TUDELA SE EQUIVOCA
Daniel Parodi Revoredo

Me gusta escuchar al embajador Francisco Tudela por su claridad expositiva, su excelencia académica y sus conocimientos en política internacional. Lamento, sin embargo, que su conocido conservadurismo lo lleve a tergiversar las relaciones peruano-argentinas del pasado para así comprometer más la delicada situación del canciller Rafael Roncagliolo, cuya trayectoria política lo coloca en una posición contraria a la suya.


Embajador Francisco Tudela

Debe saber Francisco Tudela que la Guerra contra la Confederación Peruano-Boliviana, que tuvo lugar entre 1838 y 1839, corresponde a un marco temporal y regional bien diferente del actual. En aquel contexto, los nacientes estados sudamericanos estaban definiendo sus fronteras y áreas de influencia. Asimismo, en sus inicios republicanos el Perú se debatía en graves conflictos regionales, los que explican que los ex presidentes Agustín Gamarra y Ramón Castilla hayan combatido militarmente la Confederación a la que, desde Lima, se le veía como una invasión boliviana.

Debe saber también Francisco Tudela que, de acuerdo con Luis Felipe Paz Soldán (1943), durante la Guerra de 1879 llegaron al Perú cuatro baterías de cañones Krupp, ocho mil fusiles Remington y dos millones de municiones compradas mayoritariamente en Alemania. Y debe saber, al menos por sentido común, que esas armas llegaron al Perú por el Atlántico, que desembarcaron en Buenos Aires, se llevaron desde allí a Rosario y de Rosario se internaron luego a Bolivia para ser trasladadas –vía lago Titicaca, Puno y Arequipa- al Perú. En tanto que internacionalista, debe saber Francisco Tudela que Argentina se declaró neutral ante la Guerra del 79 porque no fue beligerante en ella y que, al permitir el traslado de estos ingentes recursos militares por su territorio, no sólo apoyó a la Alianza Perú-Boliviana sino que puso en riesgo las negociaciones que venía efectuando con Chile para resolver la cuestión de la Patagonia.

Al contrario Inglaterra, la pérfida Albión, durante la guerra del 79 le compró a Chile miles de toneladas de salitre de Atacama y Tarapacá, a pesar de que en aquel entonces no había culminado el conflicto y, por consiguiente, los recursos existentes en dichas provincias le seguían perteneciendo, respectivamente, a Bolivia y el Perú. Lo mismo hizo con el guano de las islas de Chincha y Lobos, las que Chile ocupó impunemente desde que el Almirante Grau ya no pudo resistir más la agresión militar del país vecinos porque lo hicieron volar en pedazos. Es decir, Inglaterra, al comprarle a Chile el salitre y el guano peruanos, le financió la guerra al país de la estrella solitaria.

Por último, estoy seguro que Francisco Tudela debe saber que mientras Argentina arriesgaba su negociación con Chile por la Patagonia, al permitir que el armamento adquirido por el Perú nos llegue atravesando su territorio, Inglaterra retenía en sus astilleros a los buques Diógenes y Sócrates, los que apuradamente adquirió el Perú en Alemania tras estallar la guerra para potenciar su defensa. Esos buques hubiesen equiparado a las escuadras en conflicto y, por lo mismo, pudieron cambiar su destino. Después de la Guerra, sólo el Sócrates pudo llegar el Perú pues el Diógenes nos lo embargó Inglaterra para cobrarse la obligada estadía de ambos buques en sus puertos durante la guerra.

Pero aquí no se trata de eso, ni tampoco del desempeño de Torre Tagle respecto de la visita de una fragata inglesa al Callao. Aquí de lo que se trata es de desembarcar a un canciller de alta calidad y proyección por su manera de pensar. En notas pasadas he criticado el nacionalismo chileno, pero en casos como éste aprecio la causa común que suelen hacer en Chile cuando enfrentan controversias internacionales. Algo de aquello nos falta por aquí.

PUBLICADO HOY EN DIARIO 16

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