Se ha disculpado sutilmente

Las lecciones del espionaje

Es justo decir que la pulseada alrededor del espionaje la ganaron el Presidente Ollanta Humala y el ex ministro de defensa (hoy Premier) Pedro Cateriano. La ganaron no sólo en el frente externo en el que Chile, con lenguaje sutil, ha ofrecido al Perú las satisfacciones exigidas. También la ganaron en el frente interno, donde la línea dura que impusieron suscitó las críticas de importantes sectores de la prensa y la opinión pública que exigían la aceptación de las notas chilenas y denunciaron la utilización política de la situación. 

Humala se mantuvo firme y ganó. Habló fuerte, dijo que “esto no se quedaba así” y “que no lo iba a pasar por agua tibia”. Hasta que Chile, seguro preocupado porque la próxima semana se ve las caras con Bolivia en La Haya, prefirió salir del despeñadero y llegar a la Corte de Peter Tomka sin su ex adversario tratándolo de espía. Es verdad que el tema se ha llevado con absoluto mutismo y que ni peruanos, ni chilenos hemos conocido el contenido de las notas entre los dos países. Sin embargo, una declaración publicada hoy por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, nos pone en autos de la situación.

En términos diplomáticos, la nota deplora (lamenta) los hechos expuestos por el Perú para afirmar después que el gobierno de Chile no ha autorizado, ni autorizará actos de espionaje. La afirmación es relevante por dos razones: la primera, porque al hablar de “el gobierno de Chile” hace referencia a la administración actual y deja abierta la posibilidad de que estos hechos se hayan producido en el pasado. La segunda, porque al indicar que no autoriza el espionaje no está negando que este haya ocurrido y partido, por ejemplo, de la iniciativa de un instituto castrense. De allí que resulte tan importante que la frase siguiente de la declaración explicite que lo manifestado expresamente en el presente párrafo constituye las satisfacciones del Gobierno de Chile sobre la materia. En términos sencillos, Chile se está disculpando con el Perú.

El último párrafo de la declaración es tan importante como el segundo pues manifiesta el interés chileno de avanzar hacia un compromiso mutuo que excluya en el futuro hechos como los reportados y discutidos. Ojo que al hablar de “hechos reportados y discutidos” la nota chilena se reafirma en la posibilidad de que estos efectivamente hayan ocurrido. Mas allá de eso, es destacable que coincide con las declaraciones del Presidente Humala quien ha recalcado la importancia que tiene implementar una política activa de construcción de confianza mutua.

Se trata entonces de trascender el efímero universo de la retórica y continuar con la discusión sobre la problemática del espionaje en los foros bilaterales existentes, dentro de los cuales el 2 + 2 es el más pertinente pues reúne a los cancilleres y ministros de defensa de ambos países. La idea debe ser avanzar en la elaboración de un protocolo bilateral que garantice la no utilización del elemento humano en las labores de inteligencia y lograr que estas se encaminen, más bien, a través de mecanismos de transparencia y confianza mutua.

Una idea fuerza que atravezó el debate acerca del espionaje chileno fue que todos los países se espían, que se trata de una práctica normal entre estados. Otra idea, que se difundió menos pero que es más importante, es que las consecuencias del descubrimiento de estas prácticas entre países que buscan transitar de la desconfianza hacia la confianza son devastadoras. Por ello he dicho antes que si dos países no deben espiarse esos son el Perú y Chile, y con esta idea me voy.

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