Partidos Políticos I
Bases para la discusión

Daniel Parodi Revoredo

Soy de los que piensa que la ausencia de partidos políticos es un mal endémico en el Perú, cuyas consecuencias son bastante más graves de lo que podría hacernos creer el universo informal de redes clientelares que los reemplaza. Creo también que el actual despegue económico del país requiere el acicate de una clase política tecnificada y profesional, capaz de diseñar proyectos de desarrollo de gran envergadura y con la sensibilidad suficiente como para sumergirse en las honduras de nuestra compleja realidad sociocultural. Sólo así podrán establecerse con acierto la política estatal y sus prioridades, dirigiéndolas hacia la utopía de una sociedad más justa e igualitaria. Es por esa razón que dedicaré mis siguientes notas al análisis de la problemática de la partidocracia peruana desde una lógica histórica, la que espero nos permita visualizar el problema en su larga duración.

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Los partidos políticos deben fortalecerse

En su artículo “El Legado Castillista” (1996), la historiadora Carmen Mc Evoy sostiene que la “bonanza guanera permitió aceitar un complejo sistema de dones y contradones que establecía una alianza simbiótica y mutuamente favorable entre los poderes locales y el poder central”. Dentro de esa particular característica, los abundantes recursos de la venta del guano a Europa le permitieron a Ramón Castilla favorecer –en una corrupta y acaso equitativa repartición de la riqueza- a la plutocracia limeña, los agroexportadores de la costa norte, los gamonales serranos y los empleados públicos civiles y militares. Todos ellos pasaron a conformar, a mediados del siglo XIX, las grandes y relativamente bien organizadas clientelas políticas del “caudillo abolicionista”. Esta fue el acta fundacional de la praxis política peruana, la que en esencia, se mantiene vigente hasta el día de hoy.

Por otro lado, la opinión de Víctor Andrés Belaúnde acerca de los partidos políticos de los tiempos de la República Aristocrática (1895-1919) nos ofrece una definición muy similar a nuestra realidad contemporánea. Para Belaúnde “nuestros partidos son…sustantivos abstractos, agrupaciones personales, inconsistentes y efímeras”. De opinión crítica es también el historiador Peter Klaren (2005) quien sostiene que “la fuerza impulsora del sistema político aristocrático era la inclinación a ejercer el botín estatal para satisfacer intereses personales, familiares o del clan”, en suma, una cadena de compadres.

Nuestra perogrullesca política nacional y la evidente repetición de las malas prácticas que hemos descrito en los ejemplos del castillismo y la República Aristocrática grafican una crisis institucional endémica y profundamente enraizada. ¿Pero es un sistema de partidos políticos formal (partido de derecha + partido de centro + partido de izquierda) el horizonte a alcanzar? ¿O es el Perú un país cuya praxis política se corresponde con su especificidad socio-cultural, la que se expresa en la diseminación de redes electorales caudillistas que conviven y alternan con los frentes regionales?

Las próximas semanas analizaré, caso por caso, la trayectoria de Izquierda Unida, el APRA y AP-PPC desde 1980 hasta la fecha y ofreceré algunas reflexiones sobre lo que es la política peruana, sobre lo que pienso debería ser y sobre lo que es preciso para institucionalizarla.

Mi Twitter: @daupare

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