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Sobre el APRA, para variar

Sobre el APRA, para variar

Ilegal directiva debe cederle el paso a nuevas generaciones. Foto: Hernán Hernández, La República

De nuestro país, de su corrupción y su informalidad se pueden decir muchas cosas, pero no seamos mezquinos. Algo se ha avanzado en institucionalidad, de lo contrario tantos líderes políticos no afrontarían hoy los problemas que afrontan ante la justicia y la fiscalía no podría allanar sus casas como viene haciéndolo. Es imperfecto, claro, pero hace un par de décadas sería impensable tener presos a un expresidentes, a uno fugado a USA y a otro recién indultado, pero con un futuro cercano muy incierto.

Con el APRA pasa algo similar, nuestros organismos electorales pueden ser todo lo imperfectos que se quiera, pero mal que bien ordenan y fiscalizan elecciones, tanto como la marcha de los partidos. De manera que a estos ya no se les puede manejar arbitrariamente, ni coparse sus esferas directivas a dedo o al caballazo como en tiempos del “pisco y la butifarra”.

Hoy los militantes de cualquier partido que viesen atropellados sus derechos de militantes, o los estatutos de su agrupación, o la ley de partidos políticos tienen el derecho de recurrir al Estado en busca de amparo (a eso se le llama ejercicio de la ciudadanía por si acaso) y recurrir al JNE para que aplique la ley y dirima la denuncia a procesos internos viciados. Pues así ha sucedido en el APRA. Compañeros: bienvenidos al siglo XXI.

Desde las elecciones generales de abril, en las que tuve el honor de representar a la estrella de Haya de la Torre, no me cansé de señalar que al APRA había que renovarla toda y que eso pasaba por un proceso de institucionalización de todos sus procesos internos. Alan García y su círculo cercano, sin embargo, se negaron a darle el paso a quienes, a la luz de un paradigma más contemporáneo, querían transitar al PAP al siglo XXI, para comenzar por fin a hacer las cosas de acuerdo a estatutos y en respeto de la voluntad mayoritaria de la militancia.

Con oponerse a un proceso irreversible, García, Mulder y Elías solo le han hecho perder tiempo a quienes quieren relanzar el APRA a la sociedad y que ya han logrado que el JNE ANULE LOS RESULTADOS DEL XIV CONGRESO NACIONAL HACE MÁS DE UN MES. Con ello, resulta que ni Alan García es Presidente del PAP, ni Elías Rodríguez es su Secretario General, ni Mauricio Mulder es el Presidente de su Comisión Política y que NINGUN PLENARIO DE ULTIMA HORA CONVOCADO POR DICHA DIRECTIVA TIENE NINGUNA VALIDEZ TAMPOCO.

De hecho, mantenerse por la fuerza en el local de Alfonso Ugarte, a pesar de la resolución del JNE, constituye un ilícito frente al cual esperamos que la Asamblea permanente de las bases, que con gran decisión se ha autoconvocado en la sede del Comité Distrital de San Borja, interponga pronto las medidas cautelares necesarias para que las autoridades apócrifas del PAP abandonen la sede central de su organización. Paso seguido debe iniciarse, bajo la dirección del JNE junto a una intachable comisión de notables apristas, el proceso de normalización que coloque al APRA de nuevo a derecho y en la capacidad de ofrecerle servicios públicos de calidad, tanto como justicia social, a la ciudadanía.

Poco importa, la verdad, a estas alturas, participar o no en las regionales-municipales de octubre. ¿A razón de qué? Tantos años de malas prácticas dificultan ofrecerle desde ya a la ciudadanía la seguridad de candidaturas idóneas formadas en los principios ideológicos y MORALES del aprismo y su generación fundadora. No hay peor error que no identificar aquella transición tras la cual la historia, definitivamente, te ha superado. Felizmente hay una nueva generación de militantes apristas dispuestos a hacer las cosas bien. Es momento de darles la oportunidad.

Los Fujimori

 

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Los Fujimori

La enemistad entre los hermanos Fujimori comenzó en agosto de 1994, cuando Keiko Fujimori fue designada Primera Dama de la nación, luego de producirse el divorcio de sus padres: el Presidente Alberto Fujimori y la Sra. Susana Higuchi. No voy a referir los lamentables sucesos alrededor de aquella separación, pero sí que la designación de Keiko supuso el relego de Kenji, aquel niño que acompañaba a su padre a los mítines y que se hiciese del cariño popular visitando programas con alto rating como “Aló Gisella”, conducido por la “señito” Gisella Varcárcel.

Aquella situación cambió por completo la vida de estos hermanos. Keiko se asoció súbitamente al poder y se convirtió en la bonita y joven Primera Dama que acompañaba al Presidente en sus visitas protocolares. Y mientras aquella se hacía con la popularidad de la que antes disfrutaba Kenji; este, durante el resto de la dictadura de su progenitor, limitó muchísimo sus apariciones públicas, más bien asociadas a su perro puñete, su amistad con el teniente Valer y sus estudios universitarios en Japón.

Al caer la dictadura Fujimorista, la sucesora “natural” del prófugo Alberto fue Keiko. En efecto, fue con ella que los fujimoristas se reagruparon y postularon a la radical Martha Chávez a la Presidencia el 2006, elección en la que Keiko resultó nominada congresista con la más alta votación, lo que la dejó expedita para tentar la primera magistratura de la nación en 2011. Así lo hizo ese año y también en 2016; las dos veces perdió, pero quien obtuvo la máxima votación congresal en ambas ocasiones fue su nunca olvidado hermano: Kenji Fujimori.

El problema del liderazgo y de la sucesión estaba entonces planteado: el mismo Kenji tuiteó alguna vez “Keiko 2016 y Kenji 2021”. Al contrario, la hermana, en su segunda candidatura presidencial, declaró, con cierta arrogancia, que ningún Fujimori postularía el año del Bicentenario. Y así llegamos a la situación actual, con la lidereza de Fuerza Popular incapaz de recuperar el buen humor político, y con su hermano jugando a sus espaldas, “robándole” congresistas, indultando al convicto padre, renunciando a Fuerza Popular, en el trance de crear nuevos partido y bancada, y presentándola como la “Llorona”, en alusión a una popular canción mexicana.

He realizado todo este recuento para arribar a conclusiones muy simples. La primera, el rompimiento de Fuerza Popular es una realidad, tanto como lo es la terrible enemistad entre los hermanos Fujimori, por lo que lo más probable es que lo que se quebró no vuelva a unirse. La segunda, existe la posibilidad de que en 2021 los dos hermanos Fujimori postulen a la presidencia, pero solo uno alcanzaría la segunda vuelta. La tercera, que contradice a la segunda, Keiko Fujimori está a un tris de iniciar un irreversible proceso de agonía política al jugársela otra vez por la vacancia presidencial y abrirse de nuevo la posibilidad de perder su apuesta a manos de Kenji y cinco o diez “avengers” más, sacados de debajo de la manga, y en el último minuto.

Esta historia, que no ha terminado de escribirse, tiene a la división del fujimorismo como telón de fondo. Sin embargo, una constante que no hay que perder de vista es que ni Keiko ni Kenji son referentes democráticos creíbles; al contrario, una vez en el poder la inercia autoritaria instalada en ambos los llevará a tramar quedarse todo el tiempo posible y al margen del orden constitucional. Del otro lado de la mesa, es tarea urgente fortalecer y crear partidos políticos institucionales para derrotar al fujimorismo en las urnas, que es donde corresponde iniciar las auténticas revoluciones democráticas.

 Fuente de la Foto: http://www.cronicaviva.com.pe

#ConfianzaParaLaDemocracia

 

#ConfianzaParaLaDemocracia

Es hora de defender el orden constitucional del autoritarismo fujimorista

Cuando en diciembre de 2016 se censuró al ministro de Educación Jaime Saavedra, un sector de nuestra política se movilizó pidiéndole al gobierno del presidente Kuczinsky que cierre el Congreso. Entonces estuve en contra de la medida, no me parecía sano para la democracia disolver el parlamento. Más bien, el asunto me trajo a colación el tristemente célebre mensaje presidencial de Alberto Fujimori a la nación, la noche del 5 de abril de 1992, donde no solo disolvió el Congreso, sino la democracia entera.

Han pasado casi 9 meses desde la censura a Saavedra y la mayoría parlamentaria fujimorista ha hecho de este un país absolutamente ingobernable. Yo pensaba, la verdad, que los tiempos de los congresos obstruccionistas habían pasado y que el Perú comenzaban a comprender esto del juego de la democracia, en donde las partes se tienen que poner de acuerdo para que un país sea gobernable y le traiga progreso a la gente. Los tres congresos anteriores, con todos sus bemoles, así lo demostraban.

¿Cuál es la sutil diferencia? En los tres congresos anteriores el fujimorismo no tenía mayoría absoluta y ahora sí la tiene. Y el resultado no podía ser distinto, el fujimorismo está actuando coherentemente con lo que es y nos ofrece apenas una pequeña muestra de lo que sería si hubiese llegado o si llegase mañana a controlar el poder ejecutivo: una fuerza absolutamente copadora y vertical, encaramada en el aparato del Estado, repartiendo prebendas y psicosociales a diestra y siniestra para tener contenta a la gente, con la hoy enmudecida Keiko Fujimori subida en un tractor, emulando a su padre, abrazando a la gente en los lugares más remotos del Perú, haciéndose querer. Y al demonio la Constitución, la República, los derechos civiles, las minorías, en suma, la democracia, total ¿no decía Odría que la democracia no se come?

Yo me opuse al cierre del Congreso en diciembre de 2016; era pronto. Lo que hoy puede parecernos tautológico, irremediable, con una fuerza obstruccionista como el fujimorismo controlando el Legislativo, tenía que evidenciarse ante la nación. Las cosas debían pasar, no podían presumirse. De lo contrario, estaríamos usando los mismos métodos vedados que hoy el Premier Fernando Zavala ha decidido combatir solicitando al Congreso Nacional la cuestión de confianza a su gabinete, asociada a la permanencia de la ministra de educación Marilú Martens al frente de su cartera.

Entonces no nos equivoquemos, el Poder Ejecutivo no se ha demorado en tomar la decisión: el Perú necesitaba ver una vez más el peor rostro del fujimorismo para así legitimar la cuestión de confianza ante la nación. Y ahora  todos hemos visto a Héctor Becerril negociando por debajo de la mesa con el radicalísimo Pedro Castillo. ¿Qué canjearon?: pues la desestabilización del mismísimo gobierno del Perú a cambio de que el Conare-Movadef (¿alguien dijo Sendero?) desplace a Patria Roja de la dirigencia magisterial. El país entero presenció aquel diabólico pacto aunque no hayamos terminamos de saber ¿quién era finalmente el diablo en este aquelarre de terroríficas máscaras?.

Algo me quedó claro desde el principio: aquí la lucha es de la democracia contra el clientelismo-autoritario que el fujimorismo representa y por eso, también desde el principio, no me ha costado nada tomar partido. Vamos entonces por la cuestión de #ConfianzaParaLaDemocracia porque es ella la que está en juego.

Daniel Parodi Revoredo

@parodirevoredo

Neoclientelismo a la peruana

Neo-clientelismo a la peruana

El Perú republicano nació clientelista. Ante la partida de la administración española y la debilidad del Estado peruano, los líderes provinciales…
LIDERESA DE FUERZA POPULAR KEIKO FUJIMORI ACEPTA DEMOCRATICAMENTE LOS RESULTADOS DE LA ONPE

El Perú republicano nació clientelista. Ante la partida de la administración española y la debilidad del Estado peruano, los líderes provinciales -prefectos, hacendados, curas, caciques y oficiales del ejército establecieron redes políticas que implicaron cadenas de dones y contradones. Así se construyó nuestra política durante los primeros años de vida independiente.

Desde 1871, con el Partido Civil, tuvimos una organización parecida a un partido político, aunque tal carácter se lo han discutido la mayoría de sus estudiosos. También es discutible su origen: para Mc Evoy es la expresión de dos décadas de esfuerzos republicanos; para Yepes es la  mera reacción de los “salidos del guano” ante el contrato Dreyffus de 1869, que les arrebató el pingüe negocio del fertilizante que ansiaban los mercados europeos.

Pero el experimento civilista tuvo que esperar otro cuarto de siglo para cristalizarse durante la República Aristocrática (1895 – 1919) a través de una democracia censitaria, en la que solo votaban alfabetos, varones y contribuyentes. Sin embargo, Leguía frustró la transición desde una democracia censitaria hasta otra de masas, basada en partidos políticos, y le ofreció al país la alternativa de la dictadura. De allí la larga persecución al Apra de Víctor Raúl y a sus esfuerzos democratizadores, y la abrumadora contradicción de alcanzar la igualdad social a través de un general llamado Juan Velasco.

En los ochenta nos llegó la república moderna aunque nadie la ha llamado así. Tuvimos partidos de derecha, de centro e izquierda. Sin embargo, la globalización, las crisis económicas mundial y nacional, y el terrorismo comunista frustraron la consolidación de la fase madura de nuestra democracia; Fujimori se encargó del resto bajo su premisa maldita: “los partidos políticos no sirven para nada”.

Y, sin partidos, retomamos las antiguas formas clientelares, solo que potenciadas por la internet y el i-phone; y volvimos a los líderes provinciales de antaño revestidos con nuevos y patéticos ropajes: el informal (en el mejor de los casos); el rector que nunca estudió, el narco, el minero ilegal, el traficante de terrenos, etc. Todos ellos reinventaron las viejas clientelas, más leales mientras más dinero hay de por medio.

Se entiende que solo veinte de los setenta congresistas fujimoristas militen en Fuerza Popular, los demás son los referidos líderes provinciales que esta organización ha sabido sumar a sus filas con innegable habilidad. He allí la nueva política, la que remite derechito a los primeros años del Perú independiente. Institucionalidad cero: la República hay que reconstruirla toda, nuevamente, desde sus bases doctrinales.

“Los héroes apristas de la democracia”

“Los héroes apristas de la democracia”

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Los fusilamientos de Chan Chan, de Felipe Cossio del Pomar. Millares de apristas dieron la vida por la democracia en sangrienta revolución de Trujillo

El héroe mitológico poseía poderes especiales otorgados por los dioses, como Aquiles, invulnerable salvo en su célebre talón. El héroe moderno se vincula con la ideología nacionalista difundida en el siglo XIX, que buscaba prohombres (militares) que se hubiesen destacado en hazañas de combate realizadas en absoluta inferioridad de condiciones, y a los que se idealiza haciéndolos parecer perfectos.

De ese modo, ni Grau, ni Bolognesi, ni Cáceres cometieron nunca un error, ni siquiera en su quehacer personal, porque el error no cabe en las características de un héroe. Pasa lo mismo con Arturo Pratt, alguna vez un colega chileno me dijo que no debía ser tan buen marino para capitanear la Esmeralda, uno de los peores buques de su escuadra. Pero hechos así se omiten pues se trata de elevar al héroe a una categoría superior.

Ahora bien, a los comandos de Chavín de Huántar se les ha elevado a la categoría de héroes de la democracia. El tema me parece grave debido a lo que este título representa y debido, me permito decirlo, a mi filiación política que es la misma que la de Luciana León, autora del proyecto, quien le asigna al APRA, como antes Javier Velásquez, el inmerecido rol de mensajera del fujimorismo.

A Luciana León le recuerdo que el APRA tiene miles de héroes de la democracia a los que el Estado peruano no reconoce como tales. El primero se llama, se lo subrayo por si se le olvidó, Víctor Raúl Haya de la Torre, perseguido 30 años por luchar precisamente por las libertades civiles que hoy disfrutamos; héroes de la democracia son los caídos en Chan Chan en 1932 que se rebelaron contra la dictadura de Sánchez Cerro, lo es Luis Negreiros Vega, gran luchador sindical mandado asesinar por el dictador Odría, lo son mil cien autoridades apristas que fueron ultimadas por Sendero porque se negaron a dejar sus cargos a pesar de que estaban en las “zonas liberadas”, sabían que los iban a matar y no tenían una bala para defenderse. Por supuesto, existen otros tantos héroes de otros partidos políticos que encontraron la muerte de igual manera. Heroína de la democracia es María Elena Moyano y ya paro de contar.

No tengo nada contra nuestros héroes militares, ni contra los comandos de Chavín de Huántar, quienes merecen nuestro reconocimiento, pero héroes por la democracia son los que dedicaron u ofrecieron su vida por construirla o defenderla y si hubiese que sumar militares a la lista yo añadiría al Coronel Gustavo Jiménez que se levantó contra Sánchez Cerro y se quitó la vida antes de rendirse y al General Jaime Salinas quien encabezó un levantamiento constitucional contra el dictador Fujimori y fue preso por ello.

Qué pena el APRA, lo digo una vez más, tan mal dirigida que olvida a sus mártires, inmersa en infelices devaneos con el fujimorismo, que la militancia rechaza. La democracia, la nuestra, la peruana, nos es tan esquiva que si algo tiene es héroes civiles por millares, es a todos ellos a quienes debemos erigirles un monumento.

Exclusivo para Palabras Esdrújulas

¿Hay lugar para el Apra en el siglo XXI?


¿Hay lugar para el APRA en el siglo XXI?

                                                                                                                                   

Pensar al APRA en el siglo XXI es situar a los partidos políticos en las primeras décadas del nuevo milenio. Moisés Naím en El Fin del Poder (2013) ubica su pérdida de preponderancia en un mundo global cuya revolución de las comunicaciones explica grandes movilizaciones ciudadanas canalizadas desde el twitter o el whatsapp antes que a través de las pancartas de las organizaciones políticas.  Del mismo modo, el ciudadano no es el mismo que aquel de hace 30 o 40 años, quien luchaba por grandes utopías. Entonces las cosas parecían más claras, se era de derecha o de izquierda, eventualmente socialdemócrata o socialcristiano, por lo que las ideologías eran la condición sine qua non del vínculo entre partido y militante. Hoy, tras el derrumbe de los grandes paradigmas ideológicos, se ha debilitado la capacidad que antes tenían las organizaciones políticas de vincular a la sociedad con el estado.

La antipolítica fujimorista y Alan García.

En el Perú, la caída del muro y el fin del mundo “de las ideologías” (1990) no solo coincidieron con la década fujimorista, sino que fueron sinérgicos con ella: el neoliberalismo quería estados débiles y partidos políticos también débiles, y resulta que Alberto Fujimori buscaba exactamente lo mismo para consolidar su proyecto caudillista-clientelar. El experimento de Cambio 90 refundó la cultura política nacional cimentándola sobre nuevos actores sociales emergentes del Perú de la transición demográfica que por primera vez se vinculaban asistencialistamente con el Estado. Esa amalgama de motivos, sumada a la satanización de los partidos políticos, cumplió a cabalidad el objetivo de divorciarlos de la sociedad.

Parece paradójico pero este esquema le vino como anillo al dedo a Alan García cuando volvió del exilio en 2001. García se erigió como líder indiscutido del aprismo desde que fuese elegido Secretario General del PAP en 1983, debido a una capacidad de arrastre popular espectacular que lo hizo, en 1985, alcanzar la presidencia de la república con más del 50% de los votos, superando con largueza el tradicional tercio que obtuviese su mentor Víctor Raúl en 1931, 1962 y 1963.

Desde que asumiera la conducción del APRA, a García no se le hacía amable la estructura de un partido sólidamente organizado y difícil de controlar; él prefería, más que instancias de gobierno internas, a un grupo de operadores absolutamente obsecuentes y leales que pudiesen movilizar la maquinaria del partido cuando a él le resultase conveniente. En 2001 Alan quería correr por libre y tener al APRA como comparsa. En la plaza San Martín, tras 10 años de ausencia, demostró que mantenía intactos sus dotes de orador: “y a mí me parece súbitamente un sueño estar aquí frente a ustedes esta noche, y a mí me parece súbitamente una añoranza cumplida estar frente a ustedes, y a mí me parece que quizás he muerto y estoy aquí frente a ustedes”.

En 2001, García encontró un ambiente político más propicio al caudillo que al partido. Cualquiera que sintonizase con las demandas populares podía ser presidente y en efecto pronto llegaría Alejandro Toledo y después Ollanta Humala. El tema es que entonces Alan seguía conectado a las masas y en un contexto caudillista; el PAP; por su parte, en tanto que partido político, ansiaba llegar al poder y por eso se reprodujo el pacto tácito entre caudillo y organización, y el APRA fue gobierno por segunda vez desde el 28 de julio de 2006.

Alan fuera de la era de los caudillos

Pero la reproducción contemporánea del viejo caudillismo militar de los inicios republicanos tiene en la volatilidad un límite que pocos pueden superar. Por eso, entre 1825 y 1845 el Perú tuvo 20 presidentes, todos militares. En USA, en el partidor de la carrera presidencial, se sabe que el ganador será demócrata o republicano y cada cuatro años Florida, cual calco de la elección anterior, se decanta voto a voto para saber quién será el nuevo “Mr. President”. En cambio, en nuestro país cualquiera puede ganar la partida y el electorado, súbitamente, puede darte su respaldo y quitártelo. Pregúntele a Alejandro Toledo como fue acogido en 2001 y abandonado en 2011, a mitad de camino.

Eso es exactamente lo que le pasó a Alan García en 2016, quien no se avalanzó nunca hacia las masas, no enganchó jamás con ellas o, sencillamente, el Charlot de Candilejas había perdido la capacidad de hacer reír a su público.  Alan sin las masas es un personaje extraño para sí mismo y es posible que anhele interiormente un nuevo baño de multitudes que lo lleve de regreso a Palacio, multitudes que probablemente nunca volverán; el problema es que lo que queda del APRA no desaparezca en el intento. Ya queda poco de la mística, de la flama prendida; en el aula de clase no vale preguntar por el aprista, sino por el abuelito o abuelita aprista; por los contemporáneos de Víctor Raúl que siguen en pie; esos no son golondrinos, esos morirán con la estrella en el pecho, esos son del Compañero Jefe pero de esos ya quedan muy pocos.

Y es en este punto que está trabada el APRA de hoy, cuyo aparato partidario parece secuestrado por una directiva caduca que aún responde a la voluntad de García. A esta se le opone Enrique Cornejo, golpeado por acusaciones que no se han dirigido a él pero sí a sus principales colaboradores mientras fuera titular de Transportes. Cornejo aparece como el único con la fuerza y la organicidad para desplazar una cúpula férreamente enquistada e iniciar la reorganización del APRA desde abajo, por lo que es deseable que su situación no se complique.

Víctor Raúl al final del túnel

La izquierda no deja de criticar la trayectoria de Haya de la Torre por sus supuestos virajes ideológicos; el último es Antonio Zapata con “El APRA: historia de un zigzag (2016)”, a pesar de que trabajos como el de Imelda Vega Centeno (1991); Hugo Vallenas (1992) y Hugo Neira (1996); claman por desarrollar otros aspectos de la experiencia aprista, como la relación del líder con las masas; la comprensión de Haya como un político de realidades o la experiencia del exilio como explicación de la identidad aprista, a lo que yo añadiría el estudio del movimiento aprista como protagonista del complejo proceso de democratización de la sociedad peruana a lo largo del siglo XX.

Haya de la Torre diagnosticó temprano (1921) la ausencia de una ciudadanía democrática en el Perú y por eso se dio a crearla; de allí las Universidades Populares, el Partido Escuela y la alucinante capacidad de formar un ejército civil conducido por líderes morales intachables que predicasen con el ejemplo. La izquierda comunista se equivocó con Haya, el tema con él es más construir la democracia que ceñirse a la ortodoxia marxista; es más la revolución moral que la insurrección armada; es más el servicio público que la lucha de clases.

Hoy, el círculo abierto por La APRA fundacional puede cerrarse exitosamente porque un ejército de ciudadanos que ejerza la función pública con probidad es lo que piden a gritos las entrañas del país. ¿Tendrá el PAP al menos un millar de trabajadores/as manuales e intelectuales con la suficiente determinación para acabar con el secuestro de la propia organización y redireccionar a su partido por los austeros y probos caminos de Haya de la Torre? El APRA necesita salir de Alan y volver a Víctor Raúl, así se lo pide el Perú contemporáneo.

Publicado en Ideele #261

p.s. Este artículo se publicó en fecha anterior a la renuncia de Enrique Cornejo al PAP.

La posición del APRA

 

 La posición del Apra

bancada-aprista

Por Daniel Parodi

Desde la instalación del nuevo Congreso Nacional, la célula parlamentaria aprista ha es­tado cercana al fujimorismo. Esto comenzó desde que decidió formar parte de la MD del Congreso, controla­da por Fuerza Popular, y se confirmó en prácticamente todos los actos posterio­res: propuesta para bajar la valla electo­ral y permitirle a Keiko Fujimori ganar en primera vuelta, propuesta para tumbar­se la Ley Universitaria, acompañamiento al fujimorismo en la interpelación al mi­nistro Jaime Saavedra y amenaza al pre­sidente Pedro Pablo Kuczynski de desti­tuirlo si aplicase la cuestión de confianza.

Recuerdo que estuve en contra de la re­vocatoria a Susana Villarán. Sin conside­rarla una gran alcaldesa ni mucho menos, pensaba que era más fácil dejar que conclu­ya su mandato. Pero resulta que mi parti­do, consultadas sus bases limeñas, se ma­nifestó a favor de dicha medida y entonces publiqué un artículo titulado “El Apra y la revocatoria”, tratando de explicar las ra­zones que tenía el PAP para adoptar esta medida, al margen de mi opinión particu­lar. Fue lo que creí pertinente hacer por respeto a la posición adoptada en el seno del Apra. Es por comprender esta premi­sa que el PAP se une allí donde la izquier­da se divide.

En todo caso, no es esto lo que está ocu­rriendo hoy: El Apra está acéfalo. Aunque se alegue que el CEN anterior sigue vigente, el PAP no tiene gobierno legítimo que es­tablezca, en consulta con las bases, la posi­ción del partido frente a los grandes temas nacionales. Por esta razón, hoy la CPA ac­túa por libre, y esto involucra, inclusive, la postura adoptada frente a la Ley Univer­sitaria y la eventual censura al ministro Sa­avedra, más allá de la opinión personal de cada quien, o de una eventual renuncia del titular de Educación.

Otros eran los tiempos en los cuales la posición del Apra aparecía en los diarios a página completa; entonces se sabía lo que pensaba institucionalmente el Parti­do Aprista sobre tal o cual cuestión de im­portancia nacional e internacional. Mien­tras tanto, los seguidores de Víctor Raúl Haya de la Torre, que todavía son muchos, siguen esperando que les devuelvan su par­tido, su querido Partido del Pueblo, através de elecciones internas que solo saben pos­tergarse. ¿A quién se lo tienen que pedir?

Publicado hoy en Exitosa

OPINIÓN |Daniel Parodi: La posición del Apra

Enroque Corto: la interpelación a Saavedra

 

 

Enroque corto: la interpelación a Saavedra

Cuestión de confianza procede si se aprueba pedido de censura

 

¿Qué es una cuestión de confianza? ¿Es o no pertinente aplicarla en el caso de que el Congreso formalice una moción de censura contra el ministro Jaime Saavedra?. Vamos por partes:

La cuestión de confianza debe presentarla el Premier, en este caso Fernando Zavala, ante el Congreso e implicaría asociar la suerte del titular de la cartera de educación a la de todo el gabinete. De esta manera, la censura a Saavedra implicaría la del Consejo de Ministros por lo que, tras la renuncia del Premier, tendría que formarse otro gabinete con otro Premier y cambiar otras piezas del gabinete ministerial, ya sea sustituyéndolas o enrrocándolas, como sucedió recientemente con Jorge Nieto que pasó de la cartera de cultura a la de defensa.

La principal consecuencia de una jugada así es que la eventual no confianza a Saavedra implicará la censura al gabinete y una segunda censura a este le otorga al Presidente de la República la facultad constitucional de disolver el parlamento y convocar a nuevas elecciones legislativas. De esta manera, el sacrificio del gabinete Zavala otorgaría al gobierno la tranquilidad de lidiar, desde temprano, con un parlamento que ya habría quemado su nave principal y que se la pensará dos veces antes de intentar bajarse a otro ministro por razones que la opinión pública pondera como particulares.

A saber: la discusión sobre las computadoras adquiridas por Minedu y la organización de los Panamericanos parece esconder una razón más poderosa: los intereses de muchas –no todas- universidades privadas que “pierden plata” invirtiendo para lograr los estándares académicos que exige SUNEDU para mejorar la calidad de la educación peruana en beneficio de la juventud.

Estos días, la Constitución ha sido materia de debate y cada quien la ha interpretado según su buen parecer. Para algunos es completamente legítimo y constitucional que el Congreso interpele y eventualmente censure al ministro Saavedra. Para otros lo es que el Premier plantee una cuestión de confianza sobre Saavedra: si cae él, caen todos.

En realidad, ambas parten tienen razón; tanto la censura como la cuestión de confianza son constitucionales y existen para ser usadas si las circunstancias lo requieren. Al respecto, lo que parece mostrarnos la constitución del 93 -la del fujimorismo, sí la del fujimorismo- es que está diseñada para contrapesar bien a los poderes Ejecutivo y Legislativo.

¿Constitución presidencialista? Es posible, será por eso que la promulgó Alberto Fujimori. ¡Qué paradoja!, pues ahora Fuerza Popular, cuyo humor autoritario está a la orden del día, sólo controla el legislativo y tiene que atenerse a ella, felizmente.

Publicado en La Mula el 7 de diciembre de 2016

https://daupare.lamula.pe/2016/12/07/enroque-corto/daupare/

¿Usted es el último?

corredor azul

Corredor azul debe instituirse en reemplazo de transporte informal

“¿Usted es el último?”

Recién alcancé a ver algunos programas de opinión reportajes muy  críticos del corredor azul de las avenidas La Marina y Javier Prado que suponen la continuidad, por parte del Alcalde Luis Castañeda, de la reforma del transporte iniciada por su antecesora Susana Villarán. Los informes, bastante sensacionalistas, mostraban a los buses de las líneas 201, 202 y 209  absolutamente atiborrados de usuarios y a estos realizando larguísimas colas para abordar, quejándose de la espera, de la insuficiencia de unidades y de la calidad del servicio.

Me precio de ser usuario de la 209 con la voy y vengo de la PUCP, tanto como de la 201, con la que regreso a casa desde la sede sanmiguelina de UPC y la realidad que he observado es bien diferente  a lo que vi en televisión. Vayamos por lo primero, las horas punta no son difíciles solo en Lima, lo son también en megápolis primermundistas como París, Madrid y New York.

Sin embargo, fuera de estos horarios el servicio de los corredores es bastante amable por lo que da gusto ver a la gente preguntando quien es el último de la cola para colocarse detrás. El orden en los paraderos es supervisado por agentes municipales que recuerdan a los choferes detenerse exactamente frente al letrero que dice “paradero”. De esta manera, los pasajeros suben de acuerdo con su orden de llegada y se les permite abordar primero a los adultos mayores, discapacitados y madres gestantes o acompañadas de niños. Asimismo, los buses cuentan con 6 asientos rojos reservados para esta población vulnerable y el chofer exige inmediatamente que se levanten quienes los ocupan para cederlo, aunque, valgan verdades, los usuarios los ceden por sí solos.

 A lo dicho debemos agregarle la buena presentación de los choferes  y el hecho de que el bus solo se detiene en paraderos separados uno de otro por 4 cuadras, con lo que el viaje es más rápido que en las unidades informales. El pasaje cuesta 50 céntimos más, pero el público paga la diferencia pues quiere un mejor servicio. Sé que todo lo dicho debería ser lo cotidiano pero sabemos que en el Perú no es así.

Nuestra meta tiene que ser homogenizar el transporte público formalizándolo y  eliminando paulatinamente la temeraria competencia informal que las custers y combis les hacen a los corredores azules. Ahora que estamos a punto de interrumpir una importante reforma educativa debido a mezquinos intereses subalternos, el corredor azul nos recuerda lo importe que es para el progreso del país mantener políticas públicas más allá de los gobiernos. No seamos como el cangrejo y sigamos avanzando en lugar de retroceder.

Publicado el 5 de diciembre de 2016 en La Mula

https://daupare.lamula.pe/2016/12/05/usted-es-el-ultimo/daupare/

Civil y eclesiástico

 

Civil y eclesiástico

El Humanismo de los siglos XV y XVI le arrebató a la Iglesia su monopolio sobre la ciencia no sin que antes Galileo tuviese que retractarse ante la inquisición. En el XVIII los racionalistas ilustrados alejaron definitivamente la razón de estado de cualquier precepto religioso: todo debía ser demostrable y apuntar hacia el progreso a través del método científico.

congregacion-relogiosa

Hace 500 años se separaron los fueros civil y eclesiástico

Ya entonces los fueros civil y eclesiástico estaban totalmente separados comprendiéndose que al primero le correspondía el gobierno de la sociedad y al segundo la salvación de las almas. Debido a esa separación, aunque soy activista pro derechos de la mujer, no participaría de ninguna acción para que la Iglesia Católica o tantas otras permitiesen mujeres sacerdotisas, ni para que la ICAR elimine el enajenante celibato sacerdotal. Mi motivo es muy sencillo: no soy socio del club.

Mi punto es que las congregaciones religiosas son foros privados con sus propias reglas aceptadas por sus miembros y es a ellos, y no a mí, a quienes les corresponde modificarlas. De allí que me encanta que el Papa Francisco esté a la vanguardia de una serie de reformas modernizadoras de la ICAR: a él sí le toca porque es el mandamás del Vaticano.

Por desgracia no ocurre lo mismo en el caso opuesto. Los feligreses de congregaciones religiosas  sí se sienten con el derecho de enseñarle “el bien y el mal” a los civiles y de presionar las políticas públicas del Estado. El caso de la unión civil es paradigmático: “los gays, con sus cosas, en su casa y en su cama, nada más” le he escuchado decir a muchas personas que expresan así la más cavernícola versión de nuestra peruanísima homofobia popular que encuentra en las declaraciones sabatinas del Cardenal Cipriani abundante combustible para inflamar sus llamas.

A ellos yo les respondería así: tus dogmas, tus ideas, tus prejuicios, en tu Iglesia nada más, en tu casa nada más, porque a ti nadie de afuera te dice qué hacer. Si la alianza matrimonial en tu religión es solo heterosexual, amén, no tengo problemas pero déjanos a los civiles manejar la esfera pública sobre la base de la laicidad del estado pues hace más de quinientos años el gobierno civil se separó de la religión. Practica tu fe, compártela sin imponer, y deja de inmiscuirte en la vida de los demás: los demás no se están inmiscuyendo en la tuya.

Publicado en Diario Exitosa el domingo 2 de octubre

OPINIÓN | Daniel Parodi: Civil y eclesiástico