Daniel Parodi Revoredo
“La historia es un dato de la realidad. No se puede decir no existe, miremos para adelante. Eso no quiere decir que el Perú vaya a revisar los tratados o algo por el estilo, pero sí que es bueno superar las cicatrices históricas que no pueden negarse”
Rafael Roncagliolo
Humala y Piñera
Valérie Rosoux es una especialista francesa en procesos de reconciliación entre países que en su pasado se enfrentaron en una guerra, o entre sociedades divididas por un acontecimiento traumático como el genocidio, la deportación masiva o la ocupación militar. Rosoux ha identificado tres actitudes que adoptan los estados y sus colectividades frente a estos eventos.
La primera es la victimización. Esta genera un exceso de recuerdos vivos, los que llenan el espacio del presente hasta confundirse con él. En estos casos, la rememoración del pasado supone sufrirlo y experimentarlo de nuevo, lo cual impide trazarse metas y proyectarse hacia el futuro. La segunda es el negacionismo. Aquí los perpetradores prefieren olvidar el daño infligido a otras colectividades, mientras que las víctimas optan por no hablar de su sufrimiento para no revivirlo. En el tercer caso, que es el que nos interesa, los estados y colectividades que comparten un evento doloroso deciden emprender juntos un trabajo de la memoria, bajo la premisa de que su recuperación supondrá la reconciliación entre las partes.
Es por ello que en esta columna valoramos las primeras declaraciones realizadas por el Canciller Rafael Roncagliolo acerca de la cuestión peruano-chilena. En efecto, no solo la historia es un dato de la realidad, sino que, además, el pasado es una dimensión temporal que no está separada del presente. Ambos están conectados y en ocasiones se confunden, se amalgaman, y por ello es fundamental escuchar sus ecos, más aún cuando emiten lamentaciones de conflictos no resueltos.
También apreciamos su afirmación de que es bueno superar cicatrices históricas que no pueden negarse, pues, desde Chile, la posición dominante sigue refutando la agresión infligida al Perú y Bolivia. Aunque existen ya algunas revisiones en su historiografía, la posición dominante y oficial sigue siendo que Chile aplicó contra los países aliados una guerra justa en sus razones y limpia en su desarrollo. En Chile, además, la tendencia es apreciar la Guerra del 79 como cosa pasada que no amerita su revisión, lo cual impide su auténtica superación.
La posición peruana también muestra flaquezas que se manifiestan más en la colectividad que en el Estado. No es casualidad que en las celebraciones por el éxito reciente de nuestra selección de fútbol, muchas de las consignas coreadas por los hinchas hayan expresado insultos y desafíos contra Chile, a pesar de que con dicho país sólo nos topamos muy al principio de la Copa América. Tampoco lo es la grosera publicidad de la Sociedad de Minería que apela al revanchismo anti-chileno para defender sus ingentes ganancias. Estos ejemplos son expresión del imaginario que discurre en nuestra sociedad acerca del país vecino, y es menester investigarlo a fondo y diagnosticarlo si lo que se busca es una relación más armoniosa con aquel.
En suma, creemos que el Canciller ha identificado la ineludible dimensión subjetiva de la relación con Chile. Sin embargo, la tiene difícil pues cercano está el fallo de la Haya en donde tan o más importante que el resultado es su manejo político. Sobre el particular, es deseable que los dignatarios de ambos estados –en un acto conjunto y de alto simbolismo- se comprometan a acatarlo y anuncien el inmediato emprendimiento de un proceso de la amistad y de la reconciliación, como lo han hecho tantos estados europeos a raíz de los daños de la Segunda Guerra Mundial, y otros genocidios anteriores y posteriores.
Publicado en La República el 30/7/11. Véase
http://www.larepublica.pe/30-07-2011/las-venideras-relaciones-con-chile
4 agosto, 2011 at 11:21 am
Señor Daniel Parodi Revoredo.
No solo la Guerra del Pacífico es observada en Chile como un hecho del pasado, sino que también lo son la Guerra contra la Confederación y la Guerra contra España. Incluso el conflicto con Argentina derivado de su desacato a la sentencia arbitral que reconoció el dominio de Chile sobre las islas del Beagle, 1977, es considerado un hecho pasado, a pesar de que Argentina envió su flota para invadir las islas e inició operaciones militares; incluso a pesar de que en plena Mediación Papal, emitido el veredicto de Juan Pablo II, Galtieri el 2 de abril de 1982 desde el balcón de la Casa Rosada señalara que lo de Malvinas era la 1° fase de la reivindicación de los irredentos territorios australes, en referencia al Beagle, y de que el pueblo reunido le diera expresamente su apoyo, “tero tero tero primero los ingleses y luego los chilenos” se les escucho vociferar, y de que el general Balza reconociera que después de Malvinas se lanzarían sobre el Beagle, a pesar de todo ello, se han colocado los intereses comunes por sobre el pasado, y vamos en un segundo tratado de integración, existe homologación de la medición del gasto en defensa, fuerzas conjuntas, corredores bioceánicos, ect.
Por el vocablo agresión, el diccionario de la RAE entiende “3. f. Der. Ataque armado de una nación contra otra, sin declaración previa.”, dado que la propia Bolivia declaró la guerra a Chile en marzo de 1879, y Chile lo hizo en abril de 1879, el uso de dicho vocablo no se aviene con la definición.
Atentamente.
4 agosto, 2011 at 4:05 pm
Amigo Contardo, que puedo decirle, si ve Ud. la versión de este artículo en el Diario La República notará que compatriotas suyos han coincidido con mi posición, incluso más que los míos que en algunas casos me tildan de aséptico o de neutral. Lamento que ni siquiera uno de mis textos más conciliadores haya podido acercar nuestras posiciones.
Ate.
Daniel Parodi Revoredo
4 agosto, 2011 at 7:55 pm
Señor Daniel Parodi Revoredo.
El post que le envié, y que Usted contesta, tenía por finalidad exponerle a Usted, dado el comentario que realizó sobre la visión chilena de la Guerra del Pacífico, que no solo sobre ese hecho tenemos la percepción de que es “cosa pasada”, sino que lo tenemos también respecto de otros conflictos previos o posteriores a ella, incluidos aquellos que nos ocasionaron pérdidas.
Sobre los 5 comentarios enviados al diario La República, yo diría que solo el 1° discrepa de Usted, claro que sin fundamentar la discrepancia, limitándose a la crítica personal, lo que es deplorable.
Atentamente.
PD: En el día de mañana contestaré el comentario que me envió a su artículo sobre el armamentismo.
4 agosto, 2011 at 8:30 pm
Señor Contardo:
Muchos países han resuelto sus "heridas del pasado" con trabajos de la memoria bilaterales. Este no es solo el caso franco-alemán. Sobre el particular, la especialista francesa Valerie Rosoux, que menciono en mi artículo trabaja varios ejemplos que quizá podrían ilustrarlo.
La posición chilena que Ud. refiere -la de considerar la GdelP y otras como temas cerrados- impide trabajar el tema al nivel de la memoria y acceder a la reconciliación.
Ojo que no me estoy refiriendo a la cuestión jurídica, ni a la revisión -por ejemplo- de los considerandos del tratado de Ancón, sino a la aplicación de políticas de la amistad las que se ameritan porque se reconoce el trauma dejado por el conflicto bélico.
La posición chilena sobre el particular impide avanzar en esa dirección y en el caso peruano tampoco se tiene muy claro lo que se debe hacer pues existe mucho revanchismo. Sin embargo, desde esta tribuna seguiré insistiendo en la necesidad de aplicar un proceso de la amistad y la reconciliación entre nuestros estados y pueblos.
Ate.
Daniel Parodi Revoredo