José de San Martín

RUMORES INDEPENDENTISTAS

En 1820, el virrey Joaquín de la Pezuela dejó pasar la oportunidad de vencer a San Martín en Pisco. La razón, prefirió esperar el refuerzo de una poderosa flota española que nunca llegó. Desde manera, un rumor pudo decidir la independencia del Perú

Para Carolina 

Por cosas del destino, hace una semana tuve el placer de leer el artículo titulado “el miedo a la revolución de la Independencia del Perú” de Cristina Mazzeo, reflexión que se publicó en 2005. La nota, bastante innovadora, estudia el ambiente independentista desde la perspectiva de la psicología social para establecer luego la influencia de factores subjetivos como el rumor y la expectativa en el desarrollo de los acontecimientos.

Sucintamente, Mazzeo explora como la sugestión, en tanto que mecanismo psicológico espontáneo, influyó en las decisiones adoptadas por actores tan importantes como los virreyes Joaquín de la Pezuela, José de la Serna y hasta el libertador José de San Martín. Sin embargo, otras estrategias psicológicas fueron más bien planificadas y se desplegaron bajo la forma de poderosos psicosociales. Tal fue el caso de la campaña triunfalista emprendida por el general realista José de Canterac quien difundió el falso rumor de que las tropas de San Martín se encontraban en Buenos Aires y que no intentarían tomar Lima. De esta manera, pudo mantener en alto la moral de sus tropas.

Al contrario, una expectativa que influyó mucho en la derrota del bando realista fue la creencia de que una gran flota llegaría de España a reforzarlo, la que efectivamente se preparaba para ello aunque finalmente nunca zarpó de Sevilla. Si bien esta posibilidad se remonta a una fecha tan temprana como 1818, tres años después el virrey de la Pezuela aun confiaba en ella, al punto de que escribió que “el imperio del mar que es el elemento general en que se fundan sus esperanzas, se verá muy pronto cambiado a nuestro favor con la llegada de un día a otro de los navíos”.

La espera de una armada que jamás llegó tuvo un efecto decisivo en la Guerra de independencia. El libertador José de San Martín había desembarcado en Paracas el 7 de septiembre de 1820 con fuerzas notablemente inferiores a las realistas. Esta era pues una oportunidad envidiable para el bando hispano que, de haberse decidido, probablemente hubiese derrotado a la expedición del militar correntino, nacido en Yapeyú. 

Sin embargo, persistía la expectativa del arribo de la gran flota española razón por la cual el virrey Joaquín de la Pezuela decidió no correr riesgos y esperar. La espera fue decisiva pues le dio a San Martín el tiempo necesario para ganar adeptos, trasladarse de Pisco a Huacho, desembarcar sin mayores contratiempos y obtener el respaldo de ciudades de la costa, Trujillo entre las más importantes. Todo ello explica que el siguiente virrey, José de la Serna haya comprendido, meses después, que la coyuntura para derrotar a San Martín había pasado, razón por la cual abandonó Lima el 6 de julio de 1821 y se dirigió al Callao para refugiarse en el fuerte del Real Felipe.

A su turno, José de San Martín ingresó triunfante a la capital del agónico virreinato cuatro días después donde, el 28 de julio de 1821, proclamó la Independencia del Perú. Y todo por el rumor de la llegada de una poderosa flota desde España. Será, como dicen los psicólogos sociales, que la realidad es una construcción.

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