaro de solicitar que se interceda ante la cúpula del Partido para que se forme la frustrada comisión. Ello le costó una severa llamada de atención y la suspensión de su estatus de “líder comunista” por seis meses hasta que “rectifique su insolencia”.
Luego, le exigieron firmar una carta de sujeción comprometiéndose a no tocar jamás el tema, de lo contrario, sería sometida a un juicio popular.
Meses después, en agosto de 1989, Abimael Guzmán envió una carta a Suecia donde vivía su suegro, Carlos La Torre Cárdenas, en la que escribió: “todo lo referente a nuestra inolvidable camarada Norah, se ha tratado en la última sesión de trabajo y al más alto nivel de la dirección por razones políticas y de secreto partidario”.
¿ENVENENADA?
En más de una oportunidad “Juana” le había dicho a sus más cercanos “camaradas” que por las noches una solícita “Miriam” la hacía tomar a “Norah” unas cápsulas oscuras que, a criterio de los peritos de la policía, podrían haber contenido ácido cianhídrico (que se extrae fácilmente de las almendras) y es uno de los componentes del cianuro.
Carlos Tapia García, quien fuera cercano a Augusta La Torre, reveló en una ocasión que ella sufría de una afección renal que requería de un tratamiento especializado; pero estando en la clandestinidad, era imposible que se someta al mismo.
Los analistas presumen que fue envenenada haciéndole creer que, con las mencionadas cápsulas superaría del mal que padecía. Por información de efectivos de la Dircote se sabe que inicialmente su cuerpo fue enterrado en el jardín interior de una vivienda ubicada en Comas.
Pero cuando llegaron los agentes a buscarlo se descubrió que había sido trasladado a un lugar hasta ahora desconocido.
En su desesperación por casarse con Elena Iparraguirre, el genocida más cruel de los últimos tiempos enfrentó una muralla. Legalmente seguía casado con Augusta La Torre desde el 3 de febrero de 1964 y no poseía la partida de defunción que acreditase que era viudo.
No obstante nadie sabe con qué leguleyada consiguió que Oswaldo Espinoza López, titular del 32 Juzgado Civil, le diera un fallo favorable que le permitió contraer segundas nupcias.
El juez Espinoza dictaminó el 23 de julio del 2009 y, como nadie apeló a la instancia superior para que revoque la resolución, fue declarada consentida el 3 de septiembre del mismo año.
“¿Cómo puede el juez declarar muerta a Augusta La Torre si no tiene el cuerpo ni sabe dónde está?” se preguntó Carlos Tapia. “Para declararla muerta, Abimael Guzmán debió decir dónde están los restos. Tenía que hacerlo para que el juez la formalice legalmente como muerta y luego tener el derecho de casarse con Elena Iparraguirre”, agregó.
Le saludamos desde el documental “Sucedió en el Perú” producido y emitido por TV Perú-Canal 7. El presente es para informarles que estamos en la producción de un programa sin fines de lucro que trata sobre la época del terrorismo en el Perú. Este proyecto tiene por nombre “Violencia política y movimientos terroristas” y en cuyo guion se hace referencia a Augusta La Torre. Para esta parte, requerimos una foto que hallamos en su web. Por este medio, le solicitamos la respectiva autorización para incluir la siguiente imagen en el programa:
– http://blog.pucp.edu.pe/blog/victornomberto/2012/01/15/augusta-la-torre-carrasco/
A cambio por su colaboración, emitiremos el agradecimiento respectivo en los créditos finales del programa a su institución. Esperamos contar con su apoyo.