Israel ha ganado la guerra pero ha perdido la paz

GANAR LA GUERRA Y PERDER LA PAZ

La gran paradoja de Israel en su largo conflicto con Palestina

Desde finales del siglo XIX, el pueblo judío siempre ganó en su intento de recolonizar la Tierra Santa de Moisés. Las victorias comenzaron con las primeras migraciones y compras de tierras en Palestina, cuando esta era una provincia del antiguo Imperio Turco Otomano. Estas se incrementaron en tiempos del protectorado británico entre 1920 y 1948. Con el auspicio inglés, los judíos crearon sus primeras instituciones gubernamentales en Jerusalen, las que promovieron más migraciones y más compras de tierras.

Paréntesis aparte es la 2da Guerra Mundial y el brutal holocausto nazi que trajo consigo el exterminio de millones de judíos en el genocidio humano más grande de la historia. Tampoco sería justo negar el antisemitismo que es previo a Hitler y a dicha conflagración. Las subjetividades de éste pueden ser muchas, pero lo cierto es que no debió ser nada fácil para el pueblo judío vivir por milenios de un lado a otro, sufriendo en cada lugar la xenofobia del local, actitud penosamente habitual hacia los forasteros.

 

Creación de Israel y guerras del 48 y 67 

Pero volviendo a la historia, Israel siguió ganando, es decir reconquistando la Tierra Santa, después de la Segunda Guerra Mundial, cuando cientos de miles de refugiados judíos volvieron a Canaán, resolviéndose así su situación en un contexto de justa solidaridad mundial, tras el horror del holocausto nazi. También ganó Israel al autofundarse en 1948, un año antes de cumplirse el plazo establecido por la resolución 181 de la ONU, destinada a crear dos Estados en la región (Judío y palestino) y que motivó la enérgica protesta de la Liga Árabe. Esta rechazaba la creación de un enclave político judío en medio del mundo islámico y menos si en dicho territorio debía fundarse, más bien, el Estado Palestino como consecuencia lógica de la renuncia británica a seguir controlando el protectorado del mismo nombre.

Ese mismo año, 1948, Israel también ganó militarmente. Lo hizo al derrotar a varias naciones árabes juntas que lo atacaron tan pronto como aquel se proclamó Estado independiente. La victoria del naciente y pequeño país llamó mucho la atención, pero lo cierto es que tanto la colonización promovida por el movimiento sionista, así como su gran organización, llevaban décadas implementándose. Al mismo tiempo, la alianza de Israel con las grandes potencias occidentales, primero Gran Bretaña y después Estados Unidos, ya lo habían empoderado militarmente. De hecho, esa guerra le permitió a Israel extender su territorio 23% más que lo establecido por la ONU.

En 1967 Israel volvió a ganar otra guerra, la “Guerra de los seis días”. Ante los amenazantes alardes del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, la fuerza aérea Israelí, en una impresionante demostración de efectividad, desató un ataque preventivo contra sus enemigos y pulverizó rápidamente el poder aéreo de Egipto, Irak, Jordanía y Siria juntos. El resultado fue la ocupación de los territorios palestinos que aún quedaban bajo administración de estados árabes (Gaza y Cisjordanía), la de los Altos del Golán y la península del Sinaí. De esta manera, Israel más que dobló en “seis días” su extensión territorial, mientras que Palestina, literalmente, “desapareció del mapa”.

 

 

Israel en 1967. “Tras la Guerra de los 6 días” Palestina desapareció del mapa

Arafat, Rabin y los acuerdos de Oslo 1993-1995

 

Tras ello, Israel intensificó la creación de nuevas colonias judías en Gaza y Cisjordanía. Al mismo tiempo, expulsó de la región a todos los palestinos que pudo, generando así cientos de miles de refugiados. Pero entonces los palestinos reaccionaron, y con el auspicio de la Liga Árabe, crearon la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que, a partir de 1969 pasó a ser conducida por el célebre Yasser Arafat.

Es difícil emitir un juicio sobre la OLP, la que comenzó como un grupo de abierta resistencia armada contra los judíos y recurrió a prácticas terroristas. Sin embargo, los palestinos tienen en la OLP a la organización que los llevó a su independencia o, al menos, al estatuto de semi-autonomía que le fue otorgado en los Acuerdos de Oslo de 1993, firmados por Yasser Arafat e Isaac Rabin, ambos premios nobel de la paz.

Debe mencionarse que la semi-liberación de las zonas palestinas ocupadas por Israel (Cisjordania y la Franja de Gaza) se logró luego de cinco años de iniciada la “Primera Intifada”(1988), reacción islámica radical que llamó a la agresión sistemática a los judíos a través de cualquier medio disponible. Por ello se le llamó “la guerra de las piedras” pues se dieron casos en que los resistentes palestinos atacaron soldados israelíes y hasta tanques apenas con objetos contundentes.

Pero tras décadas de muerte y sufrimiento mucha sangre había corrido bajo el puente, por lo que luego de suscritos los acuerdos de Oslo se manifestaron bandos radicales a cada lado de Arafat y de Rabin. A Al – Fatah, partido de Arafat, ya sistémico, se le alzó la oposición de los extremistas de Hamás, aun no dispuestos a reconocer ni la partición del territorio, ni al Estado de Israel. Hamás siguió resistiendo a través de constantes ataques terroristas.  Rabin, por su parte, fue asesinado en 1995 por un judío radical, opuesto al reconocimiento de un Estado Palestino. Desde entonces, la mayoría de gobiernos israelíes ha recaído en sus partidos de derecha (Likud y Kalima), asociados con sus halcones militares. Es el caso del actual Primer Ministro Benjamín Netanyahu.

Y la violencia continuó. Solo para mencionar algunos episodios, una segunda intifada se desató entre 2000 y 2005; estalló una guerra interna entre los palestinos moderados de Al –Fatah y los radicales de Hamás que duró de 2006 hasta 2011; la operación “Plomo fundido” de Israel contra Gaza, tan o más brutal que la actual, se aplicó entre los años 2008 y 2009 etc. Sin embargo, es preciso mencionar también que en 2005 el Primer Ministro de Israel Ariel Sharon concretó la retirada de las colonias israelíes emplazadas dentro de la Franja de Gaza para lo cual tuvo que enfrentar una durísima oposición en su país. A contracorriente del gesto, desde 2006 Gaza fue controlada por Hamás y toda su radicalidad, perdiéndose allí una ocasión inmejorable para enrumbar hacia la paz.


Dos grandes estadistas, Rabin y Arafat, acogidos por Clinton. Radicales de ambos lados impiden hasta hoy la paz que ellos buscaron

La guerra ganada y la paz perdida, a manera de conclusión

Analicemos la coyuntura actual. No es la triste muerte de tres jóvenes israelíes en manos de radicales palestinos lo que inicia esta nueva agresión de Israel contra Gaza. Más bien, el problema es que en abril de 2014 Al-Fatah y Hamás firmaron un acuerdo de paz. En este, Hamás aceptó la Presidencia de Mahmub Abás (Al-Fatah) para toda Palestina, la realización de elecciones en seis meses, convertir sus milicias en ejército palestino e inclusive la existencia del Estado de Israel. Dos meses después, el 2 de junio, ambas agrupaciones lograron concertar un Consejo de Ministros de 17 miembros; es decir, conformaron gobierno.

Por esa razón, la ofensiva de Israel contra Gaza, iniciada el 8 de julio, no puede sino interpretarse como una provocación a Hamás buscando su respuesta a través del lanzamiento de obuses, poco eficaces, pero suficientes como para manifestar su perfil terrorista y echar por tierra los esfuerzos del Presidente Abás por pacificar, democratizar y unificar Palestina.


Presidente Mahamud Abás y un frustrado esfuerzo de paz

Ciertamente, Hamás no es en absoluto confiable pero el acuerdo logrado por el Presidente Abás también expresaba el aislamiento y debilidad de este grupo extremista, que ya no recibe recursos ni del gobierno de Egipto, ni de los hermanos musulmanes, sus antiguas fuentes de abastecimiento. Por ello, el pacto logrado por Abás mostraba a Hamás contra las cuerdas y dispuesto a flexibilizar sus posiciones, coyuntura que pudo y debió explotarse al máximo.

Sin embargo, Israel ha liquidado esta senda de negociación con miles de víctimas civiles a cuestas. Acaso, la cuestión de fondo es que una Palestina unida y pacificada pondría sobre la mesa de la ONU una importante agenda pendiente que incluye el reintegro de territorios de Gaza y Cisjordania, aún en poder de Israel, y el retorno al hogar de los cientos de miles de palestinos refugiados en los países árabes vecinos y en el resto del mundo. Al contrario, el gobierno derechista de Israel ha preferido mantener el status quo entorpeciendo la unificación de Palestina e induciendo a Hamás a re-radicalizarse y retomar sus prácticas terroristas. De esta manera, se aleja varios años una posibilidad de alcanzar una paz que parecía cercana y se acerca la de nuevos respaldos a Hamás por parte del fundamentalismo islámico. ¿Israel no evaluó estos escenarios antes de iniciar la operación “Margen Protector”?

Como reflexión final queda decir que Israel tiene de su parte al poder militar y la influencia internacional para manipular a su antojo la situación de Palestina. En el Próximo y Medio Oriente, Israel puede obtener cualquier objetivo militar que se proponga. Lo que Israel no puede conquistar con las armas es la paz, derecho fundamental e inalienable para garantizar la calidad de vida de su propio pueblo y los que lo rodean.


Terroristas de Hamás y su constante agresión a Israel. Son obstáculo para la paz

En el fondo, Israel parece ignorar que está perdiendo. Su gran paradoja es que al ganar la guerra lo único que consigue es perder la paz.

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