PRESENTACIÓN DE CONFLICTO Y RECONCILIACIÖN
HISTORIA DE UNA TRANSICIÓN
Discurso de presentación del libro CONLICTO Y RECONCILIACIÓN. El Perú y Chile en La Haya (2008-2014)
Buenas noches amigas y amigos:
Quisiera comenzar mi intervención, en esta noche tan significativa, con los agradecimientos a quienes la han hecho posible; es decir, a la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y a su fondo editorial, de este último, a sus autoridades y eficiente personal por la magia de convertir un centenar de artículos y entrevistas en un texto coherente como el que en esta oportunidad les presentamos. También quisiera expresar mi mayor agradecimiento al Dr. Max Hernández por el magnífico prólogo y a los doctores Farid Kahhad, Hugo Otero y Hugo Pereira por los valiosos comentarios que le han hecho a mi trabajo.
Suele suceder que en las presentaciones de libros, a los autores les corresponde contar la historia de su concepción y escritura; tanto como los detalles del embarazo y los dolores del parto. Al pensar en todo ello, la palabra que me ha rondado la cabeza, con independencia de mi razonamiento conciente, es la palabra transición. Porque este libro trata del diálogo entre la transición en el estado de ánimo de una persona y la transición en la manera de verse que comparten dos naciones. Se trata pues de dos transiciones o quizá, de la misma transición pero transitando por dos dimensiones distintas.
La primera de ellas se entiende como la confrontación de un hombre con sus arraigos y querencias, pero también con la manera como los experimenta y se entiende, además, como la confrontación del ser conciente con sus prejuicios y fantasmas. Con esos fantasmas que provienen de un tiempo que no le tocó vivir pero que de igual modo lo persiguen y atemorizan, como en la historia o ficción acerca de alguna vieja casa encantada.
Esos fantasmas viven en una subjetividad que instalaron en nosotros cuando eramos muy pequeñitos y cuando nos dijeron que pertenecemos a una colectividad determinada, la que se identifica con ciertos colores y canciones que ya desde entonces comenzamos a entonar con entusiasmo sin saber muy bien por qué, pero que eran las mismas que cantaban nuestros padres y abuelos.
Pero entonces nos enteramos que no todo estaba bien, que había algo que se llamaba frontera y que más allá de ella terminaba nuestra colectividad y existían otras colectividades y otros niños que cantaban canciones diferentes a las nuestras. Y fue entonces que nos enseñaron a desconfiar y a temer a esas colectividades más allá de nosotros, ya sea porque nos hicieron algo malo en el pasado o porque podrían hacernos algo malo en el futuro. Entonces ya estaba completa mi formación nacionalista, de allí en adelante yo sólo podría añadirle información al programa que acaba de instalarse en mi aún espacioso disco duro.
Y es entonces que la primera transición de las que les hablo supone el encuentro del hombre con su interioridad, con sus bases, con todo aquel bagaje que tantas veces el psicoanálisis intentó remover con éxito o sin él. Y es entonces que la primera transición se inicia en el momento que decido conocer a la entidad distinta, en la pavorosa circunstancia de develar al otro para atreverme a mirarlo cara a cara. Hasta ese momento, del otro me habían hablado mis mayores, todos de mi colectividad. Fue así que el maestro de escuela y el manual escolar coincidieron en darle vida al fantasma, a la razón de mi terror y de mis pesadillas. Pero, ¿cómo sería en realidad? ¿cuál sería su verdadero rostro?
Encontrar al otro no fue un camino fácil pero en todo caso siguió un derrotero lento y continuado. Lo primero que entendí es que no se trataba de fantasmas, sino de personas como yo, que podían, indistinta e individualmente, ser buenas o malas, cordiales o antipáticas. Lo segundo que comprendí es que a esas personas les había pasado lo mismo que a mí y que yo les inspiraba el mismo temor y que comenzaban, recién, a tomar conciencia de que yo no era un fantasma, ni cosa parecida.
Esa transición, ese cambio en la percepción que se tiene de la colectividad distinta, desde el momento que adquirimos la genuina disposición a conocerla, es la experiencia personal que he volcado en este libro, que compila mis artículos y entrevistas sobre la cuestión que nos ocupa. Es el camino que se emprende, en un principio, lleno de desconfianza y asperezas, en el que la comunicación con la entidad distinta fue entrecortada, lejana, altisonante, llena de malos entendidos.
Pero también es el camino que, conforme fui recorriendo, me permitió escuchar mejor la voz que provenía de mi meta, que era la morada del otro, y que comenzó, según me acercaba, a sonarme menos hostil. Dato curioso, pues la verdadera razón por la que decidí emprender el viaje fue resolver un viejo y delicado asunto sobre el cual no nos poníamos de acuerdo.
Ciertamente, en el camino recorrido se resolvió el problema, pero esa resolución no fue el lugar de llegada, la verdadera llegada fue la casa del otro, la verdadera llegada fue el otro mismo. Fue poder conocerlo, intercambiar ideas, emprender algunos proyectos conjuntos y comenzar a trabar amistad con él. Y digo comenzar porque ambos sabemos perfectamente que nuestros bisabuelos sostuvieron un violento conflicto, con muertos y heridos de por medio, y sobre ello a mí sí me interesa conversar aunque a él parece que no tanto.
Pero en todo caso, lo que hemos ganado los dos, en el camino que acabamos de recorrer, es el descubrimiento de que podemos hacer cosas juntos mientras resolvemos los problemas que todavía no superamos, los que aún nos incomodan. Pero un punto de partida para resolverlos es comprender que la discordia fue de los bisabuelos, no de los bisnietos, lo que no quita que las nuevas generaciones esperen un gesto de los descendientes que redima el daño causado por los ancestros. Porque de esa manera encontraremos la disposición para recordar también otros capítulos, más bien agradables, de nuestro pasado en común.
De ese tránsito habla este libro y para presentarlo, no me ha sido necesario mencionar, ni una sola vez, a los países de los que trata, ni desarrollar, tampoco, la segunda de las transiciones que les comenté al principio de esta reflexión. Esa transición que involucra las naciones que protagonizan sus páginas y que, quizá tal vez, transiten ustedes cuando las lean.
Muchas gracias.
Para quienes deseen adquirir el libro, lo pueden obtener el las siguientes librerías:
– SAN CRISTOBAL
– CRISOL
– MUNDO CULTURAL (ÉPOCA)
– IBERO LARCO
– UNIVERSIDAD CATÓLICA (LIBRERÍA CAMPUS SAN MIGUEL)
– COMMUNITAS
– E. ITTURRIAGA Y COMPAÑÍA SAC
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http://www3.upc.edu.pe/0/modulos/TIE/TIE_ListarProductos.aspx?CAT=332
21 abril, 2014 at 8:02 pm
Mis felicitaciones Daniel,siempre anduviste por el camino adecuado y propusiste ideas reales de acercamiento y fue larga tu brega por esas rutas, el tiempo y los resultados te dieron la razón a pesar que muchos (entre los cuales me incluyo) no compartíamos ni tus ideas ni tu proceso, esto es el inicio de una nueva realidad y por tanto hay que contribuir desde todos lo ángulos a fortalecer este logro.