Por Daniel Parodi Revoredo
Es la primera vez que voy a comentar una obra literaria y admito mi absoluta ignorancia de los elementos de juicio y criterios estéticos que usan los críticos para hacer su trabajo, al que suele ponderarse como certero e indeseable. Mejor; es como en el cine, la verdad es que siempre he evitado llevar ningún curso, ni actividad relacionada pues prefiero mantener mi ingenuidad frente a la pantalla grande y admirarme de ver el océano arrasar New York, o al hemisferio norte congelarse en cuestión de días. Es así que también admito mi infantil fascinación por los efectos especiales de Hollywood y mi escepticismo por las películas intelectuales que escudriñan harto en la vida, como si vivirla no fuera ya suficiente, aunque de vez en cuando veo una y la encuentro deliciosa.
Al autor Alejandro Carnero y su esposa Marishöri
El libro del que quiero hablarles se titula Tanta Gente Extinta, Tanta Tinta Tonta y su autor es Alejandro Carnero. Alejandro es un hombre que ha dedicado largos años de su vida a los Derechos Humanos como delegado de organismos multilaterales. Ha estado en Haití, Cuba, en los países árabes, en Europa Occidental y en la Amazonía peruana. Su novela me deja la sensación de que ha visto a la vida y a la muerte muy de cerca y en ocasiones al mismo tiempo; y que lejos de endurecerlo, la experiencia lo ha dotado de una sensibilidad particular que ha fijado con acierto su retina literaria.
Lo primero que me ha llamado la atención de esta novela es que no tiene forma de tal y que las historias presentan un deliberado desorden. Es evidente que su autor no ha querido ofrecernos un relato tradicional, que al principio presenta los personajes, luego desarrolla la trama y concluye. Ni siquiera el género es homogéneo pues son muchos géneros. Alejandro nos alterna sus etnografías con ensayos sobre política y conversaciones de chat, las que eleva al nivel literario. Tanta Gente Extinta, Tanta Tinta Tonta es una novela como yo la entiendo: como una experiencia estética capaz de transformarme. Su sentido es la catarsis del lector que descubre que ya no es el mismo, que algo cambió y que el resto de su vida llevará a cuestas los relatos que ha logrado retener y que su percepción ha convertido en imágenes.
La obra presenta pasajes profundamente tiernos a la vez que duros, como cuando los profesores de Marishöri –su esposa en la vida real- descubren que la razón por la que se expresaba mal en español es porque es asháninka y lamentan haberla maltratado creyéndola tonta. O la imagen de la niña vestida de azul que calza zapatos de tacos altos, bajando con dificultad las escaleras de su cabaña amazónica para bailar el Danubio Azul en su quinceañero.
Sin previo aviso Alejandro cambia de giro y analiza el fenómeno del terrorismo. Discurre filosóficamente por el tema y debate la cuestión de la legitimidad como justificante de un acto reprobable: “Por ejemplo, puede considerar explicable la acción de un francotirador de la resistencia francesa contra un ocupante nazi, incluso un civil, mientras que similar acción de un militante anti-aborto contra un médico le parecerá una insensatez”
Tal vez por lo que ha vivido, Alejandro quiere decirnos que finalmente es mejor reírnos de la vida, como en la historia del suicida limeño que se queja ásperamente de nuestras unidades de trasporte público pues el bus contra el que se abalanzó para quitarse la vida no sólo logro esquivarlo sino que su chofer “reaccionó y hasta alcanzó a insultarlo”. Otro caso es el del atropello del que Alejandro fue testigo en el Cairo: “Un día vi como arrollaban a un joven mientras iba en otro microbús regresando de la Universidad. Todos los pasajeros exclamaron aterrados frases en que la palabra Allah se repetía categóricamente, yo sólo alcancé a ver como este chico estaba sobre el techo de un carro y luego cayó contra el piso. Se paró inmediatamente, por ese increíble impulso a evitar el ridículo (…) pero luego se fue doblando mientras caminaba hacia la acera donde se sentó y se agarró la cabeza”
La despedida de la novela –prefiero llamarla así y no conclusión- tiene en Marishöri a su protagonista como lo es, en realidad, de toda la obra, la que nos ofrece una interesante elaboración estilística y nos muestra la consolidación de un joven literato nacional, agudo, sensible y talentoso: “Amor ya poco a poco irás aprendiendo, cuando alguna vez decidas a vivir en la selva ahí aprenderás, a hacer campesinito, ahí escribirás tu libro y yo cultivaré mis flores y mis plantas que me gustan mucho, sabes amor extraño mucho la selva, no sabes lo mucho que lo extraño, aquí en Lima me tocó vivir el invierno, no me gusta mucho”
Los interesados en adquirir el libro pueden hacerlo en:
Fondo de Cultura Económica
Berlin 230 Miraflores
Librería Epoca
Espinar 864 Miraflores
Librería Delta
Larco 970 Miraflores
Librería Contra Cultura
Larco 986 Miraflores.
Universidad San Marcos.
Librería Ciro.
Facultad de Letras.
Universidad Católica del Perú.
Universidad Ricardo Palma
Universidad de Lima.
Librerias de Jiron Quilca.
Librerias de Amazonas.
Crisol
La Familia
Ibero
Zeta
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