SOBRE DOCTORES Y ACTORES

 Son notables las reacciones de los defensores de la gestión de Susana Villarán respecto de los discutidos contratos de la MLM con los actores cuya imagen sirvió a la campaña por el NO. También lo es constatar que “no se oye padre” tras conocerse que la MLM presenta a Villarán como doctora sin serlo . Tal como he señalado en mi cuenta de Facebook, lo que me molesta es la doble moral de quienes se autoproclaman moralizadores.

Al respecto, el periodista Augusto Thorndike acaba de defender con mucho acierto a Gustavo Palomino, el autor de la nota en El Comercio, al que se le han ido con todo por informar de estos contratos y cuestionarlos éticamente (porque no ha dicho que se trate de un ilícito). Ha señalado Thonrdike: ¿qué hubiesen dicho quienes ahora protestan si los implicados fuesen apristas o fujimoristas? Lo mismo pasó con la inundación de la obra en el Rímac o la arena de La Herradura. Si se hubiese tratado de la gestión del contrario, el grito de corruptos hubiese llegado hasta la cima del cerro San Cristobal, pero reitero, “no se oye padre”. Es decir “para mis amigos todo, para mis enemigos la ley”.

Creo que se impone, si queremos cambiar realmente nuestra sociedad, aceptar que vivimos inmersos en una cultura absolutamente informal y que dicha informalidad muchas veces traspasa los límites aceptables y de eso nadie se salva, se ha vuelto tan natural que nos envuelve sin querer. De hecho, violamos la ley cuando nos pasamos la luz roja sin darnos cuenta; le damos chamba a los amigos por ser amigos y nos parece normal.

Por eso, sí y solo sí aceptamos que el problema es de la sociedad y no pretendemos asumir el patrimonio de la moral, podremos combatir seriamente la corrupción. La razón: nos habremos dado cuenta de que, de algún modo, aquella es casi la manera como nuestra sociedad se relaciona con la ley, la que languidece, no es más que un referente sin importancia en buena parte de nuestra percepción cotidiana y no voy a ahondar en las raíces históricas de esta situación. 

Necesitamos otro ciudadano, el que obtendremos tras veinte años de reforma educativa constante y coherente. Nosotros sólo podemos iniciar el proceso y sólo comenzaremos cuando deseemos que nuestros hijos nos superen. Pero no llegaremos a verlo, moriremos pasándonos la luz roja. Que le sirva de lección a quienes no se han dado cuenta todavía.

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