Archivo por meses: mayo 2013

CAUDILLISMO Y REELECCIÓN

CAUDILLISMO Y REELECCIÓN
Daniel Parodi Revoredo

Hace unos días, en mi cátedra de historia republicana, un destacado alumno me señaló que la reelección no es en sí misma antidemocrática y tiene razón. Por ejemplo, la Constitución de los Estados Unidos de América contempla la posibilidad de una sola reelección inmediata y de ella se han beneficiado tanto demócratas y republicanos como lo son, respectivamente, Barack Obama y George Bush.

Evo Morales se va por el tercer mandato

Sin embargo, existe una diferencia poco sutil entre los casos del norte y sur de nuestro continente. Eventualmente Barack Obama puede ser un presidente con alta aprobación en su segundo gobierno, pero no por ello las encuestadoras de su país van a incluirlo en los muestreos sobre la próxima elección, porque lo que la constitución americana impide son dos reelecciones consecutivas. En otras palabras, porque ya no puede postular. Para hacerlo más sencillo, en USA la popularidad del presidente no es elemento suficiente para quebrar el orden constitucional con la finalidad de perennizarlo en el poder.

Al contrario que en el norte del continente, en América Latina la democracia ni ha madurado, ni se ha solidificado. Desde la segunda década del siglo XIX, cuando tuvieron lugar las independencias políticas de los estados de la región, emergió el fenómeno del caudillismo militar como respuesta informal a la debilidad del republicanismo incipiente. Desde entonces, nuestras formas políticas solo parecen haberse sofisticado con la finalidad de mantener a un determinado caudillo en el poder, así como para facilitar que su entorno intervenga y cope todas las instituciones del Estado.

De esta manera, el cambio experimentado en América Latina las últimas décadas apunta a maquillar experimentos autoritarios a través de una superficie democrática que los dote de la legitimidad que no tienen. Luego de la redemocratización de la región en el transcurso de la década de 1980, no pasó mucho tiempo para que el caudillismo encontrase la manera de abrirse paso nuevamente. Hoy esta vieja práctica ya se empoderó otra vez en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina.

No pretendo que mis lectores compartan mis utopías, pero yo sí creo que es a través de la democracia, entendida como alternancia en el gobierno e independencia de los poderes del estado, que puede alcanzarse la justicia social. Será que soy seguidor de un gran pensador político como Víctor Raúl Haya de la Torre, quien en 1962 renunció a la presidencia para salvar la democracia, luego de que las fuerzas armadas vetaran su elección.

Será porque sigo su ejemplo, que pienso que el desarrollo político, social y económico de América Latina tiene en el caudillismo a un enemigo que la mantiene en la perniciosa inercia de reiteradas refundaciones republicanas. Será porque creo que dicha inercia nos impide llevar a cabo proyectos de desarrollo a largo plazo que encuentro impostergable defender la Constitución por encima del personalismo y la tentación autoritaria.

Es deseable que quienes hoy ostentan el poder tomen estos conceptos en cuenta al momento de adoptar decisiones cruciales, porque éstas nos afectarán a todos por largo tiempo. La incertidumbre ya está creando demasiada zozobra en un país que se merece de sus líderes la vocación por la institucionalidad que lo conduzca hacia el progreso.
Publicado en Diario16 el martes 28 de mayo

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¿GARCÍA SÍ, TOLEDO NO?

¿García sí, Toledo no?
Daniel Parodi Revoredo

Esta nota es compleja porque trata asuntos nebulosos de la democracia latinoamericana cuya institucionalidad se yergue aún sobre una superficie frágil e inestable. Pero creo que es momento de decir algunas cosas para que a tirios y troyanos les quede clara mi posición, la que tan difícil se le hace a quienes ven la política como una guerra entre barras bravas.


El Congreso debe ser equitativo

En primer lugar, creo que la gestión de todo funcionario es susceptible de investigarse en los fueros pertinentes, pues lo público nos compete a todos y la sociedad tiene derecho a exigir rendición de cuentas. Es más, los más altos funcionarios del Estado deberían rendirlas de oficio al culminar su gestión, como se hacía en los tiempos coloniales con los recordados juicios de residencia.

En segundo lugar, a mí me gusta que el juicio anteceda la sentencia, no al revés, y aunque prejuzgar a las personas es un hábito de la prensa a nivel mundial, yo no voy a cruzar esa línea. A mí reiteradamente se me ha instado a condenar a miembros de mi partido –el APRA- por las investigaciones que se les siguen. Al respecto yo creo que éstas deben seguir su curso hasta el final, pero por lo mismo no voy a levantar ningún dedo acusador mientras no concluyan, como tampoco lo he hecho con políticos de otras agrupaciones.

Sin embargo, un problema que atraviesa los dos puntos que acabo de desarrollar es que las instituciones que promueven o ejecutan dichas investigaciones no gozan de una prístina credibilidad, pues se presume que actúan con finalidades distintas a la investigación misma, como pueden serlo el beneficio de uno u otro sector de la política. Por ello la comparación del tratamiento recibido por los ex -presidentes Alan García y Alejandro Toledo se cae de madura.

A mí me llamó poderosamente la atención la virulenta reacción de ciertos voceros de la prensa local cuando el primero de ambos adquirió un inmueble en Chacarilla (a pesar de que rindió cuentas de motu propio) y que no haya sucedido lo mismo con la compra de otro predio de mayor valor vinculado al segundo, aunque la transacción la efectuase su suegra. Por la misma razón, me extraña que la mega-comisión que investiga al gobierno anterior en el Congreso decida acusar constitucionalmente a Alan García y que la comisión de fiscalización del mismo poder del Estado exima a Alejandro Toledo de toda indagación, la que, por principios, él mismo debería promover.

Que no se me malentienda y que se recuerde mis premisas: yo aquí no acuso a nadie. Pero si queremos un país cuyas instituciones democráticas sean legítimas –máxima que defiendo por encima de cualquier otra consideración- la población debe creer en ellas y para lograrlo se tiene que tratar a todos por igual.

No soy iluso en mis afirmaciones: lo que ocurre hoy ha ocurrido antes y mi partido presenta los mismos problemas que aquejan al conjunto de la política peruana. Pero valga esta nota para deslindar mi posición de otras que sentencian anticipadamente cuando las investigaciones se encuentran en fases incipientes. Otra política es posible en el país y es hacia ella adonde debemos apuntar.

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LO QUE ESPERAMOS DE CHILE

LO QUE ESPERAMOS DE CHILE
Daniel Parodi Revoredo

Según ha publicado recientemente un medio local, las inversiones entre el Perú y Chile superarán los 24.000 millones de dólares el presente año, de ellos 14 son inversiones del vecino y 10 nuestras, con lo que la balanza comercial entre ambos países es cada día más pareja y la interdependencia económica una realidad que debemos impulsar.


Sí, pero si ejecutan el fallo

Por ello, a dos meses de conocerse el fallo de La Haya es pertinente señalar que, si por una parte la anuencia del canciller chileno Alfredo Moreno a acatar la sentencia es bienvenida, por la otra preocupan las reiteradas declaraciones del presidente Piñera, quien insiste en defender hasta el último centímetro su soberanía de acuerdo con los “tratados internacionales”. Por “tratados internacionales” el mandatario sureño se refiere a la Declaración de Santiago de 1952 que, según su posición, fijó el límite marítimo binacional en el paralelo geográfico, postura que el Perú rechaza.

Más allá de la contradicción entre las declaraciones referidas, cabe aclarar que acatar el fallo no es suficiente y que lo que el Perú espera es que la sentencia se ejecute en cuanto se conozca y en el menor tiempo posible. Esto no será complicado si es que existe de las partes la voluntad política de cumplir con el mandato de la CIJ, para así iniciar un largo periodo de paz y concordia entre ambas naciones. Sin embargo, la dilación es un elemento a tener en cuenta. Es poco probable que Chile patee el tablero y se coloque en abierta rebeldía frente a la justicia internacional. No obstante, sería penoso un escenario en que se trabe la ejecución del fallo apelando, por ejemplo, a tecnicismos jurídicos con la intención de mantener por décadas la situación en status quo; en suma, obstaculizando su cumplimiento.

Por eso quiero subrayar el daño que le haría a la relación bilateral en sus aspectos político, comercial y social una larga coyuntura como la que he descrito, máxime en tiempos en los que las comunicaciones facilitan la unidad nacional y es esperable el desengaño de la colectividad peruana ante el indeseado aplazamiento en la ejecución de la sentencia. Al contrario, lo que requiere el Perú es percibir la explícita voluntad del gobierno chileno de que aplicará el fallo y ver realizarse dicha voluntad.

Entonces la lección sería de Chile al Perú; la lección de que estábamos equivocados en desconfiar. Sólo un fallo ejecutado de inmediato promoverá la auténtica reconciliación peruano-chilena, la que merecen las generaciones del futuro que no tienen por qué heredar nuestros rencores y desconfianzas. Por tal motivo, sigo abogando por una sentencia acompañada de una declaración conjunta de los dos mandatarios en la frontera, asumiendo el compromiso de ponerla rápidamente en práctica. A estas alturas del camino es deseable que los líderes de dos sociedades económicamente complementarias estén a la altura de tan alta responsabilidad.

Daniel Parodi Revoredo
Publicado el martes 14 de mayo en DFiario 16

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GRACIAS CANCILLER

GRACIAS CANCILLER

Daniel Parodi Revoredo

En una de mis visitas a los medios de prensa, con motivo de la fase oral de La Haya, me entrevistó, en RPP, una periodista de la estación radial Bío-Bío de Chile, pues entre ambas cadenas hicieron un intercambio de reporteros. En las bambalinas de la entrevista, la corresponsal me dijo que en Perú todos los pesquisados defendían una posición homogénea, mientras que en Chile cada quien se disparaba por su lado. Esa es una de las razones por las que quiero saludar a Rafael Roncagliolo al culminar su gestión como Canciller de la República.


Gracias Canciller

Creo que Roncagliolo supo trabajar con los medios de comunicación, tanto como con la sociedad civil, por lo que emprendió una larga gira a las principales universidades de provincias para explicar la posición defendida por el Perú en la CIJ. Además, pudo darle continuidad al trabajo realizado por las dos gestiones gubernamentales anteriores y logró unificar criterios en un tema delicado que atañe la unidad nacional.

Otro acierto del canciller saliente es haber propiciado una atmósfera distendida con Chile en uno de los momentos más complejos de nuestra historia reciente. Durante los días en que se produjeron los alegatos orales en La Haya no sólo la sangre no llegó al río, sino que las relaciones peruano-chilenas alcanzaron su mejor momento en años, lo que se expresó en la declaración firmada por sus respectivos ministros de relaciones exteriores en Santiago, en enero del presente año.

Ciertamente, el rol desempeñado por Roncagliolo en la cuestión con Chile no se explica sin el equipo de cancillería, ni sin la colaboración de diplomáticos de dilatada trayectoria como Allan Wagner, Manuel Rodríguez Cuadros y José Antonio García Belaúnde. En los últimos dos años se potenció mucho la confianza mutua para facilitar la ejecución del fallo por venir y esa es la rúbrica que le añade el saliente canciller a un trabajo que ha trascendido los gobiernos y que se expresa en una política de estado mantenida hasta por tres gestiones consecutivas.

Ciertamente, la política hacia Chile sostenida por Rafael Roncagliolo tuvo sus costos políticos, como el de tratar con suma delicadeza las pequeñas crisis que recientemente hemos atravesado con países vecinos. En las pasadas coyunturas muchos le exigieron que levantase más la voz, pero en su parecer, que comparto, no era prudente abrirse nuevos frentes a dos meses de conocerse la sentencia de la CIJ. Es sabido que yo no comulgo con la línea ideológica de Roncagliolo. Sin embargo, he notado durante su gestión cómo antepuso su vocación peruanista a cualquier otra consideración y por esa razón lo he correspondido en mis notas periodísticas, creyendo que así apoyaba a mi país, tanto como al trabajo de un excelente profesional y mejor persona.

En fin, se nos viene una etapa en la cual la firmeza y la mano izquierda deben ir de la mano para que una eventual victoria en La Haya no suene demasiado a revancha y una indeseada derrota no se tome como el fin del mundo. La firmeza debe servirnos para expresarle a Chile que el Perú espera la ejecución inmediata y cabal del fallo, y la mano izquierda para que, entre tanto, se siga fortaleciendo la integración bilateral. En este empeño le deseo la mejor de las suertes a la canciller Eda Rivas, en este momento crucial en el que se decidirá si dos países se mantienen alejados por su pasado o si encuentran un punto de partida distinto de cara al futuro.

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2+2 el 2 de Mayo

2 + 2, el 2 de Mayo

“Esta reunión se da en un contexto de renovado fortalecimiento de la confianza mutua y en vísperas de una etapa promisoria para la paz y la mejor cooperación entre nuestros países porque la sentencia de La Haya fortalecerá la concordia”

Rafael Roncagliolo

La reciente reunión del 2 + 2 en Lima y Callao, entre los cancilleres y ministros de Defensa de Perú y Chile, tiene diversos significados y son todos positivos. En primer lugar implica la reanudación de un mecanismo que había sido dejado de lado hace unos años y que supone reforzar la confianza mutua y coordinar acciones en dos ramos fundamentales.  Asimismo, ha supuesto la suscripción de una nueva declaración conjunta y la reiteración bilateral del compromiso de acatar el fallo de la Haya que conoceremos en aproximadamente dos meses.

Por otro lado, la conmemoración conjunta del Combate del 2 de Mayo de 1866 en la plaza José Gálvez del Callao debe implicar el inicio del acercamiento y la reconciliación peruano-chilena respecto de su pasado común. Aquella gesta fue parte de la guerra que ambos países, apoyados por Bolivia y Ecuador, libraron entre 1864 y 1866 contra España. Otras ocurrencias importantes de aquel conflicto fueron el bombardeo de la escuadra ibérica al puerto chileno de Valparaíso el 31 de marzo  de 1866  y el combate de Abtao, el 7 de febrero del mismo año, que se destaca porque en él Miguel Grau y Arturo Prat pelearon del mismo bando. Precisamente por ello, se ha seleccionado el 7 de febrero como la fecha de la próxima reunión del 2 + 2.

Ciertamente, no son pocos los acontecimiento del pasado que nos acercan, también contamos con la participación chilena en la Independencia del Perú y con la tesis de las 200 millas. Así pues, la declaración de Santiago de 1952 que hoy nos enfrenta en la Haya  motivó, en su tiempo, una alta proximidad  entre Perú, Chile y Ecuador. La razón es que la posición asumida por esta triple alianza –defender sus costas de la depredación extranjera hasta un máximo de 200 millas mar adentro- fue abiertamente desafiada por grandes potencias mundiales como USA, URSS, Canadá, Suecia, entre otras.  Estas reivindicaron el derecho de sus nacionales a realizar labores de pesca y extracción frente a las costas de cualquier país. Más recientemente, la popularización de  la procesión del Señor de los Milagros y la difusión de la comida peruana en Chile son aportes culturales que también acercan a ambos colectividades.

Pero queda la Guerra del 79 y está claro que la difusión de acontecimientos positivos del pasado común no intenta soslayarla ni podría hacerlo pues vive en las raíces de una peruanidad herida como resultado de una invasión militar. También está claro que a este nivel nuestro país espera gestos del vecino que permitan dejar al pasado pasar y comprender que nos encontramos en una coyuntura diferente. Dichos gestos de Chile hacia el Perú deben formar parte de la política bilateral que ambos estados aplicarán tras conocerse, acatarse y ejecutarse el fallo de la CIJ .

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Cerrar heridas del pasado no es humillante

Cerrar las heridas del pasado no tiene que ser humillante para nadie. Por el contrario debe ser la máxima expresión de la madurez de la relación bilateral que el canciller chileno Alfredo Moreno ha resaltado en su reciente visita. Entre tanto, nuestro vínculo con Chile parece modélico a contrapelo de las voces altisonantes que se levantan al norte de la región. Por ello abogamos por la consolidación de este buen entendimiento y esperamos que el ejemplo migre a los confines más tropicales del subcontinente.

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Apunte sobre Ecuador

Apunte sobre Ecuador

Por: Daniel Parodi Revoredo

Ya he comentado en las redes sociales que creo que el ex-embajador de Ecuador en Lima, Rodrigo Riofrío,  fue el agredido en Vivanda de Magdalena. También creo que, al primer ataque, el susodicho diplomático debió llamar a la seguridad del local antes que ponerse al nivel de sus agresoras. He señalado también lo poco adecuadas que me han parecido las declaraciones del Presidente ecuatoriano Rafael Correa, tanto en el fondo de sus contenidos como en sus formas altisonantes que dialogan mejor con las de su aludido embajador que con las de un estadista serio y profesional, de aquellos que tanta falta le hacen a nuestra región.

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Abstención de Ecuador fue importante en La Haya

Sin embargo, también parece urgente recordar a algunos sectores de nuestra clase política y prensa que apenas dentro de dos meses ocurrirá algo muy importante: la Corte Internacional de Justicia de La Haya va a dictar sentencia en la demanda que ventilamos contra Chile en sus cauces. También hemos omitido una simplísima ecuación que me apuro en recordar: Ecuador fue un aliado histórico de Chile y gracias al delicadísimo trabajo de cancillería durante el gobierno anterior, se pudo modificar dicha alianza en nuestro favor.

Así pues, la firma del tratado de límites marítimos entre Perú y Ecuador en 2011, más allá de cerrar nuestra última frontera, echó por tierra el máximo argumento chileno en La Haya, ese que sostenía que la Declaración de Santiago de 1952 era un tratado de límites marítimos. ¿Pero cómo podría serlo si dos de sus tres signatarios (Perú y Ecuador) suscribían otro en 2011?  La conclusión se cayó de madura: la Declaración de Santiago no es un tratado de límites. No olvidemos la resignada declaración del internacionalista francés Jean Marie Dupuy, abogado de Chile contra el Perú en la CIJ, cuando señaló que Ecuador fue el gran ausente en La Haya. Esa ausencia no fue casual, tengámoslo en cuenta antes de alzar tanto la voz.

¿Y qué tienen que ver una cosa con la otra? Pues todo. A nadie le es extraña la injusticia cometida contra nuestro embajador en Ecuador, Javier León Olavarría, diplomático de larga e impecable trayectoria que está pagando el costo político de una situación que le es ajena. Pero también debe quedarnos claro que el gobierno peruano sí presentó una queja inicial a Ecuador por la vía diplomática y que el pedido de sustitución de Rodrigo Riofrío fue posterior a la negativa de Rafael Correa de retirarlo del Perú, lo que le correspondía hacer conforme con las formas diplomáticas más elementales. Los acontecimientos posteriores son harto conocidos, bravuconadas de Rafael Correa incluidas, pero resulta que hace dos años el mismo Correa fue fundamental para lograr un acercamiento de posiciones entre el Perú y Ecuador, y resulta que hoy sigue siendo fundamental para el mismo fin.

A dos meses del fallo, la prudencia de la cancillería peruana parece lo responsable a menos que se quiera ver a Chile y Ecuador de nuevo juntos, semanas antes de la sentencia de La Haya. Luego que sigan el carnaval y la comparsa, pero romper la unidad interior del país haciendo eco del exabrupto de dos mandatarios tropicales –sumo a Maduro al cuento- no parece lo sensato en estos momentos. A ver si lo vemos de esta forma.

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