Apunte sobre Ecuador
Por: Daniel Parodi Revoredo
Ya he comentado en las redes sociales que creo que el ex-embajador de Ecuador en Lima, Rodrigo Riofrío, fue el agredido en Vivanda de Magdalena. También creo que, al primer ataque, el susodicho diplomático debió llamar a la seguridad del local antes que ponerse al nivel de sus agresoras. He señalado también lo poco adecuadas que me han parecido las declaraciones del Presidente ecuatoriano Rafael Correa, tanto en el fondo de sus contenidos como en sus formas altisonantes que dialogan mejor con las de su aludido embajador que con las de un estadista serio y profesional, de aquellos que tanta falta le hacen a nuestra región.
Abstención de Ecuador fue importante en La Haya
Sin embargo, también parece urgente recordar a algunos sectores de nuestra clase política y prensa que apenas dentro de dos meses ocurrirá algo muy importante: la Corte Internacional de Justicia de La Haya va a dictar sentencia en la demanda que ventilamos contra Chile en sus cauces. También hemos omitido una simplísima ecuación que me apuro en recordar: Ecuador fue un aliado histórico de Chile y gracias al delicadísimo trabajo de cancillería durante el gobierno anterior, se pudo modificar dicha alianza en nuestro favor.
Así pues, la firma del tratado de límites marítimos entre Perú y Ecuador en 2011, más allá de cerrar nuestra última frontera, echó por tierra el máximo argumento chileno en La Haya, ese que sostenía que la Declaración de Santiago de 1952 era un tratado de límites marítimos. ¿Pero cómo podría serlo si dos de sus tres signatarios (Perú y Ecuador) suscribían otro en 2011? La conclusión se cayó de madura: la Declaración de Santiago no es un tratado de límites. No olvidemos la resignada declaración del internacionalista francés Jean Marie Dupuy, abogado de Chile contra el Perú en la CIJ, cuando señaló que Ecuador fue el gran ausente en La Haya. Esa ausencia no fue casual, tengámoslo en cuenta antes de alzar tanto la voz.
¿Y qué tienen que ver una cosa con la otra? Pues todo. A nadie le es extraña la injusticia cometida contra nuestro embajador en Ecuador, Javier León Olavarría, diplomático de larga e impecable trayectoria que está pagando el costo político de una situación que le es ajena. Pero también debe quedarnos claro que el gobierno peruano sí presentó una queja inicial a Ecuador por la vía diplomática y que el pedido de sustitución de Rodrigo Riofrío fue posterior a la negativa de Rafael Correa de retirarlo del Perú, lo que le correspondía hacer conforme con las formas diplomáticas más elementales. Los acontecimientos posteriores son harto conocidos, bravuconadas de Rafael Correa incluidas, pero resulta que hace dos años el mismo Correa fue fundamental para lograr un acercamiento de posiciones entre el Perú y Ecuador, y resulta que hoy sigue siendo fundamental para el mismo fin.
A dos meses del fallo, la prudencia de la cancillería peruana parece lo responsable a menos que se quiera ver a Chile y Ecuador de nuevo juntos, semanas antes de la sentencia de La Haya. Luego que sigan el carnaval y la comparsa, pero romper la unidad interior del país haciendo eco del exabrupto de dos mandatarios tropicales –sumo a Maduro al cuento- no parece lo sensato en estos momentos. A ver si lo vemos de esta forma.
8 mayo, 2013 at 8:15 pm
Había varias formas "diplomáticas " de tratar este enojoso asunto (lo cual no exime al embajador ecuatoriano de la agresión posterior a las mujeres) el cual se le escapo de las manos a la cancillería peruana ,sin embargo tu comentario sobre el hecho es el correcto en estos momentos que esta sobre la mesa un tema de trascendental importancia para la paz definitiva con nuestro vecino del sur.
9 mayo, 2013 at 9:05 am
Estimado Daniel: Tus planteamientos me parecen correctos y muy plausibles. Gracias por ponerlos por escrito.
Saludos, Enrique
9 mayo, 2013 at 3:43 pm
Considero que antes de dar una opinión debe existir una pequeña investigación y actuar con mesura y no formarse una idea con solo lo que informa la prensa que a veces exajera su forma de expresar en perjuicio del fondo de los hechos. Mas aun en el campo diplomático que las cosas son tomadas con pinzas salvo que sea un diplomático no de carrera como tienen acostumbrados en nuestro país a designar a dedo como favor político, ahí los traspiés.