1879 y 2009: la geopolítica chilena 130 años después

“(…) Vale la pena destacar que los temores peruanos y bolivianos sobre una supuesta política agresiva de Chile probaron ser completamente infundados. El gobierno no albergaba ningún plan siniestro. La superioridad naval era un simple resguardo nacional y no fue empleada para dar ningún golpe ni ejercer amenaza.” Historiador chileno Sergio Villalobos acerca del armamentismo chileno previo a la Guerra del Pacífico

“Chile, al no poseer demandas territoriales con sus vecinos ni tampoco ejercer una política de potencia hegemónica sobre el espacio regional o vecinal, ni menos aun una de expansión ideológica fuera de sus fronteras, no genera amenaza para la paz internacional. No existen fundamentos que permitan a Perú “acusar” a Chile de estar embarcado en una carrera armamentista.”. Geoestratega chileno Cristian Leyton, acerca del armamentismo chileno actual

Las fricciones que intermitentemente afectan las relaciones bilaterales peruano-chilenas parecen distintas puestas en escena del mismo libreto. Por ello es importante comprender que los acontecimientos concretos –como el escándalo de espionaje- remiten a políticas de Estado que Chile viene aplicando desde sus inicios republicanos.

Así, la década anterior a la Guerra del Pacífico, el país del sur emprendió una carrera armamentística que en 1874 le permitió obtener la supremacía naval en el Pacífico, gracias a la compra de los blindados Cochrane y Blanco Encalada. Sin embargo, y a pesar de que dichos acorazados le dieron la victoria en la contienda militar, la historia oficial chilena sostiene que la adquisición de los navíos formó parte de una política disuasiva que se opuso al fantasma de la conspiración peruana.

El discurso del “armamentismo disuasivo” reaparece en los tiempos actuales junto con el gasto de millones de dólares en compra de armas. Así, so pretexto de la modernización del equipo bélico y de la defensa de las fronteras, una millonaria inversión económica espera la ocasión para mostrar su efectividad.

Es cierto que hoy no parecen presentes las variables necesarias para un enfrentamiento armado, pero también lo es que Chile es un estado dotado de una tradición geopolítica altamente profesionalizada que anticipa escenarios futuros, posibles o probables. Por eso creemos que la coyuntura que rodeará el fallo de la Haya pondrá a prueba a los actores políticos chilenos y confrontará dos tendencias que se caracterizan, una por el “cosmopolitismo” que acompaña la integración a los mercados mundiales y la otra que azuza un nacionalismo trasnochado y que se muestra reacia a asimilar una derrota en la Corte Internacional de Justicia.

En todo caso, diese la impresión que ante la pro-activa geopolítica chilena, el Perú fuese un espectador pasivo sin energías suficientes para actuar. Ya es hora pues de que el Estado defina sus objetivos geopolíticos a corto, mediado y largo plazo, independientemente de lo que Chile haga o deje de hacer.

Hace unos años se generó una controversia en el Perú debido a que Chile patentó diversas variedades de papa. Sin embargo, hasta hoy no existe una oficina centralizada de denominaciones de origen del Estado. Pensar el país, y su relación con los estados limítrofes, es también una labor que debe sistematizarse y profesionalizarse en el Perú, para así adoptar políticas acordes con los procesos regionales y mundiales en curso.

Daniel Parodi Revoredo
Pontificia Universidad Católica del Perú
parodi.da@pucp.edu.pe

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