Algo más sobre la PUCP

Por: Daniel Parodi Revoredo

En estas líneas no voy a ahondar en las cuestiones jurídicas que atañen la controversia entre la PUCP y el arzobispado porque no soy ducho en la materia y porque implicaría repetir lo que ya han dicho los expertos: que la PUCP no le pertenece a la Iglesia Católica, que es una asociación civil inscrita en registros públicos y que se gobierna democráticamente de acuerdo con la ley peruana.


LA PUCP ES CATÓLICA Y PLURAL

Sí me interesa dedicar unas líneas a las instancias de representación estudiantil que existen en la PUCP y que son tanto institucionales –el tercio estudiantil- como gremiales –los centros federados y la federación (FEPUC)-. Como alumno de la PUCP participé activamente de dichos espacios, valoré la irrestricta libertad de expresión al interior de la universidad y estimé la tolerancia de las autoridades ante las diversas manifestaciones con las que los estudiantes expresaban -y expresan- sus inquietudes y demandas.

También aprecio el pluralismo de la PUCP que se expresa en los diversos foros académicos que convocan sus facultades y los innumerables debates que en el claustro han protagonizado representantes de todas las tendencias ideológicas. Recuerdo, allá por 1989, la apasionante polémica entre Henry Pease y Lourdes Flores en un aula de Estudios Generales Ciencias, ambos egresados de la PUCP, ambos candidatos al Municipio de Lima; él representando a la izquierda; ella a la derecha.

En esa misma línea, la libertad de cátedra es patrimonio inalienable de la PUCP. Así por ejemplo, el curso de historia republicana lo dictan hasta diez profesores distintos y también sus sílabos son distintos unos de otros. Esto se debe a que en la Universidad el profesor es además investigador, vuelca en clase los conocimientos propios de su especialización y debate con los alumnos su particular interpretación del tema que aborda.

Frente a todo esto, me pregunto qué ocurriría en una PUCP confesional y controlada, no por la Iglesia Católica, sino por el Opus Dei y el Cardenal Cipriani. Yo admiro de la Iglesia a aquellos buenos pastores que llevan la Palabra a los lugares más recónditos. Sin embargo, cuestiono a sus sectores ultramontanos que parecen no haber leído “El Principe” de Nicolás Maquiavelo, que piensan que religión y política deben seguir juntas, y que ponderan que la última de las dos es el arma más efectiva para la imposición de un pensamiento católico único.

Ciertamente, la libertad de cátedra y el pluralismo no son valores exclusivos de la PUCP, pues podemos encontrarlos en muchas otras universidades peruanas y extranjeras. Sin embargo, en la PUCP son el patrimonio que la convierte en una institución de vanguardia y que sostiene su vocación investigativa y su excelencia académica. De allí que muchos de los principales líderes y profesionales de nuestra sociedad se hayan formado en sus aulas.

Es por todo lo dicho que no podemos perder la PUCP y, si de ello se tratase, el título de Pontificia es menos importante que su auténtica inspiración católica, sustentada en los valores cristianos, tanto como en el pluralismo, la tolerancia y el reconocimiento de la diversidad.

Publicado hoy en La República

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