Archivo por meses: septiembre 2013

Unión Civil No Matrimonial

UNIÓN CIVIL NO MATRIMONIAL

para personas del mismo sexo

Daniel Parodi Revoredo

Es bien difícil ingresar a este debate sin caer en los lugares comunes de siempre, así que comenzaré por un lugar común: tras la Segunda Guerra Mundial empezó a desarrollarse algo que se llama derechos humanos y que no es una cuestión de la izquierda, como equivocadamente creen algunos, sino, como su nombre lo indica, de todos los seres humanos, incluidos los homosexuales.

Aquí no podrían visitarse en un hospital

El segundo punto que quiero tratar tiene que ver con la historia, la frase al “César lo que es del César” es una simplificación coloquial e inexacta de la oración original que es “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” y se le atribuye a Jesús. Está expresión después se empleó popularmente para separar lo profano de lo sagrado, como lo hizo Maquiavelo con la política de la religión, en su célebre “El Principe”, hace quinientos años.

Por ello me pregunto por qué a Juan Luis Cipriani le sigue molestando la unión homosexual, incluso cuando el congresista Carlos Bruce ha llamado a su último proyecto “Unión Civil no-matrimonial para personas del mismo sexo” precisamente con la intención de no involucrar la institución del matrimonio que, de acuerdo con el sentir católico-conservador, es sólo cosa de heterosexuales. El tema, ciertamente, es polémico y la discusión continúa pero superado el impase real o imaginario ¿de qué se trata entonces?

Gio Infante, presidente de Mhol Perú, comentó en un medio local el caso de Juan Carlos Ferrando, que es homosexual y tiene una convivencia de 35 años con su pareja. Si su pareja enfermase, a Juan Carlos podría prohibírsele visitarla pues el médico le preguntaría ¿Ud. qué es de él? Y cómo él no es ni conyuge, ni mamá, papá, hijo o hermano, entonces no tiene derecho a verlo, ni que hablar de autorizar una operación o heredar.

Por eso lo de dar al César lo que es del César es en este caso pertinente. A pesar de que en otros países existe el matrimonio gay como tal y hasta el derecho de adopción, aquí no se está pretendiendo tanto, sino apenas una figura legal no matrimonial que otorgue derechos recíprocos a una pareja del mismo sexo que parecen poco o nada opuestos a los preceptos de la Iglesia. ¿Qué es lo que pretende entonces el conservadurismo católico? ¿invisibilizar a los homosexuales? ¿negarle a los ciudadanos sus derechos civiles más elementales debido a su opción sexual? ¿acaso la sociedad civil interfiere en las reglas de la Iglesia que es finalmente un foro privado?

Luego, ciertamente, están las críticas al proyecto de Carlos Bruce que es, como todo, perfectible. La de Jorge Bossio es pertinente, él señala que el proyecto de Bruce podría extenderse también a heterosexuales de modo que todos, en condición de igualdad, pudiésemos acceder a esta Unión Civil No Matrimonial. Pero permítase la siguiente observación, si centrada sólo en las parejas del mismo sexo, la propuesta ya ha desatado la furia de los sectores conservadores, como sería si se tratase de ofrecerle a la sociedad en su conjunto una alternativa institucional al matrimonio. Por eso creo más pertinente pensar en quienes ahora carecen de derechos y hacer causa común con su lucha.

Hace tiempo creo que el Estado peruano no sólo debería ser laico sino también parecerlo. Para ello, es preciso separar el fuero civil del eclesiástico y la aprobación de la Unión Civil No Matrimonial sería un excelente punto de partida.

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2 Apuntes sobre la CVR

DOS APUNTES SOBRE LA CVR

Daniel Parodi Revoredo

“La CVR considera que la causa inmediata y fundamental del desencadenamiento del conflicto armado interno fue la decisión del PCP-SL de iniciar la lucha armada contra el Estado Peruano, a contracorriente de la abrumadora mayoría de peruanos y peruanas, y en momentos en que se restauraba la democracia a través de elecciones libres”.  CVR, conclusiones

Las versiones de los protagonistas deben dialogar

En un pasado post señalé –a propósito de los 10 años de la CVR- que no se estaba difundiendo testimonios de familiares de militares víctimas del terror. Mi comentario generó reacciones, seguro comprensibles, que asociaron mi opinión con las tesis negacionistas de actores políticos conservadores como Martha Chávez o Rafael Rey. En realidad, mi post lo motivó la experiencia cotidiana de haber conversado el tema en las aulas universitarias. En ellas recogí opiniones de jóvenes hijos de militares o policías que estuvieron delegados a las zonas de emergencia y que no se sienten debidamente reconocidos por la sociedad en los discursos –léase imaginarios, percepciones- que se han diseminado acerca del conflicto interno.

Sobre el particular, quisiera compartir los siguientes dos apuntes:

1.            No es cierto que el informe final de la CVR coloque a los militares en condición de igualdad con SL y MRTA, de hecho, dicho informe señala que los grupos subversivos iniciaron la guerra y que son responsables por ella. Lo que no hace la CVR, pues no podría hacerlo, es silenciar los abusos y excesos cometidos por las fuerzas del Estado al combatir la subversión. De hecho, si queremos cerrar las heridas que dejó en nuestra sociedad aquel infausto conflicto debemos partir del reconocimiento de que sí hubo excesos del Estado contra la población, nos guste o no nos guste.

2.            No se ha logrado edificar un discurso sobre el conflicto interno que integre en él la versión de los militares y policías. Es decir, un relato a través del cual ellos puedan contar su historia y cómo la vivieron. Con esto no estoy señalando que la CVR omite estos testimonios, pues no los omite. Lo que digo es que en el nivel mediático –que es fundamental porque genera la percepción o representación de la realidad- no se ha consolidado un discurso que valore el desempeño de las fuerzas del orden en el conflicto interno y que distinga dicho desempeño general de los excesos cometidos, los que, naturalmente, deben ser conocidos y sancionados.

Alguna vez tuve la grata experiencia de tener frente a mí, sentados juntos, a Edgardo Riveros y Roberto Arancibia, político y militar chilenos que estuvieron de un lado y otro de la vereda durante la dictadura pinochetista. Lo que más llamó mi atención fue la madurez con la que ambos compartieron conmigo su mirada del proceso, alternándose en el uso de la palabra, y mostrándose, recíprocamente, un profundo respeto. Por eso es probable que el problema de memoria del Perú, respecto del conflicto interno, no parta de los contenidos de la CVR, sino de pensar, equivocadamente, que su informe representa el final del proceso de reconciliación que nuestra sociedad requiere.

En realidad, el informe de la CVR debe ser entendido como el punto de partida de un intenso trabajo entre las partes que suponga, por ejemplo, dinámicas grupales con deudos de militares y civiles. Creo que lo que falta, en nuestro caso, es que las diferentes historias del conflicto dialoguen en simultáneo; es decir, que las partes se conozcan, conversen e intercambien sus experiencias. Creo que así pasaremos del “pasado-presente” del conflicto interno al “pasado-pasado”, es decir, a una dimensión temporal en la que finalmente sintamos que lo ocurrido ya pasó para que la sociedad, en su conjunto, pueda superar el trauma y madurar con la lección de tan terrible experiencia.

Publicado en Diario16 el 3 de septiembre de 2013

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Los tres canillitas

LOS TRES CANILLITAS, o la ley del 13%

Por Daniel Parodi Revoredo

“Por las azoteas” es un cuento de Julio Ramón Ribeyro en el que un niño traba amistad con un anciano condenado por sus familiares a vivir sus últimos días en una solitaria y friolenta habitación en el tejado de su casa. La amistad duró un verano pues el viejo hombre no soportó la humedad del siguiente invierno. He conocido muchos casos de abandono parecidos o distintos al de relato de Ribeyro.

Canillita limeño, de seguro no tiene pensión

Por ejemplo, Pedro, Juan y “Barrabás” eran tres canillitas que trabajaban en el cruce de Salaverry y Pershing, recuerdo que en 1980 se “peleaban” por venderme “Don Sofo”, un pasquín de fino humor político del recordado Luis Felipe Angell. De los tres canillitas sólo queda Barrabás, no sé su nombre, cuando se lo he preguntado el me insiste en que le diga Barrabás nomás, será por su barba blanca a lo Andrés A. Cáceres, no lo sé.

El Tema es que Pedro murió de sida hace diez años, no tenía seguro y cuando la enfermedad avanzó no podía controlar sus esfínteres por lo que sólo trabajaba medio día, o lo que podía, para no morirse de hambre. A Juanito lo enterraron hace un mes, tampoco tenía seguro, me imagino que la familia se ocupó. Barrabás está en las mismas, tendrá entre sesenta y setenta años, y me comenta que trabajará por necesidad mientras pueda mantenerse en pie. Actualmente vende mapas del Perú, de esos enormes que se usan o usaban en las escuelas.

Estos relatos me sirven para darles una opinión muy personal sobre el proyecto de ley que obliga a los trabajadores independientes menores de 40 años a aportar 13% de sus honorarios a una AFP. Yo no sé si esta propuesta es buena o mala, pero entiendo que el Primer Ministro acaba de cambiarla por una que escalonará los aportes en los próximos años. Tampoco sé si se trata de un negociado de las AFP o algo por el estilo. Lo cierto es que no soy experto en el tema y no pretendo aparentarlo.

Sin embargo, sí me interesa destacar el denominador común de los tres canillitas de Salaverry con Pershing: los tres fueron esforzados trabajadores independientes, los tres fueron informales y ninguno de los tres tuvo seguro de salud y pensión de jubilación. Por esa razón, dos de ellos murieron en penosas circunstancias y el que aún sobrevive avanza en la misma dirección. Alguien dirá  que aportar a un sistema de pensiones es una cuestión de libre albedrío, pero yo pienso que en el caso peruano, con una arraigadísima cultura informal que se explica en un complejo proceso socio-histórico, el Estado tiene el deber de asegurar –así sea a la fuerza- la protección de todos los ciudadanos, de los que quieran protegerse y también de los que no.

Yo estoy seguro de que los tres canillitas de Salaverry con Pershing hoy le agradecerían al Estado si los hubiese obligado a asegurarse. Pero para ellos ya es tarde.

Publicado en La Mula el 4 de septiembre de 2013

 

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¡Qué Reaccionario!

¡Qué reaccionario!

Por Daniel Parodi Revoredo

Según una desconfiable enciclopedia virtual “reaccionario es un término referido a ideologías o personas que aspiran a instaurar un estado de cosas anterior al presente. Se originó como expresión peyorativa para referirse, desde la Revolución francesa, a los contrarrevolucionarios”. La definición se hizo común en el Perú ochentero y sirvió para designar a los principales representantes de la derecha. Por eso se popularizó la expresión “fulanito de tal es un viejo reaccionario”. Eran tiempos de la Guerra fría, en los que, según la izquierda, ser de derecha era algo muy malo y reñido con principios básicos de la convivialidad como la solidaridad y el progreso, los que sólo se asociaban a quienes practicaban la virtud, es decir, los marxistas.

Aunque ya tarde, he descubierto que soy un reaccionario. Ya me lo sospechaba porque cultivo la música criolla que para algunos es una suerte de aparato ideológico oficial-conservador creado con la específica finalidad de invisibilizar lo andino (a ellos les recomiendo la cinta nacional “Sigo Siendo”). Mi licenciatura de reaccionario la alcancé al promover la conservación del Centro Histórico de Lima, el Rímac y los Barrios Altos, mientras que mi maestría en reacción me la aprobaron, por unanimidad, tras publicar en mis redes el siguiente post: “bueno, haya o no llegado la crisis al Perú, somos el país de los US 70,000 millones en reservas. ¿No podemos gastarnos 1000 de esos millones en dejar Lima hecha un anís? ¿o mi propuesta es muy frívola?”. Los jurados de mi reaccionaria tesis fueron varios foristas que le formularon una serie de observaciones que he reducido a las tres siguientes categorías:

Socio-provincialistas: “no voy a contarle eso a nadie aquí en Abancay” / “Dentro del Perú hay más necesidades que en Lima la alienada” / “La suciedad en Lima es una herencia colonial y mientras hayan colonos así será, por eso los gallinazos ¿recuerdan, chicos? Lima es una ciudad conchuda así como sus autoridades”.

Social-prioritarios: “No creo que sea frívola, pero tenemos niveles de pobreza extrema y pobreza de más de 30% en la sierra rural y selva rural…¡prioridades, amigo!” / “De acuerdo, siempre que “anís” implique dejar Lima sin tuberculosis”.

De-la-corrupción-temerosos: “Pienso que sería muy riesgoso poner en manos del municipio 1,000 millones de dólares aunque se pudiera, el destino de ese dinero tomaría un rumbo muy inadecuado” / “1,000 millones para dárselos a la gestión Villarán…Nooooooo, déjalo ahí nomás”

Sé que no se puede, sin más, ir al BCR y sacar US 1,000 millones para la recuperación de Lima. De ser posible, cualquiera lo haría según su particular percepción. Pero es verdad que Alemania reconstruyó sus ciudades tras la Segunda Guerra Mundial al mismo tiempo que priorizó la calidad de vida de su población y también lo es que Lima tiene uno de los centros históricos más descuidados del mundo. A mí claro que me importa la lucha contra la pobreza y la erradicación de enfermedades como la TBC. Sin embargo, es evidente que los comentarios que he citado traslucen una serie de prejuicios que se alimenta de desfasados maniqueísmos tales como costa vs. sierra, Lima vs. provincias etc.

Quizá en el fondo no sea tan reaccionario pues cualquier sociedad moderna interpreta la preservación del patrimonio –que implica goce estético- como mejora de la calidad de vida de las personas, la que acompaña la satisfacción de sus necesidades materiales. Pero la pre-modernidad peruana tiene sus propios imaginarios y en tanto que cuarentón, criollo y limeño voy adoptando, efectivamente, las características de todo buen reaccionario. ¡Habráse visto!

Publicado en Diario16 el 27 de agosto de 2013

Twitter: @daupare

 

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