Estimados amigos:

Adjunto nota de analista Cristian Leyton sobre la geopolítica sudamericana aparecida en La Tercera de Chile el 2 de febrero. Debajo coloco mi respuesta aparecida hoy en Diario 16.

Cordialmente

Daniel Parodi Revoredo

Chile, Perú y Bolivia: Arco de la Integración versus Polo del Conflicto

Cristian Leyton Salas

Desde el fin del orden sudamericano que se redibujó luego del termino de la Guerra del Pacífico, pero que más tarde se cristalizó en otro, dictado y moldeado, esta vez, en Moscú y Washington, y que, finalmente, se transformó en un orden marcado por la difusión de la potencia y la fragmentación de las amenazas a comienzos de los 90 del siglo recién pasado, hoy Chile se enfrenta a una nueva distribución del poder en su propio espacio geopolítico. Un nuevo “orden geopolítico” ha tomado forma y se cristaliza.


Las hipótesis de paz deben convertirse en derrotero común

Observamos el surgimiento de dos entidades geopolíticas distintas en su interacción con Chile. La primera de ellas es un espacio de plena cooperación, coordinación y complementarizacion política, social, económica y militar. Es lo que podemos denominar el “Arco de Integración” conformado por Ecuador y Colombia al norte, Brasil al noreste y Paraguay, Uruguay y Argentina al Este. Chile mantiene no solo excelentes relaciones con todos y cada uno de ellos, sino que existen canales de comunicación diplomáticos, políticos y militares expeditos y transparentes en donde la cooperación en temas de seguridad y defensa responde a amenazas claramente comunes. Con este “Arco”, no existen hipótesis de crisis vigentes que pudieren transformarse, en el corto y mediano plazo, en “hipótesis de conflicto”. Un caso particularmente relevante es el núcleo Ecuador-Colombia, países con los que Chile posee una unificidad de intereses estratégicos y que deberían incrementarse. Este “Arco de Integración” debería constituirse en la prioridad para la tanto para la Cancillería chilena como para la diplomacia militar. La necesidad de impulsar, desde Santiago, propositivamente proyectos de cooperación bilaterales con países del Arco debería ser una prioridad, aislando, de esta manera, lo que denominaremos a la otra “entidad geopolítica” con la cual Chile debe lidiar, el “Polo de conflicto andino”.

El “polo conflictivo” compuesto por Perú y Bolivia debe ser comprendido como una “entidad” que posee una naturaleza geopolítica propia, única, que será permanente en el tiempo y con la cual deberemos lidiar por años a venir: el conflicto permanente con Chile es un asunto de Estado, una política de Estado en estos dos países andinos. A diferencia de Argentina, país con el cual manteníamos problemáticas de seguridad y percepciones de amenaza negativas y divergentes, la naturaleza de la falta de confianza mutua radicaba en las relaciones especiales que Chile mantenía con Brasil (potencia antagonica a la trasandina) y las intenciones hegemónicas de Buenos Aires, hoy, ambas posturas han cambiado de manera estructural. Con Perú, Chile no solo mantiene hipótesis de conflicto potenciales, sino que no poseemos con Lima amenazas comunes. Las pretensiones territoriales peruanas no son más que el reflejo de un problema mayor con dicha capital, la existencia de un trauma psicopolitico de parte de su clase dirigente y de parte importante de su población, sin dejar de lado la alimentación política que esta misma clase hace de la “imagen Chile”. Un nacionalismo negativo asociado a un trauma irresuelto de pérdidas territoriales y de una competencia geopolítica por dominación del Pacífico Sur. El Perú, forma parte de este “Polo geopolítico de conflicto” por cuanto las únicas medidas de confianza mutua vigentes son las que otorgan las señales emitidas por posturas y capacidades disuasivas. Ambas FF.AA se temen mutuamente. Bolivia, también forma parte de este “Polo” por cuanto, al igual que su vecino peruano, están sometidos a un trauma psicopolitico que les impide ahondar en posturas de cooperación transparente y de integración de principios políticos generales con Chile.

Bolivia, al igual que Perú, mantienen una postura revisionista y revanchista de un conflicto terminado hace mas de cien años, pero cuyos réditos políticos se hacen sentir hasta hoy día mismo. Ambos actores conforman un polo o núcleo geopolítico de conflicto que debe ser administrado de manera diferente -y que de hecho lo es.

Este nuevo mapa geopolítico que se le presenta a Chile clarifica los espacios de integración y los de conflicto, estableciendo que el país necesita una Cancillería constructiva, propositiva y capaz de no solo proyectar escenarios sino que de crearlos. La asociación de países del UNASUR al modelo de metodología común del gasto en Defensa implementado por Chile y Argentina constituye un acierto para Chile y su política exterior y su diplomacia militar.

http://blog.latercera.com/blog/cleyton/entry/chile_per%C3%BA_y_bolivia_arco

Ménage à trois

Daniel Parodi Revoredo

En su artículo Chile, Perú y Bolivia: Arco de la Integración versus Polo del Conflicto Andino, el analista chileno Christian Leyton sostiene que, en Sudamérica, Chile debe desenvolverse en dos frentes. El primero lo conforman Ecuador, Colombia y Argentina y en él tienen que potenciarse las relaciones comerciales y políticas. El segundo lo integran Perú y Bolivia, estados cuya geopolítica se funda en un anti-chilenismo permanente, frente al cual sólo la disuasión militar es inteligible.

Las afirmaciones de Leyton se sustraen de la amalgama entre fundamentos geopolíticos decimonónicos, la historia oficial chilena y una opinión pública sensibilizada por el litigio en la Haya. Cuando Leyton refiere la hostilidad de los países andinos, recicla el argumento de que la Guerra del 79 enfrentó una nación civilizada –Chile- contra dos conspiradoras –Perú y Bolivia-, cuya conducta agresiva era el reflejo de la naturaleza racial de sus habitantes.

La cuestión del trauma psico-político y el nacionalismo negativo peruanos es más compleja. Como señala Tzvetan Todorov, todos los nacionalismos tienen un elemento interior y otro exterior. El interior remite a las tradiciones culturales que configuran la identidad nacional; mientras que el exterior define al país propio en oposición a otros países.

Es por ello que el tema que nos ocupa dista de ser una cuestión exclusivamente peruano-boliviana. También Chile sustenta su nacionalismo en la supuesta superioridad frente a sus vecinos andinos, lo que explica lo difícil que le resulta aceptar alguna razón en ellos. Este es el caso de las cicatrices dejadas por la Guerra del 79, las que, para Chile, son una cuestión que no le compete.

Esta posición revela la aversión chilena a involucrarse en un proceso de la reconciliación internacional con el Perú, el que supondría reconocer la agresión infligida a sociedades que considera subyacentes. Reconciliarse implicaría para Chile revisar el nervio central de su discurso histórico, el que justifica y celebra la empresa militar acometida hace 130 años. Sin embargo, son las políticas de reconciliación, y no las del olvido, las que acercan a los colectivos que en el pasado experimentaron el trauma de un enfrentamiento militar, tal y como lo demuestra el caso franco-alemán.

Esta nota de respuesta a Christian Leyton no pretende negar la complejidad de los sentimientos anti-chilenos que experimentan algunos sectores de las sociedades peruana y boliviana; más bien, propone que Chile es parte del problema. Mucha subjetividad nos impide vernos como somos a chilenos, bolivianos y peruanos. Es deseable que la lógica geopolítica del siglo XIX ceda el paso a otras donde las hipótesis de paz se conviertan en derrotero común.

Publicado hoy en Diario 16

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