IZQUIERDA

La bizarra herencia

las diásporas de la izquierda peruana no son novedad

En lúcido artículo titulado cambalache, Nelson Manrique hace una dura autocrítica del desbande político de la izquierda peruana de la que llama la atención la presencia de Vladimiro Huaroc en la plancha fujimorista, la de Anel Townsend –exdefensora de Villarán- en la de Acuña, las voceadas candidaturas congresales de Augusto Rey y Susel Paredes en la lista de PPK y, como anfitriona de la fiesta, Susana Villarán al lado de Daniel Urresti.  En realidad, las diásporas de la izquierda peruana no son novedad. Antes, es verdad, eran todos comunistas, pero igual andaban divididos en decenas de ramificaciones.

Meditando al respecto, me puse a pensar en el aporte de la izquierda peruana al desarrollo del Perú del último medio siglo y este es más que discutible. En tanto que tal, los partidos marxistas recién aparecieron en la década de 1970, con excepción del PCP que fundara Mariátegui en 1928, luego de que se escindiese del APRA. Con lo mucho de malo o bueno de Velasco, lo cierto es que dichas agrupaciones le jalaron la alfombra al único intento sistemático de implementar una revolución social en el Perú. Las razones son dos: o Velasco no les pareció lo suficientemente radical o les reventaba no ser ellos quienes liderasen el proceso.

En los ochentas el panorama no mejoró. A pesar de participar activamente del juego democrático, el sistema no terminó de convencerles, lo tildaron de burgués y disentían con Sendero más bien respecto del “momento indicado” para abrazar la lucha armada. Al finalizar la década, inmerso el país en una profunda crisis, no se les ocurrió nada mejor que dividirse en dos en la que fue su última participación electoral presidencial medianamente importante. Ya en la década de los noventas, toda vez que enfrentamos una dictadura de derecha, convenientemente adoptaron posturas más democráticas que abandonaron tan pronto como a Hugo Chávez se le ocurrió que “el socialismo” era una buena etiqueta con la que revestir su autoritarismo populista.

Para comprender el aporte de la izquierda al proceso político peruano más contemporáneo, la trayectoria de Sergio Tejada es de suma utilidad. Tejada es corresponsable del pésimo gobierno que ya se va, al que le sirvió denostando por cuatro años consecutivos, con el dinero de todos los peruanos, al segundo gobierno aprista. El resultado: Alan no tiene desbalance patrimonial pero igual Tejada no para de acusar.

En vistas de que el barco nacionalista comenzó a hundirse, Tejada lo abandonó en enero de 2015. Luego, en noviembre del mismo año, fue precandidato presidencial por la Unidad Democrática en cuyas primarias fue aplastado por Gonzalo García quien cuadruplicó su votación. Entonces Tejada no perdió el tiempo en saltar por la borda y al día siguiente anunció muy campante su paso al Frente Amplio con la intención de integrar la lista congresal de la chavista Verónika Mendoza.

Me pregunto está vez a quién culpará la izquierda si elegimos mal en abril y terminamos de caer por el despeñadero. Ciertamente, ya nos hicieron un muy flaco favor Siomi y compañía al endilgarnos al improvisado Humala. Hoy, mientras que desde todos los flancos buscan tumbarse a la Alianza Popular, cuya coherencia e institucionalidad los supera enormemente, nos ofrecen, en simultáneo, el mismo autoritarismo que ha arruinado a Venezuela, hasta hace poco el país más rico de la región.

Macartista me dirán, pero resulta que me gusta el PSOE de España y que soy el convencido de que cualquier democracia, para sostenerse, requiere también de una izquierda de calidad. La nuestra sin embargo, no pasa de lo bizarre, no más no nos arruinen el país mientras no madura la criatura.

Daniel Parodi Revoredo

@parodirevoredo

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