No hay una revolución detrás 

Miopía Venezonala

“Partidarios de democracias moderadas o extremas, liberales o marxistas, siguen fingiendo que el debate no era ese, sino la forma del estado, el tipo de nación, si nos convienen izquierdas o derechas. No se ha aprendido hasta ahora a saber limitar republicanamente el poder. Y que este admita, junto a la potestad, sus límites”. Hugo Neira

No me canso de decir que el problema con Venezuela y con Ecuador, Argentina y Bolivia, no es, en principio, ideológico. Como diría Marx, ideológica es solo la superestructura, la superficie. En 1998 Venezuela no eligió a un militar golpista por ser de izquierda porque entonces él mismo no sabía que era de izquierda; lo que Venezuela eligió en 1998 es al caudillo, a la “mano dura”, a la decepción con la partidocracia tradicional.

Chávez se volvió de izquierda después, después de que aprendiese de Vladimiro Montesinos el abc del dictador exitoso, es decir, qué hacer para dominar los hilos del poder y entornillarse en él. Para Venezuela el socialismo no fue la utopía sino la herramienta. Había que fidelizar a las masas con un proyecto populista, había que dirigirlas, atraerlas, había que recurrir a su viejo pero vivo sustrato caudillista para que acompañen a Chávez hasta el final de los tiempos, total, la democracia no se come.

Y entonces el “socialismo”  no fue más que la piedra de toque, el rojo no fue más que el mejor color con el que Chávez pudo pintar su proyecto y el discurso de la revolución popular la mejor manera de justificar el gasto social de miles de millones de petrodólares no sólo en Venezuela sino en cuanto país de la región pudiese extender su influencia. Finalmente la región influye, era más difícil florecer con el continente en contra, así que  a regalar millones, comprar voluntades y tentar a los vecinos criados en la misma cultura autoritaria latinoamericana a quedarse para siempre. A Chávez la cosa le salió de izquierda pues, a Fujimori de derecha, pero Fujimori no tenía petróleo para hacer amigos, por eso la OEA se atrevió a retirar su misión de observadores de las elecciones de 2000 ¿se acuerden?.

Pero Wilson, que hasta donde sé es el personaje de Orwell, nos dijo alguna vez que ultimadamente la verdad es lo que la gente cree y, sin solidos referentes institucionales, nuestra izquierda latinoamericana se comió completito el cuento de que Chávez además de petróleo, tenía un proyecto revolucionario en ciernes. Y se equivocaron porque equivocados estuvieron desde el principio, porque para pensar en el socialismo del siglo XXI deberían mejor ver lo que hace la coalición en Chile; es decir, viraje a la izquierda dentro de un marco institucional que todos respetan y que limita el poder. El contrato social de Rousseau que le dicen.  En lugar de eso pensaron que Chávez estaba bien por usar polo rojo y mal Pinochet por usar uniforme prusiano; qué feo ¿no?

Y después vino Maduro, confundiendo las penas latinoamericanas con los penes de los latinoamericanos y entonces la izquierda se calló, no rectificó, no se pronunció, no dijo nada; se ha entusiasmado con la posibilidad de que Cuba vuelva a la OEA, eso sí, pero de Venezuela no ha dicho ni pío, al carajo los derechos humanos. Ayer se realizó un  acto por la democracia venezolana en el colegio de abogados en Miraflores. El APRA (que está hecha para que la izquierda descargue su casi permanente mal humor) asistió; ¿y la izquierda?  

Publicado el viernes 26 de marzo de 2015 en Punto de Encuentro:

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