Ecuador no influye en La Haya

Historiador Daniel Parodi Revoredo
En marzo del año pasado, Ecuador presentó la carta náutica conteniendo sus límites marítimos a la ONU y, paso seguido, instó al Perú a fijar conjuntamente la frontera marítima bilateral, bajo amenaza de intervenir en nuestro diferendo con Chile en La Haya en caso de negarnos. Aunque entonces las formas diplomáticas ecuatorianas carecieron de cualquier sutileza, el Perú se allanó a su solicitud y en mayo del mismo año se fijaron los límites referidos.

Como era esperable, la parte chilena buscó sacar provecho de la coyuntura, toda vez que el paralelo geográfico fija la frontera marítima entre Perú y Ecuador, y Chile pretende lo mismo en su litigio con nosotros. Lamentablemente para sus intereses, lo que dice el tratado de Santiago sobre Zona Marítima de 1952 es, textualmente, lo siguiente:

IV) En el caso de territorio insular, la zona de 200 millas marinas se aplicará en todo el contorno de la isla o grupo de islas. Si una isla o grupo de islas pertenecientes a uno de los países declarantes estuviere a menos de 200 millas marinas de la zona marítima general que corresponde a otro de ellos, la zona marítima de esta isla o grupo de islas quedará limitada por el paralelo del punto en que llega al mar la frontera terrestre de los Estados respectivos.

En otras palabras, el tratado de 1952 sostiene que el paralelo funge de frontera marítima cuando hay islas de por medio. Ese es el caso peruano-ecuatoriano, pero no es el caso peruano-chileno y por ello mismo es el tribunal de La Haya el que va a resolver nuestros límites marítimos con Chile. Hay que añadir, además, que ni el tratado de 1952, ni el de 1954 son tratados de límites y que el tribunal de la Haya suele rechazar lo que podríamos llamar “tratados implícitos”. En otras palabras, si los tratados de 1952 y 1954 no son de límites, la corte de la Haya no tiene por qué tomarlos como tales.

Por todo lo expuesto, no creo que la suscripción ecuatoriana de CONVEMAR afecte de algún modo la posición peruana ante la Haya, al menos, no más de lo que pudo afectarla la delimitación del límite marítimo peruano-ecuatoriano en mayo del año pasado. En aquel entonces, fueron las mismas autoridades del vecino país norteño las que declararon, con meridiana claridad, que los acuerdos suscritos con nosotros no suponen su intervención, ni directa, ni indirecta, en el litigio peruano-chileno que ventila la Corte Internacional de Justicia.

Para concluir, reitero que suscribo a los diplomáticos y políticos peruanos que están poniendo paños fríos en este tema, que va a tener diversas puestas en escena y tensiones hasta el anuncio del fallo. Más bien, hay que prepararse para acatar la sentencia que fuere y procurar aprovecharla para promover la reconciliación con el pasado y para descontaminar la relación binacional.

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