En los últimos días ha llamado poderosamente mi atención ver los titulares de diarios y secciones deportivas clamando por el retorno de Claudio Pizarro, no sólo a la selección peruana de fútbol, sino a la capitanía del equipo. Cual hijo pródigo o ave fénix que resurge de sus cenizas, pareciera que estuviésemos hablando de un referente ejemplar de nuestro fútbol, que regresa a ocupar un lugar del que fuera injustamente desplazado. La realidad, sin embargo, dista de ser esa.
Cabe pues recordar que Claudio Pizarro fue el principal responsable del colapso del proceso eliminatorio anterior, el que boicoteó en múltiples oportunidades. Así por ejemplo, abandonó la concentración de la selección en Tacna, cuando Franco Navarro llevaba las riendas del seleccionado. En aquella ocasión, lamentablemente, las autoridades de nuestro fútbol perdonaron el agravio y desautorizaron la gestión del destacado estratega nacional. De igual manera, el goleador de las ligas alemanas echó por tierra el trabajo de José Guillermo del Solar, al supuestamente organizar estruendosas farras en la concentración del hotel el Golf los Incas, lo que motivó su separación de la selección y la de otros jugadores implicados.1
A pesar de ello, el verdadero problema que encuentro en Claudio Pizarro es un problema de actitud, recuerdo apesadumbrado sus días en la selección y a todo el equipo pugnando porque él anotase, distrayéndose así del objetivo obvio y evidente: ganar. Recuerdo también su mala relación con la hinchada la que lo pifiaba por obvias razones, su poca entrega en la cancha y su soberbia y altivez fuera de ella. Del mismo modo, su relación con el resto de jugadores de la selección no pareció ser mejor, Claudio fungía de vedette del equipo, no saludaba a nadie, exigía privilegios y un trato especial, impidiendo de ese modo la consolidación grupal de la selección, la que resulta fundamental si realmente se pretende obtener resultados favorables.
No dejo pues de imaginarme a Claudio Pizarro como a Ronaldo en la selección portuguesa, como a alguien sólo preocupado por el mismo e incapaz de aportar en beneficio del equipo. Me pregunto entonces si realmente ese es el caudillo que Sergio Markarian está buscando. Cabe señalar que sólo para su puesto existen cuatro jugadores -por citar algunos, Rengifo, Fano, Guerrero y Fernández- que pueden suplirlo y de cuya entrega y goles por el seleccionado nacional nadie puede discutir.
Me pregunto, finalmente, por qué la prensa, en los actuales momentos, no repara en tan malos precedentes y por el contrario, hace eco de la posibilidad de que Pizarro acaudille el proceso que está a punto de iniciarse. La afición peruana está cansada de esperar, lleva 32 años haciéndolo, si queremos llegar a Brasil 2014 debemos comenzar el proceso bien. Busque otro caudillo, profesor Markarian, y piense en el liderazgo y la voluntad de sacrifico de Héctor Chumpitaz antes de elegirlo.
Daniel Parodi Revoredo
1.-la participación de Pizarro en la susodicha farra no llegó a demostrarse, por ello utilizo el tono condicional en la oración. No obstante, José del Solar, no lo llamó más al seleccionado.
13 septiembre, 2012 at 5:36 pm
HABLA LA MAMÁ DE PIZARRO:
Esto no puede haber sido escrito por un periodista, la única persona en el mundo que pudo haber escrito esto es la mamá de Pizarro:
"Mi amigo ingeniero, hincha de Alianza para mayor referencia, quiere borrar el segundo apellido de sus tarjetas de presentación. Bromea. Dice que después de lo del martes, nadie va a confiar en él para futuros proyectos inmobiliarios pensando que tiene parentesco con el goleador fallido, con el ‘Bombardero’ alemán que aquí no pasa de ser un ligero planeador. No diremos su nombre. Sí su seña. El segundo apellido es, por cierto, Pizarro."
Primera pista, el chiste es malo, predecible y conocido como los que hace mamá.
"Más allá de esta anécdota no se trata de lapidar a nadie. Nunca lo hicimos, no lo haremos ahora. Alguna vez, con ocasión de anteriores eliminatorias –porque el caso no es nuevo, pasó también en los otros tres procesos rumbo al Mundial en los que participó– dijimos sobre el tema que un jugador no podía hacer que el fútbol peruano o el periodismo se divida en buenos y malos. Porque no estamos en una serie de vaqueros. La Videna no es el Gran Chaparral ni Burga es el siempre justo y leal John Cannon."
Segunda pista: En la televisón, mamá mira programas añejos como Bonanza y El Gran Chaparral. Solo una mama puede perdonar tantas veces, el amor de mamá es incondicional.
"A Pizarro le han hecho en las últimas horas ciberbullying, un acoso por internet injusto hasta para él, que precisamente vive con la selección casi en un mundo Matrix, una realidad virtual donde las cosas nunca son lo que parecen. Es capitán, pero no caudillo. Es goleador histórico, pero acá anota solo cuatro goles en igual número de eliminatorias. Dice que está lesionado y durante el vuelo de regreso se recupera para ponerse sin problemas la camiseta de su equipo."
Tercera pista: Solo una madre puede ser tan compasiva con un hijo decepcionante y se quejara que "ya son cuatro mundiales que Pizarro sufre lo mismo", "desde aquél golpe en la cabeza", "no es justo que le hagan cyberbulling". Ah, si se recupera rapido es porque el amor de mamá lo cura todo.
"No se trata de un penal fallado. Cubillas, Uribe, Maradona o el propio Messi también han errado desde los doces pasos. El tema es de rendimiento, de eficacia, de actitud. Simplemente hay jugadores de club y hay hombres de selección. El primero potencia su rendimiento por un estímulo monetario en el que el rol de empleado le calza perfecto. El segundo, en cambio, disfruta de la presión mediática que significa representar a todo un país. Goza con el show previo, con la palmadita en la espalda y siente como la piel se le eriza al entonar el himno. Es un vínculo básicamente emocional en el que solo algunos responden con la mayor energía posible."
Cuarta pista: Mamá siempre se inventa excusas para justificar las limitaciones de sus hijos: "no ha nacido para las matemáticas", "se entiende mejor con los animales", "es que es un jugador de club" dice cuando no quiere ver que a su hijo lo que le falta es hombría para declarar que no le gusta jugar por la seleccion como los hizo Andrés Mendoza (que ejerce su hombría en todos los campos, como lo haría Bartorelli).
"Markarián está en su derecho de seguir convocando a quien quiera y de girar cheques de confianza sin fecha de vencimiento. Nosotros lo tenemos de no ser ingenuos: un jugador, a los 34 años, no hará lo que no hizo a los 28 o 29 cuando estaba en su mejor momento."
Ultima pista: Reacción típica de mamá cuando una fulana le reclama un embarazo perpetrado por su engreido: "Ah no, la culpable eres tú por ser tan ingenua, mi hijito solo tiene 28 años", sin aceptar que hará lo mismo cuando tenga 34.
Lea esta joya periodística en Es una pena máxima (http://www.larepublica.pe/c…), que tiene todo para ser el nombre de una telenovela.