LA JUGADA DE ECUADOR
Daniel Parodi Revoredo
La lección que nos deja el reciente encuentro entre los cancilleres chileno y ecuatoriano en Santiago, que tuvo como resultado la firma de un acta en la que ambos sostienen que los tratados de 1952 y 1954 son limítrofes, es que la cuestión de la Haya no involucra a dos países sino a cuatro: a Perú y Chile de manera directa, y a Ecuador y Bolivia de manera indirecta.

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Hiló fino

Hasta el momento Ecuador es el país que más ha ganado con el litigio que ventila la corte internacional de justicia debido a que los tratados de 1952 y 1954 no son bilaterales, sino trilaterales: los suscribieron Perú, Chile y Ecuador. El vecino del norte es una indeseada pero inevitable retaguardia en este asunto; por ello Rafael Correa pudo amenazarnos abiertamente con intervenir en la Haya si nos negábamos a delimitar la frontera marítima norte y así obtener nuestro aval a la carta náutica ecuatoriana el 2 de mayo de 2011. Entonces Ecuador cerró su frontera marítima y el Perú logró que, en Holanda, el contencioso permanezca como una cuestión exclusiva entre chilenos y peruanos.

La pregunta que queda en el aire es por qué súbitamente Ecuador apoya la tesis chilena sobre los convenios de 1952 y 1954 si ya había logrado sus objetivos fronterizos y si tanto parecen haber mejorado sus relaciones bilaterales con el Perú luego de la suscripción de la Paz de Itamaraty. Por desgracia, la respuesta se conecta con la geopolítica de la región y demuestra que lo avanzado no ha deshecho la tradicional alianza chileno-ecuatoriano gestada en tiempos en los que nuestro país mantenía diferendos limítrofes con ambos estados, lo que explica el interés mutuo y recíproco de éstos en contra nuestra.

Al respecto, no faltarán voces que señalen que el Perú no ha agotado todos los esfuerzos para consolidar su relación con Ecuador pero los consejos de ministros binacionales, las fructíferas políticas fronterizas y el desarrollo de la actividad comercial abonan la posición contraria. Más bien, debe ponderarse, desde una lógica geopolítica regional, que el acercamiento de Ecuador al Perú ha complicado la relación de aquel con Chile, por lo que el acta recién suscrita persigue reanimar la relación Quito – Santiago. Ecuador no participa directamente de la Haya pero apoya moralmente a Chile, esa es la posición que acaban de asumir Rafael Correa y Ricardo Patiño. Difícilmente hubiese podido ser otra debido a la historia que existe detrás.

Es complicado saber cuánto repercutirán los contenidos del acta en cuestión en los jueces de La Haya, pero evidentemente será muchísimo menos que una participación ecuatoriana como parte interesada en el litigio. Más bien, el gesto ecuatoriano oxigena un tanto la relación entre las autoridades de Chile, sus medios de comunicación y su opinión pública, y a nosotros nos vuelve a la realidad de una geopolítica regional compleja. Por ello mismo, este hecho debe motivarnos a un delicado trabajo con Bolivia de aquí en adelante, porque posiblemente los siguientes movimientos chilenos se dirijan en esa dirección.

Finalmente, no debemos olvidar que la posición peruana está sólidamente asentada en el argumento de que los tratados de 1952 y 1954 no son limítrofes y en la notable inequidad chilena de hacer del paralelo la frontera marítima entre el Perú y Chile. Yo no estoy convencido de que Chile vaya a patear el tablero de La Haya, pero en tanto que escenario posible debemos ponderar este acercamiento chileno-ecuatoriano como una más de muchas provocaciones por venir y en las que no debemos caer. Sólo con la sentencia entre manos tendremos un instrumento de la justicia internacional para hacer respetar nuestra soberanía, hasta entonces debemos mantener la unidad nacional alrededor de Cancillería y evitar que estos episodios nos dividan internamente y debiliten nuestra posición.

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