Cavilaciones de un aliancista

Escribo estas líneas como un hincha aliancista que comenzó esta aventura hace 50 años y lo hago también por el encono que veo radicalizarse entre las hinchadas de Alianza y de la U, cuyo fuego se expande por las redes sociales, bosque frondoso de odios, descalificaciones e improperios.

Contrariamente a lo que pudiesen pensar, esta no va a ser una reflexión moral o moralizante, ya les dije que escribo como hincha. La U deportivamente es un rival, lo de compadres es algo como para matizar las cosas pero somos rivales, somos clásicos rivales. Antes esa rivalidad quedaba en la cancha pero desde hace un tiempo ya no, primero fueron los tiempos de las masas, de las calles, de las barras bravas, después vinieron las redes y ahora, además, el poder, la lucha por el poder, como en nuestra política. Lo digo porque me parece, y subrayo que me parece, que cada vez más los equipos buscan comentaristas deportivos adeptos y que estos, cada vez, son menos imparciales, o escandalosamente parcializados al narrar los partidos y luego analizarlos. De los arbitrajes prefiero no hablar, pues no tengo las cosas claras.

Hace casi 40 años perdimos un equipo en el mar de Ventanilla y hasta ahora recuerdo los cánticos de la barra rival burlándose de nuestros caídos, no era solo el “fokker fokker” ese, tan impío e innoble, era todo un repertorio de canciones alusivas a una desgracia que le costó la vida a más de 20 vidas humanas, y a una emergente gran generación de futbolistas: “un minuto de silencio, por los negros que se han muerto, y rogamos al señor, que se caiga otro avión”. Cómo olvidar tan telúricas dedicatorias.

Pasaron los años y en 2011 fue asesinado el hincha aliancista Walter Oyarce en el monumental, unos hinchas del rival lo aventaron desde los palcos, hacia su muerte en el duro cemento, quince metros más abajo. Entiendo claramente que estas responsabilidades son individuales, que no es ni de la institución, ni de toda la hinchada, pero ahora ya comenzaron de nuevo con las canciones que hacen escarnio de su muerte: “el gato volador” y no sé qué más.

Mi hinchada y mi institución no es santa tampoco, un día atacaron el estadio Lolo Fernández, y claro, desde la corrección política estuvo muy mal apagar la luz en la final del año pasado. Pero sí quiero dejar algo muy en claro, a mi la U, su hinchada, y menos su dirigencia, encabezada por el siempre agresivo y despectivo Jean Ferrari, que poco contribuye a mejorar el ambiente del fútbol nacional, me va dar ninguna lección de moral, ni a intentar que yo baje la cabeza cuando en la vereda  del frente el repertorio de ofensas es larguísimo.

Nunca he ofendido a nadie con cosas de fútbol. Tengo grandes amigos hinchas de la U, recién me reuní con algunos de ellos, brindé por el campeonato que obtuvieron el 2023, y es que así debería ser siempre.

Pero lo cierto, la pura realidad, es que no lo es, y, por como veo que va el siglo XXI con su tecnología, lucha por el poder y polarización a todo nivel, no veo ningún viso de que las cosas cambien en el corto plazo. No sé si en Europa se han superado estás cosas o si pronto se reiniciarán con tanto nacionalismo y radicalismos de todo tipo.

Pero reitero, soy un hincha aliancista desde hace 50 años, fui barra sur 4 años antes inclusive de que se funde el Comando Sur, luego fui tribunero de sur por décadas hasta que los años me han alejado de la cancha, no he ido tras lo del COVID pero ya volveré algún día. Las deudas morales de mi club, de mi hinchada, que seguro las tenemos, es para resolverlas entre nosotros mismos, y purgar a los malos elementos, sí creo en los valores deportivos, pero mi clásico rival no está ni estuvo nunca en posición de enrostrarme nada, ni le debo nada a mi contrario.

Lo digo con el mayor de los respetos pero con toda firmeza y que quede muy claro que no promuevo ni el odio ni la violencia en el fútbol, pero hace falta una pisca de autoridad, para así no ver la paja en el ojo ajeno, e ingnorar la viga en el propio. Que cada quien haga su examen, a ver si así avanzamos un poco.

Arriba Alianza Toda La Vida