Archivo por meses: junio 2015

Perú&Ecuador – Chile&Bolivia

Perú y Ecuador ya cuentan con planes binacionales

Perú & Ecuador – Chile & Bolivia

Daniel Parodi Revoredo

Si ingresas a la web del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú encontrarás los mecanismos bilaterales que impulsan la relación peruano-ecuatoriana. Estos son los siguientes: El Encuentro Presidencial y Gabinete Binacional de Ministros con cinco ejes temáticos que tratan asuntos sociales; seguridad y defensa; productivos y comerciales; de inversión y turismo; ambientales, energéticos y mineros; de infraestructura y conectividad.

Se le suman la Comisión de Vecindad; los comités de frontera, entre otrosEstos mecanismos son sinérgicos con la agenda bilateral que incluye la culminación de las labores de desminado humanitario; inversión pública en programas sociales; interconexión eléctrica transfronteriza; gestión binacional de recursos hídricos; promoción de micro, pequeñas y medianas empresas; Becas de la Amistad, entre otros.

 Los acuerdos de Paz de Brasilia de 1998 constituyen el punto de inflexión positivo de la relación peruano-ecuatoriana. En 1998 ambos países decidieron que era mejor ser socios que enemigos y ahora disfrutan los resultados de su excelente decisión.

Actualmente, Bolivia y Chile litigan en La Haya la demanda del primero al segundo para negociar de buena fe su salida al mar. Los chilenos dicen que aquella es hostil, que mejor hubiese sido la negociación bilateral. Los bolivianos arguyen que les han ofrecido mar en varias ocasiones.

Algunos datos: a) 4200 es el número de kilómetros del extenso litoral chileno; b) existe un ferrocarril de Oruro a Antofagasta inaugurado en 1892 que hasta hoy conecta a Chile con Bolivia.

Sé que la actual coyuntura es difícil porque el litigio en la CIJ tensa la relación entre ambos países. Sin embargo, mi punto es que Chile tiene muchísimo litoral como para resolver la mediterraneidad boliviana y que el referido ferrocarril brinda las condiciones perfectas para otorgarle un enclave al país altiplánico al lado de Antofagasta.

Sin duda, mis argumentos son coloquiales, pero el sentido común coloquial suele identificar más rápido la solución de los problemas. Las complicaciones vienen de la política y de la ideología, como la cuestión de la “soberanía”, por la cual, como decían nuestros bisabuelos, la vida vale la pena vivirse o perderse.

Hace unas semanas, en Buenos Aires, el historiador chileno Jorge Magasich planteó el esquema ganar/ ganar de resolverse la mediterraneidad boliviana. Así trataba de explicarle a sus connacionales que con ello Chile también se beneficia. El ejemplo de lo que ambos países pueden ganar si superan sus problemas es lo mucho que peruanos y ecuatorianos obtuvimos cuando optamos por la paz.

Publicado el domingo 7 de junio en Exitosa Diario

Twitter: @parodirevoredo

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Sincronía peruana I

 

República aristocrática y movimiento obrero se toparon a inicios del siglo XX

Sincronía Peruana I

La República Aristocrática nos llegó con 80 años de retraso

La historia del Perú es sincrónica y no porque hayamos logrado sincronizar deliberadamente nada, sino porque hemos desarrollado la virtud de conjugar fenómenos correspondientes a diferentes tiempos en un solo momento histórico. Los resultados, cómo no, han sido catastróficos. Pero esta vez quiero referir sólo uno de estos, el que más se me viene a la cabeza.

En condiciones normales, en el Perú decimonónico debió desarrollarse una democracia censitaria. Debió votar un grupo reducido de ciudadanos de acuerdo con el censo, la propiedad y/o el alfabetismo pero curiosamente no sucedió así; en realidad votó mucha más gente pero lo hizo corporativamente, a voz alzada. Sencillamente llegaba el hacendado a la mesa de sufragio, que eventualmente quedaba dentro de su hacienda, y todos los peones proclamaban su nombre.

Más allá del sistema electoral, que nos describe Cristobal Aljovín en “Caudillos y constituciones”, lo cierto es que ninguna república censitaria sembró sus raíces en el siglo XIX -como sí lo hizo en Chile- por más que Carmen Mc Evoy nos la sugiera utópicamente. Aquí lo que se instaló es el caudillismo como forma de gobierno, continuidad monárquica según Hugo Neira, patrimonalismo según la referida Mc Evoy.

Tuvo que llegar la destrucción de la Guerra del Pacífico y el hartazgo con Cáceres para que recién en 1895 Piérola instaurase, al fin, una república censitaria, aquella a la que le llamamos aristocrática. Y todo pareció ir muy bien y, de hecho, pudo ir muy bien a no ser que nuestra democracia de unos pocos nos llegó con ochenta años de retraso y se estrelló de frente con los anarcos, el paro, el sindicato La Estrella, la huelga, el canillita, el plebeyo, la obrerita y otros entrañables personajes de Felipe Pinglo, que no estaban en sus planes.

Había llegado el siglo XX pues, con la débil proyección de su luz artificial, y hasta ahora no sé cómo así convivieron los elegantes bailes del Palais Concert con las jaranas de Karamanduka y la lucha por las ocho horas, con Haya y Mariátegui incluidos, después de Gonzáles Prada. El resultado: La Incertidumbre Nacional como la llamó Basadre, reacción conservadurísima, miles de asesinados apristas en Trujillo en 1932, magnicidio de Sánchez Cerro en 1933 y el subsecuente cierre del diálogo político hasta 1956.

Es que cada cosa tiene su tiempo, y en las primeras décadas del XX no había espacio para todo aquello junto. Y la república, ya democrática, todavía no la hemos construido. Volveremos luego sobre otras paradójicas sincronías peruanas.

Publicado el 30 de mayo en La Mula

Twitter: @parodirevoredo

Pagina: https://daupare.lamula.pe/2015/05/30/sincronia-peruana-i/daupare/

Almagro y González: dos izquierdas, dos destinos

 

Felipe González, valiente defensa de presos políticos venezolanos

Almagro y Gonzáles: dos izquierdas, dos destinos

En las últimas semanas han coincidido dos acontecimientos que nos muestran dos maneras de comprender la izquierda latinoamericana. El primero es la toma del cargo del Presidente de OEA Luis Almagro, ex-canciller uruguayo y miembro del Frente Amplio de José Mujica. El segundo es la visita a Venezuela de Felipe González, expresidente socialista de España, referente innegable para el progresismo latinoamericano.

En su discurso del 26 de mayo, Almagro subrayó la importancia de que Cuba vuelva al sistema interamericano. En cambio, sus referencias a la situación de los Derechos Humanos en Venezuela han sido escasas a pesar de que en su gestión al frente de la política exterior uruguaya amparó a presos de Guantánamo y refugiados sirios. En esta ocasión, Almagro se limitó a decir que Venezuela colabora con la Comisión de DDHH de OEA, la que aborda también sus supuestas violaciones desde el Palacio de Miraflores.

Luis Almagro, mutismo ante Venezuela

Al contrario, la reciente visita de Felipe González a Caracas ha generado gran impacto. La agenda del sevillano fue visitar al activista Leopoldo López y los alcaldes Antonio Ledesma y Daniel Cevallos, tres presos de conciencia que comprometen la democracia regional y se suman a otras decenas sometidos a tortura e inhumanas condiciones de confinamiento como las de “La Tumba”. Este centro de reclusión se encuentra cinco pisos bajo tierra, consta de 7 minúsculas celdas sin luz, baños, aire natural y con temperaturas bajo cero.

El gobierno de Nicolás Maduro no le permitió a Felipe González visitar a los prisioneros políticos pero no pudo evitar que deje sentado un ejemplo de firmeza en la defensa de la democracia y los DDHH. Además, González encabeza la lista de 25 exmandatarios que el 9 de abril firmaron la Declaración de Panamá, potente llamado a la recuperación de los principios republicanos en la tierra de Bolívar.

Así las cosas, los cofirmantes de la Declaración están suplantando a OEA en la exigencia del cumplimiento de su propia Carta Democrática. Al contrario, aquella languidece en su sumisión a Venezuela que se expresó nítidamente cuando 22 de sus 35 miembros le negaron a la disidente Corina Machado tomar la palabra en su plenario.

En Latinoamérica predomina una izquierda patrimonialista poco interesada en ocupar el espacio socialdemócrata. Su prioridad consiste en fortalecer el caudillismo estatista para afirmarse en el control de la burocracia de los foros regionales. Pero no nos equivoquemos, sin una izquierda con vocación democrática, el republicanismo continental seguirá durmiendo el sueño de los justos.

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Publicado ayer en Exitosa Diario

 

Bolivia, el mar y la subjetividad

ACADÉMICOS DE PERÚ, CHILE Y BOLIVIA SE REUNIERON EN LA UCA DE BS. AS.

Bolivia, el mar y la subjetividad

Bolivia, privada de litoral propio, deseará tener acceso al mar, y mientras no lo consiga la violencia de su situación la obligará a medidas extremas (…) y de la lucha que de eso tendrá que resultar vendrán crisis comerciales, dañinas para todos”. Francisco García Calderón, diciembre de 1883

Si he dedicado mi carrera a investigar los confines del imaginario es porque creo en el poder de la subjetividad y que siempre la encontraremos en el meollo de cualquier realidad plausible. Cuando los chilenos nos recuerdan el tiempo transcurrido desde que concluyó la Guerra del Pacífico y nos preguntan sobre nuestra herida doliente, no reparan en que el daño, que una vez fue material, hoy se ha trasladado a la dimensión del inconsciente colectivo porque aún los dos pueblos no hemos hecho lo necesario para superar el trauma que aquella nos dejó.

En el mismo sentido, hoy ya casi no tiene caso recordar que antes de 1879 Bolivia le daba poco uso a su litoral, geográficamente alejado de los centros políticos de su país, o que el Tratado de 1904 le ofreció una serie de ventajas arancelarias y de infraestructura. El tema en realidad no es ese, sino que Bolivia experimenta con el mar el “dolor de la amputación”, la castración de desposeer lo que antes poseía. Y por eso Bolivia, entendámoslo, no dejará de gritar a los cuatro vientos que quiere mar, y que lo quiere suyo y no prestado.

Para Chile, la dimensión subjetiva del tema nos remite inevitablemente a una deuda que mora en el subconsciente. Si hoy, en La Haya, Bolivia nos recuerda que Chile le ofreció varias veces negociar una salida al mar, es porque en algún lugar de su imaginario a nuestro vecino del sur le ha pesado la mediterraneidad boliviana, de lo contrario no hubiese deseado resolverla en 1950 y 1975.

Finalmente, la soberanía es el gran meollo que confronta a los países. ¿Qué es soberanía? Para empezar un vocablo que indica posesión, pero para pueblos criados aún en el nacionalismo del siglo XIX es el sentimiento, la sangre derramada, el campo santo del héroe, el terruño que se defiende con la vida. Y por eso el tema se hace tan difícil.

Yo estoy seguro de que Chile le concedería a Bolivia un enclave al lado de Antofagasta y le permitiría instalar un puerto y playa propios pero soberanía no, porque esta es el límite infranqueable, lo que nadie cede de motu propio. Y Bolivia, claro, la desea más que nada por el hecho esencial de que la tuvo y Chile se la arrebató. Por eso estudio la subjetividad, porque estos razonamientos básicos se mueven bajo las formas diplomáticas más racionales y exquisitas.

Sobre todo eso conversamos la semana pasada en la UCA de Buenos Aires doce académicos de Perú, Chile y Bolivia. Durante el diálogo, comprendimos bien la situación y demostramos que no solo manejamos los procesos de larga duración, como los llamaba Ferdinand Braudel, sino también las coyunturas, cómo las definió Pierre Vilar. Recién el año pasado el Perú había demarcado por fin su frontera marítima con Chile. Este, a su turno, se defiende en la Haya de una demanda boliviana para negociar precisamente su salida al mar.

Por eso preferimos no pronunciarnos por ninguna solución concreta, porque nos quedó claro que la larga duración debía prevalecer sobre la coyuntura y la cautela sobre el entusiasmo. Entonces, planteamos “el reencuentro de Bolivia con el mar” paulatino, escalonado, fortaleciendo la confianza tripartita, cerrando las heridas de guerra, reconciliándonos con la historia doliente, integrando socioeconómicamente nuestras fronteras. En Buenos Aires, doce académicos que buscamos la integración latinoamericana supimos pulsear el momento, situarlo en el proceso y actuar en consecuencia.

Sin embargo, el manejo político de la iniciativa por parte de las autoridades de la UCA pudo ser superior. La propuesta de mediación de UNASUR y CELAC, con José Mujica a la cabeza, en medio del litigio boliviano-chileno en La Haya, generó una innecesaria controversia que felizmente se ha aclarado con los días y que bajo ninguna circunstancia debe superponerse a la claridad de la utopía planteada, cuya vigencia es incontrastable.

Por ello, es preciso rescatar el consenso bonaerense de reencontrar a Bolivia con el mar pues de lo contrario Chile no dejará de oír el clamor eterno e inexorable de su cercano y a la vez lejano vecino. Ese mismo clamor, que hace 133 años vaticinó Francisco García Calderón, seguirá resonando en el escenario latinoamericano mientras las costas del Pacífico no encuentren la bahía que cobije las playas bolivianas.

@parodirevoredo

                            Acta de Buenos Aires

En la ciudad de Buenos Aires, Universidad Católica Argentina, doce académicos de Bolivia, Chile y Perú, sociedades con historias ancestrales comunes, nos reunimos para contribuir a una búsqueda consensuada del reencuentro de Bolivia con el mar, fortaleciendo así la unidad latinoamericana.

Más allá de las coyunturas judiciales y gubernamentales, creemos que el diálogo crítico permite visibilizar y comprender la posición del otro para la construcción de un futuro común y plural. Esta metodología puede facilitar la resolución de conflictos mediante la fuerza viva de la palabra en conjunción con propuestas creativas y realistas orientadas a la reparación de heridas históricas.

Estos esfuerzos se inscriben en el marco de la cultura de la paz, la reciprocidad y la integración democrática, inspiradas por el espíritu y los contenidos del Acta de Lovaina. Desde el final de la Guerra del Pacífico hasta el presente, han existido tensiones que dificultan las relaciones amistosas entre los pueblos. Si estas se prolongasen, Bolivia y Chile continuarán sin relaciones diplomáticas y se seguirán difundiendo imágenes negativas del otro.

Todo ello genera gastos militares excesivos; dificulta la vinculación educativa, cultural y económica; e impide la realización de proyectos beneficiosos para la sociedad civil. Estas prácticas perjudicarán a las generaciones futuras, que heredarán una situación de conflicto latente, que podemos ayudar a resolver.

La superación definitiva de los remanentes de la guerra implica el restablecimiento de la cualidad marítima boliviana y ofrece oportunidades provechosas a los tres pueblos. Esta reemplaza los imaginarios de la desconfianza entre Bolivia, Chile y Perú, por una mirada integradora y un clima de amistad.

Este nuevo escenario estimulará intercambios culturales, educacionales y comerciales; y permitirá destinar parte de los gastos militares a políticas de desarrollo, particularmente en las regiones fronterizas. De este modo, favorecerá la normalización de las relaciones diplomáticas entre Bolivia y Chile, imprescindibles entre países vecinos. Esta visión de futuro contribuye con la integración latinoamericana y transmite a las generaciones futuras una paz definitiva.

A partir de estas reflexiones, sostenemos que el reencuentro de Bolivia con el mar forma parte de una agenda de integración trinacional con cooperación efectiva en las áreas fronteriza, regional y nacional. Las principales líneas de esta agenda son las siguientes: construir una memoria histórica común, enseñar en las escuelas una visión plural de los acontecimientos, consolidar políticas de integración cultural y desarrollar políticas públicas para las poblaciones de frontera.

Construir una memoria histórica implica resaltar el pasado ancestral común e implementar una política de reconciliación trinacional respecto de la Guerra del Pacífico. Asimismo, reinventar las tradiciones, crear y difundir los lugares de la memoria, resignificar las conmemoraciones oficiales y concebir la frontera como un lugar de encuentro. Enseñar en las escuelas una visión plural de los procesos históricos significa promover una cultura de la paz en diversos espacios educativos, que contemple la visión del otro y aliente la formación de estudiantes, agentes de cambio.

Consolidar políticas de integración cultural presupone la articulación de centros de formación académica, el aprendizaje mutuo y la defensa de la diversidad cultural. En la socialización de estas políticas, los medios de comunicación tienen un papel fundamental, pues ellos pueden contribuir a la comprensión mutua entre los tres países, privilegiando el diálogo y el reconocimiento de la alteridad.

Desarrollar políticas públicas para las poblaciones de frontera promueve el bienestar, la seguridad interna de aquellas, y fortalece a las autoridades locales. Asimismo, la coordinación de políticas equitativas, viables y sustentables fomenta la inclusión social, el desarrollo económico y la defensa del medio ambiente.

Finalmente, dado que la aspiración a la unidad americana es uno de los legados más valiosos de la Independencia, una agenda de integración trinacional, que incluya el reencuentro de Bolivia con el mar, es una de las tareas urgentes. Por lo tanto, proponemos a los gobiernos y a los actores sociales implicados comprender la aspiración boliviana como un proceso que requiere de mecanismos que resguarden consensuadamente las expectativas y los intereses de nuestros tres países.

Buenos Aires, 21 de mayo de 2015.

De Bolivia: Guadalupe CAJIAS DE LA VEGA Roxana FORTEZA CHÁVEZ Rafael LOAYZA BUENO Ramiro PRUDENCIO LIZÓN

De Chile: Luis CASTRO CASTRO Eduardo CAVIERES FIGUEROA Jorge MAGASICH AIROLA Cristina OYARZO VARELA

De Perú: Cristóbal ALJOVIN DE LOSADA José CHAUPIS Daniel PARODI REVOREDO Marcel VELAZQUEZ

Chile y Perú: La otra vecindad

 

 

Chile y Perú: La otra vecindad

Para romper estereotipos, el historiador peruano Daniel Parodi editó un libro con episodios de amistad entre sus compatriotas y los chilenos. “Ambos países ya están integrados, pero nos falta hacer lo necesario para creerlo”, dice.

Por Pablo Marín

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Si el lector de a pie no distingue entre nacionalismo y patriotismo, no es problema de Daniel Parodi, que no mezcla esta última (el apego a una tierra y a su gente) con la primera (la religión laica de la nación). Por eso, no hay que confundirse con este historiador, analista de las relaciones chileno-peruanas y profesor de la U. Católica del Perú.

Se le puede ver, por un lado, deplorando en la TV el supuesto caso de espionaje chileno denunciado por Lima, o contestando una columna mercurial de Joaquín Fermandois, para quien este tipo de inteligencia entre países es parte normal de la realpolitik: “Yo espío, tú espías”, se tituló la columna y la respuesta no quiso ser menos: “Yo no te espío-tú sí me espías” (ver recuadro).

Por otro, se esmera en recordarnos en su libro Conflicto y reconciliación: El Perú y Chile en La Haya 2008-2014, que Grau y Prat no sólo fueron adversarios sino que pelearon juntos contra España en 1866. Y en buscar un diálogo que rescate lo que nos acerca, más que lo que nos aleja. Así surgió Las historias que nos unen, volumen editado en conjunto con su colega chileno, hoy premio Nacional de Historia, Sergio González. Una compilación de “episodios positivos”, que van del socorro brindado por Colo Colo después de la tragedia área que mató al equipo de Alianza Lima (1987) a los casos de Bernardo O’Higgins y Lucho Barrios, vistos con otra luz: mientras el primero tuvo la oficina del padre en Lima y vivió allí casi 20 años en el final de su vida, el valsista criollo grabó en Santiago su primer disco.

Parodi no defiende las historias paralelas ni la negación de los hechos dolorosos. Pero sí un cambio de mirada. Acaso suscribiría, si lo apuran un poco, lo que alguna vez dijo el historiador Eduardo Cavieres a propósito de la relación chileno-peruana: “Los pesos del pasado siguen frenando nuestra entrada al futuro”.

-Tanto usted como algunos historiadores chilenos han llamado a abandonar las desconfianzas y a incorporar de alguna forma la mirada del otro. ¿No se halla esta actitud desfavorecida frente a la lógica del nacionalismo y su idea de ellos v/s nosotros?

-Con Sergio González y Eduardo Cavieres, entre otros colegas de ambos países, estamos emprendiendo una labor titánica, porque en nuestros países el sentido común es aún de corte nacionalista. Y construir un nuevo sentido común que convierta el “nosotros contra ellos” en “nosotros junto a ellos” no es tarea fácil. ¿Pero acaso la tenían fácil franceses y alemanes en la década de 1950? Y mira como están ahora.

-¿Puede llegar a plantearse entre nuestros países un escenario análogo al de Francia y Alemania?

-Análogo no, porque Chile no es Francia y el Perú no es Alemania, ni al revés. Pero creo que el Perú y Chile deberían iniciar un proceso bilateral de reconciliación con el pasado doloroso, pero en sus propios términos, a base de su propia realidad y de su propia historia. Muchos confunden reconciliación con el perdón. Otros lo reducen a señalar que el Perú quiere que Chile le pida perdón por la guerra del Pacífico. Para empezar, una reconciliación con el pasado es una conversación sincera de agenda libre y en ella podrían levantarse temas como el apoyo de Chile a la independencia del Perú o en la guerra contra España que está celebrando su sesquicentenario.

Lo del perdón podría centrarse en los excesos de la guerra del Pacífico, no tanto en sus causas, porque cada nación tiene su propia versión de los hechos. Me dirán que todos los países cometen excesos en las guerras y es verdad, pero reconocerlo con gestos simbólicos no hará menos a Chile y podría ayudar mucho a que en el Perú se deje al pasado pasar, lo que no equivale a olvidarlo. Se trata de superar, de procesar, de ser capaces de conmemorar juntos incluso el pasado doloroso.

“Todos los países cometen excesos en las guerras, pero reconocerlo con gestos simbólicos no hará menos a Chile”.

-¿Piensa que las vías paradiplomáticas de acercamiento, incluido el libro Las historias que nos unen, han resultado más eficaces que las más convencionales o mediadas por ambos Estados?

-Las historias que nos unen es materia prima. Le estamos diciendo a nuestros países: “Miren, la guerra del Pacífico no es la única historia que tenemos en común, aquí les ofrecemos 25 historias más y son de amistad”. Por eso he sugerido añadir en los currículos escolares del Perú y de Chile unidades de historia binacional, para que nuestros niños también conozcan relatos de integración entre nuestros pueblos. Sin embargo, me queda muy claro que se avanzará de veras cuando haya una decisión política de ambos estados en el sentido que indico. Desde el nivel de lo paradiplomático podemos proponer ideas, pero son los estados los que deben adoptarlas y convertirlas en políticas que perduren en el tiempo y maduren la integración.

-¿Qué gesto, declaración u otro acto simbólico sería importante que Chile llevara a cabo?

-En Chile dicen que el problema es de los peruanos, que no superamos el pasado. Fue un poco lo que dijo Joaquín Fermandois y por eso le respondí. El sentimiento que existe hacia Chile en parte del Perú (es difícil generalizar) tiene que ver con una guerra en el que el 70% del territorio fue ocupado, con todo lo que eso implica. Pero además tiene que ver con la respuesta que siempre encontramos de Chile cuando tocamos el tema, nos dicen, “¿qué tenemos que ver nosotros?”.

Creo que, a nivel de la psicología colectiva, Chile debe revisar su discurso sobre la guerra, pues le cuesta mucho reconocer los excesos propios. Quizá por eso no se alcanza a comprender que en el Perú necesitamos mucho de ustedes para cerrar las heridas que nos dejó aquella conflagración. Luego, en mi país tenemos que hacer un gran esfuerzo para separar el pasado del presente; debemos trabajar mucho en el nivel de las políticas educativas para mejorar la imagen del otro, pero Chile tiene que acompañarnos en un camino que debemos transitar juntos. Ojalá, mañana, dos presidentes pensasen así, pero lo veo bien difícil.

“Veo difícil que la Corte obligue a Chile a negociar con Bolivia, porque está el tratado de 1904”.

-Para la escuela, en el caso chileno (y también en el peruano), la enseñanza de la historia es en buena parte la afirmación de la nacionalidad y de las virtudes patrias. ¿Qué tan viable es una historia planteada en términos distintos?

-En el Perú es igual pero al contrario: si la historia escolar chilena es quizá en exceso celebratoria del triunfo obtenido en la guerra del Pacífico, la peruana es “autoflagelante”. Hemos escrito la historia oficial del siglo XIX peruano desde la guerra del 79 hacia atrás y entonces lo que se hizo antes necesariamente estuvo mal, y tampoco es así. A eso se suma el discurso negativo sobre “el otro”, que no tiene matices porque el único capítulo que se difunde en la escuela sobre la relación bilateral trata, según cada país, de una victoria militar que me convierte en superior o de una derrota que me dejó una herida.

Imagínate añadir en los textos de historia y geografía de secundaria en Chile capítulos sobre la geografía peruana para que la conozcan y viceversa; imagínate una unidad sobre O’Higgins, tanto respecto de su apoyo a nuestra independencia como el final de su vida en el Perú. Imagínate una unidad que narre a los niños de Chile la historia de los Incas y a los del Perú la de la Araucanía. Para no hablar de las actividades didácticas, los cursos de ciudadanía y todo lo que podríamos hacer.

Fíjate qué injusto que a un niño le digas que lo único que tienes en común con el vecino es una guerra fratricida: terminará odiándolo, allí empieza todo. De ahí que la reconciliación que propongo sea el punto de partida.

-¿Qué opinión tiene del recurso presentado por Bolivia ante la CIJ? ¿Podría Perú tener una actitud más activa para una resolución de esta controversia (dado que toda sesión desde Santiago debe pasar por un acuerdo con Lima)? ¿O sencillamente no le corresponde?

-Sobre la cuestión chileno-boliviana, no creo que Chile vaya a proponerle a Bolivia una salida al Pacífico por Arica, menos si ya la Corte va a dirimir el tema. Así que no se trata de ponerse en un escenario que sólo sería dable si la CIJ obligase a Chile a negociar de buena fe con Bolivia. Particularmente lo veo difícil, porque está el tratado de 1904. Más allá de eso, lo que más deseo es que la decisión de La Haya marque un cierre definitivo al problema, así podremos vivir todos en paz e integrarnos.

-¿Tienen mejores perspectivas las relaciones chileno-peruanas tras el fallo en La Haya?

-Claro. Sólo nos falta el triángulo terrestre, si hemos resuelto en la CIJ la delimitación de 66.000 km2 de mar, ¿cómo no vamos a resolver este tema? Yo creo que finalmente el Perú y Chile hemos superado la impronta del siglo XIX, sólo que no nos hemos dado cuenta todavía. El historiador Fernand Braudel decía que la mentalidad es lo que más tarda en cambiar y lo que nos falta por hacer es adaptar nuestros viejos imaginarios a una realidad con Alianza del Pacífico, con TLC, con Fallo de la Corte ejecutado, con grandes inversiones recíprocas, con 5 millones de pasos anuales entre Tacna y Arica, etc. Perú y Chile ya estamos integrados: nos falta hacer lo necesario para creerlo y seguir avanzando juntos hacia la globalización, que exige bloques regionales para poder ser realmente competitivos.  •••

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“El espionaje debe evitarse”

-Aunque el presidente Ollanta Humala dio por superado el incidente con Chile, Joaquín Fermandois plantea que el espionaje es parte de la realpolitik. ¿Qué lo persuade de que el Estado peruano no ha espiado?

-Para mí sería lamentable enterarme de un espionaje del Perú a Chile. De ser el caso, recomendaría al gobierno de mi país ofrecerles las satisfacciones del caso.

-¿Qué hace inaceptable, a su juicio, la razón de Estado que a Fermandois le resulta tan atendible?

-A don Joaquín Fermandois le hice un llamado a tratar estos temas en conjunto y a colaborar con nuestras sociedades para que cambien la manera tradicional que tienen de mirarse. Respecto de la razón de Estado, le planteé la alternativa de una razón regional y global, y poner por delante todos los avances de la relación bilateral en los últimos años en material comercial, económica, social y fronteriza.

-Para personajes como Henry Kissinger era normal que los estados se espiaran entre sí.

-Yo entiendo la razón de Estado y que los países tengan sistemas de inteligencia. Pero el trabajo de inteligencia posee diferentes modalidades. Una es la de los diplomáticos: el diplomático informa a su gobierno sobre lo que pasa en el país en el que está destacado, comunica con quien se entrevistó, notifica lo que piensan sus líderes, sin que su trabajo, ciertamente, se limite a eso. Otra, es el trabajo de inteligencia: el procesamiento y análisis de la información que es de dominio público y que puede presentarse en formato virtual (internet) o en publicaciones editoriales. Finalmente está la inteligencia humana, que supone captar funcionarios de otro Estado y sobornarlos para obtener información privilegiada. Este nivel de la inteligencia viola la soberanía del Estado que es víctima de ella y, en el caso de países que están intentando confiar el uno en el otro, puede dañar mucho el proceso. Por eso debe evitarse.

Las Joyas de Nadine

 

Primera Dama Nadine Heredia

LAS JOYAS DE NADINE

¿Serviría de algo que alce la voz y me ponga a tono con el actual despelote de la política nacional? Estamos tan sumergidos en la mediocridad de algunos comunicadores/as estridentes que no alcanzamos a ver el horizonte. Este refleja una encarnizada lucha por posicionar el siguiente escándalo, la siguiente denuncia, mi denuncia, para así arrinconar a mi contrincante y fortalecer mi posición. Así está planteada la partida de ajedrez.

El problema es que hemos convertido lo que debería ser una dimensión de la política en toda la política y no existe debate más allá del escándalo de turno. Los medios, claro, se frotan las manos. De un lado tenemos a Nadine vapuleada entre la frivolidad de las joyas y sus cuentas en Europa, y, de la otra, la final de Esto es Guerra, Combate o alguna que otra franquicia que consume masivamente la audiencia nacional.

Si me preguntan si Nadine es responsable, mi respuesta es un sí rotundo. No sé si de las joyas y cuentas; es más, he llegado a sospechar que todo aquello no es más que una “cortina de humo del mal menor”; mientras ven la forma de callar a Martín Belaúnde, que recién declaró, no dijo nada y casi nadie se enteró.

Pero Nadine es responsable del ruido político, del bumerang que lanzó y ha regresado con violencia en contra de ella. Del evidente afán – ya abortado- de postularse en 2016 y de la persecución contra Alan García, supuestamente el rival a vencer. Y, en el camino, de convertir nuestra política en el vertedero que es ahora y que, coyunturalmente, ella protagoniza.

Por eso no somos más que una ruleta del escándalo, un pérfido péndulo que una vez alcanza a los unos y otra a los otros. Somos la fallida aventura caudillezca que una vez inició la Primera Dama junto a su esposo y no al revés; somos la exacta medida de la mediocridad de quienes nos gobiernan y los/las que se han alineado servilmente con ellos. Estos últimos son las verdaderas “joyas de Nadine”.

Quizá no estaría de más un pacto con la prensa seria para comenzar a discutir las cuestiones de fondo. Total, ellos ya se van, se nos vienen elecciones generales y tenemos muchos temas importantes que debatir. No nos equivoquemos, ni las “Joyas de Nadine”, ni “Esto es Guerra” nos van a hacer recuperar el camino del crecimiento y el desarrollo.

Twitter: @parodirevoredo

Página Historiador Daniel Parodi Revoredo

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