INCLUSIÓN Y POLÍTICA EN EL PERÚ

a Marishöri y Alejandro

Tan importante como incluirte es incluirme

En el Islam política y religión no se separan. Mahoma fue profeta pero también líder político y conquistador. El comenzó la expansión del Islam. Para Mahoma, el reino de Alá era también de este mundo y eso nos confunde mucho a los occidentales que desde Maquiavelo nos acostumbramos a separar las cosas y a poner la política aquí y la religión allá.

En el Perú ocurre algo parecido: la política es inseparable de lo social, de lo cultural y de lo étnico. A nosotros, los españoles nos partieron en dos, la república de españoles y la de indios. A simple vista ambas parecen muy homogéneas. La realidad, sin embargo, supera su definición.

En la república de indios –la de hoy, esa que constitucionalmente hace casi doscientos años que ya no existe- perviven cientos o miles de etnias; cientos o miles de lenguas diferentes al español y, sobretodo, millones de peruanos. Por eso en el Perú la política no se puede separar de todo lo demás, ni se va a separar de todo lo demás, por más que lo hayan intentado muchos de sus gobernantes.

Una paradoja de la política peruana del siglo XX es que a la inclusión la trajo el autoritarismo. Autoritario fue Leguía, quien no por eso dejó de ser el primer presidente que pensó al Perú como una totalidad, el primero que legisló a favor de los indígenas, el que reconoció las comunidades campesinas y las protegió de los señores gamonales. Autoritario fue Velasco, el de las reformas agraria y educativa, el que dijo “campesino, el patrón no comerá más de tu pobreza”, el que hoy todos niegan como si se tratase de un apestado. Yo no lo niego.

Después de Leguía vino el APRA, que luchó durante décadas por la inclusión de quienes ya estaban “culturalmente incluidos” y que requerían de inclusión política, social y laboral: los sectores medios y populares urbanos. Los militares se asustaron mucho con el APRA y por ello padecimos algunas dictaduras obscenas como la del General Odría, o “de la alegría”, que se dedicó a cazar mariposas con unos tanques que tiraban agua. El quería detener con agua la movilización popular y con tanques la transición demográfica. No entendía nada.

La transición demográfica puso al Perú en la inédita situación de que las dos repúblicas – de españoles e indios- viviesen juntas donde estaban separadas, o juntitas donde estaban juntas. Todos se mudaron a la ciudad, salvo los que se quedaron en el campo y sobrevivieron la época de la violencia que vino después.

Década de la violencia, de desborde popular, perdida, son algunos de los epítetos que le han puesto a los ochentas, mi década, la de mi juventud, de la Valentina de Oro, Frágil y la calle Inclán. Yo creo sencillamente que en esos años el Perú se estaba democratizando pero por su propia cuenta, sin el Estado, sin los políticos, sin democracia o tal vez con ella, no sé. Pero sí con mucho sufrimiento, mucha muerte, muchos clubes de madres y muchísimos vendedores ambulantes.

Y en fin, tras veinte años de derechas, diez autoritarios y diez democráticos, estamos a punto de iniciar el gobierno de una izquierda que ha mostrado una especial sensibilidad por la problemática de la que trato en estas líneas. ¿Cómo incluir ahora? Difícil pregunta, más bien inadecuada, creo que la pregunta más pertinente es qué es incluir. No se trata sólo de que yo te deje entrar en mi casa, creo que más importante es que yo entre a la tuya para conocerte y entonces compartir nuestros mundos, tan diversos y variados.

Cuando pienso en estas cosas, pienso en España, en el bilingüismo del País Vasco, Cataluña y Galicia, las otras tres nacionalidades reconocidas por la constitución española. ¿Y para qué vamos a enseñar quechua o aymara en los colegios si esa lengua solo se habla acá?. No, ¡que aprendan inglés! El comentario no parece racista pero lo es, o acaso le dirías lo mismo a un catalán. Creo que por ahí va la cosa, lo demás es de los especialistas y el nuevo gobierno se ufana de contar con muchos. ¡Buena suerte!

Publicado el día de hoy en el diario La República

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