Farid Kahhad, destacado internacionalista

Farid Kahhad y el intelectual orgánico

                                                                                                                                  Daniel Parodi Revoredo, historiador PUCP y docente universitario

“En Gramsci, como la ideología no es una mera apariencia o un truco o una falsa conciencia, así el intelectual orgánico no es atribuible, ni en negativo ni en positivo, a la mera voluntad y capacidad de producir consenso, pero toma cuerpo y adquiere significado en una peculiar función conectivo-organizativa: el consenso no es un efecto adicional, sin embargo, es incorporado, en formas siempre diversas y renovantes, en aquella función de fondo”

(PASQUALE VOZA. Gramsci: Intelectuales, intelectuales orgánicos e intelectuales tradicionales. En Pensamiento Crítico, 2 de octubre de 2021)

Antonio Gramsci hablaba del intelectual orgánico, de ese académico que asumía abiertamente posición política y participaba activamente por la conquista de una meta determinada, aunque es verdad que el autor italiano refería específicamente la función del intelectual socialista en el camino hacia la revolución y la conquista del poder por las masas. Tomando a Gramsci en un sentido más amplio, es evidente que hoy nos faltan intelectuales que se la jueguen políticamente y, por el contrario, nos sobran analistas que no adoptan abierta posición ante problemáticas políticas y sociales, y que difícilmente se suman a alguna lucha política de manera explícita.

Intelectual orgánico fue José Carlos Mariátegui. En sus escritos, asumía abiertamente su posición marxista frente a la realidad y señalaba que este era el punto de partida de su análisis y su utopía, independientemente de las diversas influencias que mediaron en su acercamiento a las ideas de Marx y de Lenin, la de Antonio Gramsci entre ellas.  Sin tapujos, señala el Amauta su posición frente a la realidad y enarbola sus banderas de lucha que, reconoce, influyen en su análisis social pues el intelectual moqueguano imaginaba el socialismo al final del camino, casi como a una redención religiosa.

Lo mismo dicen de Tito Flores Galindo, Carlos Aguirre y Charles Walker (2021), quienes examinan la tensión existente entre el académico y el militante. Y ni que hablar de antiguos militantes apristas, entre los que se destaca, como caso emblemático, Luis Alberto Sánchez, intelectual, destacado novelista y ensayista, y político aprista activo hasta 1992, un año antes de que lo sorprendiese la muerte. Lo precedieron Manuel Seoane y Rómulo Meneses, ambos también escritores y autores de varios libros, ensayistas, cronistas y articulistas incansables, entre muchos otros. Todos ellos, en simultáneo, padecieron cárceles, exilios y persecuciones por situarse en el corazón de la lucha política de su tiempo.

El internacionalista Farid Kahhat ha adoptado posición frente al conflicto Israel-Palestina, y no a última hora. Entonces asume los riesgos que implica combinar el análisis del académico internacionalista con el activismo de quien se decanta por una utopía, en este caso, la del pueblo palestino en busca de la consolidación de su hogar nacional, su patria y su Estado. La postura de Kahhat es sin duda valiente y lo expone a no pocas críticas, pero de eso se trata, o debería tratarse, la impronta de hombres y mujeres que colocan siempre sus ideales por delante.

 

Luis Alberto Sánchez, el político peruano con trayectoria académica que contribuyó a darle forma al Perú durante el siglo XX - Infobae

Luis Alberto Sánchez, académico y político hasta el final de sus días

Independientemente de las causas defendidas por los autores mencionados, y de mi adhesión o no a ellas, la conjunción entre activismo político y análisis académico -con los riesgos que supone- resulta imprescindibles en un país y un mundo en el que nos faltan luces claras para orientar nuestro camino hacia una sociedad más justa, dialogante y solidaria; la que, al contrario, luce extraviada en la noche de la denostación ultraderechista y de la cancelación progresista-radical.

Los buenos debates políticos, desde argumentos académicos, alimentan a la sociedad democrática, esto es a la república. Que sigan adelante pues, a ver si nos alumbran un poco, entre tantas tinieblas, a todos nosotros.

Puntuación: 5 / Votos: 3