CONTURBADOS TIEMPOS
Víctor Raúl ante la “batalla cultural”
A 129 años de su nacimiento
“A 129 años de su nacimiento, Víctor Raúl nos diría que perseveremos en nuestras utopías sociales y que el debate político democrático no debe entenderse como una guerra, sino como la suma de voluntades en beneficio de la persona humana y de la sociedad, garantizados por los derechos fundamentales”
La teoría del Espacio Tiempo Histórico no propone que cada cosa tiene su tiempo. Este es el simplismo chato del que ignora o no ha leído estos importantes ensayos de Víctor Raúl Haya de la Torre, publicados en 1948. Espacio Tiempo Histórico apela a la teoría física de la relatividad de Albert Einstein para explicar los sucesos históricos. Propone que dos espacios geográficos diferentes, como podrían serlo Europa y América Latina, en un mismo tiempo, se encuentran en estadios de desarrollo disímiles, de allí que, a la luz de dicho desarrollo, se ubiquen también en tiempos distintos.
Para Haya, y también para José Carlos Mariátegui, en el Perú, y en Latinoamérica, se combinaban, en simultáneo, modos de producción que, de acuerdo con la teoría de Marx, debían ser correlativos en la historia. Primero el feudalismo, después el capitalismo mercantil, después el capitalismo industrial, el socialismo y el comunismo. Según Víctor Raúl, a nuestra región el capitalismo llega bajo la forma de imperialismo, entonces se suma un elemento más a la coexistencia de tiempos históricos. Así veía Haya la realidad. El fundador del APRA observaba diferentes dimensiones del tiempo y del espacio, en ciertos casos separadas unas de otras, y en otras confundidas, juntas, apretujadas.
De estos desarrollos surge el Haya relativista. En realidad, el relativismo constituyó una de entre varias corrientes filosóficas antipositivistas que emergieron a finales del siglo XIX; cuyo debate, en la Europa occidental y sus zonas de influencias, se extendió hasta la década de 1920. Mariátegui fue un activo participante de este debate, bajo sus coordenadas “italianas” como las de Antonio Gramsci, Benito Croce, Antonio Labriola, y, la del francés, George Sorel. En esta coyuntura intelectual, Haya se mantuvo más cercano a las ideas originales marxistas del propio Marx, de Engels y de Lenin, aunque siempre aplicadas a un esfuerzo de interpretación de la realidad de América Latina.
¿Pero qué pasa con las ideas de Haya de la Torre hoy? Estos conturbados tiempos fue una expresión que Víctor Raúl utilizó en su discurso de instalación de la Asamblea Constituyente el 28 de julio de 1978, que representa también su testamento político. Entonces Haya se presentó como un aprista doctrinal en fecundo diálogo con posiciones socialdemócratas. Por ello habló de los derechos fundamentales, políticos, sociales, de la mujer, así como se reafirmó en su creencia devota en la democracia que debía comprenderse como un ágora en la que las fuerzas políticas, cuya finalidad debería ser el bien común, deliberan y se allanan a realizar concesiones recíprocas para llegar a acuerdos en beneficio de la sociedad.
El día de hoy, tanto a la derecha como a la izquierda, se habla de una batalla cultural. La académica y activista feminista española Clara Serra Sánchez acaba de manifestarse en contra del punitivismo, esto es intentar resolver la violencia contra la mujer a través de la abdicación a derechos fundamentales y el aumento de las penalidades para así fortalecer la lucha contra este flagelo. La destacada filósofa sostiene que la abdicación de derechos fundamentales y el punitivismo feminista no generan las condiciones ideales para ofrecer una respuesta política a posturas “reaccionarias” que se abren paso a la derecha. Por el contrario, la limitación de derechos debilita el sentido común que tendría que oponerse a las extremas derechas cuando asumen posturas similares. Esto es, cuando proponen la disminución o cancelación sin más de otros derechos que también son fundamentales como los que propugnan actualmente los colectivos LGTBIQ. Para Serra Sánchez, que no es ajena a la batalla cultural, esta se gana finalmente a través del diálogo y de la educación para así generar un nuevo sentido común pero uno en el que los hombres también puedan sentirse incluidos.
El debate sobre la batalla cultural no se agota en las declaraciones de Serra. Nosotros pensamos que existen posiciones extremistas a ambos lados del espectro político. Sin embargo, lo que sus palabras dejan claro es que la base sobre la cual debe librarse la batalla cultural, que, también puede traducirse como una lucha entre cosmovisiones del mundo que siempre ha existido, es el marco de la democracia y los derechos fundamentales. Es aquí donde la figura y legado de Haya de la Torre cobran mayor relevancia. Tras un vertiginoso inicio en que el joven trujillano participa en la conquista de las 8 horas de trabajo, en la lucha en 1923 en contra de la Consagración del Perú al Sagrado Corazón de Jesús, en la que parte a su primer exilio en el que escribe, en 1928, la propuesta más orgánica, completa y fecunda de un modelo socioeconómico y político marxista para América Latina (El Antimperialismo y el APRA, 1928); en 1931, Víctor Raúl finalmente adopta las banderas de la socialdemocracia sin por ello renunciar a la originalidad de la doctrina aprista pensada y germinada desde y para la realidad de América Latina.
De allí en adelante, con mil avatares propios de una trayectoria de sesenta años en la que fue querido y odiado pero nunca olvidado, su búsqueda de la transformación de la sociedad se conduce a través de la lucha por la consolidación de un marco democrático y constitucional que consagre los derechos fundamentales. Este se cristaliza en la Carta Magna de 1979. Sin embargo, los tiempos que advendrían tras su muerte serían aciagos y en 1992 volveríamos a perder la democracia que, en Haya, representó legado y búsqueda infatigable.
Víctor Raúl Haya de la Torre era un hombre que creía en el cambio, y creía en este desde la teoría y la filosofía. Alguna vez señaló que las luchas del presente no tendrán ningún sentido cien años más tarde. Por ello, la doctrina política que legó es permeable a los obligados ajustes que traen consigo los nuevos paradigmas que establece el tiempo sin pedirle permiso a nadie.
Hoy libramos una batalla cultural que tiende a hacernos olvidar que vivimos en un país y en una región en los que la pobreza y el desarrollo siguen siendo utopías por cumplir, 200 años después de nuestras emancipaciones. A 129 años de su nacimiento, Víctor Raúl nos diría que perseveremos en esas utopías y que el debate político democrático no debe entenderse como una guerra, sino como la suma de voluntades en beneficio de la persona humana y de la sociedad, garantizados por derechos fundamentales que a él, y a sus seguidores, les fueron negados motivo por el cuál vivieron décadas de clandestinidad y de persecución.
Conversen, transijan, establezcan recíprocas concesiones en virtud del bien común, no abdiquen jamás de los derechos fundamentales. Hay una sociedad que no está del todo con nosotros y tampoco con ellos y lo estará menos si transformamos el debate en guerra.
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