Archivo por meses: noviembre 2013

Bachelet y el fallo de La Haya

 

Bachelet y el fallo de la Haya

Daniel Parodi Revoredo

 

 Las presidenciales y congresales chilenas de ayer me inspiran varios comentarios. El primeo es el nivel de sus políticos; escuché las impresiones de los “cuatro grandes” tras conocer los resultados y me admiró la claridad con que cada uno manejaba dos elementos fundamentales en estas lides: discurso programático-ideológico y estrategia. Modélico para quienes no nos resignamos a aceptar los come-pollos, roba-luces y sabe Dios qué otra rara especie de nuestra fauna política nacional.    

Tiene ante sí una gran responsabilidad

También llama la atención el sistema binominal de elección parlamentaria que, mientras se trasmitía el proceso, fue un telón de fondo que lucía mucho más tras la narración de los periodistas que en las bambalinas de los candidatos. Así pues, Chile se divide en distritos electorales binominales que eligen dos parlamentarios cada uno.

Más allá de esta curiosa lógica, la mayor crítica al sistema electoral chileno es que impide la representación de una pluralidad de actores políticos. Más bien, lo que se promueve es la consolidación de sólo dos grandes partidos o alianzas. De hecho, aunque alrededor del 30% del electorado no votó ni por la Concertación, ni por la Alianza (primera y segunda fuerzas electorales), ese porcentaje no se ve, ni de lejos, representado en el nuevo parlamento. Al contrario, casi todos los congresistas pertenecen o a la Concertación o a la Alianza. Así pues, en el parlamento chileno un independiente es casi un error estadístico.

“Queremos que nuestra democracia sea más democrática” dijo Parisi –candidato que quedó en cuarto lugar con algo más del 10% de los votos- reflejando su descontento con el sistema vigente. Sin embargo, visto el tema desde este barrio, no puedo menos que colegir que la naturaleza “aglutinante” del sistema electoral chileno tiene bastante que ver con la solidez de su política y con la calidad de sus cuadros políticos, los que llegan a candidatear  sólo si son seleccionados en internas muy competitivas.

Para lo que nos toca, el tema es que ganó Michelle Bachelet y que, tras escuchar las declaraciones de Henríquez-Ominami y Franco Parisi (entre ambos más de 20% de los votos), sólo un milagro podrá evitar el triunfo de la candidata centro-izquierdista pues ambos dejaron muy claro que con Evelyn Matthei no van ni a la esquina. ¿Nos conviene Bachelet de cara al acatamiento chileno del fallo de La Haya? Tengo ganas de aventurarme a decir que no porque con Sebastián Piñera y Alfredo Moreno nuestras relaciones con Chile alcanzaron picos de cordialidad insospechados y porque dicho vínculo en tiempos de Michelle Bachelet, Alejandro Foxley y Mariano Fernández se caracterizó por la tirantez.

Sin embargo, tengo también la convicción de que son otros tiempos y de que no se puede desandar tan fácilmente lo andado. La Bachelet de 2008 tuvo que explicarle a su país que el Perú lo demandaba ante la Haya y manejar el tema ante su opinión pública. La Bachelet de 2014 es la Presidenta que tiene que consolidar el futuro de la relación bilateral, y que tiene la responsabilidad de hacer honor a la autopercepción de la sociedad chilena que se ve a sí misma como un país ordenado y  respetuoso del derecho internacional. Todas estas ideas pueden parecernos discutibles a nosotros, pero es parte constitutiva del imaginario que el vecino proyecta sobre sí mismo.  Y pesará llegado el momento.

Luego está el trabajo binacional –de los gobiernos y la sociedad civil- que se desarrolló hasta julio de 2013, fecha para la cual se esperaba el anuncio del fallo. Lo menciono porque me parece que la postergación de la sentencia nos desordenó la agenda y que es momento de retomar las iniciativas de acercamiento e integración, tanto como de  comprender que éstas deben convertirse en política de Estado –de ambos Estados- y superar su carácter coyuntural. Los lazos y el proceso de integración no pueden detenerse, menos en un mundo globalizado. ¿Y si Chile desacatase? Chile no se pondrá al margen del derecho internacional, ni expondrá su imagen-país, pero en todo caso nuestra apuesta debe ser retomar el camino que llevó a propiciar la mejor atmósfera posible de cara al rápido y firme acatamiento bilateral de la sentencia holandesa. Persistamos en el empeño, las generaciones del mañana lo agradecerán.

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Rocanrol 68

Rocanrol 68

 (Alerta de spoiller para el último párrafo)

Anoche vi “Rocanrol 68” de casualidad. Uno, porque soy lo suficientemente despistado como para no saber qué película nacional se estrena o está en cartelera. Dos, porque después de “Cementerio General” juré no ver más cine peruano. Y tres, porque en verdad fui a ver otra película, pero me equivoqué de horario: la que buscaba ya había comenzado.

Bobby: entrañable personake de Rocanrol 68

Así fue como entré, pero casi dos horas después salí con esa sensación que solo te dejan las películas entrañables, las que te encantan, te fascinan, las que te hacen reír, llorar; aquellas de cuyos personajes te enamoras e identificas, de las que quisieras que fuesen una realidad a la que poder integrarte, en fin.

“Rocanrol 68” es la ópera prima de Gonzalo Benavente, joven cineasta de 31 años que parece asegurarnos cine peruano de calidad por un buen tiempo. De que no le hará falta mucho presupuesto, estamos convencidos, porque si algo nos ha demostrado Benavente es que sabe arreglárselas perfectamente con pocos recursos. Para ambientar los finales de los sesenta no requirió un gran estudio hollywoodense. Se fue a La Punta, que está más o menos igualita que hace 50 años, al Tip Top de Lince, el único autoservicio que sobrevivió a su tiempo, a una vieja sala de cine, de las que ahora son iglesias cristianas, consiguió dos o tres carros de colección, un buen vestuario, muy pocos extras y, eso sí, full rocanrol. ¡Buenazo!

 A mí me quedó la sensación de que Benavente nos entregó no una sino varias obras de arte en su película, encapsuladas en sus respectivas escenas: el breve musical lleno de color; Pablo, el maoísta, enamorando a Bea con una secuencia de cartelitos; el paseo en bicicleta; la cena familiar en casa de Manolo, que es la que me lleva a resaltar el acertado trabajo de mentalidades que puede apreciarse en el guion. Es posible que se diga que los padres de Manolo aparecen un tanto estereotipados, pero esa mesa peruana dominguera, tan jerarquizada, sí existió. De allí que quisiera también destacar las actuaciones. Sin duda, Norma Martínez estuvo soberbia representando a la conservadora y algo psicodélica mamá de Manolo; tanto como Pablo Saldarriaga al primo maoísta. El trío de amigos adolescentes pareció muy bien ensamblado; bien Mariananda Schempp, la protagonista, y muy destacada Gisela Ponce de León, personificando a Bea, la feminista hermana de Manolo.

Lo que más me fascinó de “Rocanrol 68” fue el acercamiento del director a la adolescencia, a esa etapa perturbadora en la que, por lo general, las chicas la tienen más clara que los chicos. Me encantó cómo abordó el difícil proceso de afirmación de la masculinidad de los tres inexpertos jovencitos en una sociedad machista y demandante, que acaban de terminar el colegio, y que apuestan entre sí conseguir enamorada antes de que concluyese el verano. De allí resulta que Bobby, que se mostraba más seguro, era el más tímido, que Guille comprendió que no vale la pena renunciar a ser uno mismo por conquistar a una chica, y que Manolo acaba con el corazón roto, pues entre él y Emma se interpone un chico algo mayor y mucho más canchero.

 Y es aquí donde Manolo, que quería ser director de cine, decide cambiar el final de la historia y entonces, imaginariamente, se traslada desde un concierto de Los Yorks en Lima hasta las playas de La Punta a obtener consejo de su “superhéroe”, Erwin Flores, el guitarrista de Los Saicos, y de allí vuelve al concierto armado de valor a arrebatarle Emma al chico que era mayor. La cinta concluye con la declaración de amor de Manolo a Emma y un beso en la glorieta de La Punta. Cursi, tal vez, pero cuántos quisiéramos cambiar el final de una historia de amor adolescente como lo ha hecho magistralmente Gonzalo Benavente en “Rocanrol 68”. Vayan a verla.

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Martha Chávez vs los Derechos Humanos

Martha Chávez vs. los Derechos Humanos

 En una nota anterior titulada “Dos apuntes sobre la CVR” señalé que no podía pretenderse que la CVR no denunciase los excesos cometidos por el Estado y las FF.AA durante la época del terror porque estos, en efecto, habían ocurrido y donde impera la ley deben sancionarse, tan sencillo como eso. Sin embargo, también señalé que faltaba mejorar la percepción corriente respecto del rol desempeñado por aquellas fuerzas y desasociar su defensa de nuestra sociedad de los casos en los que se cometieron excesos, ya sancionados o sancionables. Un elemento central de mi argumento fue que el Informe Final de la CVR debe tomarse como lo que es: como un material no vinculante que ofrece testimonios invalorables sobre la guerra interna a partir de los cuales debe aplicarse una política de reconciliación nacional.

Pésima designación

 Esta introducción me sirve para subrayar el despropósito de la designación de Martha Chávez como coordinadora del Grupo de Trabajo de Derechos Humanos del Congreso de la República. La designación no es mala por la posición que defiende la congresista, pues su tendencia política tiene que estar representada. El problema con Chávez es su perfil radical que la muestra como poco abierta al diálogo. Ciertamente, algunas declaraciones suyas, muy desafortunadas, difícilmente permitirán avanzar en una agenda sensibilísima, como la de los DD.HH. Sólo su Twiter de hace pocos días -“Hay que poner en su sitio a seudo defensores de DD.HH.”- denota que se avecina un año de alta conflictividad para el referido grupo de trabajo, la que saltará intermitentemente a la prensa y enrarecerá, aún más, la cargada atmósfera política nacional.

 De alguna manera, la designación de Martha Chávez y las reacciones que ha suscitado ilustran el estado de la cuestión sobre la materia, caracterizado por una alta polarización. De hecho, ninguna bancada o sector ha manifestado hasta ahora la madurez suficiente cómo para tender puentes y promover un auténtico proceso de reconciliación nacional del cual, como he señalado, el Informe de la CVR debe constituir la materia prima antes que la última palabra.

 Pero ¿qué es lo que se necesita para avanzar hacia un verdadero proceso de reconciliación nacional respecto de la guerra interna? En primer lugar, obtener la voluntad de los actores políticos; en segundo lugar, alcanzar algunos consensos mínimos como por ejemplo la no participación de los terroristas en la experiencia, lo que resultaría inaceptable para los demás. En tercer lugar, definir que el trabajo más importante debe realizarse entre los siguientes sectores:

  a)            Las fuerzas armadas y la sociedad

   b)           Las víctimas de la violencia subversiva y las víctimas  de la violencia del Estado

 Cómo están las cosas en la política nacional, el grupo parlamentario de Derechos Humanos necesita convocar a una institución internacional especializada en la literatura y metodología existentes sobre procesos de reconciliación para que conduzca el nuestro. Este organismo debe reunirse con las partes para establecer la agenda de trabajo, así como fungir de moderador. Ciertamente, es menester que los parlamentarios que conformen el grupo presenten un perfil conciliador lo que constituirá, per sé, una manifestación inicial de buena voluntad.

 Luego, el desarrollo en el mediano y largo plazo de los puntos contenidos en la agenda debería generar empatías fundamentales entre los integrantes del grupo que es imprescindible para alcanzar consensos básicos. Definidas la agenda y metodología a emplearse, deben realizarse variadas dinámicas contando con la participación de miembros representativos de los sectores que he indicado – sociedad civil y Fuerzas Armadas- para que se conozcan y compartan sus experiencias. Al finalizar el trabajo se difundirá las principales ideas-fuerza que se adoptaron por consenso. Estas ideas-fuerza se vierten luego a la sociedad para que las debata y, eventualmente, las incorpore en su discurso/percepción sobre la guerra interna. De este modo podrá procesar y superar los traumas remanentes. Pero, como he dicho, para comenzar se requiere la voluntad de las partes. Habrá que seguir esperando.

 Daniel Parodi Revoredo

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