El Perú como potencia regional


Con motivo de unas charlas sobre el litigio contra Chile en La Haya, tuve la grata ocasión de acompañar al Canciller Rafael Roncagliolo a la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana, en Iquitos, donde además recibió merecidamente el grado de Doctor Honoris Causa de dicha casa de estudios.

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Roncagliolo proyecta el liderazgo regional peruano

En su alocución, Rafael Roncagliolo expresó su posición y expectativas ante el desarrollo del contencioso peruano-chileno, resaltando que el Perú tiene buenas opciones de triunfo, pero advirtiendo que no debe esperarse una sentencia maximalista. En otras palabras, le recordó al auditorio que la corte holandesa suele dictar sentencias más bien complejas y que lo más probable es que el Perú obtenga parte -más no todo- de lo que le reclama a Chile.

Sin embargo, Roncagliolo ve en el fallo de la Haya una ventana de oportunidad para proyectarse hacia utopías mayores y potenciar la influencia regional del Perú. Al respecto, señaló que la vocación internacional de los gobiernos peruanos a principios del siglo XX se limitó al papel de socio menor de grandes potencias como Inglaterra y Estados Unidos. Sostuvo que sólo desde la segunda mitad de la centuria pasada, con la influencia de embajadores de la talla de Víctor Andrés Belaúnde y Raúl Porras Barrenechea –entre otros- el Perú se pensó a sí mismo como capaz de desempeñar un rol más protagonista en la región y en el mundo.

En esa línea, y pasando a los tiempos presentes, sostuvo el Canciller que el Perú debe fortalecer los foros multilaterales como UNASUR y la Alianza del Pacífico. Destacó también, que la homogénea política internacional de nuestros últimos gobiernos, puede significar el inicio de un protagonismo peruano en el siglo XXI.

Sin embargo, estas metas están subordinadas al desarrollo económico del país por lo que el ejercicio de reflexión del Canciller debe trasladarse a nuestro frente interno en el cual los conflictos sociales y una pobre vocación industrial representan obstáculos que, en su hora, pueden detener o retrasar nuestro recorrido. Respecto de lo último, preocupa la pobre inversión del Estado en ciencia y tecnología, cuyas consecuencias son más complejas de lo que se piensa: un industrial peruano no puede competir con uno chino porque ambos utilizan la misma máquina pero esta se fabrica en China, lo cual baja sensiblemente los costes del industrial chino, pero eleva los del peruano.

Desde Bolívar hasta Haya de la Torre, la unión latinoamericana ha sido una anhelada utopía regional. Hoy ya no se trata de formar una sola entidad política, mas sí de fortalecer un bloque económico sólido que potencie nuestros mercados internos y concurra al mundo mejor posicionado. Para lograrlo es preciso emprender la carrera tecnológica. Exportar cobre, espárragos y pisco alcanza para despegar, pero no para mantenernos en la hoja de ruta trazada en la bitácora del Canciller. Sólo un Consejo de Ministros que reflexione al Perú en todas sus áreas podrá dirigirnos hacia el protagonismo que alcanzan los países cuyos líderes ambicionan destinos de grandeza.

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