“Al Indio que es como mi hermano”
A Ezio Parodi Marone, bachiche peruanísimo que detestaba el racismo
Corría julio de 1987 y al terminar el ciclo de cachimbos nos fuimos al Cusco con toda la patota de la Universidad a conocer, divertirnos y cometer uno y mil excesos juveniles. Fue así que nos encontrábamos en una chingana tomando cerveza cuando en eso los parroquianos del lugar nos comenzaron a increpar: que blanquitos, que limeñitos, que pituquitos etc. El tono de las voces se levantaba rápidamente, tanto como se enrarecía el ambiente.
Entonces no se me ocurrió nada mejor que pararme y ponerme a cantar y así empecé: “Ven acá mi compañera, ven oh mi dulce andarita…”; son los primeros versos del Canto a Luis Pardo, que me enseñara mi padre, tema que él cantaba como un himno con sus amigos en su cumpleaños, a vivas y aguardientosas voces, en el cenit de la jarana, a las 4 de la mañana; eran las voces que me levantaban de la cama cuando tenía 5,6,7,8 años. Era la canción que tanto me impresionaba por su final: “Si han de matarme en buena hora, pero mátenme de frente…”. ¿Por qué van a matar a ese hombre, papá?
Y yo seguía cantando parado frente a mis amigos en la chingana del Cusco hasta que llegó la parte más social del Canto a Luis Pardo y entonces volteé hacia los cusqueños que hace minutos nos agredían: “por eso yo quiero al niño, amo y respeto al anciano, al indio que es como mi hermano, le doy todo mi cariño, no tengo el alma de armiño cuando veo que se explota, toda mi cólera brota y la impotencia me indigna, cual una araña maligna que hoy aplasto con mi bota…”.
Mientras cantaba el silencio era absoluto y máxima la tensión, se trataba de un desafío, todos pendientes de lo que cantaba y del mensaje que quería trasmitir. Al terminar se produjo un estallido de júbilo de todos los parroquianos, acabamos abrazados, las mesas se confundieron, los cusqueños nos cantaban “La flor de la canela”, como queriendo complacernos de esa manera. Sin duda, uno de los momentos más emocionantes de mi vida.
He querido contarles esta anécdota por el debate sobre el racismo que ha desatado “La Paisana Jacinta”. No voy a tomar posición sobre el programa pero sí quiero señalar que el racismo no se combate solamente teniendo una posición crítica frente a él, sino enfrentándolo y enfrentarlo supone romper el hielo, poner la otra mejilla, ser sencillo, tener gestos. Los gestos, cuánto creo en ellos, somos un pueblo sencillo, lindo, que espera gestos y buena voluntad, algunas veces se trata simplemente de eso.
Hace unos años, el Estado le pidió perdón a los afrodescendientes debido a la esclavitud y se inauguró un magnífico museo dedicado a su aporte en la construcción de la peruanidad, lo que me pareció una excelente iniciativa pero ¿y el mundo andino? ¿cuándo le hemos pedido perdón por el racismo, por el gamonalismo, por las levas forzadas, por la contribución indígena, por tanto abuso y despojo? ¿Cuándo, como Estado y como nación, le hemos dado su lugar, le hemos dicho eres el origen y tronco fundamental de la peruanidad? ¿Cuándo hemos tomado seriamente el quechua y aplicado políticas análogas a las del catalán en Barcelona o el vasco en Euskadi? Y la lista sigue y sigue. Inclusión es igualdad de oportunidades, qué duda cabe, pero también atañe la dimensión subjetiva de lo gestual y lo emotivo, que es tan o más esencial que las banderas políticas que se levantan en su nombre.
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21 abril, 2014 at 8:26 pm
Es una herencia terrible. Los españoles odiaron al indio y lo consideraron en el último nivel de las preferencias, uno después del negro esclavo y todavía sobreviven nefastos resabios de ese coloniaje.
Con "La paisana Jacinta" olvidamos a otro burlón del Peruano de los Andes. Tulio Loza uno de los cholos acriollados de nuestra historia tuvo como protagonista de sus comedias de mal gusto al indio y se burló de él. Teresita Arce, antes que Tulio Loza y que otros, tuvo su personaje burlón en "La Chola Purificación Chauca" y en "Loquibambia" de Radio La Crónica uno de los personajes centrales fue "Pachitea" que hizo imitaciones burlonas del Peuano de los Andes.
Hay que acabar con este lastre.
22 abril, 2014 at 9:44 pm
¿Se tiene que protestar para detener la escalada racista? No se puede llamar libertad de expresión a la burla contra los peruanos. Es como si nos burláramos de aquellos que dejaron sus vidas en los campos de batalla. Por ello se tiene que retirar la licencia al ese canal porque para eso existe el Estado Peruano; para que ponga orden.
8 mayo, 2014 at 2:32 am
Los limites entre el respeto y la libertad de expresión Cuando estaba en el colegio, un profesor nos dijo " si quieren reírse, solo tienen que sentarse en un micro y escuchar al malandro del cobrador hablar"mientras él hacia sus respectivas imitaciones. En ese momento, mi inexperiencia hizo que me echara un par de carcajadas. Pero luego me puse a pensar ¿ porqué "ese extraño sujeto" que lo veo todos los días camino a la universidad será así? ¿Tuvo una buena educación?¿El Estado se preocupo por él o por su familia?¿Tuvo oportunidades? ¿Es un ciudadano?¿Come bien?¿Se baña?. Esta vez ya no me resulto tan graciosa la situación de aquel entonces. ¿porque nos tenemos que burlar de la situación de nuestro hermano?¿Porque nos "choleamos" entre nosotros? Miles de personas como él viven esa realidad. No todos gozamos de las garantías del Estado. Son el fruto de gente sesgada por el Poder con poca experiencia para gobernar el país. Ahora el historiador tiene una misión, él tiene que enseñarle a las nuevas generaciones de lo que fuimos, de lo que somos y de lo que podemos ser. Tiene que olvidarse de lo complicados libros y las formas, y comenzar a transmitir todos sus conocimientos de forma fresca para convertir a las nuevas generaciones en personas inquisitivas. Los historiadores son como los parteros que tienen que dar esa palmadita sencilla, pero eficaz para darle dirección al país. Ahora quiero terminar diciendo lo siguiente, si Italia tiene la forma de una bota, el Perú tiene la forma del ejercito de Tupac Amaru.