DOS CRÍTICAS A LA IZQUIERDA

A propósito de “Ciudadanos sin República” de Alberto Vergara

 

En su reciente libro, “Ciudadanos sin República”, Alberto Vergara expresa su extrañeza por una izquierda alineada con Ollanta Humala o el Padre Arana; es decir, con los representantes de dos corporaciones, el Ejército y la Iglesia, en las que el mando y la obediencia se superponen a la deliberación y la igualdad. 
¿serán la izquierda moderna que reclama Vergara?
Frente Amplio de  Izquierda

Prosigue el politólogo reseñando la ideología del humalismo, antes nacionalista que socialista, y cuestionando el voluntarismo de la izquierda que lo acompañó, la que creyó que con su aporte podría controlar la vocación autoritaria del ahora presidente. Toda vez que el referido artículo se publicó por primera vez en 2009, parece que Vergara acertó pues el gabinete Lerner duró apenas cuatro meses en el poder, aunque no necesariamente porque Humala deviniese autoritario.

La crítica del politólogo cobra fuerza cuando traslada su análisis al escenario sudamericano y observa que los principales liderazgos de la izquierda regional provienen de las filas de la sociedad civil como lo son Ignacio Lula, Evo Morales, Tabaré Vásquez y Michelle Bachelet, a los que hoy habría que añadir a Dilma Rousseff. En cambio, la izquierda peruana parece más atraída por liderazgos como los de Fernando Lugo, el desaparecido Hugo Chávez y, su impresentable sucesor, Nicolás Maduro.

Una idea fuerza en el texto de Alberto Vergara es la que cuestiona el carácter esencialista de la izquierda peruana que él vincula sarcásticamente con un componente posmoderno –la fragmentación del discurso que le llaman- que propone una República no de una sino de muchas naciones y sostiene que, toda vez que somos un país andino, entonces la izquierda peruana debería reivindicar una suerte de milenarismo incásico.

En líneas generales, encuentro acertada la lectura de Vergara quien también critica la no partidarización de la izquierda peruana y su absoluta falta de autocrítica, a la que yo añadiría ese tufillo a superioridad moral que la hace tan antipática. Sin embargo, creo que el debate en torno al mundo andino y al amazónico es insoslayable y que todas las fuerzas políticas deberían trabajar programas que no supongan su “inclusión” solamente en base a palas mecánicas o fuerzas antimotines. Vergara ha dicho que ya existe la nación peruana y estoy de acuerdo, pero también ha señalado que la amenazan la pobreza y la desigualdad. Por ello, el diagnóstico y el proyecto no pueden omitir nuestra dimensión pluricultural.

Por otro lado, me pregunto si una izquierda a la búsqueda de un caudillo –al igual que todas las demás fuerzas políticas de dimensión nacional o que aspiran a serlo – no es más que el reflejo de una sociedad política básicamente pre-moderna. Nótese que la izquierda peruana también participó del gobierno de Alejandro Toledo, quien sí proviene de la sociedad civil y no encaja con los rasgos autoritarios de Humala y Arana. 

Por ello, más que como devota de caudillos jerárquicos, veo a nuestra izquierda como a una casta profesional con la suficiente flexibilidad para negociar con cualquier líder outsider del momento, o con cualquier fuerza política emergente, de esas que cada tanto irrumpen en la escena política nacional. Y es ese conformismo el centro de mi cuestionamiento a los socialistas peruanos y es esa falta de voluntad la que fustigo, ahora sí conforme a Vergara, cuando dice que la política es asunto de políticos, de ideas y de voluntad. Porque ambos, el conformismo y la falta de voluntad, son las que explican por qué la izquierda subordina la agenda institucional a la coyuntural y es por esa misma razón que hace algunos meses hemos visto marchar defendiendo la independencia del TC y la Defensoría del Pueblo a los mismos socialistas que tienen en el militarista Hugo Chávez al pajarito canturrero que los despierta todas las mañanas.

Ahora que se ha formado el Frente Amplio de Izquierda veremos si surge en el Perú una vanguardia socialista moderna y actualizada capaz de intervenir en la política nacional. Mientras tanto, la crítica de Alberto Vergara sigue vigente y la mía también.

Daniel Parodi Revoredo

 

Puntuación: 5.00 / Votos: 5