Evo Morales

¿Y BOLIVIA-MAR?

¿Debemos integrarnos con Bolivia? Aquí un ensayo de respuesta

2014-11-02

La reelección de Evo Morales en Bolivia obliga a revisar la relación binacional y evaluar los benefi­cios futuros que puede ofrecerles a ambos países. La clave está en el des­plazamiento de Morales hacia el centro político a través de una estrategia mixta que combina los beneficios de las inver­siones extranjeras con un Estado que negocia fuertemente el aumento de sus utilidades.

Este es el caso de los hidrocarburos en los que el retorno para Bolivia es del 50%, cuyos YPFB (Yacimientos petro­líferos fiscales bolivianos) han logrado contratos de venta del gas con Argenti­na y Chile altamente superiores que los suscritos anteriormente por la Henry Hub de USA. El resultado de esta políti­ca es un vertiginoso crecimiento de las reservas bolivianas que hoy superan los 30.000 millones de dólares frente a los 65.000 millones del Perú.

Partiendo de estos presupuestos, el Perú debe potenciar el vínculo con el vecino altiplánico concretando dos proyectos fundamentales: el Protoco­lo Complementario de Ilo de 2010 y el Ferrocarril Santos-Ilo. El primero de ambos -que comúnmente llamamos Bo­liviamar- consiste en otorgar a Bolivia una zona franca comercial, industrial y turística en las costas de Ilo. Cabe seña­lar que en 2013 se retiraron del Protoco­lo algunos contenidos controversiales como la construcción en la zona de un anexo de la escuela naval boliviana con lo que parece allanado el camino hacia su suscripción definitiva. El segundo es un emprendimiento de la China Har­bour Engineering Company que quiere unir los puertos de Santos en Brasil e Ilo en Perú con un impresionante ferroca­rril que atravesará Bolivia.

Con ambos proyectos funcionando, el 95% del comercio de la pujante Boli­via saldrá al Pacífico por el Perú con el subsecuente beneficio económico y po­sicionamiento regional de nuestro país, además de la interconexión directa con Brasil.

EL FACTOR EVO

Si Evo Morales es el puntal de la re­cuperación económica boliviana, tam­bién es el principal obstáculo para la concreción de estos proyectos. Calificar de “lacayos del imperialismo” a los Pre­sidentes de la Alianza del Pacífico, entre ellos al peruano, no favorece el avance de las negociaciones. Ya en el pasado sus excesos verbales incomodaron a nues­tras autoridades políticas, por lo que, por paradójico que parezca, el éxito de la integración se supedita a que Morales se muestre respetuoso con países cuyos modelos económicos y de sociedad son diferentes al suyo.

La integración peruano-boliviana es un viejo anhelo que hoy cuenta con masa crítica suficiente para llevarse a cabo; por ello es impostergable realizar una utopía que traerá prosperidad y desarrollo a dos pueblos hermanados desde siempre.

Daniel Parodi Revoredo

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