La Haya: el éxito de una política de Estado
Ha terminado la fase oral del litigio con Chile en La Haya y con él ha concluido exitosamente todo lo que le tocaba hacer al Estado, gobierno y equipo peruanos que llevaron adelante nuestro caso. Si hablo de éxito no es porque anticipe un fallo favorable sino porque el Perú, a lo largo de doce años, ha sabido darle continuidad a una misma política a través de tres gobiernos diferentes y ello explica que hayamos mostrado, en Holanda, la imagen de un Estado constituido.

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Roncagliolo y Wagner: se mantuvo una política en el tiempo

Ciertamente, la política que refiero puede retrotraerse a finales de la década fujimorista donde logramos cerrar nuestras fronteras terrestres con Chile y Ecuador. Con este último país, además, se ha potenciado un insospechado nivel de integración bilateral manifiesto en los frecuentes encuentros entre sus máximas autoridades, en una serie de convenios para beneficio recíproco y en la cuadruplicación de su flujo comercial.

Para el caso que nos ocupa, el gobierno de Alejandro Toledo, bajo el premierato de Manuel Rodríguez Cuadros, le dio forma a la causa peruana y a los argumentos con los que debíamos defendernos de la inequitativa pretensión chilena del paralelo como límite marítimo, la que visibilizó en 2000 cuando inscribió su línea de bases en la ONU. Ya para 2005, fue el Perú quien presentó a la ONU su propia línea de bases de la frontera marítima. En ella, establecimos nuestra tesis de la línea equidistante que reparte en partes iguales –equidad- la zona de solapamiento en la proyección de las 200 millas náuticas del Perú y Chile.

En el siguiente gobierno, el de Alan García, también se destacan aciertos remarcables como la presentación formal de nuestro caso a la Corte Internacional de Justicia – en medio de un absoluto consenso nacional – en el año 2008. Con tanta o más importancia, en 2011 se firmó el tratado de límites marítimos con Ecuador, lo que le quitó el poco piso que tenía a la tesis chilena que sostiene que la Declaración de Santiago de 1952 establece las fronteras marinas entre Chile, Perú y Ecuador.

Pero lo realmente destacable de la firma del Tratado con Ecuador de 2011, y de su valorable abstencionismo en nuestro litigio en la CIJ, es que hemos dado un paso fundamental para modificar la vieja geopolítica sudamericana del 2 contra 1; ya sea Ecuador y Chile contra Perú; Bolivia y Perú contra Chile, Chile y Bolivia contra Perú etc. Durante el siglo XIX y buena parte del XX copiamos a los europeos en sus políticas de alianzas de unos contra otros pero ya es tiempo de alcanzar al mundo en tiempos en que éste se ha constituido en grandes bloques como China, Sudeste Asiático, Europa, y América del Norte.

Es por ello que un éxito del actual gobierno de Ollanta Humala ha sido acercar al Perú y Chile en el periodo inmediatamente previo a la fase oral, por lo que se ha obtenido impensadas declaraciones integracionistas por parte de sus presidentes incluso mientras ésta se desarrollaba. Es esperable, en esta línea de razonamiento, que el final de las fricciones entre ambos Estados favorezca la consolidación de foros regionales mayores como UNASUR. De todo lo dicho, me quedo con lo que aún no dije: la presencia de Allan Wagner, José Antonio García Belaúnde y Manuel Rodríguez Cuadros en el actual equipo del Canciller Rafael Roncagliolo constituye la imagen más potente de una política de Estado implementada a lo largo de 12 años y nos muestra lo que puede lograrse cuando se mantiene derroteros en el tiempo, más allá de los cambios de gobierno.

Ciertamente aun quedan obstáculos por sortear. Al frente tenemos el mismísimo camino hacia el fallo y la difícil senda de su ejecución. Por eso es imprescindible lanzar una potente política binacional que promocione sus aspectos culturales, sociales, fronterizos, ecológicos etc. y que incluya gestos amistosos para mitigar posibles tensiones ante el fallo. Yo discrepo con algunos representantes de gremios empresariales que se limitan a señalar que el litigio en La Haya no afecta los negocios. No se trata de eso, se trata más bien de obtener su concurso, tanto como el de los gobiernos involucrados y de la cooperación internacional para ir dándole forma a la relación peruano-chilena del futuro, la que coadyuve a tender, al interior de la región, los puentes que nos permitan proyectarnos en el competitivo mundo del siglo XXI.

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