AGENDA CULTURAL POST LA HAYA
El pasado jueves 7 de noviembre tuve la grata ocasión de asistir a un conversatorio organizado por el Instituto Riva-Agüero e IDEA-Internacional en el que el expositor fue el destacado historiador chileno Eduardo Cavieres, autor de varios libros que exploran las relaciones peruano – chilenas del pasado. Sostuvo Cavieres que había que pensar la historia binacional desde una mirada del siglo XXI, que es más atenuada e integracionista que la del siglo XIX. Señaló que no debía librarse la integración de los dos países a las inversiones y complementariedad económicas -siempre vulnerables a los vaivenes de los mercados internacionales- y que había que trazarse utopías más altas.

Nosotros pensamos que la utopía de Eduardo Cavieres pasa por fortalecer los vínculos históricos, sociales y culturales entre el Perú y Chile. Darle a nuestra historia en común una mirada distinta supone descentralizarla, lo que implica que no gire –como hasta ahora- casi exclusivamente alrededor de la Guerra del Pacífico. Al respecto, La gesta de la Independencia (1821-1824) y la Guerra con España (1864-1866) son dos clásicos historiográficos en los que la victoria se logró gracias a la colaboración entre los dos países por lo que ameritan la erección de lugares de la memoria para su conmemoración conjunta.

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Buque Numancia de la escuadra española en la guerra de 1864 – 1866

Respecto de nuestro tema difícil –La Guerra del Pacífico- es menester promover – en el mediano plazo- el diálogo sereno sobre el acontecimiento. La idea es lograr que, más temprano que tarde, las autoridades de ambos estados dirijan un mensaje a sus colectividades que fomente la superación del trauma histórico que hasta hoy afecta el normal devenir de la relación binacional. Asimismo, existen aspectos socio-culturales que no han sido suficientemente difundidos como la repercusión de la música popular peruana en Chile, la devoción al Señor de los Milagros, el aporte e integración de la numerosa colonia peruana en Santiago y la reciente pero cada vez más importante migración chilena a nuestro país.

En una política como la planteada, las áreas de investigación y formación constituyen el eje central del proyecto integracionista. Estoy pensando en un centro especializado de investigación y estudios binacionales, ubicado en la zona de frontera, y financiado por ambos estados, por el capital privado binacional y por foros multilaterales como la ONU o la Unión Europea. A dicho centro le correspondería establecer los lineamientos del desarrollo compartido y de la integración multisectoriales.

Se trata pues de un cambio de mirada, de construir la relación bilateral desde hipótesis de paz y de acercar las respectivas colectividades para potenciar las grandes posibilidades que tienen de emprender juntas el desarrollo auto-sostenido. Además, ello aportará la masa crítica a una relación amistosa y colaborativa capaz de prolongarse en el tiempo y resistir los vaivenes de la economía mundial, tanto como sus crisis periódicas.

La consolidación de UNASUR como bloque sudamericano pasa por fortalecer las relaciones entre sus miembros. Para el caso que nos ocupa, el fallo de La Haya –lo re-reitero- es una ventana de oportunidad que se abre y que debemos convertir en el corredor hacia la nueva relación peruano-chilena del siglo XXI.

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