Archivo por meses: agosto 2012

RUMANÍA, PARAGUAY Y UNASUR

RUMANÍA, PARAGUAY Y UNASUR

No soy dado a denostar a ningún sector de la política peruana, me parece un recurso vulgar y descalificador. Por eso nunca hablo de izquierda caviar sino de izquierda intelectual y no refiero la derecha más radical como bruta y “achorada” sino como extrema, que, aunque adjetivo al fin, alude una posición intransigente y poco dialogante, mas no al coeficiente intelectual de los individuos.

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Bello interior de Torre Tagle, su viraje a la izquierda es poco creíble

Señalo esto porque desde cierta derecha se cuestiona a UNASUR por suspender a Paraguay de su membrecía y se acusa a Torre Tagle de promover una suerte de “marxismo surrealista del siglo XXI”1 . En realidad, la sanción de UNASUR al país guaraní expresa la legítima preocupación de los gobiernos de la región ante una destitución presidencial que si bien no constituyó un golpe de estado, sí denotó el uso de la norma constitucional como instrumento de la lucha política. Parece claro, y así lo ha entendido UNASUR, que si aspiramos a la institucionalización de la democracia en América Latina, debemos velar porque una correlación de fuerzas parlamentarias desfavorable no sea argumento suficiente para destituir un mandatario elegido por sufragio universal.

Además, debemos notar que la postura de UNASUR no es ni única en su género ni introduce elementos nuevos en las tradicionales prerrogativas de los foros multilaterales. De hecho, en estos días Europa atraviesa una situación similar. Se trata de Rumanía cuyo presidente, el conservador Traian Basescu, ha sido destituido por un congreso de mayoría centroizquierdista debido a que aplicó un drástico programa de austeridad fiscal que, aunque impopular, es el reflejo de la aguda crisis por la que atraviesa Europa.

La destitución de Basescu no fue ratificada por el referéndum popular que se convocó para tal propósito, pero ahora el gobierno transitorio del Primer Ministro Víctor Ponta presiona a los jueces rumanos para invalidar los resultados plebiscitarios. Ante esto, la reacción de la Comisión Europea no se ha hecho esperar y, en carta pública, su presidente José Manuel Durão Barroso ha instado a Ponta a acabar de inmediato con la campaña de intimidación a los jueces. Enérgicamente le ha recordado Europa a Rumanía su compromiso de acabar con ese tipo de prácticas, compromiso que adoptó cuando se produjo su ingreso a la UE.

Los otros dos temas, ese del supuesto chavismo de UNASUR, porque Chávez también defendió a Fernando Lugo, y el inverosímil viraje a la izquierda de una institución de tanta tradición como Torre Tagle, casi están para no tomarlos en serio. Esto resulta como decir que si Venezuela promoviese el desarme nosotros tendríamos que adoptar la posición contraria: ridículo. UNASUR tiene que promover la consolidación de la institucionalidad democrática y lo está haciendo al lograr un consenso unánime en su decisión sobre Paraguay, por lo que junto a las firmas de las “chavistas” Venezuela y Bolivia figuran las de los “globalizados” Chile y Colombia. En el mundo del siglo XXI se puede ser de izquierda o derecha dentro del consenso democrático: ese es el mensaje que el foro sudamericano acaba de lanzar al mundo y por ello mismo sus representantes le han enmendado la plana a José Miguel Insulza en la última asamblea de la OEA.

A veces es de lamentar que destacadas personalidades empañen su trayectoria profesional poniéndola al servicio de pasiones ideológicas que hoy no justifican su superposición al interés nacional, ni al regional. Cierto es que mucho nos falta madurar al respecto. Que esta reflexión sirva para meditar sobre ello.

1.- Véase entrevista a Francisco Tudela en Diario Expreso http://www.expreso.com.pe/noticia/2012/08/16/la-presencia-de-diez-canseco-en-la-comision-de-rree-tiene-un-objetivo#.UCy3h8dzTtw.facebook

Daniel Parodi Revoredo
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ARMANDO VILLANUEVA

Al luchador infatigable

El sábado por la mañana visité a Armando Villanueva del Campo porque me nació hacerlo. Hasta entonces lo había visto una vez en 1982 en casa del matrimonio Coronado – Merel en Inclán, Miraflores. Yo tenía quince años y frecuentaba a los hijos de la pareja. Cuando sonó el timbre de su casa me tomé la libertad de abrir y era Armando. Lo hice pasar, avisé de su llegada y allí quedó la cosa. Han pasado 30 años.


Luchador infatigable

Pero este sábado me nació visitar a Armando porque recientemente una cita con él me fue cancelada a causa de su delicado estado de salud y creí que no debía esperar más, que no se trataba de aguardar su mejoría, sino de ir a su encuentro a la clínica a darle la mano y expresarle mi admiración. Ciertamente, mi vocación por el APRA empezó con él, con su campaña presidencial de 1980. Yo era muy niño en el 1978 cuando Haya presidió la Asamblea Constituyente; así que es justo decir que mi devoción por el partido de la estrella no se originó con Víctor Raúl sino con Armando, aunque este resulte ser el defensor más purista de aquel.

Con Armando las cosas son muy sencillas, no hay preámbulos, ni trámites innecesarios, en la clínica pregunté el número de la habitación y me lo dieron de inmediato. Al llegar toqué la puerta y el propio Armando me dijo “adelante” sin siquiera haberme visto ni conocerme y sin saber quien llegaba a visitarlo. Entonces me presenté y comenzó una breve pero intensa conversación. Charlamos sobre Rómulo Meneses y la investigación que acerca de la trayectoria de este aprista fundacional estoy iniciando.

Cuando le mencioné el Centro de Estudios Antiimperialistas de París, me dijo que en esos tiempos (1929-1930) Meneses había estado con Víctor Raúl en Europa. Yo añadí que ese viaje lo realizó Meneses junto con Manuel Seoane para desagraviar a Haya de ciertas calumnias de Eudocio Ravines. Pero Armando me enmendó rápido con el índice levantado, como acostumbra: no fue con Seoane señor, ¡fue con Luis Heysen!

Después le comenté que un aspecto central de mi investigación es la relación del APRA con el campesinado pues Meneses fue por décadas Secretario General de Asuntos Indígenas del PAP. Le subrayé que esto era importante porque desde cierta historiografía se acusa al APRA de darle la espalda al campesinado y ser un partido eminentemente criollo. Entonces Armando se incorporó un poco en su lecho y adoptó mayor firmeza en su postura para decirme, con esos ojos que hoy mantiene casi siempre cerrados para conectarse con los tiempos que evoca, y con su voz ronca, la misma voz del joven luchador y el viejo revolucionario, del candidato de la izquierda responsable y último patriarca del aprismo: ¡los comités residenciales!

Me dijo entonces que desde su primer congreso nacional, la cuestión indígena había formado parte del programa del PAP y que ejemplo de aquello eran los comités residenciales, a través de los cuales el partido potenció las redes trazadas entre los provincianos radicados en Lima con sus familiares de la sierra rural. Ello demuestra, me indicó afirmando de nuevo con el dedo índice, lo infundada de la versión que tú refieres. Helo allí, en su lecho de enfermo, con un halo de vida apenas, atrincherado el luchador infatigable, defendiendo una vez más la causa de su vida.

A sus 97 años Armando tiene en ciernes dos porvenires: el del adiós y el de la inmortalidad. Al dejar su habitación de enfermo me puse a pensar cuáles serán, de aquí a diez años, los bulevares que llevarán su nombre y cuál sería una buena leyenda para el primer monumento a su memoria, de allí el título de esta reflexión.

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Halcones y Palomas

Halcones y Palomas
A los recientes pronunciamientos de diferentes personalidades y grupos de trabajo peruano-chilenos en favor de la paz y de la concordia, le han salido al frente opiniones divergentes, también bilaterales, que tildan los esfuerzos integracionistas de ingenuos, empáticos y cargados de sensiblería. Así se abre paso un escenario que, más que enfrentar a dos naciones, enfrenta dos opuestas cosmovisiones del mundo.

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La primera de ellas atañe una visión de las relaciones internacionales con claros antecedentes en el siglo XIX. En esta los Estados deben establecer alianzas militares entre sí para repeler las de sus rivales o enemigos. Asimismo, las hipótesis de guerra trascienden su dimensión estratégica, arraigan en el imaginario popular y contaminan la vida cotidiana.

La segunda responde a una visión más contemporánea en la cual, bajo la égida de la globalización económica y el llamado fin de las ideologías, las hipótesis de guerra pasan a un segundo plano y se les superpone el propósito de formalizar alianzas regionales estratégicas y tratados de complementación económica. A nivel político, mal que se me cuestione por la reiteración, el modelo de integración europeo ha neutralizado las hipótesis de conflicto entre los países del Viejo Continente, por eso funge de referente.

Vistas así las cosas, una dimensión inexplorada de la actual controversia es aquella que, al margen de confrontar a peruanos contra chilenos, opone a aquellos que en Chile y Perú fungen de halcones contra quienes, en ambos países, hacen de palomas y apuestan por convertir el fallo de la Haya en la oportunidad de encontrar un nuevo y mejor principio para la relación bilateral.

Al igual que a muchos peruanos, a mí también me asalta un fuerte resquemor frente a la vocación armamentística de Chile y su duro y arraigado nacionalismo, pues pondero que estos le dificultarán el camino hacia el cumplimiento de la sentencia holandesa. Además, la atmósfera en Chile respecto del contencioso marino es bastante más tensa y hostil que en Perú y es lógico que lo sea. Recordemos que Perú no tiene, en términos reales, nada que perder en La Haya, mientras que Chile sí y mucho, desde decenas de miles de kilómetros de mar territorial hasta el orgullo nacional, que lastimosamente ha sido secularmente asociado a sus victorias militares del pasado.

Es por eso que en los meses siguientes arreciarán las provocaciones ante las cuales debemos ofrecer un discurso firme, unitario, pero integracionista. Mientras más hablemos de integración, más piso perderán los belicistas en su frente interno y en el contexto regional, el que será luego importante para presionar la ejecución de la sentencia de la CIJ. En simultáneo, y mal que nos pese, no podemos descuidar la potenciación de una fuerza armada capaz de disuadir cualquier aventura militar en ciernes. Ambos elementos, juntos, deben constituirse en la estrategia de paz del Perú para con Chile y la región sudamericana.

Yo apuesto por la integración y reconciliación bilaterales porque soy el convencido –y lo reitero- de que las nuevas generaciones merecen que les leguemos una relación binacional limpia de la desconfianza que tanto contaminó la nuestra y la de nuestros padres. Además, al fortalecer los proyectos integracionistas debilitaremos las tentativas belicistas de los sectores más beligerantes y, en simultáneo, potenciaremos el desarrollo económico de nuestros países.

Los halcones han hecho de la guerra su hábitat y de las hipótesis bélicas un juego de estrategias muy peligroso; por eso coinciden en el fondo, aunque no vistan la misma camiseta y ansíen exterminarse unos a otros. Todos ellos, en perversa paradoja, anidan en la violencia y convierten a las patrias en entes fraticidas cuyos teatros de operaciones yacen salpicados de muerte y de sangre. No se los permitamos esta vez.

Daniel Parodi Revoredo. Diario16

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La Guerra del Perú y Chile contra España: olvidos y recuerdos de una gesta común

Estimados amigos:

Comparto mi última publicación académica titulada:

LA GUERRA DEL PERÚ Y CHILE CONTRA ESPAÑA: olvidos y recuerdos de una gesta común.

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En el combate de Abtao una fuerza combinada peruano-chilena repelió la agresión española

El archivo en pdf pueden encontrarlo en este blog en Mi perfil/acerca del Autor/archivos personales

A la espera de sus comentarios y como siempre agradecido

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EL DESAFÍO DE LA INTEGRACIÓN

El desafío de la integración
Al embajador Luis Marchand, recientemente fallecido
En su nota titulada “El modelo de Reconciliación Franco-alemán/Peruano-chileno”, el geoestratega chileno Christian Leyton exterioriza sus temores frente al negado planteamiento de amistar al Perú y Chile sobre la base de que éste sea tratado como la Alemania nazi al comenzar el periodo de post Segunda Guerra Mundial. A Leyton le preocupa que se divida a Chile en dos países ideológicamente opuestos (similar a lo ocurrido con la RFA y la RDA) como sanción por la realización de una guerra continental de expansión, conquista y exterminio, equiparable a la que inició Hitler en Europa. Ante ello, propone no importar modelos foráneos de la reconciliación porque aquello caricaturiza los esfuerzos de amistad y deslegitima los trabajos conciliatorios.

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Adenauer y De Gaule, cómo no emularlos

Los temores de Leyton son infundados. No sé dónde ha visto, leído u oído de alguna iniciativa que proponga dividir en dos el territorio de Chile y hacerlo responsable por crímenes de lesa humanidad comparables con el infausto holocausto perpetrado por el régimen nazi. Por el contrario, los esfuerzos de paz y reconciliación peruano-chilena que actualmente auspician diversas instituciones internacionales, con participación de personalidades de ambos países, parten de la premisa del futuro; es decir, buscan transformar el litigio de La Haya en “La Paz de La Haya” y tomarla como nuevo punto de partida en las relaciones bilaterales.

Por otro lado, mi tesis de conversar sobre el pasado doloroso para superarlo, que he defendido en publicaciones previas, sostiene que un esfuerzo así debe formar parte de un trabajo de la memoria, que ponga de relieve las confluencias de la historia en común (como en nuestro caso la Independencia y la Guerra con España), y desarrollarse en el marco de un proyecto mucho mayor de integración social, económica y cultural.

En su tercer argumento para diferenciarnos del modelo de reconciliación franco-alemán, Leyton habla de cómo, ante la insurgencia de los Estados Unidos de América como superpotencia mundial, Alemania y Francia ponderaron que era imprescindible unificar Europa para así potenciar el desarrollo político y económico del “viejo continente”. Para mí, ese sí es un ejemplo que debemos seguir en nuestra región.

En América del Sur, Chile es un modelo de crecimiento económico pues inició su despegue más temprano que los demás al concurrir a los mercados internacionales con una postura de libre-comercio. Desde la década de 1990 el Perú siguió sus pasos y es por eso que, junto con México y Colombia, nuestros dos países integran la Alianza del Pacífico y exponen las mejores cifras macro-económicas de América Latina. Por ello es menester trazarse la utopía de la integración regional para concurrir en mejores condiciones a los mercados globales; en este sentido, yo sí creo que debemos imitar el sueño que grandes estadistas como Charles de Gaulle y Konrad Adenauer superpusieron a una enemistad secular y a tres guerras intestinas, la de 1870, la de 1914 y la de 1939.

Yo no puedo negar la recíproca desconfianza que existe entre el Perú y Chile. En Perú creemos que Chile es un país agresivo y expansionista siempre presto a atacarnos de nuevo, y en Chile se piensa que el Perú es una potencia revanchista y conspiradora esperando siempre el mejor momento para afectar sus intereses. Por ello mismo creo fervientemente que ha llegado el momento de cambiar el rumbo de la historia y que es muy fácil ponerle piedras al camino de la integración, tanto como que transitarlo supone asumir una postura valiente y difícil que sabrán apreciar las generaciones venideras. Invito pues a Christian Leyton a asumir el alto desafío de la integración para bien de los jóvenes de hoy y las generaciones de mañana.

La nota de Christian Leyton en el siguiente link:

http://blog.latercera.com/blog/cleyton/entry/el_modelo_de_reconciliaci%C3%B3n_franco

Daniel PArodi Revoredo
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LA JUGADA DE ECUADOR

LA JUGADA DE ECUADOR
Daniel Parodi Revoredo
La lección que nos deja el reciente encuentro entre los cancilleres chileno y ecuatoriano en Santiago, que tuvo como resultado la firma de un acta en la que ambos sostienen que los tratados de 1952 y 1954 son limítrofes, es que la cuestión de la Haya no involucra a dos países sino a cuatro: a Perú y Chile de manera directa, y a Ecuador y Bolivia de manera indirecta.

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Hiló fino

Hasta el momento Ecuador es el país que más ha ganado con el litigio que ventila la corte internacional de justicia debido a que los tratados de 1952 y 1954 no son bilaterales, sino trilaterales: los suscribieron Perú, Chile y Ecuador. El vecino del norte es una indeseada pero inevitable retaguardia en este asunto; por ello Rafael Correa pudo amenazarnos abiertamente con intervenir en la Haya si nos negábamos a delimitar la frontera marítima norte y así obtener nuestro aval a la carta náutica ecuatoriana el 2 de mayo de 2011. Entonces Ecuador cerró su frontera marítima y el Perú logró que, en Holanda, el contencioso permanezca como una cuestión exclusiva entre chilenos y peruanos.

La pregunta que queda en el aire es por qué súbitamente Ecuador apoya la tesis chilena sobre los convenios de 1952 y 1954 si ya había logrado sus objetivos fronterizos y si tanto parecen haber mejorado sus relaciones bilaterales con el Perú luego de la suscripción de la Paz de Itamaraty. Por desgracia, la respuesta se conecta con la geopolítica de la región y demuestra que lo avanzado no ha deshecho la tradicional alianza chileno-ecuatoriano gestada en tiempos en los que nuestro país mantenía diferendos limítrofes con ambos estados, lo que explica el interés mutuo y recíproco de éstos en contra nuestra.

Al respecto, no faltarán voces que señalen que el Perú no ha agotado todos los esfuerzos para consolidar su relación con Ecuador pero los consejos de ministros binacionales, las fructíferas políticas fronterizas y el desarrollo de la actividad comercial abonan la posición contraria. Más bien, debe ponderarse, desde una lógica geopolítica regional, que el acercamiento de Ecuador al Perú ha complicado la relación de aquel con Chile, por lo que el acta recién suscrita persigue reanimar la relación Quito – Santiago. Ecuador no participa directamente de la Haya pero apoya moralmente a Chile, esa es la posición que acaban de asumir Rafael Correa y Ricardo Patiño. Difícilmente hubiese podido ser otra debido a la historia que existe detrás.

Es complicado saber cuánto repercutirán los contenidos del acta en cuestión en los jueces de La Haya, pero evidentemente será muchísimo menos que una participación ecuatoriana como parte interesada en el litigio. Más bien, el gesto ecuatoriano oxigena un tanto la relación entre las autoridades de Chile, sus medios de comunicación y su opinión pública, y a nosotros nos vuelve a la realidad de una geopolítica regional compleja. Por ello mismo, este hecho debe motivarnos a un delicado trabajo con Bolivia de aquí en adelante, porque posiblemente los siguientes movimientos chilenos se dirijan en esa dirección.

Finalmente, no debemos olvidar que la posición peruana está sólidamente asentada en el argumento de que los tratados de 1952 y 1954 no son limítrofes y en la notable inequidad chilena de hacer del paralelo la frontera marítima entre el Perú y Chile. Yo no estoy convencido de que Chile vaya a patear el tablero de La Haya, pero en tanto que escenario posible debemos ponderar este acercamiento chileno-ecuatoriano como una más de muchas provocaciones por venir y en las que no debemos caer. Sólo con la sentencia entre manos tendremos un instrumento de la justicia internacional para hacer respetar nuestra soberanía, hasta entonces debemos mantener la unidad nacional alrededor de Cancillería y evitar que estos episodios nos dividan internamente y debiliten nuestra posición.

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EL AÑO PRIMARIO

EL AÑO PRIMARIO
Hace un año, cuando Ollanta Humala accedió a la primera magistratura de la nación, mi temor era que su centrismo de última hora fuese una pantomima electoral con la finalidad de atraer indecisos y que, tras su triunfo, retomase la postura radical de izquierda nacionalista que mantuvo hasta la primera vuelta. Transcurrido un año constatamos que nos quedamos cortos en la ponderación que esperábamos del Presidente, quien viró hasta los mismísimos confines de la derecha neoliberal.

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que le vaya mejor el segundo año

Tras cuatro meses de gobierno, era claro el viraje ideológico experimentado por el nuevo mandatario. El cambio, que se produjo abruptamente, le costó a Ollanta Humala su primer gabinete. Para entonces era evidente la contradicción entre los discursos del Presidente y del premier Salomón Lerner. De allí su renuncia.

Entonces comenzó a gestarse “el año primario” de Ollanta Humala, quien apeló a lo que más conoce, es decir, su entorno militar. Allí acudió en busca de las certezas que no halló en la izquierda intelectual, allí encontró a Oscar Valdez y Alberto Calle; allí consiguió que las cosas, en lugar de mejorar, empeorasen.

Un lugar común es pensar que la “mano dura” es a veces necesaria para “poner orden” en el país, pero pensar así implica no comprender que en el Perú contemporáneo las regiones, y sus gobiernos, son ya un poder institucionalizado que cuenta con una serie de mecanismos para oponerse al gobierno central e incluso enfrentar su aparato represivo. Es lo que ha ocurrido. Sólo tras los desastres de Cajamarca y Celendín pudo comprender el Presidente que los palos y las balas ya no funcionan en un país que es socialmente más democrático que hace treinta años, aunque no necesariamente más justo. Entender aquello le costó su segundo gabinete a Ollanta Humala, el saldo: la vida de decenas de peruanos.

Al comenzar el segundo año de gobierno nacionalista, la minería sigue siendo el gran problema por resolver debido a su indisoluble relación con la generación de riqueza pero también con los graves desencuentros socioculturales del Perú, sobre los cuales yo esperaba una mayor comprensión y sensibilidad presidenciales. No las ha habido, y a una imprecisa lectura de la realidad, hoy se le suma la desconfianza popular hacia un gobierno que ofreció una cosa e hizo otra.

Ante un Estado deslegitimado como interlocutor quizá haya que invertir el orden y esperar un poco: primero generemos confianza y mecanismos de diálogo, después que venga la minería. Yo sé que la propuesta anterior puede escandalizar a muchos pero hace décadas, cuando no siglos, que se hacen muy mal las cosas en el país, lo que incluye a radicales y oportunistas que ven en la protesta popular una trayectoria a forjarse a través del caos social.

En fin, ya se fue el año primario, ese que admite todas las acepciones de su adjetivo. Ahora solo queda crecer y madurar para que el consenso comience a coronar el horizonte del país. A pesar de mi crítica, que es constructiva, apuesto por la consolidación de Ollanta en su segundo año de gestión presidencial. Creo que con el aporte de Juan Jiménez Mayor el gobierno recupera buena parte de su capacidad de diálogo y vocación de concertación; esperemos que con él prime el sentido común y se sienten las bases para avanzar en la solución de los conflictos sociales.

Daniel Parodi Revoredo
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