Bachelet y el fallo de la Haya

Daniel Parodi Revoredo

 

 Las presidenciales y congresales chilenas de ayer me inspiran varios comentarios. El primeo es el nivel de sus políticos; escuché las impresiones de los “cuatro grandes” tras conocer los resultados y me admiró la claridad con que cada uno manejaba dos elementos fundamentales en estas lides: discurso programático-ideológico y estrategia. Modélico para quienes no nos resignamos a aceptar los come-pollos, roba-luces y sabe Dios qué otra rara especie de nuestra fauna política nacional.    

Tiene ante sí una gran responsabilidad

También llama la atención el sistema binominal de elección parlamentaria que, mientras se trasmitía el proceso, fue un telón de fondo que lucía mucho más tras la narración de los periodistas que en las bambalinas de los candidatos. Así pues, Chile se divide en distritos electorales binominales que eligen dos parlamentarios cada uno.

Más allá de esta curiosa lógica, la mayor crítica al sistema electoral chileno es que impide la representación de una pluralidad de actores políticos. Más bien, lo que se promueve es la consolidación de sólo dos grandes partidos o alianzas. De hecho, aunque alrededor del 30% del electorado no votó ni por la Concertación, ni por la Alianza (primera y segunda fuerzas electorales), ese porcentaje no se ve, ni de lejos, representado en el nuevo parlamento. Al contrario, casi todos los congresistas pertenecen o a la Concertación o a la Alianza. Así pues, en el parlamento chileno un independiente es casi un error estadístico.

“Queremos que nuestra democracia sea más democrática” dijo Parisi –candidato que quedó en cuarto lugar con algo más del 10% de los votos- reflejando su descontento con el sistema vigente. Sin embargo, visto el tema desde este barrio, no puedo menos que colegir que la naturaleza “aglutinante” del sistema electoral chileno tiene bastante que ver con la solidez de su política y con la calidad de sus cuadros políticos, los que llegan a candidatear  sólo si son seleccionados en internas muy competitivas.

Para lo que nos toca, el tema es que ganó Michelle Bachelet y que, tras escuchar las declaraciones de Henríquez-Ominami y Franco Parisi (entre ambos más de 20% de los votos), sólo un milagro podrá evitar el triunfo de la candidata centro-izquierdista pues ambos dejaron muy claro que con Evelyn Matthei no van ni a la esquina. ¿Nos conviene Bachelet de cara al acatamiento chileno del fallo de La Haya? Tengo ganas de aventurarme a decir que no porque con Sebastián Piñera y Alfredo Moreno nuestras relaciones con Chile alcanzaron picos de cordialidad insospechados y porque dicho vínculo en tiempos de Michelle Bachelet, Alejandro Foxley y Mariano Fernández se caracterizó por la tirantez.

Sin embargo, tengo también la convicción de que son otros tiempos y de que no se puede desandar tan fácilmente lo andado. La Bachelet de 2008 tuvo que explicarle a su país que el Perú lo demandaba ante la Haya y manejar el tema ante su opinión pública. La Bachelet de 2014 es la Presidenta que tiene que consolidar el futuro de la relación bilateral, y que tiene la responsabilidad de hacer honor a la autopercepción de la sociedad chilena que se ve a sí misma como un país ordenado y  respetuoso del derecho internacional. Todas estas ideas pueden parecernos discutibles a nosotros, pero es parte constitutiva del imaginario que el vecino proyecta sobre sí mismo.  Y pesará llegado el momento.

Luego está el trabajo binacional –de los gobiernos y la sociedad civil- que se desarrolló hasta julio de 2013, fecha para la cual se esperaba el anuncio del fallo. Lo menciono porque me parece que la postergación de la sentencia nos desordenó la agenda y que es momento de retomar las iniciativas de acercamiento e integración, tanto como de  comprender que éstas deben convertirse en política de Estado –de ambos Estados- y superar su carácter coyuntural. Los lazos y el proceso de integración no pueden detenerse, menos en un mundo globalizado. ¿Y si Chile desacatase? Chile no se pondrá al margen del derecho internacional, ni expondrá su imagen-país, pero en todo caso nuestra apuesta debe ser retomar el camino que llevó a propiciar la mejor atmósfera posible de cara al rápido y firme acatamiento bilateral de la sentencia holandesa. Persistamos en el empeño, las generaciones del mañana lo agradecerán.

 mi cuenta en twitter @daupare

 

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