Archivo por meses: febrero 2012

EL LEGADO DE HAYA

El LEGADO DE HAYA

El pasado miércoles 22 de febrero se celebró el 117 aniversario del natalicio de Víctor Raúl Haya de la Torre, líder y fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana, el partido político de más gravitación en el siglo XX peruano. En la década de 1920, las ideas germinales de Haya marcaron el rumbo político de América Latina. Su deslinde con el comunismo ortodoxo, y la elaborada ideología a través de la cual lo sustentó, sirvieron de inspiración para decenas de partidos latinoamericanos, como la Acción Democrática venezolana, el MNR boliviano y Partido Socialista de Chile.


Víctor Raúl, joven

Sucintamente, Haya observó la tesis de Lenin, quien sostenía que el Imperialismo era la última etapa del capitalismo. Para Haya, la premisa leninista era aplicable a la realidad primermundista en la medida en que sus potencias se convirtieron en imperiales, tras desarrollar el capitalismo industrial. En Latinoamérica, decía, el imperialismo es la primera etapa del capitalismo pues éste se presenta bajo aquella modalidad.

De esa tesis Haya desprendió el argumento de que Latinoamérica debía seguir su propio camino, distinto al de la URSS, que desde la revolución de 1917 había convertido al socialismo en alternativa frente al capitalismo. Postuló, además, que la justicia social debía alcanzarse en democracia, a través de la conformación de un frente único que incluyese, además del proletariado y el campesinado, a las clases medias, intelectuales, profesionales y estudiantiles.

Otro aporte fundamental de Haya de la Torre es su comprensión de que América Latina debía entenderse con el gran capitalismo pues sus inversiones y tecnología son fundamentales para impulsar el desarrollo económico y, a través de él, lograr la justicia social. Para Haya, ser de izquierda democrática implicaba negociar de igual a igual con el imperialismo a través de la unión latinoamericana y, en el frente interno, aplicar un programa reformista encaminado a la conquista de derechos laborales y políticos, así como a la eliminación de las grandes desigualdades socioeconómicas del continente. Hoy, 117 años después de su natalicio, izquierda y derecha son dos posturas para encarar la concurrencia del Estado a un sólo modelo de economía abierta; es decir, la realidad contemporánea ha alcanzado el estadio que él imaginó.

A la luz del tiempo transcurrido, creemos que la trayectoria de Haya tiene que historiarse más y politizarse menos. Concluidos los tiempos de la Guerra Fría y los de la violencia política del siglo XX, debemos comprender que el APRA de los viejos tiempos y su líder-fundador son ya patrimonio de nuestra historia y, como tales, nos pertenecen a todos.

Daniel Parodi Revoredo

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CONTRARRÉPLICA A LEYTON

CHILE Y LA RECONCILIACIÓN

Por Daniel Parodi Revoredo
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Reconciliación quiere decir volver a las amistades

Al leer la réplica de Cristian Leyton a mi artículo “Ménage à trois”, me interrogué sobre el significado del vocablo reconciliación. Lo que encontré en RAE fue que reconciliación viene del verbo reconciliar, el que se define como “volver a las amistades, o atraer y acordar los ánimos desunidos”. De allí que mi siguiente reflexión fue que algo debe andar muy mal entre peruanos y chilenos para que la propuesta de reconciliarnos reciba de Leyton una respuesta tan adversa como tajante.

En realidad, los procesos de la reconciliación internacional son implementados por estados con líderes cuya madurez les permite comprender que entre sus colectivos existe una “mala vibra” debido a eventos del pasado que, a través del imaginario colectivo, se deslizan hasta el presente y lo obturan. Dichas reconciliaciones se realizan a partir de una compleja negociación, de acuerdo con modelos desarrollados en la vasta literatura que trata el tema.

En una reconciliación, las partes acercan paulatinamente sus posiciones y realizan reciprocas concesiones hasta llegar a ejecutar un conjunto de políticas binacionales al breve, mediano y largo plazo. El objetivo principal es que los colectivos de los países “enemistados” participen activamente de una nueva etapa de la relación bilateral, la que finalmente romperá con la mala percepción y prejuicios heredados de los tiempos pasados.

Un proceso de reconciliación no trata sólo los temas polémicos de la historia; es, más bien, propositivo. Busca integrar a las poblaciones fronterizas con diversas actividades culturales y visitas recíprocas; promueve que los jóvenes de uno y otro lado se conozcan desplazándose al país vecino a través de programas de intercambio, etc. Claro que la Guerra del Pacífico, y sus excesos, son, desde la posición peruana, un tema a revisarse; como para Chile seguramente lo será el reconocimiento de su participación en el logro de la Independencia del Perú. Cuando se alcanza el consenso, los mandatarios se dirigen juntos a ambos pueblos y dejan un monumento, un lugar de la memoria para recordar, más que el acontecimiento, el cambio de mirada sobre el acontecimiento.

El trauma peruano respecto de la guerra es una realidad y es lógico que lo sea, pero para superarlo el Perú necesita de Chile, no es un tema unilateral como se piensa por allá. Chile por su lado, debe aprender a coexistir con su pasado, que no es tan irreprensible como lo relata su historia oficial, ni como lo cree Leyton. Constatarlo, aceptarlo, no hará a Chile menos de lo que es, sino todo lo contrario. A su alta organización institucional se le sumará lo que hoy no tiene: una convivencia regional solidaria y favorable al mejor posicionamiento del subcontinente en el mundo globalizado.

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LA RESPUESTA DE LEYTON

LA RESPUESTA DE LEYTON

Estimados Lectores, he recibido la réplica del analista chileno Cristian Leyton a mi artículo Ménage à trois, que publiqué en Diario 16 el martes pasado. Comparto con ustedes su respuesta:

Daniel Parodi Revoredo

Chile en la conciencia nacional peruana

Está anclada en la psiquis socio-política peruana, y en la retórica de algunos académicos, como Daniel Parodi, la idea según la cual Chile debe, junto con pedir perdón por la Guerra del Pacífico, “involucrarse en un proceso de reconciliación internacional con Perú”, tal y como lo avanza en su articulo Ménage á trois. Chile, aparece como la entidad agresora, cuyo accionar político y militar se realizó fuera la legitimidad internacional de finales del siglo XIX. Chile aparece apuntado como la fuente primigenia del trauma psicopolítico peruano.


Leyton justifica realización chilena de la G. del Pacífico

Cuando el profesor Parodi califica mi visión como una “amalgama entre fundamentos geopolíticos decimonónicos, la historia oficial chilena y una opinión pública sensibilizada por el litigio en La Haya”, no hace sino que generar perplejidad por cuanto la percepción social y política chilena es que la conducta peruana hacia Chile, en todos sus frentes, está inspirada en una visión propia del siglo XIX. La existencia de este “Trauma psicopolítico” peruano, asociado a una tendencia de transmisión transgeneracional del mismo, cristaliza esta percepción chilena: la sociedad peruana no deja de rememorar, con la ayuda instrumentalizada de una parte de su clase política, y ahora desde sectores académicos, la perdida territorial de Arica, la Ocupación chilena de Lima y la pérdida de una guerra que no hizo más que abrir heridas internas en la sociedad peruana. Heridas que dejaron entrever que las causas de la conflagración están en el interior mismo de sus fronteras y no en Chile.

En Santiago, la idea de la necesidad de inaugurar un proceso de “reconciliación internacional” con Perú y Bolivia no existe. Y no existe por la sencilla razón que se considera la guerra de 1879 como “justa”. Se considera que todas las acciones y decisiones llevadas a cabo en dicha conflagración se inscriben en la legitimidad del siglo XIX, cuando la guerra interestatal era considerada como un medio legitimo para resolver disputas territoriales y alcanzar el control político sobre determinados espacios. Chile, al ocupar Lima, absorber soberanamente Arica e invadir el Perú, no hizo más que imitar la conducta natural y normal de todas las potencias de la época. Resulta contraproducente, idealista y utópico pensar que Chile asumirá la carga del “agresor”, cuando solo defendió y promovió intereses nacionales vitales. También lo es juzgar hechos del pasado con los ojos del presente. Lo anterior no hace más que alimentar artificialmente traumas psicopolíticos y ser incapaces de mirar hacia el futuro. Cristian Leyton

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RESPUESTA A ANALISTA CHILENO CRISTIAN LEYTON

Estimados amigos:

Adjunto nota de analista Cristian Leyton sobre la geopolítica sudamericana aparecida en La Tercera de Chile el 2 de febrero. Debajo coloco mi respuesta aparecida hoy en Diario 16.

Cordialmente

Daniel Parodi Revoredo

Chile, Perú y Bolivia: Arco de la Integración versus Polo del Conflicto

Cristian Leyton Salas

Desde el fin del orden sudamericano que se redibujó luego del termino de la Guerra del Pacífico, pero que más tarde se cristalizó en otro, dictado y moldeado, esta vez, en Moscú y Washington, y que, finalmente, se transformó en un orden marcado por la difusión de la potencia y la fragmentación de las amenazas a comienzos de los 90 del siglo recién pasado, hoy Chile se enfrenta a una nueva distribución del poder en su propio espacio geopolítico. Un nuevo “orden geopolítico” ha tomado forma y se cristaliza.


Las hipótesis de paz deben convertirse en derrotero común

Observamos el surgimiento de dos entidades geopolíticas distintas en su interacción con Chile. La primera de ellas es un espacio de plena cooperación, coordinación y complementarizacion política, social, económica y militar. Es lo que podemos denominar el “Arco de Integración” conformado por Ecuador y Colombia al norte, Brasil al noreste y Paraguay, Uruguay y Argentina al Este. Chile mantiene no solo excelentes relaciones con todos y cada uno de ellos, sino que existen canales de comunicación diplomáticos, políticos y militares expeditos y transparentes en donde la cooperación en temas de seguridad y defensa responde a amenazas claramente comunes. Con este “Arco”, no existen hipótesis de crisis vigentes que pudieren transformarse, en el corto y mediano plazo, en “hipótesis de conflicto”. Un caso particularmente relevante es el núcleo Ecuador-Colombia, países con los que Chile posee una unificidad de intereses estratégicos y que deberían incrementarse. Este “Arco de Integración” debería constituirse en la prioridad para la tanto para la Cancillería chilena como para la diplomacia militar. La necesidad de impulsar, desde Santiago, propositivamente proyectos de cooperación bilaterales con países del Arco debería ser una prioridad, aislando, de esta manera, lo que denominaremos a la otra “entidad geopolítica” con la cual Chile debe lidiar, el “Polo de conflicto andino”.

El “polo conflictivo” compuesto por Perú y Bolivia debe ser comprendido como una “entidad” que posee una naturaleza geopolítica propia, única, que será permanente en el tiempo y con la cual deberemos lidiar por años a venir: el conflicto permanente con Chile es un asunto de Estado, una política de Estado en estos dos países andinos. A diferencia de Argentina, país con el cual manteníamos problemáticas de seguridad y percepciones de amenaza negativas y divergentes, la naturaleza de la falta de confianza mutua radicaba en las relaciones especiales que Chile mantenía con Brasil (potencia antagonica a la trasandina) y las intenciones hegemónicas de Buenos Aires, hoy, ambas posturas han cambiado de manera estructural. Con Perú, Chile no solo mantiene hipótesis de conflicto potenciales, sino que no poseemos con Lima amenazas comunes. Las pretensiones territoriales peruanas no son más que el reflejo de un problema mayor con dicha capital, la existencia de un trauma psicopolitico de parte de su clase dirigente y de parte importante de su población, sin dejar de lado la alimentación política que esta misma clase hace de la “imagen Chile”. Un nacionalismo negativo asociado a un trauma irresuelto de pérdidas territoriales y de una competencia geopolítica por dominación del Pacífico Sur. El Perú, forma parte de este “Polo geopolítico de conflicto” por cuanto las únicas medidas de confianza mutua vigentes son las que otorgan las señales emitidas por posturas y capacidades disuasivas. Ambas FF.AA se temen mutuamente. Bolivia, también forma parte de este “Polo” por cuanto, al igual que su vecino peruano, están sometidos a un trauma psicopolitico que les impide ahondar en posturas de cooperación transparente y de integración de principios políticos generales con Chile.

Bolivia, al igual que Perú, mantienen una postura revisionista y revanchista de un conflicto terminado hace mas de cien años, pero cuyos réditos políticos se hacen sentir hasta hoy día mismo. Ambos actores conforman un polo o núcleo geopolítico de conflicto que debe ser administrado de manera diferente -y que de hecho lo es.

Este nuevo mapa geopolítico que se le presenta a Chile clarifica los espacios de integración y los de conflicto, estableciendo que el país necesita una Cancillería constructiva, propositiva y capaz de no solo proyectar escenarios sino que de crearlos. La asociación de países del UNASUR al modelo de metodología común del gasto en Defensa implementado por Chile y Argentina constituye un acierto para Chile y su política exterior y su diplomacia militar.

http://blog.latercera.com/blog/cleyton/entry/chile_per%C3%BA_y_bolivia_arco

Ménage à trois

Daniel Parodi Revoredo

En su artículo Chile, Perú y Bolivia: Arco de la Integración versus Polo del Conflicto Andino, el analista chileno Christian Leyton sostiene que, en Sudamérica, Chile debe desenvolverse en dos frentes. El primero lo conforman Ecuador, Colombia y Argentina y en él tienen que potenciarse las relaciones comerciales y políticas. El segundo lo integran Perú y Bolivia, estados cuya geopolítica se funda en un anti-chilenismo permanente, frente al cual sólo la disuasión militar es inteligible.

Las afirmaciones de Leyton se sustraen de la amalgama entre fundamentos geopolíticos decimonónicos, la historia oficial chilena y una opinión pública sensibilizada por el litigio en la Haya. Cuando Leyton refiere la hostilidad de los países andinos, recicla el argumento de que la Guerra del 79 enfrentó una nación civilizada –Chile- contra dos conspiradoras –Perú y Bolivia-, cuya conducta agresiva era el reflejo de la naturaleza racial de sus habitantes.

La cuestión del trauma psico-político y el nacionalismo negativo peruanos es más compleja. Como señala Tzvetan Todorov, todos los nacionalismos tienen un elemento interior y otro exterior. El interior remite a las tradiciones culturales que configuran la identidad nacional; mientras que el exterior define al país propio en oposición a otros países.

Es por ello que el tema que nos ocupa dista de ser una cuestión exclusivamente peruano-boliviana. También Chile sustenta su nacionalismo en la supuesta superioridad frente a sus vecinos andinos, lo que explica lo difícil que le resulta aceptar alguna razón en ellos. Este es el caso de las cicatrices dejadas por la Guerra del 79, las que, para Chile, son una cuestión que no le compete.

Esta posición revela la aversión chilena a involucrarse en un proceso de la reconciliación internacional con el Perú, el que supondría reconocer la agresión infligida a sociedades que considera subyacentes. Reconciliarse implicaría para Chile revisar el nervio central de su discurso histórico, el que justifica y celebra la empresa militar acometida hace 130 años. Sin embargo, son las políticas de reconciliación, y no las del olvido, las que acercan a los colectivos que en el pasado experimentaron el trauma de un enfrentamiento militar, tal y como lo demuestra el caso franco-alemán.

Esta nota de respuesta a Christian Leyton no pretende negar la complejidad de los sentimientos anti-chilenos que experimentan algunos sectores de las sociedades peruana y boliviana; más bien, propone que Chile es parte del problema. Mucha subjetividad nos impide vernos como somos a chilenos, bolivianos y peruanos. Es deseable que la lógica geopolítica del siglo XIX ceda el paso a otras donde las hipótesis de paz se conviertan en derrotero común.

Publicado hoy en Diario 16
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ALAN WAGNER Y EL LITIGIO ANTE LA HAYA

Creo que los peruanos podemos sentirnos orgullosos del manejo que Cancillería ha hecho de este tema, en el que ha primado la madurez y la política de Estado por sobre el exabrupto y la verborrea nacionalista. Esta es quizá una de las pocas ocasiones -más allá del resultado del fallo – en el que los hombres de gobierno del Perú han estado a la altura y hasta superado el desempeño de sus pares chilenos. Por ello, debe servir de ejemplo para las otras áreas de la administraciones del Estado en la que nuestro déficit es alarmante.

Importa también el llamado que hace Wagner a un manejo mediático sobrio y ponderado del tema; máxime cuando se acerque la fecha del fallo. He señalado, por eso, que éste debe ser anunciado por los dos mandatarios en ceremonia conjunta a realizarse en un tercer país. Esperemos, pues, que la madurez sea bilateral.

Daniel Parodi Revoredo

ALAN WAGNER Y EL LITIGIO ANTE LA HAYA

Ex canciller, ratificado agente del Perú ante la Corte de Justicia de La Haya y embajador plenipotenciario en los Países Bajos.
Ana Núñez.


Wagner es expresión del profesionalismo que ha mostrado Cancillería en los últimos tiempos

¿En qué medida impacta en el proceso ante la Corte de La Haya la difusión de la existencia de documentos oficiales en los que Chile admite la inexistencia de límites marítimos con Perú?

Considero que todos los argumentos o elementos que han sido materia de análisis en el proceso de los trabajos realizados deben mantenerse dentro de la reserva que exige la Corte, ya que están contenidos en los alegatos escritos que se han presentado. Es preferible que ese tipo de elementos no sean sometidos a un debate público prematuro, porque eso y muchas cosas más serán materia de la fase oral, cuya fecha deberá fijar la Corte en el transcurso de este mes.

¿A qué se refería ayer (martes) cuando expresó su preocupación por “un clima de desconfianza” entre ambos países?

Me refiero a algo que pude apreciar en el ambiente, y es que comienzan a surgir elementos, comentarios, o artículos en los medios que generan desconfianza sobre la voluntad real del cumplimiento del fallo de la Corte. Esto es perjudicial para el proceso y dañino para los países, porque no corresponde a la buena relación que existe entre Perú y Chile. Tampoco es coherente con lo que los presidentes y cancilleres han manifestado de manera tajante, en el sentido de que sí se va a cumplir el fallo de la Corte.

Hay compromisos expresos de ambas partes en ese sentido…

Bueno, el compromiso expreso surge del propio estatuto de la Corte. De hecho, ese Estatuto es parte de la Carta de las Naciones Unidas, con la cual nos hemos comprometido. Además de eso, hubo estas manifestaciones expresas de parte de los dos países de que el fallo se va a cumplir de la manera en que la Corte lo determine. De manera que yo hago un llamado a la reflexión en el sentido que, de acuerdo a lo que la Corte preconiza, los países deben mantener un nivel de serenidad en sus poblaciones, en sus formadores de opinión, etc, para que el proceso pueda cumplirse en todas sus etapas. Es importante evitar que en torno a ese presunto incumplimiento empiecen a tejerse una serie de historias o alternativas que son inconvenientes, porque pueden generar una suerte de efervescencia o hipersensibilidad sobre cosas que deben ser manejadas en los niveles correspondientes y que no deberían tener impacto en el proceso ante la Corte.

¿Le preocupa que todo este clima de desconfianza escale y se convierta en uno de conflicto?

Esto no tiene nada que ver con alternativas de carácter bélico. Basta que alguien se plantee esa sola posibilidad para que quede fuera del sistema de derecho internacional. El Perú decidió acudir ante la Corte Internacional de Justicia precisamente porque es un mecanismo para la solución pacífica de las controversias jurídicas entre los Estados. Si hemos recurrido a un mecanismo de solución pacífica de controversias, no podemos al mismo tiempo pensar en que esto pueda derivar en alternativas que no sean de paz.

Un escenario bélico no debe estar, entonces, entre los escenarios posibles…

De ninguna manera. Pienso, además, que es peligroso siquiera que estemos atisbando esa posibilidad. No debemos plantearnos ese tipo de situaciones porque van en contra de la naturaleza misma de lo que estamos buscando y del procedimiento que hemos elegido para resolver esta controversia.

Por eso ha dicho que el fallo de la Corte debe ser un fallo para la paz, y que dé inicio a una nueva etapa entre ambos países…
Así es, porque este es el último tema que tenemos pendiente con Chile, y una vez que sea despejado, los países cumpliremos el fallo y de ahí en adelante tendremos un horizonte mucho más amplio y prometedor para nuestras relaciones.

¿Qué expectativas podemos tener respecto de este fallo?

Puedo decir que en el equipo que se encarga de este tema, por mandato del gobierno peruano, hemos trabajado con la mayor responsabilidad y con mucha profundidad. A lo largo de los trabajos realizados en la fase escrita hemos ido fortaleciendo nuestra posición a través de nuevos elementos que confirman el derecho peruano a tener un mar de 200 millas, conforme lo establece la Convención de las Naciones Unidas sobre Derechos del Mar, de manera que es en eso que debemos tener confianza. La Corte fallará de acuerdo con lo que considere es el derecho y la equidad. Desde el punto de vista del derecho, nuestra posición está debidamente salvaguardada. Y sobre la equidad, basta ver el mapa para darse cuenta de lo inequitativa que es la situación actual.

La posición peruana es sólida por derecho y por equidad…

Así es, estamos confiados en que los alegatos escritos ya presentados y los que vamos a exponer en la fase oral son elementos probatorios de la inexistencia de un tratado de límites marítimos entre Perú y Chile, y por consiguiente de la necesidad de que la Corte entre a delimitar ese espacio marítimo. Nosotros planteamos que la Corte debe delimitar ese espacio a través de la línea equidistante de las costas de ambos países, que es la línea que dividiría ese espacio en términos de lo que establece el derecho internacional y la práctica de la Corte, pero también en equidad.❧

Esta entrevista ha sido publicada hoy en el Diario la república » Leer más

LA ÉPOCA DE LA VIOLENCIA Y LA ESCUELA

LA ÉPOCA DE LA VIOLENCIA Y LA ESCUELA

El filósofo Andreas Hyussen sostiene que debido a la vorágine de la evolución tecnológica, el presente se ha tornado efímero y el pasado es el único lugar seguro del hombre contemporáneo. Además, desde la década de 1970, con el estreno de la serie televisiva Holocausto, los judíos tomaron la vanguardia del movimiento mundial por el rescate de la memoria de las víctimas de genocidios y de la violencia política. Por ello el debate peruano acerca de la enseñanza de la guerra interna es un tema que se inscribe dentro de una problemática mundial: diversas sociedades han intentado resolver los traumas dejados por un conflicto interno con comisiones de la verdad y de la reconciliación.

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SL y MRTA fueron los únicos responsables de la guerra interna

En nuestro caso no hay acuerdo sobre la manera cómo debe enfocarse el periodo de la violencia política (1980-2000) en la escuela. Existen dos posiciones que considero extremas: la primera presenta a los bandos en disputa como iguales, como los contrincantes de una guerra internacional, quienes dilucidaron sus diferencias a través de la violencia. La segunda, parte de la correcta premisa de que los grupos terroristas fueron responsables del conflicto armado, pero rechaza el tratamiento de los excesos cometidos por el Estado.

Desde mi perspectiva, es fundamental señalar que SL y MRTA agredieron a nuestra sociedad y que, so pretexto de imponer un modelo político diferente, segaron miles de vidas humanas y destrozaron la infraestructura privada y estatal. Ellos son los únicos responsables del conflicto y deben ser tratados como tales. Sin embargo, no puede omitirse estudiar los excesos que, en defensa de nuestra sociedad, cometió el Estado, porque la postura del silencio solo favorece la difusión de relatos disidentes, bastante más peligrosos que el abordaje directo del problema.

Por otro lado, la realización de actividades didácticas en el aula es igual de importante que la narración impresa en el manual escolar. Los alumnos, bajo la moderación del maestro, deben analizar y discutir con madurez ejemplos concretos que ilustren la brutalidad de la violencia terrorista y el sufrimiento de sus víctimas; así como algún caso demostrado de exceso de violencia estatal. Así se difundirá el mensaje de que somos un país civilizado capaz de juzgar sus propios abusos.

Para terminar, debemos comprender que la escuela contemporánea es solo una dimensión en la formación del alumno, quien accede diariamente a una realidad paralela y alternativa a través de internet y las redes sociales. En la actualidad la educación escolar solo puede inducir a la reflexión, aunque a través de ella debe inculcarse valores ciudadanos que funjan de referencias morales para la niñez y la juventud.

Publicado el martes 8 de febrero en Diario 16 » Leer más

ENSEÑANZA DE LA GUERRA DEL PACÍFICO – Entrevista para Publimetro

Queridos amigos:

Hoy apareció en Publimetro una entrevista que se me hizo sobre la enseñanza de la Guerra del Pacífico. Comparto con ustedes la versión completa de la misma.

ENSEÑANZA DE LA GUERRA DEL PACÍFICO
Entrevistadora, Sabrina Rodríguez López, Publimetro
Entrevistado, Daniel Parodi Revoredo

1. A la hora de enseñar la Guerra entre Perú y Chile, ¿existen diferencias entre lo que se enseña a los estudiantes en Chile y a los alumnos en Perú? ¿En qué consisten esas diferencias, si las hay?

En realidad la historia nos llega editada, igual que en una nota periodística, por eso no llegan a nosotros los hechos tal como ocurrieron sino diferentes versiones e interpretaciones de esos hechos, las que en muchos casos se oponen entre sí. Además las historias escolares son las historias oficiales; es decir, las que el Estado quiere verter en la sociedad y eso hace que estén influenciadas por el discurso nacionalista de cada país.


La Historia escolar es oficial y por tanto nacionalista

Es por eso que la versión de la Guerra del Pacífico que se difunde en Chile prácticamente la justifica y valida; para ellos la guerra fue justa porque el Perú y Bolivia firmaron tratados en contra de Chile o incumplieron convenios que habían suscrito con él. Ellos consideran que Chile era un país ordenado que fue agredido por dos países caóticos y anárquicos como Perú y Bolivia y que por eso fue justo hacerles la guerra; dicen, además, que en Atacama y Tarapacá había mucha población chilena y que por ello se justificaba la anexión a Chile de estas provincias que antes le pertenecían a Bolivia y Perú.

La versión peruana, al contrario, sostiene que Chile fue siempre un país agresivo y expansionista y que esta característica se manifestó en 1879 porque entonces el Perú estaba en crisis y Chile estaba mejor armado. La versión peruana sostiene que Chile esperó siempre una oportunidad para invadir Perú y que lo hizo en cuanto esta se le presentó debido también a su interés y ambición de apropiarse de ricos recursos peruanos como el salitre y el guano.

2. En Perú, ¿hay diferencias entre colegios privados y públicos?

En realidad, la enseñanza escolar depende de muchos factores: de la formación del maestro, de la línea ideológica del colegio, de los contenidos del manual escolar, de las actividades didácticas que este manual propone y del propio alumno.

En líneas generales los manuales escolares peruanos culpan a Chile por iniciar la guerra pero también son autocríticos –tal vez demasiado- de la administración del Estado peruano en la época del guano, que es previa a la Guerra del Pacífico y cuestionan que se haya llegado a la guerra en inferioridad de condiciones económicas y militares. Más bien, yo creo que las diferencias en la enseñanza de la Guerra del Pacífico entre colegios privados y públicos van de la mano con la problemática nacional relativa a las carencias y limitaciones de nuestro sistema educativo y que se manifiestan con mayor énfasis en la escuela pública.

3. En Perú, ¿qué se destaca de la guerra? ¿Hasta qué punto puede influir la forma de presentar los hechos en generar un sentimiento de rechazo hacia el chileno o peruano?

Los manuales escolares más recientes que he consultado, tanto chilenos como peruanos, han moderado su retórica patriótica. Te lo digo porque antes la narración era un tanto épica y de ese modo prácticamente se hablaba de los valientes peruanos y los cobardes chilenos o al revés.

Actualmente la narración es un tanto más sobria y por ello es posible que estimule menos los nacionalismos exagerados o la rivalidad con el país vecino. Sin embargo, la realidad es que aún ni peruanos, ni bolivianos, ni chilenos hemos superado la guerra en nuestros sentimientos e imaginarios nacionales y por eso enterarte de ella, cuando niño en la escuela, siempre va a significar una experiencia dolorosa, principalmente para los niños de los países que la perdieron.

Para que esto no ocurra, en los tres países debería existir conciencia de que ese pasado ya pasó y de que no volverá más. Pero para que eso ocurra tiene que implementarse una política bilateral o trilateral de la reconciliación que implique gestos amistosos de todas las partes y también el reconocimiento chileno del daño que en el pasado le infligió a las sociedades peruana y boliviana. Pero estamos lejos de ello y por eso la guerra duele aún y le duele a los alumnos, claro está.

4. ¿Hasta qué punto puede influir la forma de presentar los hechos en generar un sentimiento de rechazo hacia el chileno o peruano?

Creo que en gran parte mi reflexión anterior responde esta pregunta. El tema está también en el hecho de que una guerra puede enfocarse desde diversos aspectos y la cuestión militar, batallas etc., es sólo uno de ellos. La organización fiscal de cada Estado en tiempos de guerra es otro aspecto; la correspondencia, la prensa, la vida cotidiana, las dificultades al interior de una familia durante el conflicto también lo son. Existe una serie de temas que podría ayudar a presentar la guerra de una forma distinta a la narración épica tradicional para verla desde su lado más dramático y humano, y no tanto como un enfrentamiento o competición que significa orgullo para el vencedor y rencor para el vencido.

5. ¿Consideras que las nuevas tecnologías como las redes sociales pueden ser una herramienta útil para aprender Historia? Para un alumno, quizás resulte más divertido aprender vía redes sociales que escuchando a un profesor en un aula.

A ver, una cosa es aprender y otra es informarse. Actualmente la enseñanza en el aula ya interactúa con cursos semi-presenciales o no presenciales; hoy existen diapositivas en pdf. a las que se les añade una voz humana que va leyendo sus contenidos; esto además de los foros de internet y de las redes que mencionas.

Sin embargo, yo sí creo que el proceso de enseñanza-aprendizaje requiere de un método. No se trata de escuchar a un profesor en un aula como dices. Las actuales corrientes educativas proponen, más bien, una serie de herramientas interactivas a través de las cuales el alumno es el protagonista de su propio aprendizaje.

Por otro lado, no creo que en todos los casos la educación deba significar diversión. La guerra debe enfocarse, más bien, con madurez, con mucha reflexión acerca de algo terrible que pasó y que no debe ocurrir otra vez, los alumnos deben expresar su sentir sobre ella, de manera franca y abierta. La enseñanza de la Guerra debería hacerlos mejores personas, más cívicas, solidarias y respetuosas de la vida humana.

6. ¿Algo que agregar?

Déjame darte un par de referencias sobre dos obras que he escrito, precisamente sobre esta temática:

1.- LO QUE DICEN DE NOSOTROS. La Guerra del Pacífico en la historiografía y textos escolares chilenos. Lima, UPC, 2010.
2.- La REPÚBLICA FRUSTRADA Y EL ENEMIGO PERVERSO. La Guerra del Pacífico en la Historia de la República de Jorge Basadre. Revista Summa Humanitatis 2010 http://blog.pucp.edu.pe/item/119844/guerra-del-pacifico-segun-jorge-basadre

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