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Perú-Chile: Agenda de la Historia

 

P"Perú-Chile: agenda de la historia", por Daniel Parodi Revoredo

Debemos hablar del pasado, del bueno y del malo

Perú-Chile: Agenda de la Historia

En el prólogo que le ha dedicado a mi próximo libro, el destacado psicoanalista Max Hernández reconoce que esperaba una victoria completa del Perú en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) porque se vinculó con el litigio desde una perspectiva más histórica que judicial. La confesión de Hernández nos abarca a todos porque inclusive los hombres y mujeres de Estado combinan a su actuación política la dimensión subjetiva que atañe el nacionalismo y las arraigadas querencias patrióticas.

Habiendo vuelto la calma a nuestras sociedades, debemos hacer un mea culpa y reconocer que esa clave histórica se apropió de nosotros entre el lunes 27 de enero (lectura de la sentencia) y el jueves 6 de febrero (reunión del 2 + 2). Tal vez fue la precipitación de Sebastián Piñera en expresar la posición de su país respecto del triángulo terrestre la que levantó la polvareda, a la que se sumó el tuit de Eduardo Frei denunciando un Perú irredentista, que siempre querrá algo más de Chile.

Nuestra respuesta tampoco fue la mejor, pues dimos por sentado que la cuestión del triángulo terrestre planteada por Chile era un condicionamiento para la ejecución de la sentencia. Y fue así que, en clave histórica, atamos los cabos del plebiscito acordado en 1883, y nunca realizado, junto a las obras del muelle de Arica, que recién se entregaron en 1999. Era más de lo mismo, Chile no iba a ejecutar el fallo. 

Esos fueron nuestros viejos imaginarios frente a frente: irredentismo versus imperialismo. Para Chile, el Perú busca resarcirse el daño de la Guerra del Pacífico, “que ayer fue Tacna y Arica, que luego la frontera terrestre, después la marítima y que después puede ser el aire o la brisa que cruza la frontera”. Para el Perú, Chile es el país imperialista, que actúa más por la fuerza que por la razón, apropiándose, una vez más, de una porción de territorio peruano, para luego condicionar a su sesión la ejecución del mandato de la CIJ.  

Agenda para la reconciliación. Tras el 2 + 2 las cosas parecen diferentes, se ha despejado la polvareda y nuestras caras son las del siglo XXI, las de dos países que han firmado un tratado de libre comercio (TLC), que lideran la Alianza del Pacífico y que tienen un flujo de cinco millones de personas cada año entre Arica y Tacna. Quizá sea pronto para tratar estos temas, pero, tras la superación de la tirantez por el triángulo terrestre, a las agendas económica, comercial y social, que ya están en marcha, habría que sumarle la agenda de la historia porque ella influye en la manera como nos vemos, en lo cotidiano, peruanos y chilenos. 

Por eso es importante descubrir que en nuestro pasado no solo hay Guerra del Pacífico y Tratado de 1929, sino muchos acontecimientos positivos, desde el apoyo de O’Higgins a la independencia del Perú, pasando por historias cotidianas, como el éxito musical de Lucho Barrios en Chile y la historia que estamos escribiendo hoy, en la que el Perú y Chile resolvimos civilizadamente una controversia. 

Pero algún día no tan lejano, peruanos y chilenos tendremos que hablar de lo malo que nos pasó. Es condición del psicoanálisis traer al presente el pasado doloroso no para olvidarlo, pero sí para superarlo, para que sane la herida. Ese será el momento de los grandes gestos, del perdón por los excesos de la Guerra del Pacífico. 

Y el siguiente paso es la escuela, porque la desconfianza histórica comienza allí. Si queremos cambiar la mirada, hay que cambiar nuestros discursos que van a contracorriente de los nuevos tiempos. Necesitamos unidades de aprendizaje binacionales, una por año de secundaria, que nos enseñen qué tenemos en común y qué tenemos en particular entre el Perú y Chile. Esta es la agenda de la historia que debe constituirse en una base de confianza para avanzar las otras agendas, las que apuntan hacia el desarrollo material de ambas sociedades.

Publicado en el Diario El Comercio, en la edición del 19 de febrero de 2014, sección Opinión

 

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¿Fascismo de izquierda?

                                                     Dos dictadores obscenos

¿Fascismo de izquierda?

Daniel Parodi Revoredo

Recientemente, en las redes sociales, me he topado con una singular expresión: fascismo de izquierda. Y creo que es fácil adivinar que surge debido a la indefinición o abierto respaldo de muchos de nuestros invertebrados socialistas frente al régimen autoritario de Nicolás Maduro en Venezuela, léase chavismo.

Pero comencemos por algunas definiciones. En sentido estricto el socialismo, ese que Marx decía que era un periodo de tránsito en el camino hacia el comunismo, en el que el Estado se apropiaba de todos los bienes y medios de producción no tiene nada de democrático, ni tiene por qué serlo. En otras palabras, antes de la caída del muro de Berlín los socialistas no eran, per se, democráticos, por más que, en el Perú, algunos partidos de izquierda hayan participado de elecciones y logrado colocar autoridades parlamentarias y municipales. No obstante lo último, la opción revolucionaria para derrocar la sociedad burguesa e implantar la dictadura del proletariado estuvo siempre presente pero reitero que, per sé, no es punible. No lo es porque entonces esa era una utopía que se ponderaba posible, como hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial lo era el fascismo que llegó a contar con no pocos adeptos, incluso en el Perú.

Sin embargo, se supone que en el año 2000 una confluencia de fuerzas políticas se unió con la finalidad de derrocar una dictadura entornillada en el poder, la de Fujimori. Se suponía, entonces, que la idea era reinstaurar la democracia liberal y representativa, la independencia de los poderes del Estado, la libertad del sufragio, la de expresión etc. que nos fueron secuestradas en la década de 1990. Se suponía, entonces, que había consenso, al punto de que todos celebramos el gobierno de transición a la democracia de Valentín Paniagua, se supone que la izquierda participó directamente del proceso al punto de que Susana Villarán fue Ministra de la Mujer de dicho gobierno. Se supone también que esa misma izquierda participó del gobierno democrático de Alejandro Toledo; de hecho, fue como una suerte de ala progresista en un gobierno que consolidó el crecimiento económico del Perú.

De todo ello mi conclusión no fue otra de que la izquierda peruana había comprendido, al menos un poquito, la historia, que había entendido que cuando en 1989 cayó el muro, el socialismo marxista, ese mismo que es autoritario y totalitario, no tenía ya más razón de ser, ni más utopía por realizar y que, finalmente, quedaba la otra rama de la izquierda. Me refiero a la que prefirieron mayoritariamente los obreros de Alemania, Francia e Inglaterra, esa misma que dio lugar a la socialdemocracia germánica, al laborismo británico y al Estado de bienestar, esa misma que, permitiendo el capitalismo, supuso la sustantiva mejora en la calidad de vida del obrero, del campesino y del trabajador, a través de su protección vía el Estado. Una izquierda que, además, tiene en el Perú el pendiente de lo andino que, lo he dicho muchas veces, sigue esperando una reivindicación histórica que va mucho más allá de obras de infraestructura y bonos de asistencia directa.

Clausura de medios de comunicación, control de los poderes del Estado, control del organismo electoral, supresión de la observación electoral, persecución de la oposición política a través de diferentes métodos como campañas psicosociales, de demolición y hostigamiento desde el poder judicial, abriendo una serie de causas en contra de ellos y, como no, represión policial. ¿Y que pasa si a esto le sumamos un asistencialismo a ultranza en donde el caudillo-presidente apoya directamente con alimentos o títulos de propiedad a los sectores económicamente más vulnerables para ganar su fidelidad?

La pregunta que sigue es de quien estoy hablando si del fujimorismo o del chavismo, pues adivinen, estoy hablando de cualquiera de los dos, porque son gemelos. ¿Qué hace diferente al chavismo? ¿la nacionalización de empresas? ¿el color rojo de sus polos? ¿ayudar económicamente a Cuba? ¿por eso es buena tanta obscenidad? ¿por eso vamos a apoyar a un caudillismo-populista similar al fujimorismo que enfrentamos con la alta utopía de recuperar la democracia?.

Yo no pretendo que los que no piensan como yo lo hagan, pero sí me gustaría que mis amigos de izquierda que junto conmigo combatieron el fujimorismo definiesen qué era lo que en el fondo estaban defendiendo porque la verdad ya no los entiendo. Ciertamente no creo que sean fascistas de izquierda, como comienzan a señalar las redes, pero sería bueno que definan claramente cuál es el socialismo en el que creen ¿no les parece?

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Víctor Raúl y la dictadura venezolana

Víctor Raúl y la dictadura venezolana

 

Esta semana se cumplen 119 años del natalicio del fundador del APRA Víctor Raúl Haya de la Torre que sus correligionarios celebrarán el viernes 21 de febrero en el campo de Marte y al que han sido invitados Hernrique Capriles y otros líderes de la oposición venezolana al régimen dictatorial de Nicolás Maduro, heredero político del chavismo. La invitación de los susodichos opositores a la máxima celebración del “Partido de la estrella” confirma la línea democrática que su líder-fundador iniciara en la década de 1920.

Muchos no entienden el carácter evolutivo del pensamiento aprista que tiene por punto de partida el análisis del cambio inexorable de la sociedad en el tiempo; menos se entendía cuando las ciencias sociales e ideologías políticas dominantes apostaban por la permanencia. Así pues, desde el estructuralismo la sociedad debía mantener su organización por décadas o siglos y, desde el marxismo, cualquier análisis de la sociedad debía encajar con sus categorías, aunque hubiese que forzar la investigación. Al contrario, Haya hablaba de relatividad y de adecuar la teoría y la praxis política a una realidad cambiante, y la historia le dio la razón décadas después cuando la caída del muro se llevó al marxismo y al estructuralismo o los obligó a revisarse en lo fundamental. Claro que a Haya de la Torre aún no lo tenemos como al “gran pensador político peruano del siglo XX”, pero esa es otra historia.

Haya habló de democracia desde un principio. En “El antimperialismo y el APRA”, texto que conserva elementos de su fase radical, Haya señala que la democracia es el sistema en el que puede desarrollarse su llamado “Estado Antimperialista”. Al mismo tiempo, deslinda con el socialismo al señalar que los modelos que pudiesen funcionar en Europa no lo harán necesariamente en América Latina. Aunque su tenor es crítico del Imperialismo de las grandes potencias, este Haya ya reconoce que hay que entenderse con el capitalismo porque de él sobrevendrán los capitales y la tecnología que permitirán el desarrollo de Indomérica.

Tras el estallido de la 2da Guerra Mundial, Haya es el abanderado latinoamericano de la causa Aliada en la conflagración y sostiene que la democracia debe ser defendida de la agresión del fascismo. Plantea así, en “La defensa Continental”, la creación de un organismo interamericano con capacidad de fiscalizar y condenar los regímenes dictatoriales en nuestro continente.

Más adelante, con su incomprendida alianza con Manuel Prado de 1956, que gestionan Ramiro Prialé y Rómulo Meneses pues Haya se encontraba en el exilio, el APRA recorta los elementos más radicales de su programa en busca de una convivencia democrática que asegurase la legalización de su Partido y de la que también se benefició el PCP. Esta alianza democrática culminó con un largo periodo de violencia política que se iniciara en 1923 cuando la oposición de estudiantes y obreros a la consagración del Perú a los Sagrados Corazones y que supuso 33 años casi ininterrumpidos de persecución, clandestinidad, exilio y muerte a los afiliados del PAP.

Las últimas grandes batalles de Haya de la Torre por la democracia fueron su renuncia a la Presidencia en 1962, tras el veto que le impusieran los militares, para evitar un golpe de Estado y la Constitución de 1979. Esta no fue sólo democrática sino fundamentalmente social por lo que validó los principales postulados que el desaparecido líder defendió a lo largo de su trayectoria.

Respecto de su lucha por la democracia, hay un elemento que conecta con nuestros días. Cuando Haya hablaba del “Partido Escuela” ponderaba que en el Perú de inicios del siglo XX no había ciudadanos democráticos pues padecíamos un régimen estamental sustentado en el gamonalismo. Por ello su insistencia en formar ciudadanos capaces de defender la democracia hasta las últimas consecuencias. Entonces la democracia en si misma se convirtió en la utopía política de Haya de la Torre pues esta era la meta por alcanzar en América Latina, tan dada a los caudillismos militares y las dictaduras bananeras. Y lo sigue siendo, la utopía está vigente.

Por ello me da gusto la invitación que hoy hace el APRA a quienes en Venezuela defienden la democracia a su mitin de la Fraternidad, así como la presencia y solidaridad de la juventud aprista en las protestas que los venezolanos radicados en Lima vienen realizando ante la sede de su embajada. Estos actos de apoyo al restablecimiento de la democracia en Venezuela colocan al APRA en una fina solución de continuidad con el ideario que siempre defendió y con su decisiva participación en las protestas que supusieron la caída del fujimorismo en 2000. 

La oposición a toda dictadura, sin importar si es de derecha o de izquierda, es un dogma nunca desmentido por el APRA y un blasón que no todos pueden lucir en el Perú.

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OFICINA ABTAO

Integración peruano-chilena requiere de un organismo oficial binacional

OFICINA ABTAO. Agenda para la integración peruano-chilena

Daniel Parodi revoredo

El 7 de febrero de 1866, la alianza peruana-chilena enfrentó a la escuadra española en el combate naval de Abtao logrando repeler el ataque de la flota europea. En dicho combate pelearon del mismo bando Miguel Grau y Arturo Prat, quienes luego alcanzarían sus destinos en 1879, en la cubierta del monitor Huáscar. Hoy día, Grau y Prat son los héroes navales de Perú y Chile respectivamente.

Con el cierre de la última frontera ya agendado, y con un triángulo terrestre en ciernes que no podemos permitir se convierta en obstáculo, el Perú y Chile deben encausar la integración regional que potencian hace varios años, a través de una institución binacional. La idea no es una declaración de buenas intenciones tras la sentencia, no se pretende romántica, es básicamente política.

Así pues la Oficina Abtao le da nombre al ambicioso proyecto de conformar una institución oficial peruano- chilena cuya finalidad será la promoción de la integración binacional en todos sus aspectos. Esta institución debería tener diferentes sedes, principalmente en ambas capitales y en las regiones de frontera. Asimismo, podría dividirse en áreas, a saber las siguientes:

1. Oficina del Comercio

2. Oficina de la Pesca

3. Oficina de la Juventud

4. Oficina de La Educación, la Historia y la Cultura

5. Oficina de la Energía

6. Oficina de la Migración

7. Oficina de la Defensa

Cada una de estas oficinas debe cumplir la función de recibir, encausar y canalizar proyectos de la sociedad civil sobre las áreas pertinentes, tanto como darle la forma y salida a las políticas que emerjan de la decisión conjunta de las autoridades estatales de Perú y Chile, en foros tales como las reuniones del 2+2. Entre sus funciones estará también la de gestionar financiamiento para dichos proyectos a través de organismos multilaterales u otras instituciones. Nótese que el año pasado, el Tratado del Eliseo –inició de la integración entre Francia y Alemania- cumplió 50 años y que ambos países están interesados en promover su experiencia unionista en otras latitudes.

Ayer hemos recibido una gran noticia que ha pasado desapercibida. Costa Rica, a fin de año, estará lista para integrarse a la Alianza del Pacífico que es la buena manera de hacer las cosas pues la integración debe ir de lo económico a lo político y no al revés. Ese mismo ejemplo es el europeo que comenzó con la alianza del acero y el carbón hace 50 años, y hoy el Viejo Continente ya no tiene fronteras políticas.

Es lo mismo que hemos hecho Perú y Chile, nuestra integración económica empezó hace dos décadas, al principio la tomamos como una invasión económica chilena pero hoy no terminamos de valorar su gravitación en el proceso de La Haya, en su no descarrilamiento, en que el nacionalismo no nos haya desbordado. Porque hay mucha masa crítica entre dos países de economías interconectadas, la que funge de inercia positiva que impulsa la agenda del desarrollo.

Ha llegado pues la hora de darle una dimensión institucional a la integración, no olvidemos que el valor agregado de la economía tiene como contraparte su sujeción a los vaivenes de los mercados mundiales, por eso no podemos supeditarnos exclusiva y espontáneamente a ella. La manera como nos vemos peruanos y chilenos, la manera como enseñamos nuestra historia en común, la manera como se vinculan nuestros jóvenes, pero también nuestras fuerzas armadas, deben tratarse con un enfoque conjunto que apunte hacia metas comunes. La Oficia Abtao debe ser el espacio de concreción del inicio formal de una etapa positivamente diferente en las relaciones entre el Perú y Chile.

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EL TRIUNFO DE LA PAZ

EL TRIUNFO DE LA PAZ

                                                                   Al agente del Perú en La Haya, Allan Wagner Tizón 

 

Es posible que para la gran mayoría de peruanos y chilenos, la circunstancia más tensa del proceso ante Chile en la CIJ de La Haya fuese la que se vivió el lunes 27, cuando todos escuchamos al juez Peter Tomka leer el resumen de la sentencia. Sin embargo, para quienes hemos vivido el tema más de cerca el día crucial fue ayer 6 de febrero, durante la reunión del 2+2 en Santiago. En realidad, los días siguientes al fallo, las reacciones de ambas partes se expresaron e interpretaron en clave histórica; aquella fue la semana del imaginario, de la percepción y la desconfianza históricas, de la polvareda que siempre deja una batalla, por más que esta se haya librado en un Tribunal Internacional, civilizadamente.

Tal vez fue por eso, aunque creo que más por las cuestiones técnicas que tuvieron que acordar, que la reunión del 2+2 dio a luz su declaración pasada la medianoche, tras 14 horas de trabajo continuo. Al comenzar la presente jornada, podemos felicitarnos de haber obtenido el mejor resultado para la paz, la integración y la rápida ejecución de la Sentencia. Perú y Chile están listos para voltear la página, ahora sólo queda integrarse, ¿qué pensarán en Colombia?, ¿qué dirán en Nicaragua?.

¿Qué es lo que se ha acordado?

En primer lugar se ha acordado determinar en conjunto las nuevas coordenadas geográficas de nuestra frontera marítima siguiendo la disposición 197 de la sentencia de la CIJ. En segundo lugar, si bien no se ha establecido como exigencia chilena la suscripción peruana de CONVEMAR, la declaración sí recoge la voluntad de la Corte expresada en su disposición 178, cuando señala que “el agente peruano declaró formalmente en nombre de su gobierno que la expresión “dominio marítimo”, que se utiliza en nuestra Constitución Política, está de acuerdo con la definición de los espacios marítimos previstos en CONVEMAR en 1982. En tal sentido, el Perú se ha comprometido a ejercer sus derechos y obligaciones en toda su zona marítima, en forma consistente con el Derecho internacional, como se encuentra reflejado en la Convención de 1982”.

Ciertamente, serán los juristas peruanos y no Chile quien establezca como darle funcionalidad a este elemento sensible. Por lo pronto, lo que la ciudadanía debe comprender es que en los espacios marítimos recién obtenidos debemos ceñirnos al Derecho del mar vigente y debemos dar muestras de ello ante el mundo. Hasta ayer dudábamos del cumplimiento chileno de sus obligaciones, pero el fallo nos las exige también a nosotros. Pienso que ha llegado el momento de discutir serenamente la firma de CONVEMAR y alcanzar una decisión soberana.

Gran performance diplomática de Ministros Eda Rivas y Pedro Cateriano

Ciertamente, las expresiones “dominio marítimo” y “mar territorial” suenan mucho mejor que “Zona Económica Exclusiva” pero también es verdad que esas expresiones primigenias, que aportó el Perú al Mundo en las décadas del cuarenta al ochenta, evolucionaron y sirvieron de base para CONVEMAR que es su versión más moderna y civilizada. Si Chile y Ecuador, que nos acompañaron aquellas décadas de lucha por la intangibilidad del mar la han suscrito, no queda más que suscribirla nosotros, pero tomémonos nuestro tiempo, debatamos, pues la declaración de ayer señala que el fallo prevalece sobre la legislación interna de cada país, con lo cual, el suelo ya está parejo y tenemos tranquilidad para hacer las cosas.

Un elemento muy positivo de la Declaración Conjunta, y que puede expresarse como un gesto de buena voluntad de la contraparte, es que se ha acordado que el 8 de febrero de este año, mañana, un buque de investigación peruano, escoltado por otro de nuestra Marina de Guerra, ingrese ya a nuestro nuevo espacio oceánico a hacer trabajo de exploración e investigación. De esta manera, podemos decir que de hecho tomamos posesión el sábado de los 50,000 km2 obtenidos, pero hagámoslo sin soberbia, más bien con sobriedad.

Respecto de la medición de las coordenadas, está se realizará rápidamente. Para llevarla a cabo, los técnicos de ambos países se reunirán en Santiago los días 17 y 18 de febrero para coordinar las acciones a tomar. Luego, el 24 de febrero se iniciará la medición que no debe tomar más de 10 días. En marzo, Chile debe reposicionar la boya DART cuya finalidad es la detección de sunamis y maremotos, y que el país vecino debe desplazar desde su actual ubicación (200 millas según el paralelo) hasta el punto C que es donde se intersecan, en las 200 millas, las áreas de superposición entre los espacios marítimos de cada país. Finalmente, el 24 y 25 de marzo se realizará una nueva reunión del 2+2 en Lima, seguramente para formalizar en acuerdos, las acciones que se ejecutarán en las próximas seis semanas.


Pronto se colocarán nuevas coordenadas

Triángulo Terrestre

Como se ha podido apreciar, en la reunión del 2+2 primó la posición peruana de no tocar la cuestión del triángulo terrestre debido a que los mandatos de La Haya refieren los límites marítimos y no tiene competencia al respecto. Sin embargo, es notable que el párrafo d) del inciso 2 del Anexo aprobado junto con la Declaración, señale textualmente que “Se convino identificar el punto de inicio de la frontera marítima ubicado en la baja marea mediante procedimientos mixtos”. Este aspecto es sustancial porque Chile conviene que la frontera marítima inicia, de acuerdo con el artículo 175 del fallo de La Haya, en la baja mar y no en el hito 1, situado 325 metros tierra adentro.

Sin embargo, tomemos el tema con tranquilidad y sigamos este ejemplo de destreza diplomática de los representantes de ambos países. Es posible que Chile mantenga, a futuro, su postura respecto del triángulo terrestre en función de consideraciones (para nosotros equivocadas o subordinadas a tratados previos como el de 1929) que se desprenden de su interpretación de los contenidos de los instrumentos de 1968 y 1969, los que, mal que nos pese, le permitieron a Chile obtener el inicio de la frontera marítima en la baja marea que cruza el paralelo trazado desde el Hito 1, distinto del Punto Concordia que fue la postura que nosotros defendimos. De presentarse esta situación, existen las instancias pertinentes y es a ellas a las que debemos acudir, esperemos que no sea necesario.

Lo que sí puede destacarse del acuerdo, en este punto, es que Chile no condicionará la ejecución del fallo sobre el límite marítimo a la sesión peruana del triángulo terrestre, lo cual permitirá su rápida implementación y potenciar la agenda de la integración. Este punto quiero subrayarlo porque la semana pasada, en ambos lados, nos ganó la desconfianza –incluido al suscrito- y lo obtenido ayer debe despejar la bruma que alzó, tal vez, una precipitada declaración del Presidente Piñera para así permitirnos a peruanos y chilenos vernos con nuestros nuevos rostros del siglo XXI.

No en vano, en la reunión de ayer se ha acordado la liberación de nuestros pescadores artesanales detenidos en Arica, otro gesto de buena voluntad. Así actúan las naciones maduras y civilizadas que buscan el desarrollo compartido y triunfar en la globalización del siglo XXI. El Perú y Chile han elegido el camino correcto.

Daniel Parodi Revoredo

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El Dilema de Chile: a propósito del 2+2

El Dilema de Chile: a propósito del 2+2

En 2005, cuando recién se atisbaba el litigio entre el Perú y Chile en La Haya, me preguntaba cuál Chile reaccionaría ante el litigio, si el globalizado o el imperialista. De entonces a la fecha han pasado casi diez años. Cuando todo ha concluido, la pregunta sigue siendo la misma.

Me he tomado con calma la declaración del presidente Sebastián Piñera acerca del triángulo terrestre, la que ha levantado una polvareda que aún no se disipa. Y aunque guardo esperanzas en que la reunión de hoy del 2 + 2, en Santiago, aclare el panorama, la sección que el pasado domingo el Diario El Mercurio le ha dedicado al tema me hace pensar lo contrario: el reconocimiento peruano de la “chilenidad” del triángulo terrestre va en camino a convertirse en exigencia oficial de Chile.

Lo amable es preguntar primero, Chile no lo entiende

Como sabemos, las sentencias  de la Corte son de ejecución inmediata. Sólo si en un punto las partes no se ponen de acuerdo se puede pedir la interpretación de la Corte pero sin desmedro de la ejecución del resto. Lo otro es la mediación del Presidente de Estados Unidos de acuerdo con el Tratado de 1929, pero sólo sobre el Punto Concordia –frontera terrestre- no sobre un fallo que ha zanjado claramente nuestros límites marítimos.

Pero  ¿por qué entonces Chile no ha hablado así?,  ¿por qué si es que duda de la disociación entre los puntos de inicio de las fronteras terrestre y marítima no ha propuesto acudir a las instancias pertinentes?  Lejos de ello, Chile ya ha “sentenciado” que el triángulo terrestre le pertenece. En otras palabras, Chile “zanjó” el tema cuando en el Perú apenas nos enterábamos de la sentencia. Es sobre esta actitud chilena que quiero reflexionar en estas líneas.

En su propia autocrítica, Chile observa por lo menos tres errores en el proceso que llevó al Perú a demandarlo ante la CIJ. El primero fue el incidente de la caseta en 2001, en dónde emplazó un puesto de vigilancia  dentro del triángulo terrestre para validar su tesis del paralelo. El segundo fue su rechazo a la propuesta de negociación planteada por el Perú en 2004, rechazo que nos abrió las puertas del tribunal holandés y el tercero fue la aprobación de la ley Arica-Parinacota en 2007 con la que, de nuevo, se apropió unilateralmente del susodicho triángulo. Este último error fue el peor, tanto que el Tribunal Constitucional chileno lo invalidó días después pero el Perú ya había perdido las ganas de negociar. Entonces el Presidente Alan García dio la orden de ir a La Haya y en 2008 demandamos.

 Pero ¿qué tienen en común los acontecimientos de 2001, 2004, 2007 con la reciente “apropiación” chilena del triángulo terrestre? Lo que tienen en común es la falencia que le han encontrado a su país los analistas Marcos Prats y Daniel Contreras. Chile no sabe negociar y sigue la inercia de actuar primero y preguntar después. En clave histórica, esta actitud se  desprende de la percepción que los chilenos tienen de sí mismos. Chile es “el país nunca jamás vencido”, “el país que representa la civilización y el desarrollo frente al retraso de sus vecinos”, Chile es el país “respetuoso del derecho”, como tanto insistieron sus autoridades durante el proceso en la CIJ. Por ello, está arraigada en Chile la idea de que siempre tiene y ha tenido la razón de antemano, imaginario que se refuerza en la autopercepción de su superioridad económica y social sobre el Perú. Por ello cuesta tanto ceder nada cuando se ha perdido tan poco porque se percibe al vecino como inferior e irredentista y por ello también la necesidad de arrancarle una “victoria a la derrota”, de obtener como fuere el trofeo; es decir, el triángulo terrestre.

Las afirmaciones que acabo de expresar no son cuantificables, ni generalizables, le pertenecen al plano subjetivo; además, existe también otro Chile y otros chilenos que piensan distinto. Pero no deja de ser verdad que a Chile le ha llegado la hora de ver su imagen frente al espejo de la historia y decidirse a dejar la vieja geopolítica del siglo XIX, que aún mantiene en sus formas diplomáticas, la que poco lo favorece en el nuevo milenio. Chile es un país moderno y globalizado, llamado a liderar el proceso de integración socioeconómico de la región. Para ello debe cambiar la mirada de superioridad por el reconocimiento de las calidades de sus vecinos. No en vano, el Perú tuvo la iniciativa del TLC y de la Alianza del Pacífico. No en vano hemos actuado civilizadamente en la CIJ, como correspondía. Cambio de mirada, cambio en la manera de hacer las cosas. Chile puede discrepar pero dialogando, no imponiendo. La integración, objetiva y subjetiva, depende de ello. Ha llegado la hora en que la razón impere sobre la fuerza.

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Encapsular el triángulo terrestre: la mejor estrategia

Encapsular el triángulo terrestre: la mejor estrategia

De seguro algunos medios y analistas cuestionarán la aparente poca firmeza demostrada por la ministra Eda Rivas y el equipo peruano en La Haya en su presentación ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso. Esto debido a la decisión de no tocar la cuestión del triángulo terrestre en la reunión del 2 + 2 a realizarse en Santiago el próximo jueves en el que los titulares de Exteriores y Defensa peruanos y chilenos coordinarán, entre otros temas, la ejecución del fallo de la CIJ.

Frontera marítima vigente desde el lunes 27 de enero

A mí la estrategia me parece la más inteligente. De hecho, en lo que concuerdan ambos países es en que el límite marítimo entre ambos está ubicado en un punto de la baja marea que cruza el paralelo trazado desde el hito 1. También hay acuerdo en que las primeras 80 millas marinas siguen el paralelo geográfico hasta el punto A y de allí la línea dobla al sudoeste siguiendo una equidistante hasta toparse con el fin de las 200 millas chilenas –punto B- y de allí se vuelve en línea recta hacia el sur hasta llegar a la intersección final de la proyección de los espacios marítimos de Perú y Chile. Es decir, punto C. Se desprende de lo dicho que la masa oceánica al norte de ese particular trazado es del Perú y la masa oceánica situada al sur es chilena.

Si Chile hablase del triángulo terrestre durante el 2 + 2, la actitud peruana debería ser la siguiente:

1.- Proponer un recurso de interpretación a la Corte con la siguiente pregunta: ¿Dónde comienza el límite marítimo? ¿En el hito1, 365 metros tierra adentro, o en un punto en la baja marea que es cruzado por una paralela trazada desde dicho hito? La respuesta ya la conocemos porque la sentencia de la CIJ la señaló con claridad: se trata de la segunda de las dos opciones.

triángulo terestre

2.- Si Chile, a pesar de eso, no reconoce el límite terrestre, es decir, el Punto Concordia, pues nos vamos directo al arbitraje del Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica quien, conforme al tratado del 1929 y el Protocolo complementario de 1930, le reiterará al vecino lo que se acordó hace más de ochenta años en dichos instrumentos: el Punto Concordia es el límite terrestre entre el Perú y Chile.

3. Si formalmente Chile no acepta los puntos 1 y 2, recién explicados y establece como condición para la ejecución del fallo la cesión del triángulo terrestre, luego del Perú invocar los mecanismos de resolución de controversias existentes, entonces, ante el mundo, Chile estará desacatando el fallo de La Haya. Ante ello, el Perú puede pedir – y pedirá- a las instancias internacionales, la CIJ, La OEA y el Consejo de Seguridad de la ONU que inste a Chile a ejecutar el fallo de La Haya, además de tomar las medidas diplomáticas y económicas que considere pertinentes.

En conclusión, con la decisión de no tocar el tema del triángulo terrestre en el próximo 2 + 2 en Santiago, el Perú encapsula este tema específico y se coloca en posición de exigir la inmediata implementación de la sentencia en su consideración marítima que es su verdadera naturaleza y que debe concretar, de inmediato, la administración de 50.000km2 de masa oceánica. Además, sitúa a Chile en la disyuntiva de ejecutar la sentencia o declararse en abierta rebeldía. Así están las cosas después del fallo, a no pisar el palito del triángulo terrestre que el margen de maniobra chileno es escaso. Ya no estamos en el siglo XIX.

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CINCO ARTÍCULOS ALREDEDOR DEL FALLO DE LA HAYA

 

Queridos amigos:

Adjunto 5 notas que he publicados en los días previos y posteriores al anuncio de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya sobre el diferendo marítimo con Chile.

Saludos cordiales

Daniel Parodi Revoredo

 

 

Cinco artículos alrededor del fallo de La Haya

 

SI EL FALLO FUESE DIFERENTE

Publicado En La Mula el 21 de enero de 2014

 Al final el mapa cambió pero no tanto como pensábamos

 Es verdad que en el Perú estamos moderadamente optimistas frente al venidero fallo de la CIJ de La Haya, quizá la expectativa se justifique, lo que no quita que debemos realizar el ejercicio de colocarnos en la posición contraria para no llevarnos una gran desilusión si la corte no nos favoreciese, en la medida que muchos están esperando.

Un fallo diferente, entonces, sería uno que reconociese el paralelo geográfico como frontera marítima entre el Perú y Chile desde la costa hasta las 200 millas, o hasta un número de millas que aquí pudiésemos considerar excesivo, 50 millas, 100 millas, 150 millas u otra cifra.

Pero un fallo diferente también podría ser uno que no reconozca el Punto Concordia como inicio de la frontera marítima. Nótese, a este respecto, que Chile, en sus alegatos, insistió mucho en disociar ambos puntos, por lo que debemos estar atentos a lo que la Corte decida en ese sentido. Debe quedar claro, eso sí, que este caso es exclusivamente de delimitación marítima y, cualquiera sea el resultado sobre este tema, el Punto Concordia es y seguirá siendo el inicio del límite terrestre conforme al Tratado de 1929.

¿Pero entonces qué pasa? ¿Perdimos en La Haya si no obtenemos todo lo que buscamos? ¿Perdimos en La Haya si parte del paralelo se lo dan a Chile o si el punto de inicio de la frontera marítima no es el que nosotros exigimos? Creo que aquí hay que darle una mirada diferente a las cosas.

En primer lugar, en cualquiera de los dos casos que menciono, el Perú pasará a administrar miles de kilómetros cuadrados de mar que hoy no administra, por lo que debemos pensar las cosas en función de ello. Al día siguiente de La Haya, lo que debemos contar es cuántos kilómetros cuadrados pasarán a ser definitivamente peruanos, que serán muchos, mucho más que lamentarnos por aquello que la corte no nos otorgue.

En segundo lugar, no podemos dejar de valorar lo realmente central de este proceso: en La Haya ya ganamos. En La Haya ya ganamos porque el proceso ha significado mantener una política de Estado en el tiempo, la que se ha mantenido en tres gobiernos, el de Alejandro Toledo, el de Alan García y el de Ollanta Humala. Creo que la elevación de nuestra autoestima nacional debe potenciarse también en torno a este hecho y no solo en función del resultado.

En tercer lugar, y relacionado con el anterior, debemos creer en la justicia de La Haya, pues La Haya no es solo la instancia jurisdiccional más importante del planeta, sino también la más prestigiosa. Nosotros acudimos a ella en busca de justicia, pues entonces su fallo nos dará esa justicia que buscamos y, como tal, debemos aceptarla.

En cuarto lugar, y relacionado a lo anterior, soy el convencido de que el Perú ha realizado en la CIJ la mejor defensa posible, con los mejores juristas del mundo, de cuya calidad pudimos disfrutar en la fase oral del proceso. Muy fácil será, ante una sentencia que eventualmente no cope nuestras expectativas, hacer de predictores del pasado y decir debió hacerse esto o aquello, pero lo cierto es que, quien lo diga, no será más conocedor que quienes nos defendieron en Holanda. En La Haya hemos sostenido el mejor argumento posible, confiemos en ello.

En quinto lugar, no olvidemos que la otra ganancia o victoria implícita del proceso en La Haya es definir nuestro último límite con Chile, lo que debiera traernos el regalo de la integración entre dos pueblos que se desarrollarán mucho más juntos que separados.

Es por eso que quiero aprovechar la parte final de este artículo para llamar la atención a los gobiernos de ambos países sobre la necesidad de acatar y ejecutar el fallo tan pronto como sea posible. Abrir debates nacionales y, lo que es peor, congresales –estoy pensando en la posición asumida por Bachelet, que me preocupa– sobre un fallo que tiene que acatarse de inmediato no es la manera indicada de promover un futuro de unidad a las nuevas generaciones.

La responsabilidad de quienes tienen el mando es acatar el fallo y ejecutarlo sin dilación –más allá de breves coordinaciones técnicas–, pues lo contrario es el regreso de la tensión y la persistencia de la desconfianza. Por nuestra parte, los peruanos debemos sentirnos, desde ya, orgullosos por la misión cumplida como nación, la que debe dejarnos la enseñanza de que solo con políticas de Estado mantenidas en el tiempo avanzaremos hacia el desarrollo socio-económico del país.

 

Una catarsis antes del fallo

Publicado en La Mula el 26 de enero de 2014

Combinado del Pacífico, ejemplo temprano de integración

Horas antes del fallo se me vienen a la cabeza las razones y sinrazones de lo que he defendido todos estos años, lo que unos han encontrado coherente pero otros contradictorio. Por eso necesito una catarsis pero ordenada, entonces la he dividido en 4 partes:

1. Estos años he defendido la posición jurídica del Perú en la CIJ partiendo de la premisa de la evidente inequidad de la situación que, de hecho, existe, en la que Chile obtiene 200 millas de espacio marítimo desde el inicio de sus costas. Al contrario, el Perú, se encuentra confinado a una costa casi seca en Tacna la que se va ampliando paulatinamente y alcanza las 200 millas apenas en Puerto San Juan: ¡recién en el departamento de Ica!

2. Al mismo tiempo que he defendido la posición del Perú en la Haya, he defendido la integración con Chile, la que encuentro imprescindible para el desarrollo material de nuestros pueblos. He apostado por el TLC con Chile y también por la Alianza del Pacífico, este último como único foro que puede permitirnos concurrir a la globalización con medianas posibilidades de éxito y en contrapeso a la influencia de Brasil en la región. Por eso no puedo más que felicitarme del éxito obtenido con la política de cuerdas separadas aplicada por el Perú durante el proceso ante la CIJ, la que, no obstante, debe dar lugar a otra mucho más integral tan pronto tengamos sentencia y la implementemos de buena fe.

3. En tanto que historiador, he defendido la postura de cambiar de mirada ante el pasado y rescatar eventos positivos de la historia bilateral, los que son muchos y se encuentran “a la sombra de la Guerra del Pacífico” el que pareciera el único acontecimiento que nos vinculó en el pasado. Por ello he sacado a la luz otros temas como el apoyo de Bernardo O´Higgins a la Independencia del Perú o la presencia de la procesión del Señor de los Milagros en Chile, gracias a los miles de migrantes peruanos que habitan en el país del sur. En este esfuerzo, debo admirarme de haber contado con el apoyo invalorable de decenas de historiadores de ambos países con quienes hemos publicado Las historias que nos unen, como un testimonio y mensaje de paz hacia nuestros pueblos que proviene desde la historia, como una voz que viene del pasado.

4. También como historiador, he propugnado y propugno la realización de un proceso de reconciliación entre el Perú y Chile respecto de la Guerra del Pacífico para cerrar la herida que esta ha dejado en la sociedad peruana. No soy de los que promueve el olvido, ni el borrón y cuenta nueva. Más bien, pienso que de manera oficial ambos estados deberían conversar con madurez de lo que nos pasó hace 135 años porque nuestras sociedades, principalmente la peruana que fue víctima de la agresión, espera gestos de la contraparte que permitan vernos con nuestros nuevos rostros del siglo XXI, distintos a los del siglo XIX.

Esta es mi catarsis antes del fallo, la que no puedo terminar sino implorando a las autoridades de ambos países para que cumplan con sus sociedades la alta responsabilidad política de consolidar el cambio de mirada que la integración entre nuestras dos sociedades ya está esbozando. Por eso, un fallo acatado de buena fe, y ejecutado en un plazo breve y razonable, debe mostrar los contornos definitivos de nuestras caras de hoy. Estas serán las de 2014, las de 4 o 5 generaciones después y serán las sonrisas de los niños del presente y los hombres y mujeres del futuro, peruanos y chilenos, orgullosos porque supieron recordar el pasado sin confundirlo con el presente y lograron desarrollar sus sociedades para beneficio mutuo. Los políticos tienen la palabra, ¡que el pasado no le gane al futuro!

 1954

Publicado en LA MULA el 27 de enero de 2014

 Ganamos mar y debemos ganar la paz

“PRIMERO: Establécese una Zona Especial, a partir de las 12 millas marinas de la costa, de 10 millas marinas de ancho a cada lado del paralelo que constituye el límite marítimo entre los dos países. CONVENIO SOBRE ZONA ESPECIAL FRONTERIZA MARÍTIMA. Lima – Perú, 4 de diciembre de 1954”

Finalmente se bajó el telón y el nuevo escenario que se abre a nuestros ojos es que el Perú pasará a administrar 50.000 km2 que hasta ayer no administraba ¿es una victoria? Claro que lo es y no solo por los espacios marítimos obtenidos, sino por haber mantenido una política de estado desde el año 1986 en adelante y el proceso dentro de sus cauces todo este tiempo, evitando así su descarrilamiento.

De hecho, uno de los grandes logros del equipo peruano que defendió nuestra posición ante la Corte Internacional de Justicia fue establecer que la declaración de Santiago de 1952 no era un tratado de límites y así desbaratar la columna vertebral de la posición chilena. La tarea no fue fácil, ayudó a consolidarla el acuerdo limítrofe suscrito entre Perú y Ecuador en 2011, por intercambio de notas, durante los gobiernos de Alan García y Rafael Correa, que dejó sin piso a Chile pues le quitó a la susodicha Declaración el carácter que Chile pretendía darle: si hubo tratado de límites marítimo en 2011, entonces no lo hubo en 1952.

Sin embargo, poco pudo hacerse frente al Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima firmado entre los tres países en 1954 y cuyo título, per se, ya resultaba complicado para nuestra posición, aún más lo era su capítulo primero que he copiado en el epígrafe de este artículo. Ciertamente, es en base a aquel texto que la CIJ consideró que sí había un “límite marítimo tácito” entre el Perú y Chile que seguía la línea del paralelo, aunque consideró que ésta línea no debía prolongarse hasta las 200 millas, sino sólo hasta las 80 millas, luego de las cuales se adjudicó al Perú la línea la equidistante que demandaba. Es por eso que nuestro país ha obtenido de la sentencia 21,000 km2 del triángulo interno y, además, los 28,000 Km2 del triángulo externo; es decir, 50.000 km2 de los 66.000 en disputa.

No obstante, no todo es un jardín de rosas pues el mayor volumen de peces y especies marinas que habitan las aguas en disputa habita en la zona cercana a la costa que es la que Chile ha mantenido en su poder por lo que cabe preguntarse ¿qué pasó en 1954? ¿por qué se firmó un convenio adverso a los intereses del Perú?. En realidad, es fácil ser general sesenta años después de la batalla; por eso, lo que debemos comprender es que la década de 1950 constituye la prehistoria del moderno derecho del mar que se instituyó con CONVEMAR desde 1982. Hace sesenta años, la preocupación de Perú, Chile y Ecuador era la preservación de las especies marinas de la depredación de poderosas y voraces flotas internacionales y, en ese contexto, es verdad que de algún modo aceptamos el paralelo como una referencia fronteriza provisional, la misma que se expresó en el susodicho convenio de 1954, tanto como en la práctica de los Estados. De todos estos hechos se desprende que la victoria en la Haya, aunque clara, no haya resultado tan categórica y que 80 millas de paralelo para Chile pudiese sonarnos a mucho.

Sin embargo, he dicho en reiteradas oportunidades que el éxito del Perú en la Haya no sólo radica en el fallo sino también en mantener una política de estado en el tiempo, cerrar las fronteras con Chile y promover la integración. A todo ello sumémosle 50.000 km2 de mar y veremos como el resultado es estupendo.

Brillante desempeño del Agente y su equipo

LA SENTENCIA DE LAS CARAS NUEVAS

Publicado en la Mula el 28 de enero de 2014

 

Que el pasado no nos robe el futuro

Son las 11 y 42 de la mañana del martes 28 de enero de 2014, estoy escuchando el concierto 17 de Mozart para piano, interpretado por Rubinstein y hace algo más de 24 horas hemos conocido la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Partiendo de los tópicos que he desarrollado en los últimos años, tanto como en mis apariciones públicas en las que he declarado sobre la cuestión peruano-chilena, cabría decir muchas cosas en este momento, acerca de tantos temas, ideas, impresiones, reflexiones y recuerdos que se me vienen a la cabeza porque, de algún modo, ayer ha concluido una etapa en la vida de quienes nos hemos avocado, los últimos años, al diferendo limítrofe y a todas sus aristas.

Las preguntas que me hago son de todo tipo ¿y que hago ahora? ¿Sobre qué escribiré mañana? ¿A qué nueva causa puedo adherirme de aquí en adelante?. Esas interrogantes, sin embargo, solo anticipan un escenario cuyo montaje apenas hemos comenzado a levantar. A esta hora tenemos sentencia pero ya observamos una diferencia acerca del llamado triángulo terrestre; a esta hora, estamos contentos de haber obtenido 50.000 de los 66.000 km2 del área en disputa, aunque nos apena que la zona que no obtuvimos fuese la más cercana a la costa y, por consiguiente, la que más hubiese contribuido con mejorar la situación de los pescadores artesanales de Tacna.

Pero también esta hora es la de los mensajes, los gestos y los símbolos. Hasta el momento, las autoridades de ambos países se han expresado con aplomo; las del Perú se han allanado sin reservas a la sentencia; las de Chile, no tan entusiastas, han expresado su discrepancia con el fallo y afirmado que lo ejecutarán gradualmente, pero que finalmente lo ejecutarán. Ambas partes, al mismo tiempo, han hablado de integración, del cierre del último pendiente fronterizo y de fortalecer los lazos de amistad.

A esta hora, las imágenes que aparecen son aún borrosas, pero, conforme se despeja el polvo levantado por una sentencia tan difícil de entender como todas las de este tipo, parecería que comenzamos a vernos con rostros nuevos. Antes de este proceso, las caras con las que nos veíamos peruanos y chilenos eran caras del pasado, más bien curtidas, eran semblantes agotados, como los de los soldados que se enfrentaron fraticidamente en la Guerra del Pacífico. Hoy las caras ya parecen, por fin, ser otras. Son las caras de nuestros niños del siglo XXI, luciendo zapatillas multicolores, confundiéndose en los parques de Tacna y de Arica sin importar su nacionalidad, ellos son los hijos de lo que hemos construido peruanos y chilenos los últimos años. Las caras de hoy, son también las de los 150.000 peruanos que viven en Chile y que han compartido con el país vecino su emprendedurismo, su fe religiosa y su sazón culinaria; las caras de hoy, son la de los responsables de la integración económica binacional que nos ha convertido en dos países irreversiblemente complementarios.

Y que nadie se atreva a levantar el polvo otra vez, pues mucho hemos trabajado al respecto los gobiernos, las empresas, la sociedad civil, los políticos, la prensa, los historiadores y los hombres y mujeres de a pie para que llegue el momento de cambiar de miradas. Queda por delante ejecutar el fallo pronto pero sin precipitación, queda la responsabilidad de los gobernantes de reconciliar, mañana, lo que quede por reconciliar, de cerrar, mañana, las heridas aún abiertas. Pero del esfuerzo conjunto que encontró ayer un resultado jurídico se han sentado las bases para que nuestros sueños comunes se hagan realidad. Que nadie, pues, le impida a los pueblos integrarse, que nadie los retrotraiga al nacionalismo del siglo antepasado, que la historia nos sirva de ejemplo, pero que el pasado no se apropie de un futuro de esperanza que nos pertenece a todos.

Daniel Parodi Revoredo, Lima, 28 de enero de 2014, 12 y 06am, exactamente

EL TRIÁNGULO DE LA CONCORDIA

PUBLICADO en LA MULA EL  29 de enero de 2014

 No les neguemos un futuro de paz

El 27 en la noche, tras la lectura del fallo, ya se atisbaba un problema en torno al llamado triángulo terrestre pues, en su primera declaración a la prensa, el Presidente de Chile, Sebastián Piñera, señaló que la sentencia otorgaba dicho territorio, de algo más de 37,000m2, a su país. Al día siguiente, la noticia fue rebotada fuertemente por el diario La Segunda de Santiago y varios congresistas del vecino país declararon que la aceptación peruana de la “chilenidad” de dicho espacio debía convertirse en pre-requisito para la ejecución del resto de la sentencia.

Seguidamente, El Comercio de Lima denunció el hecho y las respuestas peruanas, encabezadas por las firmes voces de la Canciller Eda Rivas y del  agente Allan Wagner, rechazaron una pretensión absolutamente ajena al texto y la intención de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia. Hoy 29, por la tarde, las aguas parecen calmarse, desde la Habana, los Presidentes Humala de Perú y Piñera de Chile han firmado una declaración comprometiéndose a ejecutar el fallo de buena fe y pronto. No se habló del triángulo terrestre, pero, en este caso, el silencio parece decir mucho.

Pero el 27 en la noche me encontraba dialogando con el periodista Mario Ghibellini y la Congresista Marisol Pérez en el Programa N PORTADA cuando lancé, acaso duditativo, la propuesta de edificar un parque binacional en el triángulo terrestre. Esta propuesta ya la había lanzado semanas antes en mis redes sociales respondiendo la propuesta de los gremios empresariales de edificar una suerte de santuario a los héroes nacionales del Perú y Chile en el lugar. ¡Mejor qué jueguen juntos los niños de ambos países! pensé, que haya dos puertas, la puerta Machu Picchu y la puerta Isla de Pascua, que cuando crezcan y piensen en el país vecino se acuerden más de sus amigos del Parque o triángulo de La Concordia que de una guerra de hace 135 años.

Varios peros míos, antes de que me lluevan los peros de los otros. No hablo de compartir soberanía: pero si la tierra es peruana y el mar es chileno entonces añadamos un acuario como ha sostenido el congresista Carlos Tubino, ¡qué maravilla que lo diga nada menos que un Almirante en retiro! juegos de agua, playas, conciertos binacionales, que sé yo, cambiar de mirada, darle un ejemplo al mundo.

¿Olvidar la guerra del 79? Nunca lo he propuesto, al contrario, creo que debemos hablar de ella con madurez entre los dos países y regalarnos los gestos que siempre hemos esperado. En el fondo de aquel asunto, ya terminado, creo que cada quien sabe lo que tiene que decir y debe nacer de cada quien decirlo.

Pero démosle a los niños la oportunidad de ser amigos para que en el futuro, como diría Gonzáles Prada, no temblemos ante ellos por haberles negado el invalorable regalo de la integración y el desarrollo compartido.

Amabilidad y firmeza, el contexto de la sentencia fue acertadamente conducido por la canciller Eda Rivas

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