El Ministerio de Cultural y la nación peruana

Por: Daniel Parodi Revoredo

La aprobación de la Ley que crea el Ministerio de Cultura torna en realidad un antiguo anhelo nacional y coloca en la agenda política el debate acerca de las que serán sus funciones y proyección sobre la sociedad.

Sin lugar a dudas, pensamos que la finalidad del flamante ministerio debe ser la construcción de la nación peruana, entendida como conjunto de personas que comparte no sólo un territorio y gobierno, sino también una serie de características históricas y culturales . Este planteamiento, sin embargo, parece oponerse a la idea que sugiere la puesta en valor de la pluriculturalidad peruana, la que se expresa en cientos de manifestaciones artísticas y lingüísticas.

En realidad, lo que a simple vista parece ser una contradicción es en realidad la gran oportunidad de concluir con el proyecto de nación iniciado por los fundadores de la República. Así, una política estatal de la cultura debe trazar los vasos comunicantes entre los diversos acervos culturales con los que contamos, para que, al compartirlos, logremos edificar un gran “nosotros colectivo”.

Creemos que es de esta manera que los peruanos podremos compartir características comunes que antes ponderábamos como factores de diferenciación. No se trata pues de homogenizar la cultura, sino de difundirla en su variedad y de darle dimensión nacional para de este modo favorecer la inclusión social.

Por otro lado, la centralización de los esfuerzos encaminados a establecer la denominación de origen de cientos de productos peruanos parece urgente y debería ser tarea del flamante Ministerio de Cultura en coordinación con Indecopi. La decidida participación del Estado en esta temática supondrá la obtención de importantes beneficios económicos para el país, así como la reafirmación de la peruanidad de una serie de especies nacionales como son los casos del pisco y de la maca.

En síntesis, ser una nación no significa compartir el mismo acervo cultural, sino más bien representa una asignatura pendiente para el Estado, que debe extender vasos comunicantes que relacionen y unifiquen a los ciudadanos de una sociedad como la nuestra, plurilíngüistica y multicultural.

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