PARTIDOS POLÍTICOS III
LO QUE EL APRA NO VE

Daniel Parodi Revoredo
Hace algunos meses escribí sobre Rómulo Meneses, fundador del APRA quien dedicó sus mejores años a la lucha por una causa que creía justa. Comenté, con algo de nostalgia, como la desideologización de 1990 nos privó de personajes tan entrañables y de una política caracterizada por organizaciones a través de las cuáles la ciudadanía podía realizar sus más anhelados ideales. En estos días, en los que aquellas motivaciones parecen lejanas utopías, el APRA conserva, aunque muy en sus reductos, un aire de los tiempos en dónde los grandes paradigmas tenían la capacidad de movilizar voluntades.

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La juventud aprista debe renovar su partido

Es por ello que en el PAP es recurrente la conmemoración de sus páginas pasadas, como el aniversario del líder fundador, las jornadas revolucionarias y el recuerdo de los que sucumbieron bajo el yugo de implacables dictaduras. A ello se le debe sumar un repertorio musical-poético en el que se destacan la marsellesa aprista y la marcha de los caídos. Por último, están los símbolos como el flameo de pañuelos blancos y la tradicional estrella de cinco puntas, que representa sus cinco puntos programáticos.

A pesar de la contracción electoral de los últimos tiempos, el APRA es partido. La mística referida aun mantiene unidos a los apristas en sus bases, donde se reúnen periódicamente y organizan talleres y actividades. Asimismo, los cuadros jóvenes están constituyendo redes sociales, las que se multiplican cada día. Cada comité o agrupación juvenil aprista tiene un sitio en Internet, desde donde difunde sus idearios e iniciativas.

Hasta aquí mi disertación pareciera moverse entre el delirio y el paroxismo, pues la realidad indica que el PAP atraviesa una severa crisis institucional. Ciertamente, las dos últimas elecciones de su Comité Ejecutivo Nacional se han visto empañadas por violentas pugnas intestinas. Lo mismo ocurrió con la frustrada candidatura de Mercedes Araoz a la Presidencia en 2011, quedando el partido sin candidato, tras concluir una aceptable gestión gubernamental.

¿Cómo el único partido peruano, que tiene lo necesario para llamarse tal, atraviesa por una crisis tan aguda? La sugestión admite varias respuestas. Debido a su crisis interna, el APRA no se ha pronunciado sobre los principales temas del debate nacional como Conga, el VRAE o las marchas del agua y ello le quita presencia a nivel nacional. A este hecho se le suman las tradicionales obediencia y disciplina apristas que, valgan verdades, son los pilares que han permitido su supervivencia en tiempos de la clandestinidad, así como evitado su balcanización, al contrario de lo que le ocurrió a la izquierda setentera. Pero ello implica también que los sectores internos que impulsan la renovación no alcancen a tomar cuerpo, a pesar de que el malestar en la militancia está bastante generalizado. Finalmente, persiste el dilema alrededor de Alan García, mientras unos lo apoyan debido a su innegable capacidad de liderazgo, otros lo resisten pues entienden que el PAP debe superar su impronta caudillista.

En tanto que creyente en la necesidad de consolidar partidos fuertes, pienso que la política peruana necesita del PAP y que los apristas deben asumir la modernización de su partido como una responsabilidad ante el país. En sus orígenes, década de 1920, el APRA fue un movimiento de jóvenes vanguardistas que lideraron un frente continental. Hoy, cuando las formas y los contenidos político-ideológicos han cambiado rotundamente, de nuevo la juventud aprista debe liderar el urgente relevo generacional que requiere el partido y actualizar los viejos apotegmas partidarios de “izquierda democrática”, “justicia social” y “pan con libertad” para convertirlos en programas consecuentes con los requerimientos del Perú y el mundo contemporáneos.

La modernización del APRA tiene como pie forzado su apertura y su democratización interna, las que deben impulsar sus cuadros jóvenes; es decir, quienes hoy estudian en diferentes universidades e institutos del Perú. Lo que el APRA de hoy no ve es que tiene todo a su alcance para renovar la política peruana: partido, ideología, mística y juventud. Ojalá y pronto se percate.

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