A propósito de la visita de Sebastián Piñera al Perú
Monumento a los judíos en Berlín, es un sitio de memoria que forma parte de la política del perdón aplicada por Alemania
Los presidente García y Piñera, en la reciente visita de este último a Lima, señalaron lo que esperábamos oir: que el Perú y Chile tienen mucho en común, que es más lo que nos une que lo que nos separa, que la integración y sana competencia económica son compatibles y que las cuestiones de la Haya deben ventilarse en dicho tribunal de justicia. Asimismo, la memoria del pasado suscitó algunas reflexiones de los mandatarios las que, sin embargo, distan de acercarse a la génesis de una necesaria política del perdón y de la reconciliación que debe acompañar el proceso de integración propuesto y tener como punto de partida la recíproca confianza en el otro.
Sobre este último aspecto, el presidente García cuestionó enfáticamente las carreras armamentistas emprendidas por algunos países de América Latina, aunque evitó mencionar explícitamente el caso chileno. Ciertamente, en las últimas décadas, las adquisiciones bélicas de Chile han convertido a su fuerza armada en la segunda más poderosa del subcontinente, solamente superada por el Brasil. De esta manera, el quiebre chileno del equilibrio estratégico-militar del subcontinente traza finos hilos de continuidad con su geopolítica tradicional, la que se aplica desde su fundación política. Es así como la antigua vocación chilena de representar la “estrella solitaria” de la región aparece hoy como un impedimento para generar el ambiente de confianza propicio para avanzar en la integración y cooperación propuestas.
Por otro lado, si bien parece saludable la insistencia con la cual los dos mandatarios sostuvieron que el tribunal de justicia de la Haya es el escenario propicio para ventilar el contencioso marítimo -adoptando de ese modo la saludable tesis de las “cuerdas separadas”-; lo que ambos omitieron fue la explícita afirmación de que el fallo -el que fuere- debe ser aceptado por los dos estados. En todo caso, transparentar la voluntad de acatamiento del fallo de la justicia internacional parece imprescindible como punto de partida para luego aplicar una serie de políticas que fomente la integración y la reconciliación. En este contexto, el fallo de la Haya debería convertirse en el disparador de una etapa de acercamiento y distención en las relaciones bilaterales, en el entendido de que todos los asuntos limítrofes pendientes entre el Perú y chile se habrán superado de manera definitiva.
No debemos olvidar, no obstante, que la apuesta por un futuro de cooperación no puede partir del simple argumento de voltear la página y “olvidar” el pasado, sencillamente porque a nivel de las colectividades las cosas no funcionan así. Así por ejemplo, En Chile sorprende a muchos que la memoria peruana de la Guerra del Pacífico mantenga muy presentes los recuerdos de aquella, pero lo cierto es que dicha recordación reproduce un imaginario del otro como sujeto hostil y por ello mismo el tema más que sorprender, debería preocupar.
La pregunta que cabría hacerse en Chile –y que no se hace- es por qué la colectividad vecina lo recuerda de esa manera y con qué tipo de políticas específicas podrían esas evocaciones tornarse menos vivenciales. Ciertamente, la viva recordación peruana de la conflagración se debe al hecho mismo de su derrota, a la amputación territorial y a la invasión de la mayor parte del territorio, lo que ha implicado –además- la generación de miles de pequeñas historias orales por todo el país, las que reproducen una y otra vez el trauma de la invasión. Y estos relatos serán los únicos, y no podrán alternarse con otros, sí el estado y la colectividad a los que se identifica como autores de una agresión pasada no envían señales nuevas con significados también nuevos.
Así pues, en otras latitudes, la cicatrización de las heridas del pasado se ha logrado con la aplicación de políticas de la reconciliación y el perdón de largo aliento. Estos gestos de buena voluntad se han llevado a cabo en el marco de tratados de la integración que han priorizado los aspectos históricos, socio-culturales, educativos y los intercambios juveniles. Este es el caso de Alemania y Francia.
Respecto de la historia de la Guerra del Pacífico, es positivamente cierto que cada estado implicado ha producido su versión oficial y que las causas del mismo son y seguirán siendo discutibles. Lo que parece más claro es que el desarrollo de la Guerra supuso la agresión de Chile a Bolivia y el Perú y que, frente a la palpable realidad de ese ataque, Chile debería pronunciarse, en el marco de una serie de gestos de amistad bilaterales.
En su discurso en Palacio de Gobierno, Sebastian Piñera recreó dos acontecimientos históricos para demostrar que entre Chile y Perú existen también buenos recuerdos, los que sin embargo viven a la sombra de los malos: la independencia y la guerra contra España de 1866. En términos generales, la mención fue un acierto y de lo que se trata es de convertir dichos sucesos en sitios de memoria que grafiquen la existencia de una amistad peruano-chilena de larga data, sitios de memoria que supongan la edificación de nuevas efemérides oficiales, cuya conmemoración suponga el acercamiento entre ambas sociedades.
Sin embargo, el enfoque de Piñera sobre ambos eventos contiene los derroteros básicos de la historiografía oficial chilena y por eso cabe plantear algunos matices. Así, más que sostener que la expedición libertadora del sur independizó al Perú sin más, sería pertinente señalar que con la participación de muchos argentinos, chilenos, gran-colombianos y peruanos se selló la independencia americana en la batalla de Ayacucho, con lo que se obtuvo un beneficio para todas las partes coligadas. Asimismo, la participación chilena y ecuatoriana en la guerra con España de 1866 debe ponderarse como una acción conjunta para enfrentar a una amenaza general a la seguridad regional. De este modo, en lugar de enfatizar la “deuda” de un país hacia el otro, se priorizará más bien el logro de objetivos comunes en una atmósfera de cooperación regional.
En síntesis, el reconocimiento del daño infligido, la celebración de eventos históricos que nos unen y la edificación de sitios de memoria tendientes a crear efemérides que apunten a la reconciliación pueden resultar la clave para que ésta se lleve a cabo conjuntamente con la integración económica propuesta. Así pues, la revisión de los problemas del pasado, aparentemente subjetiva, parece fundamental para consolidar las relaciones bilaterales en otras áreas porque ultimadamente atañen la identidad colectiva, generan corrientes de opinión e influyen en los actores políticos y sus decisiones. La preguntas que queda en el ambiente es si al Perú le será posible superar el rencor y a Chile el orgullo; y saber, de acá a unos años, si acaso con Sebastián Piñera la vocación de estrella solitaria del estado chileno comenzará a declinar frente a una política de liderazgo internacional tendiente a trazar lazos permanentes para la integración.
Daniel Parodi Revoredo
Profesor del departamento de Humanidades-PUCP
El presente artículo ha sido publicado hoy en . EDU, véase http://www.pucp.edu.pe/puntoedu/index.php?option=com_opinion&id=4206
3 diciembre, 2010 at 8:53 am
Será capaz algún día Perú de asumir que al tomar la decisión de brindar apoyo político, moral y militar a Bolivia, para que esta violara el Tratado de Limites de 1874, hizo una apuesta cuyo premio era la victoria sobre Chile, que suponía obligarlo afirmar un nuevo tratado de límites con Bolivia que satisfaciera los intereses de Perú, a que se refería Riva Aguero, y que dicha apuesta llevaba implícito el riesgo de perder y tener que asumir las consecuencias. El propio Basadre consigna una reunión entre el Presidente peruano y el embajador de Chile, en la cual el Mandatario le reconoce que la conducta boliviana infringe el Derecho. No es Chile el que debe pedir perdón, pues no fue Chile el que brindó su apoyo a Bolivia para que esta violara un tratado en perjuicio de Perú.
3 diciembre, 2010 at 3:50 pm
Estimado Señor:
En el artículo que Ud. comenta he señalado que las causas de la guerra son discutibles y que cada país tiene su propia interpretación, la historia es eso, versiones y no verdades absolutas.
El Perú no apoyó la violación del tratado de 1874 como Ud. indica. Sin embargo, el mayor error de la administración peruana fue no declarar la neutralidad -al menos es mi punto de vista- cuando ésta le fue solicitada, máxime si el Perú se ofreció como mediador.
Por otro lado, el aumento en el impuesto (10 cts. por quintal de salitre) era mínimo pero contradecía un acuerdo privado (1874) entre Bolivia y la compañía salitrera de Antofagasta (no entre los estados boliviano y chileno -ojo-).
En tal sentido, la reacción del Estado chileno me parece totalmente desproporcionada, una guerra de conquista que supone la anexión de Atacama, Tarapacá, Arica, Tacna, la invasión del 80% del territorio del Perú, la capital Lima, el saqueo sistemático, la devastación de la rica zona agroindustrial del norte, la usurpación de las islas guaneras. etc.
Particularmente no encuentro ninguna proporcionalidad entre las discutibles causas de la guerra -como el impuesto de los 10ctvs violatorio del tratado de 1874- y una guerra como la desplegada por Chile. Y en ese aspecto también los chilenos deberían autocriticarse ¿o la historia chilena no es susceptible de error alguno?
En todo caso, son discursos y puntos de vista, de eso trata la historia.
Gracias por su participación y espero sigamos debatiendo alturadamente.
Atentamente
Daniel Parodi Revoredo
p.d. le ruego identificarse, en este blog existe una rigurosa moderación desde la premisa del respeto a todoas las opiniones si son alturadas.
Ate.
DPR
5 diciembre, 2010 at 6:20 pm
Señor Daniel Parodi Revoredo.
El alza de impuestos decretada por Bolivia infringía el artículo IV del Tratado de Límites de 1874 que señala “Los derechos de exportación que se impongan sobre los minerales exportados en la zona de terreno de que hablan los artículos precedentes, no excederán la cuota de la que actualmente se cobra, i las personas, industrias y capitales chilenos no quedarán sujetos a mas contribuciones de cualquiera clase que sean que las que al presente existen.
La estipulación contenida en este artículo durará por el término de veinticinco años.”; tal artículo impone a Bolivia una obligación de no hacer, y se la infringe sin atender al monto o entidad del impuesto que se estableciera dentro de los 25 años, ya sea del 1% o del o,oo1%. La violación de esa obligación, contenida en el Tratado de Límites de 1874, fue amparada por Perú, y basta observar el texto del Decreto peruano boliviano de 6 de abril de 1879, por medio del cual se hace efectiva la Alianza prevista en el Tratado de 1873, para advertir que Perú no emite pronunciamiento alguno respecto de la violación que Bolivia hace de un Tratado de límites en perjuicio de Chile, y que por el contrario, le brinda su apoyo, a pesar de que el Mandatario peruano reconoció al Embajador chileno que Bolivia actuaba al margen del Derecho.
Difícil que Perú pudiese obrar como mediador si estaba ya ligado a Bolivia por el Tratado de 1873; si, como lo señalara su Canciller Riva Agüero, Perú no podía permitir que Bolivia perdiera Antofagasta porque en tal evento volvería a colocar sus ojos sobre Tacna Arica, y si mientras ofrecía sus “buenos” oficios, simultáneamente gestionaba la adquisición de armamento y el ingreso de Argentina a la Alianza, cuya existencia su embajador en Chile negaba.
La Campaña de Lima es posterior a la Conferencia de Arica, en la cual Perú y Bolivia rechazaron el ofrecimiento de paz realizado por Chile, y la ocupación de la capital fue antecedida de dos batallas, luego de las cuales no hubo por parte de quien detentaba el poder en Perú manifestación de intención de aceptar las consecuencias de la guerra.
Atentamente.
Marcelo Contardo Acevedo
5 diciembre, 2010 at 7:56 pm
Estimado Señor Contardo:
Le agradezco su nueva réplica y saludo encontrar en Ud. a una persona formada en derecho o con importantes conocimientos en el área, lo cual, no obstante, se presenta también como el sesgo fundamental a través del cual se desarrolla su enfoque. Así pues, desde esa perspectiva la historia es el tribunal del pasado y éste consiste en la mera presentación y contra-presentación de pruebas. Yo, por el contrario, considero que en análisis histórico admite muchas más aristas.
Respecto de lo puntual; un par de precisiones:
1.- Sostiene Ud. que el decreto peruano-boliviano del 06 de abril de 1879 demuestra el apoyo peruano a la política salitrera boliviana, pero no considera Ud. que el 05 de abril Chile le declaró la guerra al Perú, con lo cual el conflicto ya se había iniciado y el decreto que Ud. Señala es reactivo a dicha declaratoria.
2.- Respecto del incumplimiento boliviano del tratado de 1874 -que es la piedra angular de su argumento para achacar la responsabilidad del conflicto a los países aliados y de eso modo exonerar a Chile- éste efectivamente es revisado al plantearse en impuesto de los 10 cts. De allí desprendo que su punto es que la imposición de dicha carga –contra lo convenido por el susodicho convenio- justifica–per se- la realización chilena de una guerra de conquista cuyas principales consecuencias he ya comentado en mi anterior respuesta.
Desde mi perspectiva es allí donde radica la mayor limitación de su argumento; diferentes países en diferentes contextos históricos han contravenido tratados internacionales o contratos privados –como el caso que aquí analizamos- y ello no ha dado lugar a agresiones militares como la que aplicó Chile a Bolivia y el Perú. Así por ejemplo, el Estado chileno no dio cumplimiento en 1893 a la realización del plebiscito en Tacna y Arica, tal y como lo estipulaba el tratado de Ancón, tampoco lo hizo en los años subsecuentes, pero de esa flagrante violación de un acuerdo internacional no se derivó ninguna guerra.
Por otro lado, – y a manera de ejemplo- en 1968, el gobierno peruano de Juan Velasco Alvarado nacionalizó las instalaciones petrolíferas de la IPC, norteamericana, y ello tampoco supuso el inicio de un conflicto bélico, más si la indemnización a la empresa afectada, que es lo que suele hacerse en estos casos, aunque reconozco que las nacionalizaciones no son –al día de hoy- el mejor camino para el desarrollo. También hace pocos años el estado boliviano nacionalizó las instalaciones de Petrobras y no ha habido ninguna guerra entre ese estado y el Brasil.
Actualmente, como usted bien sabrá, los estados de diferentes países del mundo, entre ellos el chileno, han comenzado a aplicar un impuesto a las sobre-ganancias mineras lo que en principio modifica –o viola- contratos previos pero asimismo se sustenta en acuerdos a posteriori entre las partes y todo ello se realiza sin violencia.
Hace poco he publicado un libro que precisamente comenta la versión chilena de la Guerra del Pacífico y estoy pronto a publicar su análogo de la versión peruana. Quizá mi mensaje a Ud., en estas líneas, es que no hay una sola verdad en la historia, sino diferentes interpretaciones. Pero para acercarnos más hay que comenzar por revisar nuestros propios discursos, en los que creímos a fe ciega desde siempre, porque nos los inculcaron en la escuela, a manera de historia oficial. ¿Se ha planteado Ud. que es posible algún error de Chile en la realización de la guerra?. Porque de los errores peruanos, como el tratado de alianza de 1873 ya estamos conversando. ¿Cree Ud. que existe una sola verdad y que ésta está necesariamente del lado de Chile? ¿O será más bien que en Chile se ha escrito un relato –discurso- sobre la guerra sumamente perfeccionista en el que diese la impresión que todos sus actos son justificables?
Siempre presto al buen debate, cordialmente
Daniel Parodi Revoredo
5 diciembre, 2010 at 8:33 pm
Estimado Señor Contardo, le paso link del libro que le indico
Cordialmente
DPR
http://blog.pucp.edu.pe/ite…
7 diciembre, 2010 at 3:14 pm
Señor Daniel Parodi Revoredo.
Conocía ya su frase “la historia es el tribunal del pasado …” porque Usted la empleó en la respuesta que dio al señor Juan Carlos Herrera Tello, a propósito de un artículo sobre Piñera. Como no tengo la formación necesaria para hacer análisis histórico no pretendo incursionar en esa área, pero ello no me impide que cuando se cita un hecho que admite calificación jurídica, me atenga a ella y a sus consecuencias.
La declaración de guerra efectuada por Chile es posterior a la realizada por Bolivia, y ciertamente Chile declara la guerra a ambos estados luego de que el embajador peruano reconociera la existencia del Tratado de 1873, que previamente negó en más de una ocasión, y de que Perú se rehusara a declararse neutral, posibilidad que el artículo III del mismo le concedía. He citado el decreto de 6 de abril para referirme al hecho de que Perú, como Estado, no emitió condena alguna al hecho de que Bolivia violara el Tratado de 1874, y que por el contrario terminó dando su apoyo a tal violación.
La obligación impuesta a Bolivia de no imponer nuevos tributos, formaba parte de un tratado internacional de límites, no de un convenio privado, y ese tratado no era susceptible de “revisión”, porque las cláusulas de un tratado no pueden ser modificadas por la exclusiva voluntad de uno de los estados partes, de manera que no es correcto señalar que el impuesto de 10 centavos importa su revisión, pues lo ajustado a Derecho es señalar que ello importa la infracción de la obligación con la consiguiente nulidad del tratado. No se trató del primer incumplimiento boliviano, pues Bolivia ya había vulnerado el Tratado de 1866.
Respecto de los ejemplos que Usted cita, en el siglo XIX la guerra era el mecanismo usual, aplicado en Europa y en América; tengo la impresión de que se la proscribe, por así decirlo, luego de finalizada la 2ª Guerra Mundial, lo que no ha evitado que se hayan desarrollado guerras desde 1945 a la fecha.
Agrega Usted el calificativo de “conquista”, término que ya he leído en artículos de otros compatriotas suyos, como el señor Valle Riestra, no tengo información acerca de que el derecho internacional contemplara en 1879 tal definición o categoría. Por lo demás, la Guerra del Pacífico no tiene características excepcionales a otras guerras desarrolladas antes o después de 1879, no es Perú el único estado del mundo que ha debido pagar indemnizaciones de guerra, no es Perú el único estado cuya capital ha sido ocupada, no es el único estado que ha debido entregar territorio.
Ciertamente Chile ha cometido errores a lo largo de su Historia, antes de la Guerra del Pacífico, durante la guerra y después de ella, pero declararle la guerra a los aliados del Tratado de 1873 no fue un error, era lo que correspondía frente a la situación existente. Sugerir que el tema pudo solucionarse con una negociación, con un arbitraje o con una modificación del Tratado, pasa por alto el hecho de que Bolivia ya había violado 2 tratados y que nada garantizaba que cumpliera un tercero, además Chile, ni ningún otro estado en su lugar, estaba obligado a tener que acceder a la petición de modificación; Perú, por su parte, daba su apoyo a la violación del Tratado, porque no satisfacía sus intereses, ni tampoco el de 1866 según señala un historiador peruano, y nos mostraba su hostilidad con el Tratado de 1873, cuyo objetivo era Chile, imponerle límites que satisfacieran el “interés” de Perú. Por cierto, en las escuelas chilenas no se enseña el contenido de la documentación oficial peruana que se refiere a la negociación del Tratado de 1873, el intercambio de notas diplomáticas entre Perú, Bolivia y Argentina.
Atentamente.
Marcelo Contardo Acevedo
7 diciembre, 2010 at 4:27 pm
Señor Contardo:
A estas alturas del debate está claro que entre nuestras posiciones no va a haber acercamiento desde que Ud. considera que la calificación jurídica es la única posible; de allí desprende Ud. que la Guerra de Chile contra el Perú y Bolivia se justifica por la violación del tratado de 1874. Es decir, la guerra es la consecuencia inexorable de aquella.
No es correcto lo que Ud. señala de que en el siglo XIX el incumplimiento de convenios internacionales implicaba necesariamente la Guerra, ya le mencioné yo el incumplimiento chileno de la realización del plebiscito en Arica y Tacna –debió efectuarse en 1893- y el Perú no evolucionó militarmente por ello. Respecto del derecho de conquista, revise Ud. los oficios de los plenipotenciarios americanos en el contexto de la mediación norteamericana en la Guerra del Pacífico y verá Ud. como hacen explícita referencia a aquel, pero cuestionando la pretensión chilena en ese sentido.
Debiera Ud., asimismo, ponderar el factor político en la guerra chilena contra el Perú y Bolivia antes que ceñirse estrictamente a lo jurídico y hacer de la historia un tribunal –la frase es de Marc Blog, gran historiador judío francés y la utilizo cada vez que los juristas irrumpen en el pasado judiciadizándolo . La guerra no fue inexorable sino más bien la expresión de la voluntad y decisión políticas del estado chileno y de sus dirigentes de entonces, que la ponderaron más beneficiosa que otras opciones, como el pago del gravamen aumentado o la negociación. Así pues, la posesión directa de las provincias salitreras de Bolivia y el Perú, del puerto peruano de Arica – salida del comercio boliviano al océano Pacífico- y de las islas guaneras de chincha parecieron mucho más rentables a los dirigentes chilenos de entonces y desnuda una compleja y bien elaborada geopolítica que trasciende la dimensión jurídica en lo fundamental.
Por otro lado, la relativización de los daños de la Guerra que Ud. menciona forma parte del discurso chileno sobre la misma, también sistemático en ese sentido. Así por ejemplo, Sergio Villalobos sostiene que el pillaje chileno en el norte del Perú “palidece” ante las bombas atómicas de Hiroshima y Nagashaki; y respecto de lo que se enseña a los niños en las escuelas chilenas para justificar la amputación territorial de los países vecinos, los argumentos son tan conocidos como falaces:
1.- Que el desierto era en realidad chileno porque había más chilenos
2.- Que era justa la anexión del desierto porque los chilenos lo hicieron progresar
3.- Que fue beneficiosa la anexión del desierto porque ésta enriqueció a Chile
Varios autores como Galdames, León Hulaud, René Viñas, el mismo Villalobos, Vial entre otros reproducen una y otra vez el mismo discurso oficial sin una pisca de autocrítica y ese es el mismo caso de Ud. que prefiere la trinchera de la disquisición jurídica antes que abrirse a ver la guerra como un fenómenos social, político y económico susceptible de análisis y enfoques diversos. Además, la defensa cerrada de la posición propia con argumentos jurídicos es representativa de la historia positivista del siglo XIX y esos parámetros suelen convertirse en celdas intelectuales que impiden la reflexión más allá de los nacionalismos exacerbados.
Para el caso peruano, la situación no es mejor; en realidad, es lo mismo solo que al contrario, “los malos pasan a ser buenos y los buenos pasan a ser malos”. De esta manera, seguimos difundiendo versiones del pasado que en lugar de contextualizarlo o comprenderlo siguen adoptando la forma de cerrados alegatos que limitan cuando no castran la posibilidad del diálogo. Piñera y García han sostenido que su responsabilidad como mandatarios es cambiar aquello, cambiar la negativa percepción del otro y priorizar los aspectos que nos unen, esperemos que ese sea el camino.
ATE
DPR
16 diciembre, 2010 at 3:58 pm
Señor Daniel Parodi Revoredo.
Menos posibilidades de acercamiento van a existir si Usted me atribuye frases o palabras que no he proferido; si le solicitara a Usted que identificara y transcribiera literalmente la parte de mi comentario en que yo habría afirmado “que la calificación jurídica es la única posible” Usted no podría hacerlo pues sólo me he limitado a señalar que si un hecho admite calificación jurídica me atengo a ella y a sus consecuencias. Me remito a lo jurídico porque para mí tiene la virtud de constituir un criterio elaborado por un tercero imparcial, y definido con anterioridad al hecho que genera el conflicto. Tampoco he señalado, como Usted me imputa, “que en el siglo XIX el incumplimiento de convenios internacionales implicaba necesariamente la Guerra”, pues lo que dije fue “en el siglo XIX la guerra era el mecanismo usual”, y el vocablo “usual” no es sinónimo de “necesario” o de “necesariamente”.
Es evidente que frente a la violación del tratado de 1874 y su consecuente nulidad, el estado de Chile tomó una decisión, y que al adoptarla debe de haber tenido en cuenta mas de un factor. A título de qué Chile iba a aceptar el pago del gravamen, como Usted sugiere, si precisamente se contaba con un tratado que impedía imponerlo, eso habría sido legitimar la arbitrariedad de Daza y darle cuerda para que el día de mañana pasara de 10 centavos a 50 centavos. Para negociar se requiere un mínimo de confianza, que Bolivia pulverizó con la violación sucesiva de 2 tratados, a Hilarión Daza se atribuye una carta con el siguiente contenido “Tengo una buena noticia que darle. He fregado a los gringos decretando la reivindicación de las salitreras y no podrán quitárnoslas por más que se esfuerce el mundo entero. Espero que Chile no intervendrá en este asunto empleando la fuerza; su conducta con Argentina revelan de una manera inequívoca su debilidad e impotencia; pero si nos declara la Guerra podemos contar con el apoyo del Perú a quien exigiremos el cumplimiento del Tratado Secreto. Con este objeto voy a mandar a Lima a Reyes Ortíz …”; los propios historiadores bolivianos relatan que Daza increpó a su Canciller por haber contestado una nota diplomática de Chile, haciendo mención a la posibilidad de arbitraje, provocando la renuncia del Ministro.
Me sugiere Usted que revise los planteamientos de diplomáticos norteamericanos acerca “de la guerra de conquista”, obviando en 1º lugar que pertenecen al mismo país que previo a 1879 se anexó Texas, Alta California y Nuevo México, y después de 1879, producto de su conflicto con España, se hizo de Cuba, Filipinas y Guam; y en 2º lugar que esa no es la opinión del representante norteamericano en Chile, Osborn, quien junto con Adams y Christiancy representantes ante Bolivia y Perú, gestionaron la Conferencia de Arica, y que en el caso de los señores Blaine y Hurlbut, es de público conocimiento su vinculación al proyecto de la Peruvian Company y del Crédito Industrial de Francia, cuyo éxito requería expulsar a Chile de los territorios salitreros, por lo que se entiende su personal opinión al respecto.
Señalar que las consecuencias que debió asumir Perú producto de la guerra no son un caso aislado en la Historia Universal, no tiene por finalidad relativizarlas sino que apreciarlas dentro de la Historia, por lo demás es un riesgo que debieron de asumir desde que tramaron la Alianza en contra de Chile, qué les impedía declararse neutrales, si el mismo texto del Tratado dejaba abierta esa posibilidad? A su compatriota el señor Andrés Bedoya Ugarteche, “La Ortiga” le leí un artículo en el cual señalaba que los peruanos en la Guerra con Ecuador habían hecho lo mismo que criticaban a Chile y que los camiones del ejercito peruano habían vuelto cargados de bienes ecuatorianos. Cuál fue la respuesta del embajador peruano Lavalle ante el Emperador de Brasil y ante su Canciller, cuando se le preguntaba por el fin de la guerra y la paz, al Emperador, el embajador peruano le dijo que 1º los chilenos deberían conquistar una serie de ciudades, entre ellas Lima, y añadió además que cuando el Gobierno peruano tuviese que instalarse en las fronteras con Brasil, y al Canciller le dijo que la paz vendría cuando el último chileno fuera expulsado. Cuál fue el planteamiento que los notables de Lima después de la ocupación de Lima expusieron a las autoridades chilenas, que se sometiera el conflicto al arbitraje internacional, obviando la situación, la realidad. Perú la guerra la perdió después de Angamos y debió de aceptar lo ofrecido en Arica.
Sigue.
16 diciembre, 2010 at 4:21 pm
Sigo señor Parodi:
Se refiere Usted a las compras de armas que ha realizado Chile y emite un juicio al respecto, armamentismo y quiebre del equilibrio estratégico militar. Su opinión difiere de la del Ministro de Defensa Brasileño y de la formulada por la Ministra de Defensa de Argentina, de la de Ecuador, que no ven armamentismo alguno, menos si quien lleva a cabo el reemplazo de material es un Estado que, como Chile, manifiesta estar conforme con sus fronteras, que no tiene reclamación alguna sobre territorios pertenecientes a sus vecinos. No emite pronunciamiento Usted acerca de las compras de armas que Perú ha realizado, en su época Perú llegó a poseer 12 submarinos, numero que excedía a las unidades de Chile, Brasil y Argentina; fue Perú el que introdujo en la región, y no bajo Velasco, los misiles con alcance más allá del horizonte y su existencia se hizo pública cuando Chile inició la compra de los F16, el Gobierno de Toledo propuso arrojar los misiles al mar si Chile desistía de comprar los F16, generosísimo ofrecimiento que permitía a Perú conservar los aviones a cambio de “lanzar al mar” el elemento menos valioso y de rápido acceso en caso de necesidad, manteniendo la ventaja; fue el Presidente Fujimori quien reveló que determinado material de guerra adquirido por Perú era para hacer la guerra a Chile.
En uno de sus artículos, titulado “dos amigos que debaten alturadamente”, Usted respondiendo al comentario del señor Juan Pablo Ronco que se refirió al “resentimiento”, señala textualmente “Creo que hay importantes omisiones chilenas que también lo explican (¿qué difícil es pedir perdón?)”, frente a ese planteamiento me pregunto si Perú ha pedido excusas a Chile por haber promovido el Tratado de 1873 en contra de Chile; por las instrucciones que dio a su embajador ante Bolivia, que lograra que esta provocara a Chile, para que Chile hiciera el rompimiento y quedara impedido de sacar sus blindados de Inglaterra y así entre Perú y Argentina pudiesen imponerle la mediación armada; por haber interferido en las negociaciones de Chile con sus vecinos; por haber respaldado la conducta de Bolivia en orden a violar el Tratado de 1874. Tengo la impresión de que Perú jamás ha pedido perdón por tal comportamiento, y que mucho menos siente remordimiento o sensación de culpa por tal conducta, y me viene a la mente una frase que le señala su compatriota el señor Javier García “No ocultemos la verdad: la mayoría de peruanos es antichileno y somos nosotros los que no queremos reconciliación”.
Atentamente.
Marcelo Contardo Acevedo
17 diciembre, 2010 at 9:36 am
Señor Daniel Parodi Revoredo.
En la tarde de ayer jueves 16, dividido en 2 partes, por su extensión, envié mi respuesta a su comentario del día 7 del presente; espero pueda ser incorporado como los anteriores.
Atentamente.
Marcelo Contardo Acevedo
17 diciembre, 2010 at 11:16 am
Señor Contarno:
Me parece que seguimos en las mismas, argumentos jurídicos, ninguna autoricrítica y reivindicación de la postura tradicional chilena que propone la conspiración del Perú y de Bolivia en contra de Chile y que la guerra es una reacción chilena ante la amenaza de una eventual agresión Perú-boliviana (no son sus palabras textuales, las parafraseo, me temo que en los procesos judiciales eso es más complicado por las implicaciones que pudiese tener, en historia interpretamos).
Sí le aclaro que mi referencia al concepto "Guerra de Conquista" utilizado por los diplomáticos norteamericanos tuvo la finalidad de demostrar que dicho concepto sí tenía vigencia en el siglo XIX, y no justificar el imperialismo norteamericano.
Respecto de su referencia a la opinión de mi amigo Javier García sobre el resentimiento peruano; le ruego leer mi artículo bajo en título -en este blog- de "nacionalismo peruano-nacionalismo chileno"- . En el encontrará Ud. mi análisis y posición sobre estos temas y verá que -sin acercarse a una objetividad pues ésta no existe cabalmente- trata de tomar en consideración a ambas partes, que es lo que a Ud. tanto le cuesta debido a su formación profesional.
Por último, recientemente se ha publicado en la revista virtual "SUMMA HUMANITATIS" un artículo mío que analiza la versión peruana de la guerra del Pacífico a través de los escritos de Jorge Basadre.
Con ello espero comprenda Ud. que mi acercamiento al pasado trasciende en lo fundamental la disquisición jurídica, pero en todo caso lo felicito por la solidez de su argumentación a pesar de mi abierta discrepancia con su enfoque.
ATE
DPR
p.d. si hubiese una nueva intervención suya, le ruego enviarla al artículo de este blog titulado debate peruano – chileno, donde he recopilado este interesante debate para mayor conocimiento de los lectores, quienes ya han comenzado a participar.
Ate, DP
6 marzo, 2012 at 7:10 pm
Estimado profesor Parodi: la paciencia de UD con el Sr, Contardo es infinita, y creame que publicar monologos legalistas tan extensos perjudica su BLOG; pues terminan siendo ilegibles.Yo soy abogado y he enseñado Derecho durante 40 años en la PUCP. Suelo tratar de ser claro, breve y preciso en mis argumentaciones.Pero podria dedicarme al mismo "deporte " que el Sr Contardo y armarle unas respouestas auto-suficientes y enredistas, de dificill lectura. Sugieo al Sr Contardo que lea el Codigo Civil de su pais, redactado por don Andres Bello, en el capitulo repecto a la interpretacion de las leyes, y lo aplique. Son por lo demas muy parecidos son los principios sobre interpretacion de Tratados en Derecho Intrencional Publico! Por favor, amigo Parodi, detenga la verborrea de Contardo que buen daño le hace a su BLOG: Atentamente, Mde A