Nobel de literatura Mario Vargas Llosa
La Llamada de Mario
Acabo de terminar “La llamada de la Tribu”, conjunto de ensayos de nuestro nobel Mario Vargas Llosa acerca de los pensadores liberales que lo forjaron ideológicamente. Comenzaré con una observación: la introducción me supo un tanto sencilla pero invita a leerse después de concluida la obra, a ver qué nuevas reflexiones nos sugiere.
Tras un incierto primer capítulo sobre Adam Smith, se revela finalmente “el escribidor”: desde el trabajo sobre José Ortega y Gasset, hasta el que dedica a Jean François Revel, La Llamada de la Tribu es una obra de un absoluto deleite estético, con magníficas reflexiones que se construyen sobre la base de acercamientos biográficos a los autores materia de estudio, para luego sumergirnos en las profundidades de su pensamiento y en los recovecos de su producción bibliográfica. El hilo transversal del libro sugiere que la libertad, en su sentido más amplio, ha prevalecido sobre paradigmas totalitarios que anunciaban sociedades cerradas (Popper) como lugar de llegada de la historia.
En las líneas de “La Llamada”, Vargas Llosa nos narra los azares que tuvieron que pasar pensadores de la talla de Ortega y Gasset, Hayek, Popper, Aron, entre otros, para mantenerse firmes en sus idearios relativistas y seculares. La tarea no fue fácil pues aquellos los colocaron en abierta confrontación con las grandes utopías del siglo XX y la preeminencia, en las esferas académicas e intelectuales, de la idea de la predictibilidad de la historia, máxime si esta podía alcanzarse a través del marxismo y el estructuralismo.
En otros pasajes de su texto, el nobel dirige sus críticas a los principales representantes del giro lingüístico quienes, según él, habrían complicado la filosofía al punto de alejarla del hombre, de la sociedad y de lo inteligible. En esa línea, Jacques Lacan, entre otros, son presentados casi como farsantes cuyos galimatías lingüísticos están vaciados de cualquier sustancia. Por ello, la denuncia del narrativismo por Vargas Llosa nos ha llevado a preguntarnos si acaso la “Llamada de la Tribu” no es el esbozo de un nuevo paradigma filosófico, cimentado sobre bases libertarias y humanísticas.
Asoma en la “Llamada de Mario” un elemento conservador. Este se visibiliza en su crítica sin atenuantes a cualquier manifestación de la sociedad y el pensamiento, entre los siglos XIX y XX, que presente algún sesgo izquierdista. En esa línea, fustiga con dureza al infatigable marxista Jean Paul Sartre por insertarse laboralmente en el París ocupado por Adolfo Hitler; en cambio, es benévolo con José Ortega y Gasset, y su vuelta a la España del “generalísimo” Francisco Franco a transitar las dos últimas décadas de su vida. Asimismo, Vargas Llosa escamotea cualquier aporte a las revoluciones juveniles de 1968 y a los ecuménicos cambios de horizontes y de mentalidad que, para nosotros, trajeron consigo.
Finamente, la idea central que nos deja “La Llamada de la Tribu” es que la libertad, ejercida como credo ideológico, y el neoliberalismo económico son dos cosas muy distintas. En cada uno de sus ensayos, Vargas llosa se esfuerza por levantar las banderas de los derechos civiles y humanos, la democracia política, la justicia social y la igualdad de oportunidades, sin los cuales ni el libre mercado, ni ninguna franquicia económica lograrán el cometido de elevar al hombre a la más alta dimensión humanista y civilizadora.
“La Llamada de la Tribu”, de Mario Vargas Llosa, apunta a obra maestra. Los años, o las décadas, nos indicarán si señalará el camino hacia la construcción de los nuevos paradigmas que pide a gritos la civilización occidental del siglo XXI, tan tendiente al pasadismo, al galimatías lingüístico y al consumo vacuo de la tecnología informática.
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