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LO QUE DICEN DE NOSOTROS RESEÑA DE LILIANA REGALADO

ESTIMADOS AMIGOS: TENGO EL AGRADO DE COMPARTIR CON UDS. LA RESEÑA QUE HIZO DE MI LIBRO LA DRA. LILIANA REGALADO, A QUIEN AGRADEZCO SU REFLEXIÓN Y LA ASESORÍA EN TODO MOMENTO BRINDADA A MI INVESTIGACIÓN.

Lo que piensan (dicen) de nosotros. La Guerra del Pacífico en la historiografía y textos escolares chilenos

Parodi Revoredo, Daniel Lo que piensan (dicen) de nosotros. La Guerra del Pacífico en la historiografía y textos escolares chilenos. Fondo Editorial UPC Lima: 2010

Ankersmit señaló, hace algunos años que para el historiador, hasta la revelación más íntima y “real” de un actor histórico en un texto conservado sólo es una huella o una fuente, y no un punto de contacto con el pasado mismo. Si hay un lugar en el que una parte de la realidad se resiste a ser alcanzable, es en la historia. En ninguna otra parte la relación entre el conocimiento y el objeto de este conocimiento es tan indefinida y problemática como en la práctica de la historia, y sin duda, el reconocimiento de esto presta cierta plausibilidad a priori a la tesis -actualmente escuchada con frecuencia- de que el historiador, más que “encontrar” el pasado, lo “fabrica”.

En base a la afirmación anterior se puede encarar la lectura del libro de Daniel Parodi que estamos comentando en una doble perspectiva: el análisis del discurso elaborado por el propio autor y el análisis que hace del discurso de la historiografía chilena, esencialmente, en una obra de Sergio Villalobos que expresa la tradición historiográfica decimonónica y su continuación. Vayamos entonces a lo primero.

Si dejamos hablar al autor, debe mencionarse que desde las primeras líneas de su texto Daniel Parodi da cuenta de la idea motor de su trabajo y la manera como se siente concernido con el tema objeto de su estudio: “Nos preocupa la vigencia de historias nacionales con características decimonónicas en la sociedad contemporánea y nos interesa comprender las formas que hoy adoptan las representaciones de la nación propia y las vecinas en el discurso histórico.”(pp. 17-18) Su compromiso personal con el tema y con las implicancias actuales del mismo también se manifiesta en las conclusiones con las que cierra los capítulos II y III y, sobre todo, en las reflexiones con las que finaliza el libro:

El problema que se presenta al Estado y a la sociedad chilenos como resultado de un discurso histórico oficial basado en “puntos de realidad” exitosos es que deriva en una narrativa perfeccionista que deja pocos espacios para la revisión y la autocrítica […] La cuestión se agrava cuando los imaginarios que el Estado ha vertido en la sociedad a través de la historia se construyen en oposición con aquellos que definen a los otros. Así, de las posiciones de subordinante y subordinados asignadas a los protagonistas de la Guerra del Pacífico se desprende también la dicotomía entre la sociedad superior y las inferiores (p.85).

En cuanto a lo segundo es decir, a lo que Parodi encuentra al analizar a la historiografía chilena sobre la Guerra del Pacífico, a través del trabajo de Villalobos, conviene recordar que -a partir del pensamiento de Reinhart Koselleck y Paul Ricoeur- la noción de “régimen de historicidad” permite revisar la relación que una sociedad mantiene con su pasado, su presente y su futuro. Lo que lleva a tomar en cuenta los usos del tiempo pasado. Por eso, en buena cuenta, en este libro de Parodi al estudiarse los planteamientos nucleares de la historiografía oficial chilena sobre la Guerra del Pacífico que se traslada a los manuales escolares lo que se aborda es también en el fondo, cómo la sociedad chilena se mira a sí misma y se relaciona con su pasado.

Por eso, resulta sustantivo para el análisis emprendido por Parodi establecer que en dicha historiografía están fuertemente vinculados nacionalismo, positivismo, darwinismo social y enseñanza de la historia. Debe destacarse positivamente que el autor inicie su abordaje presentando su marco teórico y definiendo los principales conceptos y categorías que va a utilizar en tanto constituyen sus herramientas interpretativas. Así, maneja nociones como alteridad con el significado y empleo que le dan Carretero, Rosa y González, pero también considera la definición operativa de otredad empleada por Catalani. Es loable no solo que haya explicitado su marco teórico sino que al hacerlo introduzca al lector a temas tan importantes como la construcción de los imaginarios, alteridades, etc.

Como hemos dicho, toma una obra de Sergio Villalobos, publicada el 2002, como referente y eje para mostrar la vigencia de los parámetros y perspectivas de la historiografía decimonónica respecto al asunto de la Guerra del Pacífico y a través de la escuela configura un imaginario exitoso sobre Chile, su pasado y futuro a costa de imágenes opuestas acerca del Perú y Bolivia.

Se refiere Parodi más de una vez a “la judicialización del pasado” en el sentido que le daba Bloch es decir, cuando la función de la historia atraviesa los límites de la ejemplaridad para interpretar al pasado con el propósito de justificarlo y delinear el futuro de una nación en base al criterio de culpabilidad de los actores. De cualquier manera sería bueno considerar que la idea de judialización del pasado o los historiadores convertidos en los jueces del valle de Josafat que están obligados a repartir premios y castigos o, al menos, señalar culpables, planteada por Bloch ha adquirido hoy un sentido diferente ya que judicializar el pasado tiene ahora que ver con el uso de la memoria y de la historia para denunciar situaciones qué, eventualmente, puedan ser llevadas a los tribunales cuando más bien, lo que corresponde a nuestra disciplina es que lo que se ventile en los tribunales y su resultado puedan convertirse en fuentes o material del historiador.

También quiero comentar otra cuestión y es el manejo que hace Parodi de “otros cercanos” para referirse a la vecindad de los tres países Chile, Bolivia y Perú y la manera como, el primero de los nombrados, se configura respecto a los otros dos. Pero en tanto muestra que Perú y Bolivia aparecen retratados de manera negativa y culpabilizados, creo que correspondería hablar más bien de su conversión en “otros lejanos” dada la dicotomía que plantean las imágenes expresadas por la historiografía chilena.

Hay asuntos que podrían pasar desapercibidos si nuestra lectura del trabajo se concentra en lo capital del libro pero que creo merecen mencionarse ya que Parodi las ha tomado en cuenta. Por ejemplo, que Villalobos adjudica al Estado y pueblo chilenos la independencia peruana a través de la acción de O’ Higgins. En ese caso estaríamos hablando de que el historiador chileno habría aplicado o retomado el criterio de independencia concedida que se discutió en las décadas de 1960 y 1970 y que no fue aceptado por la mayor parte de la historiografía peruana.

Lo que piensan de nosotros. La Guerra del Pacífico en la historiografía y textos escolares chilenos es un enjundioso e interesante libro cuyo tema abarca bastante más que el habitual análisis historiográfico. Es un trabajo en el que los asuntos de historia, memoria, imaginarios, historia oficial y su enseñanza están presentes de manera evidente.

Liliana Regalado de Hurtado , Lima, 30 de noviembre de 2010

P.D. La Fuente original donde se publicó esta reseña es el blog Histopria y memoria de Liliana Regalado, adjunto link
http://historiaymemoria.wordpress.com/2010/11/10/lo-que-piensan-de-nosotros-la-guerra-del-pacifico-en-la-historiografia-y-textos-escolares-chilenos/

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LAS OPORTUNIDADES GEOESTRATÉGICAS DEL PERÚ

Estimados Amigos.

Tengo el agrado de compartir con ustedes la segunda colaboración que hace a este blog el historiador Eligio Ronceros. Esperamos sus comentarios.

Cordialmente

Daniel Parodi Revoredo

LAS OPORTUNIDADES GEOESTRATÉGICAS DEL PERÚ.
“Una aproximación histórica”.

Introducción:

Ha sido un lugar común a lo largo de la historia, entender el desarrollo de los pueblos y las naciones a partir del aprovechamiento de determinadas características o condiciones que están dadas por la naturaleza, tales como: recursos naturales, posición geográfica o buen clima. En los 2 últimos siglos que corresponden a la fase industrializadora de la economía capitalista en el mundo, se ha entendido que otros factores como el desarrollo tecnológico, la inversión social, el mejoramiento de la infraestructura y una buena adminis-tración gubernamental son también condiciones fundamentales para el desarrollo de las naciones. Ahora bien, aunque sabemos que es un conjunto de factores el que debe de darse y utilizarse para lograr el desarrollo de una nación, la importancia del factor geográfico relacionado con una estrategia de estado que sepa aprovechar las ventajas que esta da, resulta de importancia vital. Por su posición geográfica, el territorio que hoy ocupa la actual República Peruana siempre ha poseído especiales características que de ser aprovecha-das proactivamente pueden permitir el desarrollo y posicionamiento del Perú como nación hegemónica en el Pacífico Sur.

En el presente ensayo, planteamos que se debe de establecer una política de estado que busque aprovechar al máximo los factores favorables de nuestra geografía. Tales como: ubicación en el centro del continente de cara hacia el Pacifico con la disposición de una vasta costa y de salida hacia el Atlántico a través de la cuenca Hidrográfica Amazónica o la posesión de un sistema orográfico con enorme potencial hidroeléctrico. Eso sí, relacionando estos factores con las necesidades del país y con las necesidades de nuestros vecinos, los cuales necesitan de la posición geográfica y los recursos que el Perú ostenta para desarrollarse económica y comercialmente, pero privilegian-do siempre los intereses nacionales.

En estos momentos de bonanza económica y en la coyuntura de los TLCs, la oportunidad es inmejorable para establecer una política estatal de “aprovecha-miento geoestratégico” que nos lleve en el corto y mediano plazo a posicionar-nos ventajosamente en la subregión. Por lo cual, debemos de aprender de las oportunidades perdidas en el pasado y no repetir los errores que se cometieron por la falta de una planificada política estatal para estos fines. Por ello, siempre es pertinente una mirada a la historia tanto lejana como reciente, para comprender la importancia de este tema.

UNA BREVE LECTURA A LA HISTORIA:
El territorio que hoy ocupamos, albergó a una de las civilizaciones más notables de la humanidad, la llamada Civilización Andina, cuyo proceso de evolución histórica empezó con formaciones estatales complejas –léase, Caral 3000 ac- y llegó a su epítome con el Imperio Inca. Durante este periodo de casi 5000 años nuestro territorio fue el centro político, cultural, económico y civilizatorio en América del sur. Es importante resaltar que estas características no cambiaron con la conquista hispana del Tahuantinsuyo, sino más bien se acentuaron; pues, la Corona Española hizo del Reino del Perú su principal virreinato en esta parte de su imperio y desde aquí, se controló a todos los dominios hispánicos en Sudamérica. Esta característica se mantuvo vigente desde el siglo XVI hasta la época de la independencia. Pues, ni siquiera las Reformas Borbónicas con sus nuevas jurisdicciones territoriales (creación de nuevos virreinatos), pudieron quitarle al Reino del Perú su papel hegemónico.

Con la crisis de la monarquía española, provocada por la abdicación de Carlos IV y Fernando VII ante Napoleón en 1808, se produjo un vacío de poder que fue aprovechado por los criollos para la creación de las llamadas Juntas de Gobierno. En esta coyuntura, fue en el Perú en donde se mantuvo el poder real representado en la persona del virrey Abascal y desde aquí salieron las expediciones del “Ejercito Real del Perú” que sometieron entre 1810 y 1815 los movimientos separatistas de Chile, Quito y el Alto Perú.
Por su inmejorable posición geográfica, situada al centro del continente y poseedora de una vasta costa ante el Océano Pacífico. Desde el Perú, salieron las expediciones españolas que tomaron posesión de las islas Filipinas y de un buen número de islas de Oceanía (Guam, islas Palao, islas Salomón, etc).

El puerto del Callao fue la base de la llamada “Armada o Flotilla de la Mar del Sur” y desde aquí esa gran corporación llamada: “El Tribunal del Consulado de Mercaderes de Lima” ejerció el control del comercio en esta parte de la América Española.
El proceso de independencia en su fase final (1820-1825), puso fin a la hegemonía que ostentaba el Perú en la época virreinal y fue seguida por un periodo de 20 años en los cuales la anarquía política y la crisis económica resultado de la guerra de independencia impidieron el establecimiento de un proyecto estatal serio y viable. Pero, hacia mediados de la década de 1840 el guano y su comercialización permitieron la conformación de una élite económica en el Perú y la aparición del primer proyecto estatal con el presidente Ramón Castilla (1845-1851).

El guano fue el primer recurso geoestratégico que el Perú dispuso en la época republicana y un adecuado uso de las ganancias que este generó, pudo haber permitido la creación de una flota de guerra y una marina mercante que nos hubiera permitido controlar el comercio marítimo en el Pacífico Sur. Así como se llegó hasta China en busca de brazos para las haciendas de la costa, se pudo tomar posiciones en el Pacífico, tal como lo hizo Chile con la isla de Pascua. El guano es un caso típico y patético de una oportunidad perdida, en la cual, no se uso adecuadamente un recurso geoestratégico que se dilapidó y que no sirvió sino para el enriquecimiento particular de algunos empresarios y para el pago de la burocracia estatal. La posterior Guerra del Pacífico no sólo significó la derrota de un estado peruano precario y caótico, sino también, la perdida de recursos geoestratégicos como el guano y el salitre.

A lo largo siglo XX, hemos visto los avatares por los que ha pasado la República Peruana en sus intentos por llevar a cabo un proyecto estatal. Entre estos intentos, se puede mencionar como momentos importantes: los proyectos de organización y reforma estatal de Leguía (1919-1930), Velasco Alvarado (1968-1975) y Fujimori (1992-2000). Sin embargo, estos proyectos de estado no siempre tomaron en cuenta la importancia de la posición geoestratégica del Perú. Con lo cual, se dejó pasar una vez más la oportunidad de elaborar una política de estado que apunte al posicionamiento geoestratégico de nuestra nación.

EL MOMENTO ACTUAL:
Tras un superar un punto crítico de nuestra historia (1989-1990), originado en su momento, por la crisis económica (hiperinflación y retiro de inversiones), los golpes del terrorismo senderista y la inadecuada respuesta estatal ante estos problemas. El estado peruano se ha recompuesto sobre la base de la aplicación de un modelo económico de libre mercado que ha significado un crecimiento económico sostenido en los últimos 10 años. Este crecimiento se manifiesta en el aumento de las exportaciones, la fortaleza de la moneda y las ingentes inversiones extranjeras en el Perú. Y es en este momento actual, cuando más debemos tener en cuenta los factores geoestratégicos que nos deben llevar a ser hegemónicos en la subregión.

Por ejemplo, debemos reforzar nuestra alianza económica con el Brasil teniendo en cuenta que desde el siglo XIX, somos la salida natural de este país hacia el Pacífico, pero, teniendo control de nuestros puertos y no renunciando a las ventajas que nos puede dar el buen uso de ese factor geoestratégico que es poseer una salida que nuestro vecino amazónico necesita. La construcción y pronta inauguración de la carretera interoceánica sur es una parte de todo esto, más debe ir acompañada de lo ya mencionado.
Por otro lado, el desarrollo de nuestra capacidad de producir energía de origen hidroeléctrico –léase, aprovechando la ventaja geoestratégica que nos da el sistema orográfico andino en sus caídas de agua hacia la costa y selva- puede permitirnos no sólo el autoabastecimiento energético, sino también la posibilidad de abastecer de energía eléctrica a nuestros vecinos.

Con respecto a los yacimientos de Gas, podemos hablar también de un recurso geoestratégico que debemos manejar adecuadamente para el desarrollo de una industria petroquímica y para el abastecimiento del mercado interno. Sin perder de vista que este recurso no es renovable. Volviendo al tema de los puertos, es importante resaltar la necesidad de volver a contar con una flota mercante de bandera nacional que pueda aprovechar el creciente flujo mercantil que se está produciendo y que se incrementará entre los países de Sudamérica y la pujante economía China.

Conclusiones:
Considero que el momento actual de bonanza económica es inmejorable para elaborar y llevar adelante una política estatal de aprovechamiento de nuestra posición geoestratégica y de nuestros recursos geoestratégicos. Entendiendo que esta política debe ser proactiva y no reactiva y debe ser elaborada teniendo en cuenta nuestros intereses nacionales en el corto, mediano y largo plazo. En esta política, el control de los puertos y la creación de una flota mercante y una línea aérea de bandera nacional, cobra gran relevancia. También es muy relevante nuestra relación con Chile, pues más allá de lo im- portante que puedan ser sus inversiones en el momento actual. Debemos de entender que hay sectores geoestratégicos en los cuales no los debemos dejar participar, pues Chile compite por razones históricas, geográficas, económicas y culturales con el Perú por la hegemonía en la subregión. Eso sí, esta política estatal debería ir acompañada por una modernización y puesta a punto de nuestras fuerzas armadas, como condición necesaria para asegurar los beneficios de nuestro crecimiento económico, mantener la integridad del territorio y asegurar la soberanía sobre nuestros recursos geoestratégicos. Es muy mala formula, la combinación de crecimiento económico con Fuerzas Armadas reducidas y debilitadas.

Esperemos que los próximos gobiernos comprendan la importancia de este tema y que la política de estado que se trace, pueda ser mantenida y sostenida más allá de los gobiernos de turno, como forma de asegurarle a nuestra patria el lugar de hegemonía que por historia le corresponde en el contexto sudamericano.

Eligio Ronceros Espinoza.
País: Vilcabamba.

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CONFEDERACION PERU BOLIVIANA RESEÑA A COMPILACIÓN DE DONOSO Y ROSEMBLITT

Estimados Amigos: comparto con Uds. mi comentario a la compilación de Donoso y Rosemblitt titulada Guerra, Regiones y Naciones. La Confederación Perú-Boliviana 1836-1839. El comentario se leyó en la Universidad Andrés Bello en Santiago de Chile, el 6 de octubre de 2010.

Siempre atento a sus comentarios

Cordialmente

Daniel Parodi Revoredo

LA HISTORIA Y EL PRESENTE, UNA REFLEXIÓN
A propósito de Guerra, Regiones y Naciones. La Confederación Perú-Boliviana 1836-1839, de Carlos Donoso y Jaime Rosemblitt

Cuando introduzco mis cursos en las aulas universitarias, le digo a mis alumnos que es verdad que la historia puede verse como los acontecimientos del pasado que ocurren en un proceso dado, pero también trato de que la vean como un libro, un libro de historia, un texto escolar, como las palabras que alguien escribió, como algo material, como ese libro que tienen entre manos.

Trato de ese modo de hacerles ver que es posible salir a la superficie de los procesos referidos, que es posible dejar de pensar que la historia es solo aquella continuidad temporal de la que formamos parte y, además, que somos capaces de examinarla, de ver sus índices, sus páginas, sus contenidos.

Luego de eso, les hago ver que en los tiempos actuales, si bien el historiador no ha dejado de aportar, a la luz de las fuentes, nuevos hallazgos del pasado, también se ocupa de estudiar esos productos creados por el mismo o por los colegas que lo antecedieron. Y de esa manera se coloca en la gran paradoja profesional de estudiar no lo que pasó sino lo que él dice que pasó, no lo que ocurrió sino lo que él ha escrito acerca de lo que ocurrió.

Es entonces que las siguientes preguntas caen por su propio peso, quién escribe la historia, cuándo se escribe la historia y cómo se escribe la historia. Esto nos remite, inexorablemente, a analizar la relación entre historia y presente y nos lleva también a la conclusión de que la historia se escribe desde el presente, la historia se produce porque le interesa al presente y es entonces que para comprender un libro de historia, para entender cómo y por qué se escribió ese libro de historia debemos necesariamente conocer al presente que lo produjo.

Sobre este particular, y entrando ya un poco en materia, yo creo que entre la historia de todas las épocas existe algo en común, y es que todas se escribieron porque sus presentes consideraron que dichos relatos les serían útiles, de formas probablemente muy distintas en cada caso, pero útiles al fin y al cabo. Es por eso que cuando el filósofo español Manuel Cruz sostiene que es necesaria una historia útil a la sociedad atina no solo a comprender las necesidades de la historia contemporánea, sino las de todas las épocas. Así pues, parece que el lugar común de la narración histórica, en todos los tiempos, es su carácter instrumental y utilitario. 1

En el siglo XIX fueron los nuevos estados, y su inquietud de formar estados-nación, lo que hizo a la historia útil e importante, de esta manera el velo ideológico que tiñó la producción historiográfica de aquella centuria derivó en un relato del pasado en el que era prioritario formar ciudadanos modernos. De esta manera, todos debían identificar su bandera, su himno, su mapa, su territorio, su efemérides patria, sus batallas y sus héroes. Creo por ello que la instrumentalización de la historia decimonónica fue quizá la más ideológica de todas porque se constituyó en el vehículo de transmisión de los símbolos que el estado moderno requería para aglutinar en su torno a la población que vivía en el territorio bajo su administración.

Y es por ello, que al llegar a la guerra de la Confederación Perú-Boliviana la pregunta que flota en el ambiente es llamativa a la vez que ambigua: ¿guerra entre quienes? ¿Es una guerra entre 4 países? ¿es la guerra de los países confederados contra Argentina y Chile, es una guerra civil al interior del Perú, de la que participan Chile y Argentina dotándola de una dimensión internacional? ¿es una guerra entre poderes regionales diversos que buscan asumir posiciones hegemónicas en el concierto sudamericano de aquel entonces?.

Y de aquellas preguntas se desprenden otras, si se cree que la Guerra de la Confederación fue un conflicto internacional, ¿cuándo se decidió que así lo fuese en su relato?, ¿se ha decidido que la guerra de la Confederación fue una gran conflagración internacional sudamericana antes o después de su ocurrencia?. Y de este modo volvemos a nuestro punto inicial. ¿Son los hechos de la Guerra de la Confederación los que deciden su posterior narración, vale decir su conversión en historia escrita, o, al contrario, es la historia escrita que trata de la Confederación la que a posteriori decide la naturaleza de este conflicto?. Parecería ser pues, que son cosas distintas la Guerra de la Confederación que sucedió, y la Guerra de la Confederación que se escribió.

Pero entonces solo nos queda hablar del presente, de nuestro presente. ¿Qué quiere la historia ahora? ¿qué quiere la historia esta vez?, la historia actual ciertamente está marcada por el cambio de paradigma filosófico, por el advenimiento de la posmodernidad. Es que la crítica de la modernidad supone la crítica de la idea del progreso continuo de la sociedad y la de las grandes metanarraciones, aquellas que pretendían explicarlo todo. Por ello, su cuestionamiento ha supuesto también el de la Historia Universal con mayúsculas. Es por eso que hoy es más pertinente hablar no de la historia, sino de las historias y es por eso también que muchas voces del pasado recién se han dejado oir por primera vez o, para ser más coherentes, muchos colectivos del presente han expresado, por primera vez, sus propios relatos acerca del pasado.

También es verdad que en estos tiempos, bajo la impronta del giro lingüístico, la disciplina histórica se ha detenido a observar sus elementos metatextuales, y se ha preocupado por sacarlos a la superficie. Esta impronta, qué duda cabe, es la que orienta mi presente reflexión. Pero si la utilidad de la historia decimonónica era la construcción de la nación. ¿cuál será entonces la nuestra? ¿de qué manera la historia de hoy puede resultarnos útil? Sobre este particular quisiera citar de nuevo al filósofo español Manuel Cruz quien nos dice:

“¿Y el historiador?, ¿y la historia misma?; Acaso aquel y su discurso deberían reconvertirse como antes los antropólogos que ya no estudian solo a los grupos primitivos sino que encuentran su objeto teórico aquí mismo al pensar cuestiones tales como el racismo, la xenofobia, el multiculturalismo, la tolerancia etc. Tal vez el mejor servicio que el historiador de hoy le pueda rendir a su sociedad es permanecer en el presente intentando encontrar en la actualidad los indicios de la persistencia de aquellos momentos pero, sobre todo, contribuyendo a que el presente pueda defenderse de la agresión del pasado, de la querencia de éste para invadirlo, para luego apropiárselo.” 2

Como dijo Todorov, el historiador no solo establece los hechos sino también escoge los más sobresalientes o significativos y los pone en relación unos a otros. Este trabajo no busca la verdad sino el bien. 3

De esta manera, si admitimos como válida la postura que sostiene que el historiador debe drenar el presente de los elementos irracionales del pasado que lo invaden cabría preguntarse ¿qué historia de la Confederación queremos hoy? Y sobre esta pregunta, preguntarnos además si es legítimo el hecho mismo de planteárnosla en tiempos donde tal parece que está prohibido prohibir y tal parece que todas las historias tienen lugar para difundirse, sino en el texto escrito, al menos sí en el ciberespacio, cuando no en la pantalla grande, en la chica o en otros medios de difusión masivos.

La respuesta a esta interrogante, felizmente, no la tengo yo, tampoco la pretendo. Tengo el convencimiento más bien, que la relación dialéctica que genera el individuo con su entorno produce los discursos últimos y más profundos acerca del pasado. Y por ello estoy también convencido de que, hoy, el mejor camino para llevar a buen término dicha elaboración intelectual personal –la narración histórica- en lo que a la Confederación se refiere es la compilación que en esta ocasión se presente. Así, Guerra, Región y Nación. La Confederación Perú-Boliviana 1836-1839 es un trabajo que reúne las principales cuestiones que le importan a la historia contemporánea, o, mejor dicho, las principales modalidades contemporáneas de hacer historia.

En primer lugar, Guerra, Región y Nación supera los escenarios políticos y militares sin dejarlos de lado, pues se examinan a través de análisis que acogen diferentes y actuales cuestiones teóricas. Además, la compilación recoge, escucha y difunde todas las voces tanto en el sentido de aglutinar los aportes de historiadores nacidos en los diferentes países que otrora estuvieron involucrados en la problemática que se estudia, así como también por regalarnos una publicación dividida en tres grandes secciones.

La primera -Confederación y nación- incide en la invención de las tradiciones alrededor del acontecimiento y su instrumentalización. Atañe además el estudio de los imaginarios que aquel genera y el proceso de conversión del hecho en capítulo fundamental de las historias nacionales en cada uno de los países que intervinieron en la mentada confrontación.

La segunda, que académicamente se amalgama con la primera, incide en la dimensión regional del conflicto, quizá acercándolo a su estado original y drenándolo un tanto de la ideología nacionalista que ha sesgado su escritura. La tercera, en cambio, analiza la confederación desde su dimensión geopolítica, estratégica y militar, y aporta nuevas luces al respecto.

En términos generales, me parece que Guerra, Región y Nación compila estudios acerca de la Confederación desde diferentes enfoques teóricos y campos temáticos. Además, marca una fundamental distancia con el discurso nacionalista tradicional, dando lugar no a otro, sino a otros que en suma expresan muchas voces dialogando en simultáneo.

Así, el diálogo planteado en la compilación que aquí se presenta nos abre las puertas de una alteridad positiva; no aquella en la que al otro se le construye desde la perspectiva local y se le convierte en extranjero, sino aquella en la que es aquel otro el que toma directamente la palabra y conversa y se hace oir. A través de Guerra, Región y Nación el otro deja de ser aquel sujeto extraño, proveniente de las tinieblas de Conrad, sin voz y sin alma, y, por el contrario, él se me acerca amistosamente y me permite conocerlo. Es así que esta compilación, que reúne las investigaciones de un equipo internacional de historiadores, nos acerca mucho más al otro –a tantos otros que en realidad no hemos conocido nunca- y nos permite convertirlo en parte de nosotros.

1.- Autor Cruz, Manuel, El pasado en la época de su reproductibilidad técnica. En Hacia dónde va el pasado. El porvenir de la memoria en el mundo contemporáneo. Barcelona, Paidós, 2002.
2.- Ibid 27-28
3.- Autor Tzvetan Todorov: Las morales de la historia Barcelona, Paidós, 1993. 29

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