Archivo por meses: septiembre 2011

PUCP NI UN PASO ATRÁS

PUCP NI UN PASO ATRÁS

Publicado hoy en La República
http://www.larepublica.pe/22-09-2011/pucp-no-dara-ni-un-paso-atras-ante-pretension-de-cardenal-cipriani

Mañana, viernes, se realizará asamblea universitaria para ver pedido de Vaticano. El Vaticano informó que enviará un Visitador Apostólico para colaborar en la solución del conflicto por el pedido para modificar estatutos.

A un día de realizarse la Asamblea Universitaria de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), docentes, trabajadores y estudiantes cerraron filas frente a la pretensión del cardenal Juan Luis Cipriani de manejar la vida académica de esa casa de estudios.

Esta posición se ratificó justo cuando ayer se hizo público un comunicado del Vaticano mediante el cual se señala que se enviará un cardenal como Visitador Apostólico para colaborar en la solución del conflicto que se ha generado por el pedido de la Santa Sede para que la Católica adecúe sus estatutos a la Ex Corde Ecclesiae.

El presidente de la Federación de Estudiantes de la PUCP, Javier Albán, afirmó que si bien la decisión del Vaticano ?es positiva? por su apertura al diálogo, ellos no retrocederán en la defensa de la autonomía universitaria.

Tenemos una posición clara, que se mantenga el respeto a la autonomía universitaria y no se ataque la libertad de pensamiento que hoy existe en la Católica, para nosotros eso es intocable. No daremos un paso atrás para nada ni vamos a ceder. Sin embargo, eso no quiere decir que el Arzobispado de Lima pueda dar algunas sugerencias respecto a la vida académica?, expresó el dirigente estudiantil.

Carta a padres de familia

Igual, el rector de la PUCP, Marcial Rubio Correa, dirigió cartas a los padres de familia en las que asegura que el funcionamiento de la universidad será normal al margen de la decisión de la comunidad universitaria en relación con el conflicto con el cardenal Cipriani. Asimismo, ratificó que las autoridades universitarias tienen la razón en dicha controversia.

(…)desde su creación en 1917 por el padre Jorge Dintilhac y cinco laicos católicos y autorizada por Resolución Suprema, nuestra Universidad se ha regido por la legislación peruana. Actualmente nos regimos por la Constitución de 1993, la Ley Universitaria 23733 y el Estatuto de la Universidad inscrito en Registros Públicos. Cualquier cambio en nuestro Estatuto debe realizarse dentro de este marco legal, dice Rubio en la misiva.

Por su lado, el representante de los docentes ante la Asamblea Universitaria de la PUCP, David Sulmont, anotó que hay consenso entre profesores con voz y voto en ese órgano de gobierno para defender la autonomía y el modelo que rige la universidad. Adelantó, en ese sentido, que la decisión será consecuente con los principios éticos de libertad que caracterizan a esa universidad. Unidos en la Asamblea

Por su parte, Nicolás Astoquillca, secretario general de los trabajadores de la PUCP, anunció que el viernes se sumarán al acto estudiantil de defensa de la autonomía y pluralidad de esa universidad.

Si bien los trabajadores no somos parte del gobierno universitario, vamos a participar en la cadena humana del viernes. Hasta el momento hemos guardado discreción y nos mantuvimos al margen del problema, pero hoy (ayer) hemos tenido una reunión y hemos decidido eso, afirmó.

De otro lado, en el comunicado emitido por la Oficina de Comunicaciones del Arzobispado de Lima no se señala el nombre del emisario de Roma ni la fecha de su llegada, aunque sí menciona que con su venida esperan ?llevar los cauces de esta delicada situación por caminos de prudencia en la toma de decisiones.

Juan Luis Cipriani no esperaba eso

Cabe la posibilidad de que el anuncio del Vaticano busca postergar la reunión de la Asamblea Universitaria de mañana, o que el emisario esté llegando a Lima entre hoy y mañana para asistir a la cita del máximo órgano de gobierno de la PUCP.
Según fuentes de la Iglesia, el objetivo sería el primero, pues no creen que un emisario de la Santa Sede llegue en tan poco tiempo, ya que ello implica muchos preparativos. Se afirma que el cardenal Cipriani no había calculado que el Vaticano decida enviar un emisario.

El anuncio fue transmitido ayer a las autoridades de la PUCP, las que se reunieron por la tarde para ver este asunto, aunque no hubo un pronunciamiento.
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ALGO MÁS SOBRE LA PUCP

Algo más sobre la PUCP

Por: Daniel Parodi Revoredo

En estas líneas no voy a ahondar en las cuestiones jurídicas que atañen la controversia entre la PUCP y el arzobispado porque no soy ducho en la materia y porque implicaría repetir lo que ya han dicho los expertos: que la PUCP no le pertenece a la Iglesia Católica, que es una asociación civil inscrita en registros públicos y que se gobierna democráticamente de acuerdo con la ley peruana.


LA PUCP ES CATÓLICA Y PLURAL

Sí me interesa dedicar unas líneas a las instancias de representación estudiantil que existen en la PUCP y que son tanto institucionales –el tercio estudiantil- como gremiales –los centros federados y la federación (FEPUC)-. Como alumno de la PUCP participé activamente de dichos espacios, valoré la irrestricta libertad de expresión al interior de la universidad y estimé la tolerancia de las autoridades ante las diversas manifestaciones con las que los estudiantes expresaban -y expresan- sus inquietudes y demandas.

También aprecio el pluralismo de la PUCP que se expresa en los diversos foros académicos que convocan sus facultades y los innumerables debates que en el claustro han protagonizado representantes de todas las tendencias ideológicas. Recuerdo, allá por 1989, la apasionante polémica entre Henry Pease y Lourdes Flores en un aula de Estudios Generales Ciencias, ambos egresados de la PUCP, ambos candidatos al Municipio de Lima; él representando a la izquierda; ella a la derecha.

En esa misma línea, la libertad de cátedra es patrimonio inalienable de la PUCP. Así por ejemplo, el curso de historia republicana lo dictan hasta diez profesores distintos y también sus sílabos son distintos unos de otros. Esto se debe a que en la Universidad el profesor es además investigador, vuelca en clase los conocimientos propios de su especialización y debate con los alumnos su particular interpretación del tema que aborda.

Frente a todo esto, me pregunto qué ocurriría en una PUCP confesional y controlada, no por la Iglesia Católica, sino por el Opus Dei y el Cardenal Cipriani. Yo admiro de la Iglesia a aquellos buenos pastores que llevan la Palabra a los lugares más recónditos. Sin embargo, cuestiono a sus sectores ultramontanos que parecen no haber leído “El Principe” de Nicolás Maquiavelo, que piensan que religión y política deben seguir juntas, y que ponderan que la última de las dos es el arma más efectiva para la imposición de un pensamiento católico único.

Ciertamente, la libertad de cátedra y el pluralismo no son valores exclusivos de la PUCP, pues podemos encontrarlos en muchas otras universidades peruanas y extranjeras. Sin embargo, en la PUCP son el patrimonio que la convierte en una institución de vanguardia y que sostiene su vocación investigativa y su excelencia académica. De allí que muchos de los principales líderes y profesionales de nuestra sociedad se hayan formado en sus aulas.

Es por todo lo dicho que no podemos perder la PUCP y, si de ello se tratase, el título de Pontificia es menos importante que su auténtica inspiración católica, sustentada en los valores cristianos, tanto como en el pluralismo, la tolerancia y el reconocimiento de la diversidad.

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LA RECONCILIACIÓN CON CHILE

Estimados amigos:

Me es grato compartir con Uds. la importante replica del Dr. Juan Carlos Herrera Tello a mi artículo LA RECONCILIACIÓN CON CHILE. Por una cuestión de coherencia con el orden de aparición de ambas notas, he colocado la susodicha réplica inmediatamente después de mi artículo.

Quiero aprovechar la oportunidad para agradecer al Dr. Herrera por sus aportes y observaciones a mis planteamientos

Cordialmente

Daniel Parodi Revoredo

LA RECONCILIACIÓN CON CHILE


Por: Daniel Parodi R.

Las declaraciones del Canciller Rafael Roncagliolo al diario chileno El Mercurio reflejan el buen momento de las relaciones peruano-chilenas. El concepto de política integral que ha planteado nos parece más potente que el de “las cuerdas separadas”, pues suscribe la premisa de que entre ambos países existe una complementariedad económica que debe potenciarse en el futuro. También saludamos su afirmación de que la demanda ante la Haya es la última discrepancia entre el Perú y Chile, y que se trata de una cuestión que sólo le compete a ambos estados.


La reconciliación viene junto con el perdón

El Canciller ha referido, además, la especial coyuntura que generará el fallo de la Haya y ha comentado que le planteará a Alfredo Moreno, su homólogo chileno, la necesidad de prepararse juntos para dicho escenario. Considera Roncagliolo que el fallo contribuirá a cerras las heridas del pasado, tanto como lo hará la certeza de que acontecimientos aciagos del pasado no volverán a repetirse. Es sobre este último aspecto que quisiera ofrecer algunos alcances.

Eventualmente, el fallo de la Haya puede favorecer la cicatrización de viejas heridas, pero es insuficiente para superar el trauma dejado por la Guerra del Pacífico. Por ello es preciso prepararse para el fallo de la Haya y prepararse, también, para después del fallo de la Haya. El primer caso supone capear las eufóricas reacciones que emergerán de los sectores nacionalistas de ambas sociedades, así como lograr la inmediata ejecución de la sentencia, pues su aplazamiento avivará más las susceptibilidades. El segundo implica hacer del veredicto un hito histórico para la integración y el punto de quiebre con un pasado signado por la desconfianza, la aspereza y el recelo. Entendido así, el fallo debería constituirse en el lugar de la memoria inaugural de una nueva etapa en las relaciones peruano-chilenas. Esta es, pues, una oportunidad única de cerrar las heridas del pasado y colocar aquellos malos recuerdos en posiciones periféricas de nuestra memoria colectiva.

El tema, no obstante, dista de ser sencillo; de por medio está la Guerra del Pacífico y las secuelas que ella ha dejado, las que no se resuelven con fáciles vueltas de página o expedientes del olvido. Pensamos, más bien, que la cancillería peruana debe promover la ejecución de una política bilateral del perdón y de la reconciliación, la que es condición sine qua non para lograr el histórico cambio de giro, que, en el papel, ambos gobiernos anhelan.

Ciertamente, la Guerra del 79 será la cuestión más compleja en la negociación de dicha política pues sobre la referida conflagración circulan versiones contradictorias que se corresponden con las visiones de cada país. Sin embargo, aquel conflicto fue una expedición militar chilena sobre el Perú y Bolivia, que implicó su invasión y desmembración territoriales, con la natural secuela de memorias conflictivas, malos recuerdos y resentimiento. Es sobre este tema que la colectividad peruana espera un pronunciamiento chileno, el que puede propiciarse dentro de la actual atmósfera de cooperación.

La política referida debe promover también los gestos amistosos, como la devolución del patrimonio sustraído durante la guerra o la conmemoración conjunta de sus principales batallas, como lo hicieran Kohl y Mitterrand para el caso franco-alemán. Asimismo, será importante destacar acontecimientos positivos del pasado, como lo fue la defensa conjunta de las costas sudamericanas durante la Guerra con España de 1865 y 1866.

Ciertamente, la reconciliación es sólo un aspecto de la relación bilateral. En otras latitudes, las políticas del perdón han ido siempre de la mano con la integración socio-económica y política. Sin embargo, el cierre de las heridas del pasado es fundamental porque atañe la subjetividad de dos colectividades cuyas autoridades parecen querer acercar. De la perseverancia en los objetivos anunciados, y de la sinceridad y transparencia de los actores dependerá el resultado.

P:D Publicado el día de hoy en el Diario La República

REPLICA DEL DR. JUAN CARLOS HERRERA

En el interesante artículo del historiador Parodi, del 15 de setiembre
último en el diario “La República”, manifiesta una serie de ideas las mismas
que me permito decir en mi modesta opinión no son concordantes con la
realidad, sino más bien fundadas en los buenos deseos. Entre ellas
encontramos:

*1) **“el fallo de La Haya puede favorecer la cicatrización de viejas
heridas, pero es insuficiente para superar el trauma dejado por la Guerra
del Pacífico.”*

El Fallo de La Haya, no cicatrizará nada, porque este proceso internacional
solo está encaminado a culminar un aspecto que no es secuela de la guerra de
1879, y que nace por la interpretación de dos acuerdos internacionales uno
de 1952 y otro de 1954, los mismos que no tienen nada que ver con el Tratado
de 1929 que cierra la frontera terrestre después del incumplimiento del
Tratado de Ancón. Por otro lado, el señor Parodi generaliza a estigmatizar a
la sociedad peruana de estar traumatizada por lo sucedido en 1879, esto no
es así. El “trauma” como tal no existe, salvo en sectores ultranacionalistas
que creen que los Tratados internacionales debemos cambiarlos para recuperar
territorios. El Perú firmó en 1929 un Tratado y Protocolo con lo que le dio
fin al conflicto de Tacna y Arica, y nunca hemos puesto los peruanos en tela
de juicio aquel acuerdo. Los traumatizados son otros, que están allende la
cordillera y que los acuerdos que firman los niegan en todo los sentidos, no
obstante haber recibido concesiones, ferrocarriles y dinero.

*2) * *“es preciso prepararse para el fallo de La Haya y estar listos,
también, para después del fallo”.*

Esta interesante conclusión que nos presenta el historiador Parodi, es algo
que atañe netamente al gobierno actual, el mismo que debe tomar las medidas
acuerdo a su soberanía adoptará las medidas adecuadas.

*3) **“**el fallo debería constituirse en el lugar de la memoria
inaugural de una nueva etapa en las relaciones peruano-chilenas. Esta es,
pues, una oportunidad única de cerrar las heridas del pasado y colocar
aquellos malos recuerdos en posiciones periféricas de nuestra memoria
colectiva”*

El fallo de La Haya se constituirá en un hito importante entre los dos
países, porque ambos acataran sus disposiciones. Así también las heridas del
pasado se encuentran cerradas desde hace tiempo, exactamente desde 1929
cuando terminó el conflicto por Tacna y Arica, hablar de heridas hoy, no
solo es fábula sino además una pésima acción de hacernos creer que lo que
sucedió ayer sigue ocurriendo ahora. Además mientras existan bibliotecas e
investigadores del pasado y se escriba sus acontecimientos, aquella memoria
volverá y no podrá olvidarse.

*4) **Pensamos, más bien, que la cancillería peruana debe promover la
ejecución de una política bilateral del perdón y de la reconciliación, la
que es condición sine qua non para lograr el histórico cambio de giro.*

Los peruanos y en especial nuestra Cancillería no debemos de promover nada,
de acuerdo a los Tratados vigentes es todo cuanto se puede hacer para seguir
adelante, y qué mejor que respetar aquellos acuerdos como base de la
seguridad y paz permanentes. ¿Debemos pedirle a Chile que nos acerquemos
para que ellos nos pidan perdón? ¡No!, seamos dignos. Chile se sintió
ofendido cuando Bolivia violó un Tratado de Límites, luego para ello contó
con la alianza del Perú establecida desde 1873 por un Tratado secreto y tuvo
que guerrear con ambos para hacer prevalecer lo que ellos creen su derecho a
defenderse. El Perú de acuerdo a sus fuentes estuvo al lado de su aliada
cumpliendo el pacto que lo ataba a ella, porque había la probabilidad, que
Bolivia después se alíe con Chile y nos atacara, luego soportamos en
solitario todo el peso de la guerra, para finalmente tener que suscribir una
paz con mutilación territorial. Los perdones y reconciliaciones se dan
cuando los recuerdos, llámese trofeos, banderas etc., son devueltos y no son
materia de exhibiciones ni fabulas de cómo fueron obtenidos. Ejemplos de eso
hay en todo el mundo, hasta en nuestro propio continente como lo que
aconteció contra el Paraguay.

*5) **“aquel conflicto *(la guerra de 1879)* fue una expedición militar
chilena sobre el Perú y Bolivia, que implicó su invasión y desmembración
territoriales, con la natural secuela de memorias conflictivas, malos
recuerdos y resentimiento. Es sobre este tema que la colectividad peruana
espera un pronunciamiento chileno,”*

La verdad que el conflicto fue una guerra, no se puede minimizar a una
expedición militar de un solo país. El Perú se defendió como podía ante la
huida del aliado a sus alturas, después de perdidas las batallas no quedó
otra cosa que capitular en Ancón donde perdimos la provincia de Tarapacá.
Todas las secuelas de la guerra no son pues por culpa del Perú, todo ello
deviene por el incumplimiento del Tratado de Ancón, el mismo que duró más de
40 años, ante la persistencia chilena de quedarse con Tacna y Arica (además
de Tarata). Peor aún que el fallo arbitral del Presidente de los EEUU le
había dado en parte la razón a Chile, posteriormente la Misión Lassiter
destruyó la tesis chilena ante la realidad de los acontecimientos que el
representante del árbitro encontró. No es pues que el Perú deba pedir
también perdón por algo de lo que no es responsable y que más bien por
acciones de Bolivia y Chile (ferrocarril de Arica a La Paz) perdiera la
provincia de Arica.

La colectividad peruana no espera nada de Chile, más que cumplir los pactos
que suscribe, dicho cumplimiento es la seguridad de que podemos seguir
adelante en paz, sin contradicciones, solicitar, pedir, procurar acciones de
Chile solo demuestra la falta de personalidad de un Estado ante el contexto
de las demás naciones del mundo.

Carmen McEvoy ha presentado recientemente un texto basado en fuentes
exclusivamente chilenas, “Guerreros Civilizadores” es pues una forma de cómo
el Estado chileno tiene permeabilidad con los peruanos a investigar su
historia y su posición, ése es el camino a la integración, y no solicitar
perdones ni propiciar entrega de trofeos, que nos hacen menos dignos de
nuestra historia.

Al no ser esta la primera vez que escribo sobre un artículo del historiador
Parodi, no se crea que no comulgo con algunas de sus proposiciones, más bien
creo que coincidimos en lo que ha acontecido con el traslado de los restos
de Miguel Iglesias donde, con estilos diferentes, llegamos a una misma
conclusión

Dr. JUAN CARLOS HERRERA TELLO

(*) Abogado
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MIS COMBATES POR LA HISTORIA

MIS COMBATES POR LA HISTORIA

Por: Daniel Parodi Revoredo

Hoy una historia puede contarse de muchas maneras

Publicado hoy en La República
http://www.larepublica.pe/02-09-2011/combates-por-la-historia

Reflexionando acerca de la historia, el filósofo catalán Manuel Cruz sostiene que su finalidad debe ser el bien para la sociedad y “drenar al presente de la querencia del pasado por invadirlo para luego apropiárselo”. Sobre la memoria, Tzvetan Todorov nos dice que existe una de contigüidad y otra ejemplar. En la primera, el acontecimiento pasado duele en el presente; en la segunda, el recuerdo es desplazado a una posición periférica y se obtiene de él una enseñanza para el futuro.

Estas posiciones no serían posibles de no haberse producido el salto hacia la posmodernidad en el periodo situado entre los fines de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra fría (1945-1990). La Segunda Guerra condujo al quiebre a la idea moderna que sostenía el progreso continuo de la civilización, dirigido desde Occidente; la caída del muro y del mundo socialista acabaron con el imperio de las ideologías, con la polarización del mundo entre comunistas y capitalistas, y con las certezas en los marcos teóricos de las ciencias sociales.

La crisis descrita afectó la producción intelectual que giraba en torno a grandes modelos de análisis de la sociedad, como lo fueron el marxismo y el estructuralismo. Estos afrontaron el cuestionamiento de su pretendida cientificidad. La referida crítica se inició en la década de los 70 con el giro lingüístico y el aporte de los intelectuales narrativistas, quienes propusieron que las ciencias sociales en general, y la historia en particular, poseían una dimensión discursiva que filtraba en el análisis las demandas del presente, las ideologías dominantes, las propias vivencias del investigador, etc. El referido cuestionamiento abarcó también la historia positivista del siglo XIX que, por bizarro que parezca, mantiene presencia gracias a la gran demanda cotidiana de “historias verdaderas” protagonizadas por héroes, villanos, patriotas o traidores. Pero tras el giro lingüístico no había ya certezas para las grandes teorías, ni verdades absolutas para los positivistas.

Es por ello que en mi trabajo intelectual he optado por especializarme en los procesos de reconciliación históricos entre colectividades –países, grupos humanos- confrontados por conflictos del pasado; en el entendido que la superación de viejos traumas favorece el desenvolvimiento de la sociedad en el presente. De allí que algunas de mis reflexiones en esta columna hayan tratado el tema de la reconciliación al interior del Perú y de la otra –tan necesaria- con Chile, pues parto de la premisa de que la valoración subjetiva de los colectivos afecta el quehacer cotidiano.

También por ello, en mis últimas publicaciones he analizado los discursos peruano y chileno acerca de la Guerra del Pacífico, pues creo que el entendimiento de sus motivaciones profundas puede favorecer la superación de los odios. Del mismo modo, en mi ensayo CUANTO QUEDA DE AQUELLO reclamo un nuevo punto de partida para escribir la historia republicana del Perú, en el cual, sin falsear la realidad, los descendientes de protagonistas y colectividades confrontados en el pasado puedan conversar, acercarse, conocerse y vivir mejor. Creo, además, que las nuevas generaciones no quieren heredar nuestros conflictos, sino más bien superarlos, aunque sin dejar de aleccionarse con ellos.

Desde la Cátedra, abordo los temas polémicos a través de la presentación de invitados y aportes bibliográficos diversos y hasta opuestos, pues no creo en los pensamientos únicos y sí en la fragmentación de los discursos. Creo en el conocimiento caleidoscópico que integra en simultáneo variedad de puntos de vista y me imagino un universo de múltiples historias que no son estrictamente ciertas, pero que sí poseen una dimensión de verdad, todas juntas alternándose en el “zapeo” intelectual del individuo.
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LA REA Y LA PUCP

La REA y la PUCP


Por: Daniel Parodi Revoredo
Profesor del Departamento de Humanidades

Rector Marcial Rubio Correa defiende democracia interna en la PUCP

Entre fines de los ochentas y principios de los noventas me desempeñé como dirigente estudiantil en la PUCP y fui bastante agitador. Bajé mucho a pronunciarme a las clases, participé en decenas de marchas y alcancé la presidencia del Centro Federado de EE.GG.LL, la Representación Estudiantil ante La Asamblea (REA) y el tercio estudiantil en el Consejo Universitario.

En aquel entonces luchábamos contra el alza de pensiones pues cuestionábamos que éstas subiesen por encima de la inflación. Pensábamos, además, que la Universidad debía cautelar la calidad de la enseñanza y potenciar su compromiso con la sociedad. Esa es la postura que sostuve entonces y esa es la postura que sostengo ahora. Sin embargo, lo que quiero defender en estas líneas es el derecho al disenso al interior de la PUCP.

En estas líneas lo que defiendo es que los derechos que tuve como alumno –como por ejemplo plantarme frente al rectorado en una movilización estudiantil- se mantengan vigentes para las nuevas generaciones y no se vean recortados por el cambio estatutario exigido por el arzobispado. Lo que defiendo es que los alumnos sigan expresando sus puntos de vista y repartiendo volantes críticos de la gestión institucional, incluso en la antesala de un claustro convocado por el Rector, como ha ocurrido recientemente. Lo que defiendo es el derecho de permitir que los estudiantes “bajen” a las clases a hablar con sus compañeros sin importar el tema, ni su tendencia política, ideológica o filosófica; ni si se trata de un evento cultural o de la candidatura a alguna elección interna.

En estas líneas, además, defiendo la libertad de conciencia al interior de la PUCP y, con ella, la libertad de cátedra. En lo que a mí se refiere, quiero seguir aplicando en mis sesiones el constructivismo pedagógico que permite al alumno elaborar su propio conocimiento y que confluye con la premisa posmoderna de que las ciencias sociales y humanas han perdido sus pretendidas certezas. En estas líneas defiendo el derecho a exponer mis ideas políticas y filosóficas en el claustro, a sabiendas de que no seré marginado por ellas.

Por todo ello va mi llamado a la comunidad universitaria de la Pontificia Universidad Católica –y en especial a los estudiantes a través de la Representación Estudiantil ante la Asamblea (REA)- a apoyar al Rectorado en su lucha por mantener los estatutos de la Universidad adecuados a la ley peruana y con ello garantizar su democracia interna. Lo que está en juego es el principio fundamental de la PUCP: la libertad de conciencia y de expresión sobre la base de una educación católica, plural y tolerante.
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